Eduardo Fernandez
Todos lo hemos dicho. Reiterarlo no es ocioso. El problema de Venezuela no se resuelve con una asamblea constituyente. Al contrario, esa maniobra complica más todavía la crisis nacional. No resuelve ninguno de los problemas que tenemos y los agrava todos.
La convocatoria a la Constituyente, de la manera que la propone el gobierno es inconstitucional. Eso está claramente razonado y demostrado por la opinión unánime de los juristas más destacados del país. El gobierno pretende a través de la constituyente perpetuarse en el poder y concentrar, más todavía, el poder absoluto en sus manos.
En 1999, cuando Hugo Chávez propuso convocar una asamblea nacional constituyente, me pronuncié en contra de esa propuesta y la denuncié por inconstitucional, innecesaria, imprudente, inconveniente e inoportuna. Estoy convencido de que estuve en lo correcto. Chávez no quería una constituyente para redactar una nueva carta magna. Lo que quería era el poder absoluto y lo consiguió. El origen de todos nuestros males institucionales está en aquella constituyente.
Frente a esta nueva convocatoria repito mis argumentos. La convocatoria es inconstitucional, pero, además, es innecesaria, imprudente, inconveniente e inoportuna. El gobierno ha perdido el apoyo de la opinión pública. Todas las encuestas indican que el gobierno perdería cualquier elección democrática a la que se someta.
Lo que hay que hacer con la Constitución no es cambiarla, sino cumplirla. Y el cumplimiento de la Constitución supone que el gobierno se someta al calendario electoral previsto en la Constitución y se disponga a someterse al veredicto popular. En tiempos de la República Civil, los gobiernos ganaban y perdían elecciones y los resultados se respetaban escrupulosamente. Leoni le entregó a Caldera en 1968 y Caldera le entregó a Carlos Andrés Pérez en 1974 y así sucesivamente.
Respeto al carácter alternativo del gobierno nacional. Respeto a la Constitución y respeto a la cultura democrática que aconseja y ordena el acatamiento a la voluntad de la mayoría expresada en elecciones universales, directas y secretas.
La crisis nacional se agrava por todos lados. El hambre, el desabastecimiento, la inseguridad, la crisis económica y social, la confrontación política. Todo aconseja una respuesta inteligente por parte de nuestro liderazgo político. Convocar a la Constituyente no es lo que el país está esperando y reclamando. Lo que los venezolanos queremos es un cambio de gobierno y un cambio de las políticas que nos han conducido a la tragedia que estamos viviendo.
Todavía estamos a tiempo.
Eduardo Fernández
@EFernandezVE
La convocatoria a la Constituyente, de la manera que la propone el gobierno es inconstitucional. Eso está claramente razonado y demostrado por la opinión unánime de los juristas más destacados del país. El gobierno pretende a través de la constituyente perpetuarse en el poder y concentrar, más todavía, el poder absoluto en sus manos.
En 1999, cuando Hugo Chávez propuso convocar una asamblea nacional constituyente, me pronuncié en contra de esa propuesta y la denuncié por inconstitucional, innecesaria, imprudente, inconveniente e inoportuna. Estoy convencido de que estuve en lo correcto. Chávez no quería una constituyente para redactar una nueva carta magna. Lo que quería era el poder absoluto y lo consiguió. El origen de todos nuestros males institucionales está en aquella constituyente.
Frente a esta nueva convocatoria repito mis argumentos. La convocatoria es inconstitucional, pero, además, es innecesaria, imprudente, inconveniente e inoportuna. El gobierno ha perdido el apoyo de la opinión pública. Todas las encuestas indican que el gobierno perdería cualquier elección democrática a la que se someta.
Lo que hay que hacer con la Constitución no es cambiarla, sino cumplirla. Y el cumplimiento de la Constitución supone que el gobierno se someta al calendario electoral previsto en la Constitución y se disponga a someterse al veredicto popular. En tiempos de la República Civil, los gobiernos ganaban y perdían elecciones y los resultados se respetaban escrupulosamente. Leoni le entregó a Caldera en 1968 y Caldera le entregó a Carlos Andrés Pérez en 1974 y así sucesivamente.
Respeto al carácter alternativo del gobierno nacional. Respeto a la Constitución y respeto a la cultura democrática que aconseja y ordena el acatamiento a la voluntad de la mayoría expresada en elecciones universales, directas y secretas.
La crisis nacional se agrava por todos lados. El hambre, el desabastecimiento, la inseguridad, la crisis económica y social, la confrontación política. Todo aconseja una respuesta inteligente por parte de nuestro liderazgo político. Convocar a la Constituyente no es lo que el país está esperando y reclamando. Lo que los venezolanos queremos es un cambio de gobierno y un cambio de las políticas que nos han conducido a la tragedia que estamos viviendo.
Todavía estamos a tiempo.
Eduardo Fernández
@EFernandezVE
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