TRINO MARQUEZ
A finales de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, la aspiración de los venezolanos por votar se convirtió en una poderosa fuerza transformadora. Los partidos políticos, que pocos años antes se habían caído a dentelladas y se habían enemistado de forma irreconciliable, convirtiendo sus diferencias en un argumento esgrimido por los militares sediciosos para derrocar al presidente Rómulo Gallegos en 1948, se unieron levantando la consigna “elecciones ya”.
Ocurre, como dice
la frase que circula ampliamente en las redes, que en las democracias el voto
se utiliza para elegir, mientras en las dictaduras sirve para subsistir. El
voto, siempre ligado a la esfera personal, sirve para reafirmar la dimensión política
individual, ámbito que toda dictadura trata de borrar, pues el individuo pasa a
formar parte de entidades abstractas supremas como el Estado, la Patria o el
Partido.
En las
autocracias comunistas, al individuo se le consulta como parte de un ritual. De
una ceremonia carente de sustancia. En Cuba, la gente vota, pero no elige. Lo
mismo intentaron aplicar en Venezuela, Hugo Chávez y Nicolás Maduro. No
pudieron. La sobrevivencia y recuperación progresiva de los partidos, la existencia
de medios de comunicación independientes, el auge de la revolución
informática y la densidad del tejido
social, impidieron que el proyecto hegemónico criollo se instalara con la
fuerza alcanzada por los fidelistas. Aquí en Venezuela el ciudadano, a pesar de
las enormes restricciones y abusos del CNE, continúa votando y eligiendo.
El 15 de
octubre usted podrá votar para elegir entre unos candidatos que pretenden ser
los muñecos del ventrílocuo instalado en Miraflores, y quienes aspiran a ser
portavoces de los intereses regionales ante el poder central. Usted podrá
sufragar para optar entre unos dirigentes a los cuales no les interesa para
nada la descentralización, ni la defensa de los intereses locales, sino el
Estado Comunal; y otros que aspiran a pelear para que Maduro les transfiera a
los estados los recursos que por derecho les pertenecen. Usted podrá escoger
entre unos aspirantes a gobernadores que pretenden perpetuar el socialismo del
siglo XXI, causante de la ruina en la que se encentra el país, y otros abanderados
que proponen construir un sistema
económico basado en la cooperación entre trabajadores y empresarios,
donde se respeten los derechos de propiedad. Usted podrá seleccionar entre los
candidatos del gobierno, a quienes les complace la violación de los derechos
humanos, justifican la existencia de presos políticos y el apoyo económico a
Cuba, en perjuicio de los pobres venezolanos; y los candidatos de la oposición,
quienes buscan lograr que en Venezuela se restablezca el estado de derecho, no
existan presos de conciencia y se utilicen todos los recursos financieros para
atender las enormes carencias acumuladas a lo largo de veinte años de
destrucción socialista.
El derecho del
pueblo a votar de forma directa, universal y secreta fue una conquista obtenida
con los cambios revolucionarios registrados a mediados del siglo pasado. Chávez
quiso acabar con ese logro cuando planteó la reforma constitucional de 2007. La
Nueva Geometría del Poder planteaba una forma de elección de los representantes
populares que fulminaba en los hechos el voto secreto. En las elecciones de la
constituyente el 30 de julio, el voto universal desapareció. El universo
electoral fue segmentado en ocho sectores. Los partidos políticos, actores
fundamentales dentro del escenario político, fueron discriminados. Se les
impidió presentar candidatos en esa consulta.
Votar en la
Venezuela madurista constituye un acto heroico de resistencia y lucha ciudadana.
Hay que enfrentar el ventajismo obsceno
del régimen -incluido el CNE, un árbitro electoral completamente
parcializado- y las amenazas y chantajes contra los opositores. El maratón
olímpico parece un picnic al lado de las proezas que debe realizar el elector:
votar en lugares apartados e inhóspitos, enfrentar a motorizados mal encarados,
someterse a largas colas. Entonces, ¿cómo es eso que se cambió la combativa resistencia
en las calles por unas “simples elecciones”? Esa consulta mantiene aterrados a
Maduro y su corte. El anillo de poder se dio cuenta de que el método hamponil aplicado
hasta ahora, no surtió los efectos esperados. La gente parece decidida a
ratificar el plebiscito del 16 de julio, contra todos los pronósticos
elaborados en los laboratorios secretos de Caracas y La Habana.
El venidero 15
de octubre conviértase en un héroe de la resistencia democrática: vote y
manifieste así su indeclinable deseo de combatir a este oprobioso régimen.
@trinomarquezc
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