Elizabeth Burgos: “Los cubanos se han dedicado al control de las Fuerzas Armadas”
Hugo Prieto
Prodavinci
Ha vivido en Cuba y su interés particular como escritora e intelectual es el papel que ha jugado la expansión del proyecto político del castrismo en América Latina. Elizabeth Burgos escribió un libro, Memorias de un soldado cubano, en cuyas páginas relata la travesía del guerrillero cubano Dariel Alarcón (alias “Benigno”), sobreviviente de la columna del Che en Bolivia. Alarcón se exilió en Francia, luego de que la cúpula cubana, con la aprobación de Fidel Castro, le pidió que fuera a varias ciudades en la isla para insuflar el heroísmo y los sacrificios de un pueblo sometido a 58 años de dictadura comunista. ¿Otro sacrificio? ¿Uno más? Y ahí se rompió el sueño.
Residenciada en París desde hace muchos años, Burgos ha concedido esta entrevista, vía telefónica, a Prodavinci. “Ahí, donde han estado los cubanos, todo termina en tragedia”, dice con conocimiento de causa. Seguramente no tenemos idea de qué fuerzas enfrentamos, porque hay “mucha ingenuidad, mucho desconocimiento, del aparato que les cayó encima: el castrismo”.
Hay dos alternativas a raíz de la Asamblea Nacional Constituyente que se vota este domingo en Venezuela. La primera. Una vez que se instale, allanaría el camino para avanzar en la centralización y concentración del poder, tal como ocurre en Cuba. La segunda. Podría ser una carta a favor del gobierno en una hipotética negociación con la oposición política. ¿Usted qué cree?
A pesar de que Cuba es una isla en el Caribe que no produce nada, ha logrado desarrollar una política de gran potencia, entre otras cosas, porque el castrismo ha tenido la clarividencia, la habilidad, de ser una especie de Celestina de los imperios. Sabe muy bien manejar el estatus que se ha dado como un intermediario de los imperios. Esa experiencia le viene de la época de la Colonia, en que Cuba fue un cuartel de España, un centro de abastecimiento de la flota española cuando venía de Europa y cuando regresaba de ella cargada de oro y de plata. Ya en esa época, Cuba tenía la posibilidad de no producir nada y vivir de lo que se llamaba las partidas, que llegaban del virreinato de Nueva España, es decir, México. Luego vino la relación especial con los Estados Unidos, país que intervino en la independencia de Cuba a llamado de los propios cubanos, porque advirtieron que no lograban vencer a España. Los mambises, los patriotas cubanos, llamaron a los estadounidenses para que vinieran a terminar la guerra y lo hicieron. La independencia cubana fue una negociación que se hizo en París entre Estados Unidos y España, sin la presencia de los patriotas cubanos. Esa idea de la Cuba intervenida por los Estados Unidos se la vendió Fidel a toda América Latina, como si eso fuese parte de la historia latinoamericana, como si eso fuese un problema para los países de América del Sur, donde Estados Unidos nunca ha puesto la bota militar. Entonces, hay ese discurso antiimperialista, que es una cosa totalmente fabricada.
Sin embargo, esa fábrica sigue funcionado. Ese discurso tiene eco en todo el continente. Al parecer, tiene un arraigo insospechado. ¿Cuál sería la diferencia?
La relación entre Estados Unidos y América Latina es una cosa y la independencia de los países latinoamericanos es otra. En cambio en Cuba están ligadas las dos cosas. Ese es el trauma cubano. El trauma que ha hecho que los cubanos hayan aceptado el castigo hasta nuestros días. En cuanto a las opciones que planteas para Venezuela, yo nunca he visto que el castrismo haya negociado nunca nada. Lo que sí he visto es que se plantea varias opciones para resolver un conflicto, fuera de esas opciones no negocia nada.
De hecho, uno de los voceros del gobierno cubano, José Ramón Machado Ventura, negó de plano que Cuba tenga la intención de participar en una eventual mediación internacional. Por el contrario, pidió “absoluto respeto” a la soberanía de Venezuela.
Claro, claro. Después de la elección de este domingo y desde el punto de vista internacional, los cubanos van a poner a funcionar todas sus redes, que son muy poderosas. Cuba tiene 58 años construyendo redes de amigos, de propagandistas y de incondicionales, que están en los puestos de poder de la opinión pública, en las universidades, en los medios de comunicación, en las instituciones. La Constituyente quedará como una expresión de la institucionalidad. Mientras tanto, los elementos de violencia que hay en las manifestaciones, que pueden ser causados por infiltrados, no lo dudo, le van a restar prestigio a la oposición.
¿Lo institucional será, sencilla y llanamente, lo que decida la ANC?
Claro. Recuerda lo que dijo (Pepe) Mujica, un hombre que luego se volvió respetuoso de las instituciones y de la democracia cuando le reprocharon que no protestara por la violación de los Derechos Humanos y por la vigencia de la pena de muerte en Cuba. Él dijo la pena de muerte en Cuba es legal, no tengo por qué reprocharles eso. ¿Cuál es la característica? He visto que en Venezuela muchos analistas mezclan y hablan de la dictadura de Pinochet, de Videla y de los militares uruguayos. Pero la característica de la dictadura cubana y del castrismo es que todo es legal. El régimen cubano tiene su legitimidad en las leyes. Incluso, la perpetuidad del socialismo está escrita en la Constitución cubana.
¿En la influencia, o más bien en el padrinazgo, que Cuba ejerce sobre Venezuela, todas las decisiones importantes que se toman aquí, referidas a las Fuerzas Armadas, el petróleo o los aparatos de seguridad, se consultan, se discuten, con la cúpula cubana?
Lo que yo veo es que son una versión calcada de las instituciones cubanas. Por ejemplo, ceder a los militares el rubro más importante de la economía venezolana, que es la minería, es exactamente lo mismo que se ha hecho en Cuba. Es decir, lo poco de economía que existe en Cuba, el turismo, eso está en manos de las Fuerzas Armadas. Cuba es una dictadura militar y una sociedad militarizada.
Está el caso de lo que ocurrió con el historiador de La Habana, Eusebio Leal, que dirigió un proyecto turístico en La Habana Vieja y una vez que resultó exitoso pasó a control de las Fuerzas Armadas.
Sí, pero eso es una voluntad. En Cuba hay dos pilares que sostienen al régimen, que son: El Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas. El partido comunista va a comenzar a existir ahora con Raúl Castro. Anteriormente, era un simple elemento de control social. Sin duda, el control de la ciudadanía es otra de las características del castrismo. Todo está controlado. Todo cubano es agente del Ministerio del Interior en potencia. Ningún cubano se va a negar a eso, porque si se niega se convierte en un no persona. No puede acceder a la universidad o a un puesto de trabajo. Le hacen la guerra y se convierten en marginales. ¿Tú crees que en Venezuela hay alguien capacitado para ese nivel de maniobra y hacer un montaje, como el que han hecho desde el punto de vista institucional, para ganar terreno en cada una de las crisis? ¿Con el nivel cultural que tienen quienes dirigen el Estado venezolano? No, es imposible si no lo hacen con expertos. El castrismo ha creado una élite de expertos excepcionales. Y esto me lo dijo un analista de la CIA, que estudió los discursos de Fidel Castro en sus 30 años de servicio. Ese fue su trabajo. Además, era doctor en Letras Hispánicas. Es decir, no era un simple agente sino un analista de alto nivel. El error nuestro fue haber creído que los servicios de inteligencia cubanos eran similares a los del resto de América Latina y resulta que tienen el mismo nivel de excelencia del Mossad israelí y de los británicos. Los cubanos tenían un equipo completo infiltrado en la CIA.
Fotografía de Andreína Mujica
Tomando en cuenta que en Cuba todo es legal y que el chavismo también se ha preocupado por darle un soporte de legalidad a sus actuaciones. ¿Usted cree que los mecanismos de control social pueden validar en las urnas electorales lo que quiere el señor Nicolás Maduro?
Eso lo van a hacer progresivamente. Yo creo que les ha sido muy difícil establecer un control sobre la sociedad venezolana, porque es una sociedad muy anárquica, es gente muy imprevisible, muy distinta a los cubanos; yo supongo que ellos han sufrido mucho con esas características antropológicas del ser venezolano. Entonces, se han centrado en el control de los espacios de poder, en lo que constituye el poder. Es decir, el Ejército, las Fuerzas Armadas. Evitar que las Fuerzas Armadas se dividan y, en caso de una insurrección, decidan, al menos una parte de ellas, ponerse del lado del pueblo y digan No les disparamos al pueblo. Hay indicios de que eso no va a pasar, precisamente porque se han dedicado al control de las Fuerzas Armadas. No hay una sola palabra que pueda parecer una actitud sospechosa.
El cuento de que las Fuerzas Armadas son deliberantes es sencillamente eso, un cuento.
Yo creo que hay que considerar eso: El mecanismo del control del poder. No nos podemos quedar con la idea de que Cuba es simplemente una dictadura. Es una dictadura que se legitima, para ellos, en un proyecto político histórico: la implantación de un régimen, tipo cubano, en toda América Latina. Y lo han ido logrando, porque además de Venezuela tienen a Nicaragua, a Bolivia, a Ecuador y ahora están tratando de tomar a Colombia. Las FARC, convertida en partido político y con todo el dinero de la droga, en unas elecciones pueden comprar todo los votos que quieran. En el fenómeno de Venezuela se ha juntado la cultura política cubana con la cultura petrolera venezolana. Me refiero, en el caso de la cultura política cubana, al castrismo, ya tardío y decadente, que no tiene nada que ver con los primeros años, cuando el Che Guevara le dio ese sello, ese matiz, puritano y moral y se junta con el modelo petrolero venezolano rentista que lo compra todo con mucha facilidad. Con ese maná que les cayó encima hicieron una geopolítica del petróleo, compraron adhesiones políticas y ahí tenemos al proyecto político histórico avanzando. Tú no ves a los cubanos como nuevos ricos por el mundo, en los mejores restaurantes, ellos están allí, en lo suyo.
El tema crucial es el poder. Para una sociedad como la venezolana, que mal que bien había vivido en democracia y conocía los protocolos de la democracia, particularmente el voto, que además había vivido la experiencia del pacto de Punto Fijo, defenestrado por el chavismo, pero que ponía énfasis en los acuerdos y en la alternabilidad, pues esta visión cubana del poder absoluto es una novedad frente a la cual hay mucha incomprensión de cómo funciona y qué consecuencias tiene sobre el manejo del país y de la sociedad. ¿Qué cosas vamos a ver ahora?
Una de las características del castrismo es la exclusión, la exclusión de todos los que están en desacuerdo. Hicieron todo para que los cerebros cubanos se fueran al exilio. A otros los doblegaron, los convirtieron en dóciles, después de una lucha tremenda. Lo que dicen en Venezuela, que los cubanos no lucharon es totalmente falso. En Cuba hubo hasta una guerrilla anticastrista (la guerrilla del Escambray, apenas conocida), los campesinos se alzaron cuando vieron que la reforma agraria no los convertía en propietarios de sus tierras, sino que eran miembros de un sistema totalmente centralizado y estatizado. Fueron guerrillas tremendas. Se calcula que había 2.600 hombres en armas. Al último lo fusilaron en 1966, porque a todo el que tomaban vivo lo fusilaban. Hubo levantamientos en la ciudad, luchas estudiantiles. Toda esa oposición fue liquidada. Hubo fusilamientos masivos en las Fuerzas Armadas de Cuba.
Las Fuerzas Armadas van a jugar un papel fundamental en todo esto que se está implementando en Venezuela. Las promociones de nuevos oficiales viajan a Cuba, donde estudian el modelo político, el modelo económico. Además, los militares venezolanos ya tienen su propia empresa, Camimpeg, cuyo objeto es la explotación de petróleo, gas y los depósitos minerales del llamado Arco Minero. Muy difícilmente la oposición pueda hacer una oferta que iguale o supere la apuesta que está haciendo la cúpula del chavismo.
No, por supuesto que no. Más bien se ha perdido demasiado tiempo. Se ha dejado que todos los estratos de poder estén bajo un control. El castrismo tuvo éxito cuando advirtió que con las guerrillas no llegaban a nada, pero con la infiltración de los ejércitos sí. Eso lo entendieron durante el gobierno de Salvador Allende, cuando la alta oficialidad chilena, que posteriormente participó en el golpe, fue invitada a Cuba, ahí se dieron cuenta del peligro que significa la infiltración cubana.
Es muy paradójico, porque después de una larga estadía en Cuba, Fidel Castro dijo: “Le vi la cara al fascismo”, y la oficialidad chilena, en La Habana, advirtió los peligros de la infiltración castrista. Tenemos una cosa y la otra. Y la pregunta que le hago es: ¿Usted cree que Pinochet rescató un país?
Pinochet impidió que se instaurara en Chile lo que está pasando hoy en Venezuela. Yo te hablo en términos históricos, no estoy hablando ni en términos morales, ni si Pinochet fue esto o aquello, no. Si tú lees los discursos que dio Fidel Castro en Caracas, el 23 de enero de 1959 te darás cuenta de que allí estaba el proyecto político histórico ya. Y, a partir de ese año, las dictaduras militares de América Latina no fueron de la misma categoría, fueron causadas por la lucha armada y por la guerrilla y no por la toma del poder como siempre lo habían hecho. Los militares latinoamericanos piensan que ellos son los únicos que tienen la vocación de gobernar. Esa es una patología latinoamericana, es cierto. Pero a partir de la guerrilla se desarrolló como respuesta el terrorismo de Estado. Fue una respuesta a la lucha armada. Hay que verlo así. Y no estoy justificando el terrorismo de Estado ni los horrores que hicieron. Lo que estoy diciendo es que a partir de 1959, con esos tres discursos, se vio de forma muy concreta cuál iba a ser la política de Fidel Castro hacia América Latina. Lo que se ha vivido es un forcejeo entre democracia y totalitarismo en toda la región. Eso por la voluntad del castrismo de imponerse, de imponer un tipo de régimen según el modelo ideado por Fidel Casto. Es una mezcla, además, de fascismo con comunismo, con cristianismo, es un engendro, una especie de pensamiento mestizo. Ese forcejeo, que Betancourt lo vio muy claro, lo estamos viviendo, hace 58 años estamos en eso.
Teniendo esos antecedentes tan claros, teniendo además esa visión tan clarividente de Betancourt frente a ese conflicto, ¿cómo es que bajamos la guardia en Venezuela? ¿Camarón que se duerme se lo lleva la corriente?
La cultura petrolera. Mientras los otros países estaban inmersos en ese conflicto, a Venezuela llegó un gran número de exiliados de todas partes, que viven además la experiencia de la democracia venezolana. En esos años, yo viajaba mucho a varios países de América Latina, aprovechaba esos viajes para visitar a mi familia y veía el contraste de cómo se vivía con relación, por ejemplo, a Perú y Bolivia, que eran los países que yo más visitaba. Esa especie de paraíso, donde se tomaba whisky a las 10 de la mañana. Recuerdo que en Bolivia tomaban el té en la mañana y guardaban la bolsita para tomarlo en la tarde. Es la cultura petrolera, el síndrome del petróleo. Aquí trajeron a un sociólogo (Alain Touraine) para que hablara precisamente de Venezuela y él les dijo: Yo supongo que ustedes me han invitado porque soy especialista en América Latina, pero quiero decirles que Venezuela es un país latinoamericano desde el punto de vista geográfico, pero es un país petrolero y esa es otra dimensión.
A uno no le queda más remedio que reconocer que lo que nos está pasando nos lo causamos nosotros mismos. ¿Nos lo merecemos, incluso?
Aquí llegó un venezolano y advertí el nivel de ingenuidad, de desconocimiento del aparato que les ha caído encima, que es el castrismo. 58 años en el poder, en un país mantenido por el mundo entero (México, Rusia, China, Francia, Japón, España, Venezuela, entre otros países —además del Club de París—, le han condonado la deuda a Cuba), han logrado legitimidad debido a su discurso antiestadounidense, aunque Fidel Castro no ha puesto ni un cohete en Estados Unidos, ni loco. En su intervención en América Latina, los muertos los ha puesto la región. Y eso les ha dado una legitimidad fundamental.
El domingo (hoy) muere en Venezuela un principio elemental de la democracia: un hombre, un voto. ¿Usted cree que vamos a un sistema electoral distinto como existe en Cuba (elección de segundo grado)?
Tengo la impresión de que sí, por lo que veo desde lejos, si hubiese actualmente en la oposición un Fidel Castro, un Lenin, te diría que no. Pero yo no lo veo. Alguien que marque la ruta con un proyecto, una visión y que diga hoy hacemos una insurrección, porque si esperamos hasta el domingo se acaba la democracia.
En su libro, Memorias de un soldado Cubano, hay una secuencia de hechos que demuestran que el castrismo no se anda con miramientos ni contemplaciones morales o éticas a la hora de imponer el control absoluto sobre la sociedad. Esos rasgos ya los estamos viendo aquí. ¿Vamos a ver todo ese inventario como alguna vez lo escribió, aunque estamos viviendo en otra época y en una realidad más compleja?
A los venezolanos les decía: Ahí están metidos los cubanos y eso siempre termina en tragedia. No, aquí nunca puede pasar lo de Cuba. Ya van más de dos millones de exiliados venezolanos y los que van a venir ahora, después del domingo, cuando se vea que no hay otra perspectiva que la continuidad del régimen y que cada día va a ser más, porque la radicalización se va a profundizar. Y lo que va a pasar en Colombia con las FARC como partido político. Con el castrismo siempre hay que ver el contexto global. A Venezuela no la pueden perder, siempre están hablando del petróleo. No. Es lo que significa geopolíticamente Venezuela. Rusia está en una dinámica imperial.
China también.
Pero China no lo necesita, porque ellos tienen la bomba demográfica y metiéndola ya lo tienen. Pero Putin sí. El está en la dinámica del imperio zarista. Ellos no celebraron este año los 100 años de la Revolución de Octubre. Pero sí celebraron el milenario del zarismo.
¿A usted la sorprendieron las prácticas despiadadas, la rudeza, el uso excesivo de la fuerza, con que las fuerzas del orden, por llamarlas de algún modo, han reprimido las protestas en Venezuela?
No, porque además lo están haciendo de una forma muy racional. Yo he hecho entrenamiento militar y te aseguro que dispararle a la cabeza a alguien no es fácil. Y ahí los tiros los dan en la cabeza o en el pecho. Es gente muy bien entrenada. No es la represión masiva ni el uso de la fuerza bruta. Es una represión a cuenta gotas, muy racional. Nunca Fidel Castro ha querido parecerse a las dictaduras latinoamericanas. El ejército nunca ha participado en la represión en Cuba. En Cuba actúa la respuesta rápida equivalente a lo que en Venezuela se conoce como los colectivos (fuerzas paramilitares amparadas por el gobierno), que es el pueblo defendiendo su revolución. A ellos los dirigen desde el Ministerio del Interior. En Venezuela hay una situación distinta, actúa la Guardia Nacional, pero el ejército muy difícilmente y eso lo van a evitar a toda costa. Esa deshumanización que hay en Venezuela, digamos, que matan niños, es totalmente racional. Es una forma de decirle a la gente, miren los que les va a pasar, es una forma de amedrentamiento.