CARLOS TABLANTE
La
dictadura del fraude y la mentira de Nicolás Maduro, quiere cerrar
definitivamente la vía electoral para perpetuarse en el poder.
En
Venezuela se enfrentan dos visiones. Por un lado, el continuismo del
desastre que padecemos y por el otro, el cambio por el que lucha la
mayoría conformada por los que defendemos la plena vigencia de la
Constitución, compartiendo un espacio plural, diverso y democrático cuya
conducción política desde la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ha
pasado por todas las pruebas en cuanto a formas de lucha, incluyendo la
vía electoral.
A
pesar de las buenas intenciones, esfuerzos y sacrificios, los
resultados demuestran obviamente que no hemos logrado nuestro objetivo
de sacar a Maduro del poder, constitucionalmente.
Tenemos
que asumir con responsabilidad las necesarias rectificaciones. Hace
falta una dirección política más articulada que tenga una mayor
capacidad de reflexionar y de reinventarse a partir de los errores y los
logros.
Debemos
discutir democráticamente y con respeto, las ideas del proyecto
político que nos une, así como la realización de unas elecciones
primarias para escoger al nuevo abanderado de la alternativa democrática
que le disputará el poder a Maduro en las presidenciales de 2018, para
lo cual es decisivo anular las inhabilitaciones, liberar a los presos
políticos, un CNE independiente y la garantía de elecciones libres y
democráticas.
No
se puede posponer ni un día más la necesaria consulta y debate. Tenemos
que propiciar una alianza incluyente a partir de la MUD. Eso significa
abrir espacios para integrar al chavismo crítico y disidente. Hay que
convocar a todos los activistas de la oposición con la mayor amplitud y a
todos los niveles (municipal, regional y nacional), para lograr un
viraje con audacia que permita renovar el mensaje, el liderazgo y la
acción, que sea capaz de unificar la indignación y el descontento y
construir entre todos una verdadera alternativa. Para ello es
indispensable insistir en rescatar la vía electoral cambiando al CNE,
recuperar la Asamblea Nacional, perseverar en la apertura del canal de
ayuda humanitaria y la liberación de los más de 400 presos políticos.
Valorar
en especial, el apoyo internacional, fortaleciendo sobre todo el
importante papel que han desempeñado la OEA y Luis Almagro, la Unión
Europea y el presidente de su parlamento Antonio Tajani, la ONU y su
secretario general António Guterres y todos los países y líderes que se
han unido en defensa de la democracia venezolana.
El
compromiso es seguir sumando y no entrar en una confrontación suicida
de descalificaciones inútiles que sólo favorecen al régimen, cuando
tenemos por delante la urgencia de seguir impulsando el cambio político,
para lo cual es indispensable abrir la vía electoral a través de
elecciones libres y justas con todas las garantías legales.
Debemos
hallar puntos de encuentro en la defensa de la Constitución, el rechazo
a la falsa asamblea constituyente, la salida electoral, la liberación
de los presos políticos, el cese de la tortura y el rechazo a la
corrupción y la violación de los derechos humanos, haciendo énfasis en
la crisis humanitaria que sufre la mayoría del pueblo. Son asuntos que
podrían formar parte de una agenda para sumar esfuerzos y constituir un
frente amplio de unidad nacional.
Finalmente,
resulta incoherente y contradictorio – por decir lo menos – que algunos
gobernadores electos estén tratando de justificar juramentarse ante ese
instrumento del Estado delincuente que es la falsa asamblea nacional
constituyente, mientras se instala un Tribunal Supremo en el exilio, la
fiscal general Luisa Ortega Díaz es reconocida por diferentes Estados y
es recibida como tal por sus homólogos, haciendo importantes denuncias
sobre la corrupción y la impunidad que imperan en Venezuela y sobre
todo, cuando ninguna nación reconoce a la falsa asamblea nacional
constituyente con la que han tratado de usurpar las funciones de la
Asamblea Nacional.
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