lunes, 31 de julio de 2017


JOSE VIRTUOSO sj: 

‘Amanecemos en dictadura’







El rector de la Universidad Católica Andrés Bello, el padre jesuita José Virtuoso, es una de las voces más respetadas en la opinión pública venezolana. Asegura que la jornada de este domingo abrió el capítulo de la dictadura en Venezuela, por lo que insta a la región a cerrar filas para ayudar a recuperar la institucionalidad en Venezuela.
¿Cómo evalúa la jornada? El Gobierno asegura que la votación ha sido masiva y en paz.
Hoy pasará como el día más triste de la historia política de este país al menos en los últimos 50 años. Se ha consumado un golpe contra la democracia a pesar de que la mayoría de la población le ha pedido, le ha exigido al Gobierno que detenga esta acción. Las elecciones de hoy (domingo) forman parte de un fraude a la Constitución y a la soberanía popular, son una imposición brutal de un pequeño grupo que es el que dirige el Gobierno, que cuenta con un respaldo que no va más allá del 20 por ciento, contra el 80 por ciento de la población. Esta mayoría ha intentado por toda vía pacífica, de la manifestación, por la vía de la opinión pública, por la vía de las encuestas, ha exigido que se suspenda el acto. La mediación internacional tampoco ha servido y el Gobierno se ha empeñado en llevar adelante esa propuesta.
¿Cuáles van a ser los resultados?
Son los que se han visto este domingo: una presencia en los centros electorales muy menguada por más que se quieran inflar los números. Las imágenes, por más que las quieran restringir, van dejando en evidencia que la participación es una gran mentira y una gran estafa. Los centros electorales fueron cubiertos fundamentalmente con gente llevada a los centros bajo amedrentamiento y la presión, en medio también de una gran represión. Todos los actos de protestas que se tenían planificados para hoy han sido sofocados bajo la represión brutal de la Guardia Nacional y los cuerpos de seguridad.
Amanecemos en dictadura (…) con una población mayoritariamente más enfrentada contra el Gobierno, una gran mayoría de la población dispuesta a seguir luchando
¿Cómo amanece Venezuela con esta constituyente?
Amanecemos en dictadura. Amanecemos con una población mayoritariamente más enfrentada contra el Gobierno, una gran mayoría de la población dispuesta a seguir luchando y un grupo en el poder que se va a creer que tiene más control político cuando no es así. Un grupo en el poder con la ilusión de que ha logrado vencer cuando en realidad ha quedado al descubierto. Vamos a tener una Venezuela más confrontada, en un escenario de violencia, en un juego político caotizado, con instituciones que van a gozar de muy poca credibilidad y una Presidencia de la República muy cuestionada.
¿Habrá cohabitación de poderes? Voceros del Gobierno dicen que sí.
No, creo que ese escenario no está planteado. Es decir, coexistirán en el sentido que pareciera que inicialmente la Asamblea Nacional podrá seguir existiendo, pero nominalmente no va a ser reconocida, aunque no era reconocida, ahora lo será menos. El gran problema de la constituyente que se instalará tras esta elección es que no solo quieren hacer una nueva Constitución sino legislar, gobernar y asumir todas las instituciones del Estado. Por eso digo que vamos a tener un caos, una Constitución que se pretende cambiar contra la mayoría de la gente, una Presidencia menguada en sus capacidades. 
¿Cómo queda la gobernabilidad?
Muy mal, eso es el gran problema. Vamos a tener el intento por gobernar el país desde la constituyente, pero que no goza de ningún tipo de reconocimiento. Realmente va a emitir actos de gobierno que no van a ser acatados. 
En menos de 24 horas han sido asesinadas 9 personas en protestas contra la constituyente y el Gobierno. ¿Qué mensaje recibe la comunidad internacional?
Esto es una muestra realmente lamentable de lo que venimos diciendo. En la medida en que esta situación se mantenga vamos a tener una violencia ‘in crescendo’ y por eso es tan importante que los países de la región traten de encarar al Gobierno con decisión. Debe plantarse la región contra esta represión y este Gobierno autoritario. ¿Cómo es posible que aún no tengamos la posibilidad de constituir una mayoría, por ejemplo en la OEA, para hacer un planteamiento más duro y enfático sobre la situación que atraviesa Venezuela?

Venezuela en el terrible péndulo de Russell


ANDREA RIZZI

El País

En su admirable Historia de la filosofía occidental, Bertrand Russell reflexiona sobre una suerte de tendencia pendular de muchas civilizaciones que, a lo largo de su historia, han pasado de sistemas dogmáticos/tiránicos a situaciones caóticas/anárquicas y viceversa. Los dos factores son causas desencadenantes recíprocas, en un círculo vicioso perenne a lo largo de siglos. El autoritarismo genera rebelión. El caos abre paso a la rigidez.
El individualismo descontrolado es obviamente un elemento nocivo para el progreso de las sociedades. En el tiempo moderno, Russell observa dos corrientes de pensamiento para hacer frente a las “formas más dementes de subjetivismo”. Por un lado, la que define como la doctrina del culto (hasta idolatría) al Estado. Hobbes, Rousseau y Hegel representan distintas variantes de esa teoría, en la que ahondan sus raíces las experiencias históricas de Cromwell, Napoleón, los regímenes totalitarios del siglo XX y muchas otras.
Por el otro, sostiene Russell, se encuentra la doctrina del liberalismo, que intenta delimitar las esferas correspondientes al Gobierno y al individuo. Comienza en su forma moderna con Locke, que se opone tanto a la libertad absoluta anarcoide como a la autoridad absoluta.
Russell apuntaba a la democracia liberal como elemento capaz de cortocircuitar el dramático péndulo entre tiranía y caos. Cuando escribió esas líneas, publicadas al final de la II Guerra Mundial, no sabía que dos importantes experiencias validarían su tesis. En positivo, Alemania, donde el arraigo de la democracia liberal cortó el círculo vicioso. En negativo, Rusia, donde el fracaso en la implantación de ese modelo hizo transitar el país del autoritarismo soviético al caos yeltsiniano y de nuevo al autoritarismo, ahora putiniano.
Venezuela, tristemente, parece instalada en esa dramática tendencia pendular que describía el gran pensador británico. El chavismo se enroca en el autoritarismo; la protesta cobra intensidad. En el choque, se abren paso crecientes bolsas de caos y anarquía. La comunidad internacional no debería ahorrar esfuerzos para evitar que la deflagración sea completa y que la deriva conflictiva/anárquica llegue demasiado lejos.
Pero es dudoso que la solución pueda llegar desde fuera. Incluso en casos de gran cohesión de la comunidad internacional como, en circunstancias diferentes, el del Sudáfrica del apartheid, hicieron falta un Mandela y un De Klerk. La solución real solo puede brotar desde dentro, en Venezuela. Sería útil, quizá, un John Locke contemporáneo en Venezuela. O quizá, mejor todavía, un Bertrand Russell, con sus claras críticas del totalitarismo soviético, pero también del imperialismo. Su escepticismo ante los dogmas, pero su profunda humanidad. Su pacifismo y su valentía a la hora de afirmar opiniones, nunca dictadas por el oportunismo/populismo. Un “campeón sin miedo de la libertad de expresión y pensamiento”, como se le calificaba en la presentación de la entrega del Premio Nobel de Literatura del año 1950. Harán falta líderes con una estatura moral, una valentía y una claridad de visión asombrosa para sustraer a Venezuela del agujero negro que la atrae inexorablemente hacia la destrucción.
CAP
         
Alexis Ortiz

Las siglas CAP, que identifican a Carlos Andrés Pérez, dos veces presidente de Venezuela y vicepresidente de la Internacional Social Demócrata, retornan como alerta a la memoria hispanoamericana, cada vez que el populismo autoritario levanta la voz.
          Vale la pena comparar la actitud de CAP, cuando mediante una justicia de barricada, como la llamó Américo Martìn, fue aventado del poder y aceptó el atropello, porque no quiso desconocer la Constitución Nacional.
En esa oportunidad Pérez exclamó:
          “En las democracias son siempre preferibles los abusos de la oposición que los abusos del gobierno”.
          Mientras que el comediante eterno Hugo Chávez y su engendro Maduro, no vacilaron en barrer la Constitución y reprimir brutalmente a los ciudadanos, para pegarse al poder con ambición desesperada.
          CAP fue juzgado y condenado por enviar ayuda económica para gastos de seguridad, a la presidenta de Nicaragua, Violeta Chamorro, acosada por el sandinismo abusador. Fue una decisión legal y necesaria.
          Pero la cuarteta maniobrera, integrada por el Fiscal Ramón Escovar Salom, enfermo de resentimiento contra CAP, Luis Alfaro Ucero, caudillo del partido gobernante Acción Democrática, Rafael Caldera, quien vio una oportunidad de volver a la Presidencia de la  República y el magistrado Gonzalo Rodríguez Corro, dócil a los tres anteriores, fue la que perpetró el golpe de estado civil, que tanto le ha costado a Venezuela y Latinoamérica, con el ascenso del castrochavismo.
          Un rotundo rival de Pérez, el líder comunista Héctor Mujica, proclamó que con la defenestración de Pérez “la partidocracia cometió un error”. Por mi parte la protesté como diputado en la Cámara y años más tarde escribí un libro, para contribuir a reivindicar a un sujeto cuyos gobiernos adversé, pero que merece reconocimiento.
          CAP dijo premonitoriamente:
          “Quiera Dios que quienes han creado este conflicto absurdo, no tengan motivos para arrepentirse”.

Elizabeth Burgos: “Los cubanos se han dedicado al control de las Fuerzas Armadas”


Hugo Prieto
Prodavinci

Ha vivido en Cuba y su interés particular como escritora e intelectual es el papel que ha jugado la expansión del proyecto político del castrismo en América Latina. Elizabeth Burgos escribió un libro, Memorias de un soldado cubano, en cuyas páginas relata la travesía del guerrillero cubano Dariel Alarcón (alias “Benigno”), sobreviviente de la columna del Che en Bolivia. Alarcón se exilió en Francia, luego de que la cúpula cubana, con la aprobación de Fidel Castro, le pidió que fuera a varias ciudades en la isla para insuflar el heroísmo y los sacrificios de un pueblo sometido a 58 años de dictadura comunista. ¿Otro sacrificio? ¿Uno más? Y ahí se rompió el sueño.
Residenciada en París desde hace muchos años, Burgos ha concedido esta entrevista, vía telefónica, a Prodavinci. “Ahí, donde han estado los cubanos, todo termina en tragedia”, dice con conocimiento de causa. Seguramente no tenemos idea de qué fuerzas enfrentamos, porque hay “mucha ingenuidad, mucho desconocimiento, del aparato que les cayó encima: el castrismo”.
Hay dos alternativas a raíz de la Asamblea Nacional Constituyente que se vota este domingo en Venezuela. La primera. Una vez que se instale, allanaría el camino para avanzar en la centralización y concentración del poder, tal como ocurre en Cuba. La segunda. Podría ser una carta a favor del gobierno en una hipotética negociación con la oposición política. ¿Usted qué cree?
A pesar de que Cuba es una isla en el Caribe que no produce nada, ha logrado desarrollar una política de gran potencia, entre otras cosas, porque el castrismo ha tenido la clarividencia, la habilidad, de ser una especie de Celestina de los imperios. Sabe muy bien manejar el estatus que se ha dado como un intermediario de los imperios. Esa experiencia le viene de la época de la Colonia, en que Cuba fue un cuartel de España, un centro de abastecimiento de la flota española cuando venía de Europa y cuando regresaba de ella cargada de oro y de plata. Ya en esa época, Cuba tenía la posibilidad de no producir nada y vivir de lo que se llamaba las partidas, que llegaban del virreinato de Nueva España, es decir, México. Luego vino la relación especial con los Estados Unidos, país que intervino en la independencia de Cuba a llamado de los propios cubanos, porque advirtieron que no lograban vencer a España. Los mambises, los patriotas cubanos, llamaron a los estadounidenses para que vinieran a terminar la guerra y lo hicieron. La independencia cubana fue una negociación que se hizo en París entre Estados Unidos y España, sin la presencia de los patriotas cubanos. Esa idea de la Cuba intervenida por los Estados Unidos se la vendió Fidel a toda América Latina, como si eso fuese parte de la historia latinoamericana, como si eso fuese un problema para los países de América del Sur, donde Estados Unidos nunca ha puesto la bota militar. Entonces, hay ese discurso antiimperialista, que es una cosa totalmente fabricada.
Sin embargo, esa fábrica sigue funcionado. Ese discurso tiene eco en todo el continente. Al parecer, tiene un arraigo insospechado. ¿Cuál sería la diferencia?
La relación entre Estados Unidos y América Latina es una cosa y la independencia de los países latinoamericanos es otra. En cambio en Cuba están ligadas las dos cosas. Ese es el trauma cubano. El trauma que ha hecho que los cubanos hayan aceptado el castigo hasta nuestros días. En cuanto a las opciones que planteas para Venezuela, yo nunca he visto que el castrismo haya negociado nunca nada. Lo que sí he visto es que se plantea varias opciones para resolver un conflicto, fuera de esas opciones no negocia nada.
De hecho, uno de los voceros del gobierno cubano, José Ramón Machado Ventura, negó de plano que Cuba tenga la intención de participar en una eventual mediación internacional. Por el contrario, pidió “absoluto respeto” a la soberanía de Venezuela. 
Claro, claro. Después de la elección de este domingo y desde el punto de vista internacional, los cubanos van a poner a funcionar todas sus redes, que son muy poderosas. Cuba tiene 58 años construyendo redes de amigos, de propagandistas y de incondicionales, que están en los puestos de poder de la opinión pública, en las universidades, en los medios de comunicación, en las instituciones. La Constituyente quedará como una expresión de la institucionalidad. Mientras tanto, los elementos de violencia que hay en las manifestaciones, que pueden ser causados por infiltrados, no lo dudo, le van a restar prestigio a la oposición.
¿Lo institucional será, sencilla y llanamente, lo que decida la ANC?
Claro. Recuerda lo que dijo (Pepe) Mujica, un hombre que luego se volvió respetuoso de las instituciones y de la democracia cuando le reprocharon que no protestara por la violación de los Derechos Humanos y por la vigencia de la pena de muerte en Cuba. Él dijo la pena de muerte en Cuba es legal, no tengo por qué reprocharles eso. ¿Cuál es la característica? He visto que en Venezuela muchos analistas mezclan y hablan de la dictadura de Pinochet, de Videla y de los militares uruguayos. Pero la característica de la dictadura cubana y del castrismo es que todo es legal. El régimen cubano tiene su legitimidad en las leyes. Incluso, la perpetuidad del socialismo está escrita en la Constitución cubana.
¿En la influencia, o más bien en el padrinazgo, que Cuba ejerce sobre Venezuela, todas las decisiones importantes que se toman aquí, referidas a las Fuerzas Armadas, el petróleo o los aparatos de seguridad, se consultan, se discuten, con la cúpula cubana?
Lo que yo veo es que son una versión calcada de las instituciones cubanas. Por ejemplo, ceder a los militares el rubro más importante de la economía venezolana, que es la minería, es exactamente lo mismo que se ha hecho en Cuba. Es decir, lo poco de economía que existe en Cuba, el turismo, eso está en manos de las Fuerzas Armadas. Cuba es una dictadura militar y una sociedad militarizada.
Está el caso de lo que ocurrió con el historiador de La Habana, Eusebio Leal, que dirigió un proyecto turístico en La Habana Vieja y una vez que resultó exitoso pasó a control de las Fuerzas Armadas.
Sí, pero eso es una voluntad. En Cuba hay dos pilares que sostienen al régimen, que son: El Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas. El partido comunista va a comenzar a existir ahora con Raúl Castro. Anteriormente, era un simple elemento de control social. Sin duda, el control de la ciudadanía es otra de las características del castrismo. Todo está controlado. Todo cubano es agente del Ministerio del Interior en potencia. Ningún cubano se va a negar a eso, porque si se niega se convierte en un no persona. No puede acceder a la universidad o a un puesto de trabajo. Le hacen la guerra y se convierten en marginales. ¿Tú crees que en Venezuela hay alguien capacitado para ese nivel de maniobra y hacer un montaje, como el que han hecho desde el punto de vista institucional, para ganar terreno en cada una de las crisis? ¿Con el nivel cultural que tienen quienes dirigen el Estado venezolano? No, es imposible si no lo hacen con expertos. El castrismo ha creado una élite de expertos excepcionales. Y esto me lo dijo un analista de la CIA, que estudió los discursos de Fidel Castro en sus 30 años de servicio. Ese fue su trabajo. Además, era doctor en Letras Hispánicas. Es decir, no era un simple agente sino un analista de alto nivel. El error nuestro fue haber creído que los servicios de inteligencia cubanos eran similares a los del resto de América Latina y resulta que tienen el mismo nivel de excelencia del Mossad israelí y de los británicos. Los cubanos tenían un equipo completo infiltrado en la CIA.
Fotografía de Andreína Mujica
Fotografía de Andreína Mujica
Tomando en cuenta que en Cuba todo es legal y que el chavismo también se ha preocupado por darle un soporte de legalidad a sus actuaciones. ¿Usted cree que los mecanismos de control social pueden validar en las urnas electorales lo que quiere el señor Nicolás Maduro?
Eso lo van a hacer progresivamente. Yo creo que les ha sido muy difícil establecer un control sobre la sociedad venezolana, porque es una sociedad muy anárquica, es gente muy imprevisible, muy distinta a los cubanos; yo supongo que ellos han sufrido mucho con esas características antropológicas del ser venezolano. Entonces, se han centrado en el control de los espacios de poder, en lo que constituye el poder. Es decir, el Ejército, las Fuerzas Armadas. Evitar que las Fuerzas Armadas se dividan y, en caso de una insurrección, decidan, al menos una parte de ellas, ponerse del lado del pueblo y digan No les disparamos al pueblo. Hay indicios de que eso no va a pasar, precisamente porque se han dedicado al control de las Fuerzas Armadas. No hay una sola palabra que pueda parecer una actitud sospechosa.
El cuento de que las Fuerzas Armadas son deliberantes es sencillamente eso, un cuento.
Yo creo que hay que considerar eso: El mecanismo del control del poder. No nos podemos quedar con la idea de que Cuba es simplemente una dictadura. Es una dictadura que se legitima, para ellos, en un proyecto político histórico: la implantación de un régimen, tipo cubano, en toda América Latina. Y lo han ido logrando, porque además de Venezuela tienen a Nicaragua, a Bolivia, a Ecuador y ahora están tratando de tomar a Colombia. Las FARC, convertida en partido político y con todo el dinero de la droga, en unas elecciones pueden comprar todo los votos que quieran. En el fenómeno de Venezuela se ha juntado la cultura política cubana con la cultura petrolera venezolana. Me refiero, en el caso de la cultura política cubana, al castrismo, ya tardío y decadente, que no tiene nada que ver con los primeros años, cuando el Che Guevara le dio ese sello, ese matiz, puritano y moral y se junta con el modelo petrolero venezolano rentista que lo compra todo con mucha facilidad. Con ese maná que les cayó encima hicieron una geopolítica del petróleo, compraron adhesiones políticas y ahí tenemos al proyecto político histórico avanzando. Tú no ves a los cubanos como nuevos ricos por el mundo, en los mejores restaurantes, ellos están allí, en lo suyo.
El tema crucial es el poder. Para una sociedad como la venezolana, que mal que bien había vivido en democracia y conocía los protocolos de la democracia, particularmente el voto, que además había vivido la experiencia del pacto de Punto Fijo, defenestrado por el chavismo, pero que ponía énfasis en los acuerdos y en la alternabilidad, pues esta visión cubana del poder absoluto es una novedad frente a la cual hay mucha incomprensión de cómo funciona y qué consecuencias tiene sobre el manejo del país y de la sociedad. ¿Qué cosas vamos a ver ahora?
Una de las características del castrismo es la exclusión, la exclusión de todos los que están en desacuerdo. Hicieron todo para que los cerebros cubanos se fueran al exilio. A otros los doblegaron, los convirtieron en dóciles, después de una lucha tremenda. Lo que dicen en Venezuela, que los cubanos no lucharon es totalmente falso. En Cuba hubo hasta una guerrilla anticastrista (la guerrilla del Escambray, apenas conocida), los campesinos se alzaron cuando vieron que la reforma agraria no los convertía en propietarios de sus tierras, sino que eran miembros de un sistema totalmente centralizado y estatizado. Fueron guerrillas tremendas. Se calcula que había 2.600 hombres en armas. Al último lo fusilaron en 1966, porque a todo el que tomaban vivo lo fusilaban. Hubo levantamientos en la ciudad, luchas estudiantiles. Toda esa oposición fue liquidada. Hubo fusilamientos masivos en las Fuerzas Armadas de Cuba.
Las Fuerzas Armadas van a jugar un papel fundamental en todo esto que se está implementando en Venezuela. Las promociones de nuevos oficiales viajan a Cuba, donde estudian el modelo político, el modelo económico. Además, los militares venezolanos ya tienen su propia empresa, Camimpeg, cuyo objeto es la explotación de petróleo, gas y los depósitos minerales del llamado Arco Minero. Muy difícilmente la oposición pueda hacer una oferta que iguale o supere la apuesta que está haciendo la cúpula del chavismo.
No, por supuesto que no. Más bien se ha perdido demasiado tiempo. Se ha dejado que todos los estratos de poder estén bajo un control. El castrismo tuvo éxito cuando advirtió que con las guerrillas no llegaban a nada, pero con la infiltración de los ejércitos sí. Eso lo entendieron durante el gobierno de Salvador Allende, cuando la alta oficialidad chilena, que posteriormente participó en el golpe, fue invitada a Cuba, ahí se dieron cuenta del peligro que significa la infiltración cubana.
Es muy paradójico, porque después de una larga estadía en Cuba, Fidel Castro dijo: “Le vi la cara al fascismo”, y la oficialidad chilena, en La Habana, advirtió los peligros de la infiltración castrista. Tenemos una cosa y la otra. Y la pregunta que le hago es: ¿Usted cree que Pinochet rescató un país?
Pinochet impidió que se instaurara en Chile lo que está pasando hoy en Venezuela. Yo te hablo en términos históricos, no estoy hablando ni en términos morales, ni si Pinochet fue esto o aquello, no. Si tú lees los discursos que dio Fidel Castro en Caracas, el 23 de enero de 1959 te darás cuenta de que allí estaba el proyecto político histórico ya. Y, a partir de ese año, las dictaduras militares de América Latina no fueron de la misma categoría, fueron causadas por la lucha armada y por la guerrilla y no por la toma del poder como siempre lo habían hecho. Los militares latinoamericanos piensan que ellos son los únicos que tienen la vocación de gobernar. Esa es una patología latinoamericana, es cierto. Pero a partir de la guerrilla se desarrolló como respuesta el terrorismo de Estado. Fue una respuesta a la lucha armada. Hay que verlo así. Y no estoy justificando el terrorismo de Estado ni los horrores que hicieron. Lo que estoy diciendo es que a partir de 1959, con esos tres discursos, se vio de forma muy concreta cuál iba a ser la política de Fidel Castro hacia América Latina. Lo que se ha vivido es un forcejeo entre democracia y totalitarismo en toda la región. Eso por la voluntad del castrismo de imponerse, de imponer un tipo de régimen según el modelo ideado por Fidel Casto. Es una mezcla, además, de fascismo con comunismo, con cristianismo, es un engendro, una especie de pensamiento mestizo. Ese forcejeo, que Betancourt lo vio muy claro, lo estamos viviendo, hace 58 años estamos en eso.
Teniendo esos antecedentes tan claros, teniendo además esa visión tan clarividente de Betancourt frente a ese conflicto, ¿cómo es que bajamos la guardia en Venezuela? ¿Camarón que se duerme se lo lleva la corriente?
La cultura petrolera. Mientras los otros países estaban inmersos en ese conflicto, a Venezuela llegó un gran número de exiliados de todas partes, que viven además la experiencia de la democracia venezolana. En esos años, yo viajaba mucho a varios países de América Latina, aprovechaba esos viajes para visitar a mi familia y veía el contraste de cómo se vivía con relación, por ejemplo, a Perú y Bolivia, que eran los países que yo más visitaba. Esa especie de paraíso, donde se tomaba whisky a las 10 de la mañana. Recuerdo que en Bolivia tomaban el té en la mañana y guardaban la bolsita para tomarlo en la tarde. Es la cultura petrolera, el síndrome del petróleo. Aquí trajeron a un sociólogo (Alain Touraine) para que hablara precisamente de Venezuela y él les dijo: Yo supongo que ustedes me han invitado porque soy especialista en América Latina, pero quiero decirles que Venezuela es un país latinoamericano desde el punto de vista geográfico, pero es un país petrolero y esa es otra dimensión.
A uno no le queda más remedio que reconocer que lo que nos está pasando nos lo causamos nosotros mismos. ¿Nos lo merecemos, incluso?
Aquí llegó un venezolano y advertí el nivel de ingenuidad, de desconocimiento del aparato que les ha caído encima, que es el castrismo. 58 años en el poder, en un país mantenido por el mundo entero (México, Rusia, China, Francia, Japón, España, Venezuela, entre otros países —además del Club de París—, le han condonado la deuda a Cuba), han logrado legitimidad debido a su discurso antiestadounidense, aunque Fidel Castro no ha puesto ni un cohete en Estados Unidos, ni loco. En su intervención en América Latina, los muertos los ha puesto la región. Y eso les ha dado una legitimidad fundamental.
El domingo (hoy) muere en Venezuela un principio elemental de la democracia: un hombre, un voto. ¿Usted cree que vamos a un sistema electoral distinto como existe en Cuba (elección de segundo grado)?
Tengo la impresión de que sí, por lo que veo desde lejos, si hubiese actualmente en la oposición un Fidel Castro, un Lenin, te diría que no. Pero yo no lo veo. Alguien que marque la ruta con un proyecto, una visión y que diga hoy hacemos una insurrección, porque si esperamos hasta el domingo se acaba la democracia.
En su libro, Memorias de un soldado Cubano, hay una secuencia de hechos que demuestran que el castrismo no se anda con miramientos ni contemplaciones morales o éticas a la hora de imponer el control absoluto sobre la sociedad. Esos rasgos ya los estamos viendo aquí. ¿Vamos a ver todo ese inventario como alguna vez lo escribió, aunque estamos viviendo en otra época y en una realidad más compleja?
A los venezolanos les decía: Ahí están metidos los cubanos y eso siempre termina en tragedia. No, aquí nunca puede pasar lo de Cuba. Ya van más de dos millones de exiliados venezolanos y los que van a venir ahora, después del domingo, cuando se vea que no hay otra perspectiva que la continuidad del régimen y que cada día va a ser más, porque la radicalización se va a profundizar. Y lo que va a pasar en Colombia con las FARC como partido político. Con el castrismo siempre hay que ver el contexto global. A Venezuela no la pueden perder, siempre están hablando del petróleo. No. Es lo que significa geopolíticamente Venezuela. Rusia está en una dinámica imperial.
China también.
Pero China no lo necesita, porque ellos tienen la bomba demográfica y metiéndola ya lo tienen. Pero Putin sí. El está en la dinámica del imperio zarista. Ellos no celebraron este año los 100 años de la Revolución de Octubre. Pero sí celebraron el milenario del zarismo.
¿A usted la sorprendieron las prácticas despiadadas, la rudeza, el uso excesivo de la fuerza, con que las fuerzas del orden, por llamarlas de algún modo, han reprimido las protestas en Venezuela?
No, porque además lo están haciendo de una forma muy racional. Yo he hecho entrenamiento militar y te aseguro que dispararle a la cabeza a alguien no es fácil. Y ahí los tiros los dan en la cabeza o en el pecho. Es gente muy bien entrenada. No es la represión masiva ni el uso de la fuerza bruta. Es una represión a cuenta gotas, muy racional. Nunca Fidel Castro ha querido parecerse a las dictaduras latinoamericanas. El ejército nunca ha participado en la represión en Cuba. En Cuba actúa la respuesta rápida equivalente a lo que en Venezuela se conoce como los colectivos (fuerzas paramilitares amparadas por el gobierno), que es el pueblo defendiendo su revolución. A ellos los dirigen desde el Ministerio del Interior. En Venezuela hay una situación distinta, actúa la Guardia Nacional, pero el ejército muy difícilmente y eso lo van a evitar a toda costa. Esa deshumanización que hay en Venezuela, digamos, que matan niños, es totalmente racional. Es una forma de decirle a la gente, miren los que les va a pasar, es una forma de amedrentamiento.

domingo, 30 de julio de 2017

EL RAYO QUE NO CESA
RAMON PEÑA

Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Miguel Hernández, 1935

Lo mas significativo que ha logrado hasta el momento la burda farsa constituyente ha sido despertar la voluntad, el arrojo y la perseverancia de los venezolanos. Virtudes que han asombrado al mundo entero y han desequilibrado a una fuerza pública que nunca imaginó encontrar tal resistencia. En todo el país, desde los barrios de la capital hasta remotos poblados andinos, los ciudadanos inermes no se han rendido y, en ocasiones, han vencido a unos perros de presa artillados y brutales. Una actitud que imaginamos habría enfrentado al propio José Tomás Boves y sus huestes en 1814.
La quimera de cualquier cabecilla comunista, en cualquier parte del mundo sería contar con una masa partidaria que tuviera la conciencia y el valor moral que ha demostrado la Venezuela democrática en estos 120 días. Que llenara las calles y sacara de sus pechos las notas de La Internacional. Pero nunca la han tenido y jamás la tendrán. Siempre han movilizado a sus falanges bajo intimidación, con la punta de las bayonetas a sus espaldas. En Cuba, en Corea o en Rusia. Es con ese mismo instinto que hoy chantajean a los asalariados de los organismos oficiales. Ha circulado la voz de comisarios y de generalotes convertidos en banqueros y jefes de otras apetitosas posiciones, amenazando con despido al que no deposite ese voto que indigna la conciencia.
Si este domingo realizan la farsa de la constituyente habrán falsificado un logro pero no habrán ganado ésta ni tampoco las próximas batallas. Esta intifada cívica continuará como rayo que no cesa, y luchará hasta la victoria. La historia nos enseña que nunca han existido ejércitos invencibles.

PARA ZAPATERO

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                          ELIAS PINO ITURRIETA

Estas vísperas son riesgosas para el escribidor, especialmente cuando se pone frente a la computadora mientras faltan tres días para la votación de la constituyente espuria que ha convocado el dictador. No puede saber lo que pasará. Todos los cálculos pueden fracasar debido a las contradicciones de las horas difíciles. Solo tiene sus convicciones, que no mueven montañas. De allí que pueda, más bien, intentar un acercamiento a un aspecto de la trayectoria del ex presidente del gobierno español  José Luis Rodríguez Zapatero, que pueda ofrecer sin mayores riesgos alguna luz en un tiempo de contrastes inevitables.
En los tiempos de contrastes inevitables hay figuras que pueden determinar muchos rumbos. Los movimientos sociales dependen de su propio caudal, ciertamente, pero muchas individualidades los han encauzado a través de la historia. Han estado en el lugar adecuado en la hora oportuna y con las compañías precisas, hasta lograr desenlaces impensables durante los días anteriores. No tienen que ser genios, ni nada por el estilo, sino protagonistas enterados de los que tienen entre manos y dispuestos a dejar su huella en la solución de los conflictos. Eso han sido muchos, precisamente, imprescindibles sin demasiado alarde. O quizá más bien pocos, pero no han faltado a través del tiempo.
A Zapatero le han complicado la vida las malas compañías venezolanas. Demasiadas fotos con Maduro y con Jorge Rodríguez ante una sociedad que los aborrece sin paliativos. Demasiadas entradas a Miraflores, como si fuera persona de la mayor confianza. No puede ser buena la sensación que ha producido ante la inmensa mayoría de la ciudadanía, que puede considerarlo como parte del comando superior de una “revolución” que intenta lo que puede y lo que no debe para sobrevivir. Pero tales sensaciones, aparte de superficiales, no son justas. Primero, porque él tiene un prestigio que debe cuidar. Cuestionado prestigio en su país, de acuerdo con la decisión de sus votantes y con el declive inocultable del PSOE cuando lo dirigió, pero que no deja de ser digno de atención, especialmente para él. Segundo, porque también ha tenido ocasión de relacionarse con los líderes de la oposición. Ha visto las dos caras de la moneda. Sabe lo que dice el águila y lo que dice la cruz. Debe figurar entre los líderes extranjeros mejor informados de los padecimientos venezolanos,  y no puede echar las evidencias por la borda sin despedirse del asunto como una parte realmente menor.
Hay un aporte de Rodríguez Zapatero a su sociedad, que me permite pensar bien de lo que todavía pueda hacer entre nosotros: la Ley de Memoria Histórica que propuso e hizo aprobar durante su gestión. Había prevalecido hasta entonces en España la idea sobre los orígenes de la vida moderna que el franquismo había impuesto. Permanecía un catálogo inamovible de beatos inmarcesibles y pecadores incorregibles diseñado por el tirano, que se respetaba a regañadientes, pero también con entusiasmo. Media España permanecía en el ostracismo en su propia tierra porque no convenía remover los escombros del pasado, porque era mejor que los muertos de la guerra civil descansaran en paz. Pero los muertos del fascismo, los que se levantaron contra la república legítima, a quienes se hicieron  funerales magníficos y no pocos monumentos que todavía no se han demolido. Para los demás el olvido, la prohibición de recordar sus nombres, de ponerlos en el lugar que les correspondía en la sociedad y en la vida de sus descendientes. Eran  rojos innombrables por cuya existencia no se podía hacer otra cosa que clamar por la difícil purga de sus culpas, rojos pestilentes que ni siquiera podían reclamar un lugar en los túmulos de los parientes.
Rodríguez Zapatero acabó con esa pavorosa injusticia. Ahora, poco a poco,  la memoria se ha ido enrumbando por senderos limpios gracias al impulso de una legislación debido a la cual se vienen logrando extraordinarias rectificaciones en la España de la actualidad, logros imprescindibles para una convivencia enaltecedora de veras. Lidiar con las ansias de un pueblo que clama por su libertad no es lo mismo que atender los reclamos del pasado, pero puede ser un estupendo prólogo. De allí que, quizá por mis defectos de historiador, prefiera no irme de bruces en los juicios sobre el trabajo que realiza entre nosotros este hombre que ya parece de la familia.


AQUI ESTAMOS

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                            FERNANDO RODRIGUEZ

EL NACIONAL

A esta hora,  media mañana del segundo día de paro cívico, escribimos sin saber  lo esencial que ha de suceder en los próximos días. Acontecimientos que podrían ser muy grandes para el destino de todos, para bien o para mal. Me refiero a si va a haber o no elecciones para la constituyente que pretende asesinar la república. La verdad sea dicha es que, consultadas fuentes ordinariamente informadas, me temo que nadie tiene en este momento esas ansiadas certezas. De manera que usted lee hoy domingoun momento del pasado y quizás el único interés que tenga sea saber cómo se mueven muchas cosas en política, aun en las más vitales coyunturas.
El dilema mío es más o menos así: en mi artículo del domingo pasado osé pronosticar que el crimen sería perpetrado, que elecciones habría para la más canalla, alevosa y falaz de las tretas que gobierno alguno haya hecho por estos lados,  para perpetrarse en el poder y así proteger un grupo de delincuentes cívico-militares que no tendrían vida en un régimen decente y democrático. Dejaba una mínima posibilidad de una solución pacífica a la luz de los amables encuentros de Zapatero y Leopoldo López que algo debían significar, y significan sin duda así yo no tenga claro sino algunas apariencias, más allá de la amabilidad y los desayunos seguramente bien servidos. En estas oscuranas, que también habría que aclarar un día (la verdad es luz decían los Ilustrados) supuse que era bastante saber. Y bastante trágico porque suponía que mucho le iba a costar a esta malherida república la consumación de la monstruosidad.
Pero de improviso surgieron dos hipotéticas salidas al desbarrancadero. De fuentes muy serias como se dice, no de tuiteros ociosos o esquizoides, que afirmaban que había una solución transada en puertas, o mejor ventanas. Una aludía al TSJ, la Sala Electoral, que iba a postergar la elección el tiempo suficiente para que se abriera el diálogo que el país y el mundo clamaban a gritos. Lo del TSJ, que cuestionaría al CNE, era un ardid para preservar el orgullo, comillas claro, de Maduro. La otra venía de las conversas gobierno-oposición, que si bien andaban atascadas quedaba una posibilidad, bastante pequeña, para hoy (jueves) o mañana de que se llegara a alguna tregua. También siempre alguien habla de golpes de cuartel, pero sin mayor sustentación. Aceptar o negar esas posibilidades, repito lo de la seriedad presunta, era demasiado riesgo. Total que no hago otra cosa que un circense miniviaje en el tiempo, a lo Wells, del  presente al futuro. Hoy domingo ni yo, ni ustedes, ni el país seremos los mismos.
Con las debidas excusas por el pecado de periodismo “oportuno”, me permito decir algunas cosas que creo son válidas para sapos y ranas. Primero, para cerrar el círculo, que a pesar de conocer de la diplomacia y sus necesarios secretos, un pueblo debe estar medianamente informado de lo que atañe a su destino, crucial e inmediato. Y no lo está desde lo que se conversa y sus resultados a la furia de Ledezma pasando por viajes a Miami y otros enigmas, demasiados para la ansiedad diseminada.
Pero por otra parte creo, y es lo fundamental, que hoy domingo no termina nada, comienza una batalla. Sea cual fuese el escenario, a lo mejor son varios. Y que hay un pueblo que ha aprendido que son muchas las maneras de luchar, entre otras cosas, que negociar es una de ellas, posiblemente casi siempre la mejor. Pero también que el enfrentamiento no puede ceder nunca ante la villanía y la crueldad humana. Que estamos aquí dispuestos a continuar enfrentando los desafíos de los más sórdidos súcubos de la historia.
Y sobre todo tengo una verdadera convicción que consiste en que esta revuelta por la libertad tiene bases muy materiales que la satrapía no va a modificar y que el miedo y el amor por la dignidad cívica le han ganado a la pasividad y el individualismo. Que somos una causa colectiva que va a saber triunfar.