Notas sobre populismo y dictadura
NELSON CHITTY LA ROCHE
“La paz de los dictadores no es sino la de la prisión o la tumba”.
Gene Sharp
Venezuela vive la hora de la transición del populismo a la
dictadura. Tal vez, en pureza de términos, ambas situaciones se acerquen
más de lo que una primera vista permite ver. El populismo es una forma
de oclocracia, y bien sabemos que la historia nos muestra la frecuencia
de esa cadena que se forma de un eslabón al otro. Estas dos décadas han
sido de dominio de la muchedumbre turbulenta, guiada, usada, manipulada
por una suerte de oclócrata que, además, edificó una oligarquía
cívico-militar para ejercer el poder y sostenerse en él. Hagan memoria y
verán que ni especulo ni exagero.
El discurso es la primera prueba de mis afirmaciones. El difunto
siempre recurrió para justificarse al argumento del supuesto interés
superior del pueblo que no era sino el de las mayorías depauperadas, y
soliviantando su bajo psiquismo se convirtió en su administrador. La
neolengua tomó el espacio oficial de la comunicación y la segregación
encontró interpretación consecuente. Escuálidos y oligarcas fueron
suturados en la cara de la nación. Una cicatriz tejida en cada puntada
de la palabra del líder dividió al país. De listas y discriminaciones se
escribieron capítulos del devenir ominoso de esta deletérea
experiencia.
La bonanza petrolera ayudo a elaborar una tesis basada en la
siempre legítima explicación de la solidaridad convertida en aparente
caridad inclusive. El presidente abrió los chorros del erario público en
dos direcciones; de un lado la atención de las necesidades populares de
salud, educación y alimentación y del otro, convertir a la fuerza
armada en su herramienta operativa. En los dos casos, sin embargo,
cuidose bien de eliminar los controles previos y posteriores para que el
tren de la demagogia transitara cómodo por el riel del gobierno. Les
compraba el alma, los enajenaba, los alienaba. Chávez y el chavismo
fueron y son ontológicamente la corrupción misma. La ineficiencia y la
incapacidad fueron sus hijos también.
Pero Kelsen nos recuerda que el Estado es norma, es
autorregulación, es derecho. El austríaco incluso no admitió la locución
Estado de Derecho por apreciarla redundante. El gobierno no es el
Estado, es su piloto y, desde luego, se desempeña dentro de sus límites,
y allí el comandante paracaidista no se sintió a sus anchas. La segunda
fase del proceso consistió, y de hecho es una doctrina del chavismo, en
desconocer, obviar, desviar o violar si fuere necesario los controles
del poder, subrogarse el Estado. Desde su llegada se observó una
política de justificación de sus dislates, tropezando, empujando,
apartando o derribando los elementos reguladores y reglamentarios. Eso
trajo un sostenido proceso de desconstitucionalización y de anomia
implícita que se completaría con otros ademanes que de seguidas
comentaremos.
Toda revolución grita nuevos íconos morales. Algunos para resaltar
designios, y otros, destacar caracteres presumidos o visibles que de
por sí constituyen valores legítimos en el ideario o, acaso, elementos a
insertar, estimular, vivificar en el curso de la dinámica a cumplir. La
dictadura del proletariado y la fragua de un hombre nuevo desprendido y
espiritual son paradigmas dentro de los cuales se hizo y deshizo todo
tipo de acciones y absurdos también. La superioridad aria y el
nacionalismo fueron factores belígeros que explican las guerras europeas
del siglo XX. El personalismo concretó lo suyo en Cuba, y en Corea del
Norte sustenta a un esquizoide que anda jugando a la ruleta rusa, pero
con la cabeza de la humanidad. En Venezuela, el arsenal ha variado de un
lustro al otro, entre el culto a Chávez, el desarrollo de una clase
social homogénea por contraste con los marginados de la clase media,
profesionales liberales, universitarios, civiles y demás especies a
soslayar. Últimamente, no obstante, seguir la farsa del servicio a la
idea disfraza una obsesión depredadora e irresponsable que, a pesar del
fracaso, los quiere allí, en el poder, para siempre.
Paralelamente; el fenecido presidente y sus epígonos, otrora
espalderos por cierto y devenidos estelares, se dedicaron a sustituir
productos y principios por justificaciones y resultados. Una cultura del
pragmatismo se difuminó, así como una desvalorización del conocimiento y
la excelencia profesional.
La jerarquía se atrofió. La sumisión ocupo lo que la lealtad, y
entonces se perdió el premio al esfuerzo remplazado por la alabanza, el
elogio, la adulación que dinamitó la institucionalidad. Los menos
vistosos del mundo militar cogieron esa trocha, alabarderos y los que
lucían por buenos y capaces ya no competen sino a cambio de roles con la
mediocridad. En Venezuela tenemos cerca de 3.000 generales haciendo lo
que antes hacía un teniente coronel. En el Hospital Domingo Luciani un
general decide a qué servicio se le entrega el equipo de anestesiología
disponible.
El fraude a la educación coronó la faena y vulneró toda empresa
ética en curso. La demagogia alcanzó allí el non plus ultra plausible.
Entre misiones que no capacitaron ni mejoraron ni entrenaron a nadie se
repartieron títulos y se banalizó completamente el propósito
universitario. La Unefa recogió y convirtió en docentes a una caterva de
frustrados y tercerones y la Bolivariana, peor aún. Por otro lado, se
irrumpió contra las verdaderas universidades y se las aniquila con un
cerco económico atroz y el asedio político de una ley de educación que
desconocería la autonomía y transformaría con la demagogia igualitaria
los centros de educación superior en apéndices permeables a la
conducción sindical del lumpen que los dirige. La movilidad social no es
más, la natural conquista de los muchachos y sus familias, sino el
fruto del histrionismo estridente de los psicóticos de oportunidad.
Al ciudadano se le anula. En nombre del pueblo y sus gestores, se
le desconoce. La clase gobernante se atornilla frívola y desconsiderada.
El populismo complaciente cede en el fondo su soberanía al dictador que
lo puede casi todo, a cambio de malograr el presente y comprometer
definitivamente el porvenir.nchittylaroche@hotmail.com
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