DILO CON TU VOTO
GUSTAVO TARRE B.
El viejo Karl Schmidt, soporte intelectual del autoritarismo del
siglo XX, definió la política como el enfrentamiento entre amigos y
enemigos. Hugo Chávez posiblemente nunca leyó a Schmidt, pero lo
intuyó: el socialismo del siglo XXI no tiene adversarios, como ocurre en
las democracias, sino enemigos. Producto de su mentalidad fascista y
de su formación militar, se trazó un objetivo: Destruir a los que se
atrevieran a pensar distinto. Plomo, gas del bueno, insultos, calumnias,
trampas, cárcel, torturas, exilio, intolerancia y descalificación.
A la oposición, a los demócratas, no nos está permitido responder
con las mismas armas. Tenemos una limitación ética y no queremos
parecernos a ellos: no podemos asesinar, ni torturar, ni calumniar, ni
descalificar. Nuestras armas son la verdad y la ley. Pero eso no
significa que debamos disminuir la contundencia y radicalidad de nuestra
respuesta. Debemos tomar todas las iniciativas que conduzcan a la
derrota de quienes nos consideran “enemigos” y quieren destruirnos.
Frente a las elecciones regionales cabían dos posibilidades, diría Perogrullo: participar o no participar.
Por un cúmulo de razones que en su momento traté de explicar con
la mayor claridad, propuse no participar en estos comicios. No voy a
repetir mis argumentos. El hecho es que la mayoría del liderazgo
político venezolano decidió de manera distinta y a mí y a muchos como yo
nos quedaban también dos posturas: la primera, mantenernos en nuestra
posición y dejar que aquellos amigos que decidieron ir a votar dieran su
pelea solos. Hablo de amigos porque muchos de ellos efectivamente lo
son, pero lo fundamental es que “todos los enemigos de mi enemigo son
mis amigos”.
Hoy en día mis amigos van desde Leopoldo López, por quien siento
no solo cariño, comprensión y admiración, sino que también incluyo a
Luisa Ortega Díaz que fue instrumento principal de mi salida del país. Y
entre esos dos extremos están todos los venezolanos que piensan que la
prioridad única es salir de Maduro y de su pandilla de ladrones y
criminales. Todos son mis amigos, cualquiera que sea el camino que
escojan para librar la batalla.
Por eso pongo mi granito de arena y pido a los venezolanos que
vayan a votar, que se coloquen del lado de los amigos, así estos se
hayan equivocado. No se trata de “preservar” unos espacios que sigo
creyendo que no existen, sino de derrotar de manera aplastante al
enemigo de todos: Nicolás Maduro.
Sabemos muy bien que los gobernadores electos serán perseguidos,
acosados, encarcelados, privados de presupuesto y de sus competencias
constitucionales. Pero eso no es lo que importa. Lo que realmente
debemos buscar es la expresión masiva del rechazo popular al payaso que
pretende gobernarnos. Y un mensaje a Raúl Castro, el dueño del circo…
¿Qué quiere el gobierno? Ganar “limpiamente” estas elecciones. Por ello, no votar es votar por el PSUV.
No caben medias tintas, no basta con “no llamar a la abstención”.
Se trata de movilizar, de revivir un entusiasmo que ha venido mermando,
de respaldar a quienes están en la calle, arriesgando mucho, pidiendo
el voto.
Por eso llamo a mis grandes amigos María Corina Machado y Antonio
Ledezma a dar un paso más y ser los primeros en ir, en la madrugada del
15 de octubre, a su centro de votación (si es que a Antonio se lo
permiten) y que lo anuncien desde ya.
No se trata de aplicar aquel viejo dicho: “A los amigos, con la
razón o sin ella”, porque a quienes decidieron participar en estas
elecciones le pudieran faltar “razones” pero les sobre la “razón”. Puedo
no compartir ni la táctica, ni la estrategia; me disgusta muchísimo la
forma de tomar las decisiones y la pobre manera de comunicarla, pero
están tratando, a pesar de todos los desaciertos, de reconquistar la
democracia. No son los medios que yo hubiera deseado, no son los tiempos
que a mí me gustarían, muchas veces no me agrada el discurso y carecen
de una buena narrativa, pero entre los dos bandos que se enfrentan el 15
de octubre, sé muy bien cuál quiero yo que pierda.
Son pocos los medios que están a nuestro alcance para expresar
nuestra opinión en la Venezuela de hoy, pero todos tenemos derecho de
expresarla, todos tenemos mucho que decir, que exigir, que reclamar, que
responder. “DILO CON TU VOTO”.
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