A FAVOR DE LA DEMOCRACIA
Marta de la Vega
Uno de
sus legados decisivos. Hasta sus últimos días sostuvo con vigor la necesidad de
cambiar de modelo, es decir, no solo de gobierno sino de régimen y en ese
sentido, como nos dijo en uno de nuestros diálogos, la prioridad es cómo salir
de la crisis económica; estamos a las puertas de abrirse un juego democrático
en el país. Para él: “Venezuela tiene futuro y el futuro es la democracia”.
Aunque hoy enfrentemos una dictadura militar, distinta de las tradicionales y
muy peligrosa, hay que aprovechar esta crisis para levantar la confianza en el
futuro del país, para la esperanza; hay que creer en Venezuela. Tiene que ser
salvada la sociedad. Por eso, nos afirmó, lo importante es tener un grupo de
ideas claras y firmes, que permitan manejar la crisis con una conducción
política que pueda actuar con flexibilidad y pueda adelantarse a los
acontecimientos.
Hemos
perdido a uno de los líderes políticos más lúcidos del siglo XX venezolano. Con
valentía y rectitud se enfrentó al socialismo real, estalinista, de cuño
totalitario y a su versión tropical liderada por Fidel Castro. Tempranamente, a
diferencia de otros militantes de la denominada izquierda, a riesgo de su
propia vida, Pompeyo renunció a respaldar el régimen de Castro, abandonó el
partido comunista, reconoció que la lucha armada era un callejón sin salida y
que había sido un gran error torpedear la naciente democracia porque en
realidad en la guerrilla eran coincidentes las aspiraciones de justicia social
y equidad con las que los líderes dirigieron de manera concertada la transición
hacia la democracia y la modernización nacional desde 1960.
Luego,
junto con Teodoro Petkoff, convencido de que un socialismo democrático era
posible, fundó el Movimiento Hacia el Socialismo (MAS). Renunció a su partido
porque se rehusó a apoyar al nuevo líder mesiánico e improvisado desde el
momento en que el militar seductor surgió en el escenario político y que
demagógicamente manipuló y se apoderó de todos los poderes para llevarnos hasta
donde estamos. Un país en ruinas, una economía quebrada, instituciones
desmoronadas por la autocracia, ausencia de ética pública, una sociedad
fracturada, una corrupción insólita jamás antes vista en la historia
republicana de Venezuela, una dinámica marcada por el personalismo y la
anarquía.
Aunque el
responsable de la crisis fue Chávez, con Maduro se ha profundizado hasta
límites insospechados. La salida de Maduro es inevitable. La mayoría del país,
más del 80%, quiere cambio. Pompeyo reconocía que aunque el sector militar ha
actuado en Venezuela de distinta manera, sea apoyando dictaduras, sea apoyando
la democracia, hoy, en la actual dictadura militar, herida de muerte, debemos
tener confianza en que hay un sector institucionalista en el seno de las
fuerzas armadas. Esto podría promover un movimiento que permita una salida
pacífica que va a depender de ellas. Necesitamos a los militares para
reconstruir el país. No podemos reconstruir el país sin los militares y hay que
enviarles este mensaje, como lo señaló Pompeyo a raíz de la victoria aplastante
en la elección de los diputados de las fuerzas democráticas el 6 de diciembre
de 2015. Significa el apego a la Constitución del sector castrense, sacudirse
la bota militar abusiva y recuperar la república civil.
La
consulta popular del 16 de julio pasado, a favor de la democracia, fue un
mandato claro de una mayoría de ciudadanos, en el exterior y en el país, que se
pronunciaron para rescatar la Constitución y restaurar, con el orden
constitucional, el Estado de derecho.
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