TRINO MARQUEZ
El
triunfo más importante del régimen el 15 de octubre no fue haberse quedado, aplicando
malas mañas, con la mayoría de las gobernaciones. Su victoria fundamental fue
haber colocado a la Mesa de la Unidad Democrática al borde de la extinción. A
partir de ese fatídico domingo se desataron los demonios en el campo opositor.
La derrota -provocada por numerosos factores, el más importante, el fraude
masivo y continuado perpetrado por el régimen- no ha conducido a un análisis
integral del proceso y de la situación de los partidos de oposición, sino a una
guerra de acusaciones suicidas. Nicolás Maduro y su gente deben de estar
frotándose las manos ante tanta desmesura e insensatez. Nuestros dirigentes
perdieron totalmente la brújula. No logran detectar quién es dónde y se
encentra el enemigo principal. Ni por un segundo se detienen a meditar sobre la
recomendación del maestro Sun Tzu en El
arte de la guerra: jamás hagas lo que le conviene a tu enemigo. Tampoco toman
en cuenta la célebre recomendación que Maquiavelo le formula a César Borgia en El Príncipe:
divide y reinarás.
Las declaraciones de las
organizaciones y jefes políticos opositores
parecen salidas del hígado, sin haber pasado por el cerebro. Henrique Capriles
afirma: la ruta electoral quedó cancelada y yo no regreso a la MUD mientras
Henry Ramos Allup esté allí. Voluntad Popular anuncia que no participará en las
elecciones municipales convocadas para el próximo 10 de diciembre. Vente
Venezuela decreta la muerte de la MUD y el tránsito hacia una forma superior de
unidad. Los gobernadores electos que se
presentaron ante la asamblea constituyente se convirtieron en blanco de un
ajusticiamiento moral implacable, incluso por candidatos que perdieron de forma
vergonzosa en los comicios regionales. No se evalúan las condiciones de la
oposición luego de haber obtenido apenas 5 gobernaciones.
En esas declaraciones desmesuradas no se
ve por ningún lado que las toxinas hayan pasado por los riñones para depurarse. Todo es grito exaltado, acusaciones, exceso.
El análisis concreto de las situaciones concretas, como recomiendan los
políticos más avezados, fue relegado.
Si se abandona la ruta electoral y se
deja de concurrir a la cita de diciembre, entonces ¿cuál camino debe emprenderse?
No hay muchos. Conformar organizaciones o partidos de masa toma mucho tiempo.
Pregúntenselo a la gente de Primero Justicia, Voluntad Popular, UNT y Vente
Venezuela, especialmente si los dirigentes de las agrupaciones quedan fuera de
los órganos de representación popular. Pasar a la clandestinidad para organizar
la resistencia de abajo hacia arriba puede tomar varias décadas. Organizar una
huelga insurreccional luce imposible: la empresa privada anda en vías de
extinción; el Estado controla casi totalmente la economía y percibe 96% de las
divisas que ingresan a la nación. Promover un pronunciamiento militar con los
oficiales ‘institucionalistas’ es una quimera; estos militares son más falsos
que La Sayona. Esperar una invasión norteamericana o de fuerzas
multinacionales, además de inconveniente, es ilusoria. Los estatutos de la OEA
no contemplan intervenciones armadas en América Latina y los Estados Unidos han
tenido y aún tiene demasiados problemas con la región, para que se atreva a
mandar los marines a esta sufrido país. Ya con el muro de México el señor Trump
tiene suficientes inconvenientes. Sus
verdaderos retos militares son el orate
de Korea del Norte y los fanáticos psicópatas de Isis. Entonces, abandonar la opción
electoral sin saber cuál otra vía debe adoptarse, resulta un salto al vacío.
En este ambiente dominado por el
desconcierto y la confusión, el gobierno apretará el acelerador electoral para
demoler los restos de la MUD. Su
legitimidad no la obtendrá de quienes fueron a votar el 15-0 y continuarán haciéndolo
en los sucesivos comicios que se convocarán, sino de quienes se abstengan en
nombre de ideales difusos y conceptos genéricos carentes de toda utilidad
práctica. No dudo de que se necesita una estrategia integral que oriente la
actividad política y que la participación en las elecciones debe formar parte
de ese plan global. Sin embargo, prescindir de la confrontación comicial sin
contar con esa visión panorámica resulta un error garrafal, pues quedamos fuera
de los órganos que expresan la soberanía popular sin contar aún con
organizaciones políticas enraizadas en la sociedad.
En el ámbito electoral lo que tendríamos
que hacer es exigir mayores garantías. Contamos con el apoyo internacional.
Nuestros amigos en el exterior presionarán para que haya cambios que reduzcan
los desequilibrios tan profundos que caracterizan las elecciones venezolanas.
En cualquier caso, el dilema de si
participar o no en los próximos comicios no puede tomarse en medio de un clima
enrarecido por el malestar y las descalificaciones mutuas. Nunca se ve a los
dirigentes del madurismo cayéndose a dentelladas. Al contrario: se resguardan
mutuamente a pesar de las enormes diferencias que los separan. La oposición es
incapaz de aprender de este comportamiento.
Frente a nosotros se levanta el enemigo
más poderoso y brutal que haya confrontado oposición alguna en la historia
nacional. Sólo se le derrotará si la oposición se mantiene cohesionada en torno
de una estrategia, un programa y una organización comúnmente aceptada. Estamos
obligados recuperar la cordura.
@trinomarquezc
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