lunes, 24 de julio de 2017


A FAVOR DE LA DEMOCRACIA

Marta de la Vega

Uno de sus legados decisivos. Hasta sus últimos días sostuvo con vigor la necesidad de cambiar de modelo, es decir, no solo de gobierno sino de régimen y en ese sentido, como nos dijo en uno de nuestros diálogos, la prioridad es cómo salir de la crisis económica; estamos a las puertas de abrirse un juego democrático en el país. Para él: “Venezuela tiene futuro y el futuro es la democracia”. Aunque hoy enfrentemos una dictadura militar, distinta de las tradicionales y muy peligrosa, hay que aprovechar esta crisis para levantar la confianza en el futuro del país, para la esperanza; hay que creer en Venezuela. Tiene que ser salvada la sociedad. Por eso, nos afirmó, lo importante es tener un grupo de ideas claras y firmes, que permitan manejar la crisis con una conducción política que pueda actuar con flexibilidad y pueda adelantarse a los acontecimientos.

Hemos perdido a uno de los líderes políticos más lúcidos del siglo XX venezolano. Con valentía y rectitud se enfrentó al socialismo real, estalinista, de cuño totalitario y a su versión tropical liderada por Fidel Castro. Tempranamente, a diferencia de otros militantes de la denominada izquierda, a riesgo de su propia vida, Pompeyo renunció a respaldar el régimen de Castro, abandonó el partido comunista, reconoció que la lucha armada era un callejón sin salida y que había sido un gran error torpedear la naciente democracia porque en realidad en la guerrilla eran coincidentes las aspiraciones de justicia social y equidad con las que los líderes dirigieron de manera concertada la transición hacia la democracia y la modernización nacional desde 1960.

Luego, junto con Teodoro Petkoff, convencido de que un socialismo democrático era posible, fundó el Movimiento Hacia el Socialismo (MAS). Renunció a su partido porque se rehusó a apoyar al nuevo líder mesiánico e improvisado desde el momento en que el militar seductor surgió en el escenario político y que demagógicamente manipuló y se apoderó de todos los poderes para llevarnos hasta donde estamos. Un país en ruinas, una economía quebrada, instituciones desmoronadas por la autocracia, ausencia de ética pública, una sociedad fracturada, una corrupción insólita jamás antes vista en la historia republicana de Venezuela, una dinámica marcada por el personalismo y la anarquía.

Aunque el responsable de la crisis fue Chávez, con Maduro se ha profundizado hasta límites insospechados. La salida de Maduro es inevitable. La mayoría del país, más del 80%, quiere cambio. Pompeyo reconocía que aunque el sector militar ha actuado en Venezuela de distinta manera, sea apoyando dictaduras, sea apoyando la democracia, hoy, en la actual dictadura militar, herida de muerte, debemos tener confianza en que hay un sector institucionalista en el seno de las fuerzas armadas. Esto podría promover un movimiento que permita una salida pacífica que va a depender de ellas. Necesitamos a los militares para reconstruir el país. No podemos reconstruir el país sin los militares y hay que enviarles este mensaje, como lo señaló Pompeyo a raíz de la victoria aplastante en la elección de los diputados de las fuerzas democráticas el 6 de diciembre de 2015. Significa el apego a la Constitución del sector castrense, sacudirse la bota militar abusiva y recuperar la república civil.

La consulta popular del 16 de julio pasado, a favor de la democracia, fue un mandato claro de una mayoría de ciudadanos, en el exterior y en el país, que se pronunciaron para rescatar la Constitución y restaurar, con el orden constitucional, el Estado de derecho.

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