JEAN MANINAT
La Unidad salió resquebrajada, cuando no partida, del deslave que ha sufrido la oposición democrática. No es la primera vez que ante desavenencias normales en toda relación política democrática, organizaciones que siempre han tenido una relación titilante con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), deciden apartarse de su seno culpando de la ruptura a los otros miembros por tomar decisiones colegiadas que no son de su agrado.
Como es de rigor, la separación se anuncia con el cejo fruncido y el dedo índice apuntando erguido a los culpables, mientras se deja caer la constancia de haber sido víctimas de una traición de esas que apartan a los hombres y alejan las ciudades desde que las sandalias de Héctor y Aquiles se cubrieran de polvo homérico.
Nadie se alegra con el portazo airado del hijo adolescente que amenaza con no regresar salvo que le otorguen preeminencia sobre el control remoto del Directv o del escachalandrado sistema de sonido, afónico y electrónicamente mal portado. ¿Qué va a ser de ti, lejos de casa? Se lamentaba Serrat, hace decenas de cédulas de identidad atrás.
La razón del nuevo alboroto separatista es la decisión de la MUD de inscribir candidatos para las elecciones regionales que el Consejo Nacional Electoral (CNE) atrasa y adelanta à volonté para tratar de minimizar el daño que le harían al régimen de llegar a realizarse. Es un brasa ardiente para todos: para el CNE y sus propietarios que temen su realización, y para quienes en 2016 desestimaron su potencial para la lucha opositora en nombre de otras urgencias.
La resistencia de mucha gente a participar en las elecciones regionales se sustenta en la pregunta mágica: ¿Otro proceso electoral con el mismo CNE? Con lo cual se deja caer la acusación de que al participar, se estaría avalando al mismo organismo y al régimen que montó el fraude constituyente. O más tajante: ¡Dictadura no sale con votos! Y, atención, es gente de rango intelectual y probidad moral quien así razona.
Del otro lado, se responde que no se pueden entregar espacios de lucha, y que hay que bregar palmo a palmo en la difícil actualidad, y no en una realidad virtual donde la institucionalidad democrática sería impecable. Hay que obligar al gobierno a contarse o a esquivar el bulto una vez más, no dejarle la cancha libre, se sostiene, con razón. 2005, 2005, 2005 se vocea como el número perdedor.
En medio de tanto jaleo, la realpolitik de los ciudadanos en las regiones, en los estados y municipios del país que habitan y sufren, será quien decida la validez de participar o no en unos comicios que los afecta sobre todo a ellos. No deberían ser unos dirigentes aposentados en Caracas quienes determinen el destino de las elecciones regionales.
De llevarse a cabo, a pesar de los obstáculos que siembre el CNE, es harto probable que el país opositor salga a votar contra viento y marea oficialista como sucedió en el pasado. Quienes hoy dudan, lo harán con el pañuelo en la nariz, y quienes se fueron dirán que siempre estuvieron allí. Así de fascinante es la política.
Ni contigo, ni sin ti…
@jeanmaninat
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