Ricardo Hausmann: Si la economía se queda como está nos morimos
Txomin Las Heras
Tal Cual Digital
Ricardo Hausmann no se anda con ambages a
la hora de analizar la crítica situación económica que atraviesa
Venezuela. El director del Centro de Desarrollo Internacional de la
Universidad de Harvard y ex ministro de Planificación en el segundo
gobierno de Carlos Andrés Pérez, critica que la administración de
Nicolás Maduro haya priorizado en los últimos años el pago de la deuda
externa a costa del empobrecimiento de la población y no cree que los
acreedores estén dispuestos a refinanciarla hoy en día sin un plan de
reformas económicas creíble. Vaticina, por lo tanto, una cesación de
pagos total o parcial que pudiera darle al Gobierno flujo de caja a
corto plazo para afrontar las elecciones presidenciales de 2018, pero
advierte que por ese camino continuará la destrucción del país. “Si la
economía venezolana se queda como está nos morimos”, sentencia.
Hausmann, quien también se desempeñó
como economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) entre
1994 y 2000, no evade el tema político y descarta una salida electoral a
la crisis del país. “Vamos a necesitar un cambio de régimen para que,
con ese cambio de régimen, haya una salida electoral” y no descarta para
ello la presión de la comunidad internacional a través del “embargo o
el condicionamiento de las exportaciones petroleras”. Tal Cual conversó con él en ocasión de su visita a Bogotá donde participó en el Vigésimo Congreso Mundial de Clusters.
La mayor catástrofe económica que ha visto este hemisferio
-- ¿Qué elementos se deben conjugar para que se pueda dar una buena renegociación?
--Los elementos de una renegociación
exitosa tienen que ver con la capacidad de hacer un canje de bonos que
dicen que van a pagar 100, pero que nadie lo cree y por eso se transan a
30, por unos bonos cuyo valor a la salida va a ser más de 30. De modo
que las personas que tienen el bono sacan el cálculo de que tienen hoy
algo que vale 30 pero de pronto mañana vale 40. El país se había
comprometido a pagar 100 y termina pagando 40, pero 40 que sí va a poder
pagar y no 100 que no va a poder pagar. Eso es lo que les interesa a
los tenedores de bonos en la renegociación. Y el país se beneficiaría
porque en vez de 100 va a pagar 40.
¿Qué tiene que pasar para que eso se dé?
Que al país le den un balón de oxígeno para que pueda recuperar su
economía, de modo que no les paguemos por unos años y en esos años
usemos el dinero para recuperar la economía, recuperar el nivel de vida,
recuperar la producción, volvernos más fuertes, de tal forma que cuando
tengamos que comenzar a servir los bonos que valen 40 estemos en
condiciones de hacerlo. Ahora, para eso el Gobierno tiene que usar el
oxígeno que le va a dar la renegociación con el objeto de alcanzar un
buen fin. Lo que pasa es que este gobierno usó todo el boom petrolero
más todo el aumento de la deuda que se contrató, para terminar con un
país arruinado. Por lo tanto, los tenedores de bonos van a dudar de que
aun dándole ahora a este gobierno un balón de oxígeno vayan a poder
cobrar después los 40 (de los que hablamos anteriormente), pues lo más
probable es que estos tipos se gasten la plata en bombas lacrimógenas,
se gasten la plata robándosela, se gasten la plata destruyendo la
capacidad productiva del país y concluirán que para eso me quedo con mi
acreencia a 100. Por eso, el elemento fundamental de una acreencia
exitosa es un programa económico de reformas creíble que genere esa
visión de que en el futuro tú vas a tener una capacidad de pago que hoy
no tienes. Con el gobierno de Maduro, con la ideología chavista, con el
socialismo del siglo XXI, sabemos que hemos generado la mayor catástrofe
económica que ha visto este hemisferio, por lo que no creo que haya
apetito por el lado de los acreedores de darle un balón de oxígeno al
Gobierno.
Encima de eso tenemos el siguiente
problema: lo que típicamente ocurre es que los tenedores de los viejos
bonos los intercambian por nuevos bonos, bonos de la deuda pública que
debieran estar autorizados por la Asamblea Nacional y este gobierno se
niega a hablar y reconocer a la Asamblea Nacional y ha manejado de
manera totalmente inconstitucional la hacienda pública del país, sin que
los presupuestos hayan sido aprobados por el Parlamento. Sinceramente
creo que vamos a llegar a un impasse donde el financiamiento del país
sencillamente se va a congelar y dejar de existir.
El dinero que iban a pagar para la deuda lo van a gastar en la campaña presidencial
-- ¿Qué consecuencias tendría para Venezuela no refinanciar la deuda en estos momentos? ¿Qué escenarios se nos presentan?
-- Ese es uno de los aspectos
preocupantes, porque básicamente el Gobierno tenía que pagar algo así
como 8.000 millones de dólares en servicio de la deuda en 2018 y, de
pronto, no los va a pagar o va a pagar una parte de eso, por lo que se
le aliviará el flujo de caja. Igual no tenía para pagar nada que se le
pareciera a 8.000 millones de dólares. Va a pagar menos y va a quedar
con unas deudas impagadas y la gente con unas acreencias contra el país
no renegociadas. De modo que no creo que el país vaya a sufrir mucho
más, pues ya venía sufriendo por el hecho de que el mundo pensaba que
esto iba a venir y, por lo tanto, no le prestaban un mango a Venezuela,
salvo con unas garantías enormes como acaba de ocurrir cuando hace un
año obtuvimos un préstamo del Deutsche Bank con garantía en oro y, como
no le pagamos, se llevaron el oro. Y ahora estos bonos que estamos
teniendo dificultad en pagar, si no los pagamos, se llevarán a Citgo.
Así nos hemos estado endeudando a tasas locas, con supergarantías,
porque nadie le cree una palabra a este gobierno.
Creo que el país no se tiene que
preocupar tanto por el beneficio o el daño económico de este impasse
financiero, porque lo cierto es lo siguiente: si la economía venezolana
se queda como está nos morimos. Porque en Venezuela no tenemos las
proteínas, ni las calorías, ni las medicinas para mantener a 30 millones
de personas. De hecho, el año pasado en una encuesta se encontró que
más del 70 por ciento de los venezolanos había perdido 8 kilos de peso
involuntariamente. En noviembre del año pasado el nivel de vida era
sustancialmente mayor al de hoy y el de hoy está colapsando a ritmos
acelerados. De modo que si mejorásemos y llegásemos al nivel de vida que
teníamos hace un año, todavía estaríamos perdiendo peso. El problema
que tiene Venezuela es que está en condiciones de morirse. Por eso es
que hasta que no haya un cambio de régimen y venga otro tipo de
gobierno, con otro tipo de políticas, el país se va a
morir.
-- ¿Podría estar en el cálculo del Gobierno no pagar la deuda para obtener un mayor flujo de caja?
-- Sí, porque de pronto el dinero que iban a pagar para servir la deuda lo van a gastar en la campaña presidencial.
-- ¿La intención de renegociar la deuda por parte del Gobierno podría ser entonces un anuncio falso?
-- La política que yo he tratado de
diseñar para un gobierno post Maduro tiene varios elementos básicos:
mejorar rápidamente el nivel de actividad económica y para eso hay que
aumentar mucho las importaciones de materia prima, insumos intermedios y
repuestos, con el fin de que el aparato productivo pueda producir. Para
subir esas importaciones, tienes que dejar de servir la deuda, pedir
financiamiento adicional y devolverle al aparato productivo la libertad
de producir, así como un acceso libre y sin controles a las divisas, la
posibilidad de fijar precios sin policías y la seguridad de la
propiedad. Eso es lo que hace falta para recuperar el país.
Sin financiamiento adicional, sin darles
a los venezolanos las garantías y las libertades que la Constitución
contempla y sólo con el ahorro de las divisas que van a venir
temporalmente por el hecho de no pagar y no entenderse con los
acreedores, va a continuar la destrucción de Venezuela. Lo que está
destruyendo a Venezuela es la falta de libertad económica para operar en
el territorio nacional, la locura de la política económica con tres
tipos de cambio, uno a 10, otro a 3.000 y otro a 54.000, los controles
de todo tipo por todos lados, la estampida de gente del país. Todas esas
cosas no se van a detener por el hecho de dejar de servir la deuda,
aunque en el corto plazo el Gobierno va a tener un cierto beneficio que
le va a dar algo más de margen para actuar. Pero el país se seguirá
hundiendo.
Un país no puede pretender vivir de la importación de bolsas CLAP
-- La ayuda humanitaria es un
tema de emergencia y no va a resolver estructuralmente los problemas
económicos y sociales de Venezuela que usted plantea. ¿Le asigna algún
valor frente a la situación que se vive en Venezuela?
-- La ayuda humanitaria tiende a ocurrir
cuando se produce un terremoto o un huracán que afecta a cientos de
miles de personas. Se intenta entonces atender a esas personas. Pero el
huracán chavista arrasó con 30 millones de ciudadanos. No es sostenible
pretender que el país va a vivir de ayuda humanitaria por un período
significativo porque nadie tiene la capacidad de mantener a 30 millones
de personas.
Claro que hay que empezar por allí,
porque cualquier recuperación va a tomar algún tiempo y la gente tiene
que comer todos los días. Tenemos que imaginarnos que 30 millones de
personas, a razón de 2 dólares al día, que es el límite de pobreza
mundial, da un total de 20.000 millones de dólares al año, una cifra
estrambótica. No se puede mantener un país, al límite de pobreza de 2
dólares al día y con 30 millones de habitantes, pues nos da una cifra
inimaginable.
Entonces, tiene que haber algo de ayuda
humanitaria al principio pero sobre todo una acelerada recuperación de
la economía. No puede pretender un país vivir de la importación de
bolsas CLAP, cuando el país debió haber vivido de la importación de
semillas, fertilizantes, agroquímicos y demás, para que esos dólares
rindieran mucho más en la producción agrícola nacional. Esa es parte de
la locura, de la distorsión en la que estamos, donde creemos que tenemos
suficientes dólares para vivir sin trabajar.
Los precios van a seguir su ritmo ascendente
-- Con el tema de la inflación,
somos probablemente el peor ejemplo en el mundo. ¿Cómo aprecia este
fenómeno en el país y qué perspectivas le ve?
-- Nosotros hemos estado siguiendo el
tema de la inflación venezolana muy de cerca. Tenemos medidas diarias de
inflación a través de un esfuerzo muy importante que lidera Roberto
Rigobón en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y que se puede
ver en un website que se llama www.inflacionverdadera.com.
Seguimos semanalmente los precios de los mercados libres de Caracas y
seguimos mensualmente los precios que publica el Centro de Documentación
y Análisis para los Trabajadores (Cenda). Ha habido un acelerón
inflacionario impresionante, nunca visto. En las últimas cuatro semanas
tenemos una inflación promedio en los mercados de Caracas cercana al 12
por ciento semanal, que representa 23.000 por ciento de inflación al
año. Claro, si lo mezclas con algunas otras cosas que no suben de
precio, como la gasolina y la electricidad que las regalan, puede dar
otro porcentaje. Pero en las cosas en las que la gente gasta dinero, la
inflación está en muchos miles por ciento.
Esa inflación se debe a una razón muy
sencilla, que el Gobierno está financiándose con la maquinita. Cayó el
ingreso petrolero porque cayó la producción petrolera y subieron los
costos petroleros y cayó aún más rápido el ingreso no petrolero, porque
cayó la producción nacional, cayeron las importaciones sobre las cuales
se cobran el IVA y los aranceles, cayó el empleo donde se cobran los
impuestos a la nómina, cayeron las utilidades de las empresas sobre las
que se cobra el Impuesto sobre la Renta, de modo que la recaudación
fiscal ha colapsado. El Gobierno tiene menos ingresos, mantiene el gasto
y la diferencia la cubre imprimiendo dinero. El aumento en la base
monetaria del último año ha sido del 1.000 por ciento.
Ahora el Gobierno ha aumentado los
sueldos, los aguinaldos y la reacción ha sido que el dólar en Cúcuta que
estaba a 40.000 bolívares pasó a 54.000 bolívares y eso trae como cola
una subida de precios en el país, pues los pescadores que pueden vender
su producción en el Caribe no van a venir a Venezuela a menos que los
precios se equiparen a los del dólar. La gente que tiene que importar a
dólar libre tiene que pagar ese precio y así sucesivamente. Todo eso se
traduce en shocks que indican que los precios van a seguir su ritmo
ascendente. Creo que la inflación esperada de 2018 debe ser de muchos
miles por ciento.
-- Eso es lo que llaman hiperinflación.
-- Sí, básicamente estamos en la hiperinflación.
-- Si tenemos que comparar el
caso de Venezuela con otro que haya acaecido en el mundo en el pasado,
¿con quién nos podríamos medir?
-- La caída del PIB ha sido más grande
en Venezuela que en el período especial de Cuba de 1989 a 1993, donde
colapsaron el producto y el consumo pero no el tipo de cambio. En la
Guerra Civil Española se produjo una caída del PIB mucho menor que la
nuestra y tampoco hubo una gran inflación. En la hiperinflación de
Zimbabue hubo una caída fenomenal del producto, aunque más chiquita que
la nuestra. Hay muy pocas experiencias en el mundo de esta magnitud.
Esto es mucho más grande que las hiperinflaciones de Argentina y de
Brasil. En todas ellas, los gobiernos perdieron el control de los
precios pero no se generó una contracción económica como esta, producto
no sólo del descontrol monetario sino del resto de las políticas
chavistas de expropiación, controles, cambios múltiples e ilegalización
de la tenencia de inventarios. Y no olvidemos la destrucción de Pdvsa
que es la generadora de riqueza nacional.
No descarto el embargo o el condicionamiento de las exportaciones petroleras
-- Todo este panorama que relata
se da en medio de una crisis política muy grande de la que no es ajena
la oposición. ¿Qué apreciación tiene usted de la situación política?
-- Creo que lo que hemos aprendido en el
último par de meses es que en Venezuela no hay una salida electoral. En
Venezuela vamos a necesitar un cambio de régimen para que, con ese
cambio de régimen, haya una salida electoral. Creo que está bastante
claro que este gobierno no tiene intención de someterse a ningún
proceso electoral medianamente justo y va a inventar fechas electorales
de la noche a la mañana sin tinta indeleble, con cambios de centros de
votación a diestra y siniestra, con líderes políticos de oposición
presos, asilados o en el exilio y con un CNE que es un grupo de
bandidos. En ese ambiente no hay la capacidad de organizarse
políticamente porque Venezuela no es una democracia. No hay condiciones
para que haya una transición a la democracia a través de un proceso
comicial.
-- ¿Cómo se cambia el régimen si no es a través de la vía electoral?
-- Ha habido muchos casos en la
historia. Nosotros tuvimos el 23 de enero de 1958, que construyó una
salida electoral en diciembre de ese año. En aquella ocasión no le
pusieron presión a Pérez Jiménez para que convocara elecciones. El
grueso de las transiciones a la democracia no se ha dado porque el
dictador convoque elecciones. En Argentina, el general Galtieri no fue
el que organizó las elecciones que ganó Alfonsín. No podemos
confundirnos con el ejemplo chileno porque allí había división de
poderes, había un poder judicial independiente, había unas Fuerzas
Armadas independientes y cuando Pinochet trató de robarse la votación,
el sistema funcionó. Pero aquí nos han robado veinte mil votaciones, no
salieron ni 2 millones de personas a votar por la ANC y dicen que fueron
8 millones.
Creo que tenemos que plantearnos el
cambio de régimen y en eso tiene que ayudar la comunidad internacional.
No descarto, como un mecanismo para que eso sea así, el embargo o el
condicionamiento de las exportaciones petroleras. No tiene sentido que
el mundo le compre el petróleo a Venezuela para que el Gobierno asigne
los recursos de ese petróleo sin que hayan sido aprobados por la
Asamblea Nacional. Se puede hacer como se hizo en Irak, donde se
condicionó la compra del petróleo a la compra de medicinas para
inmunizar a los niños o a la compra de semillas y fertilizantes que
necesita el país. Pero no te voy a dar el dinero para que tú después te
lo robes y lo deposites en el Banco de Andorra o lo gastes en bombas
lacrimógenas, en Sukhois o en submarinos. No te voy a dar acceso libre a
mi mercado y básicamente te voy a hacer imposible continuar dirigiendo
ese país.
-- ¿Ese condicionamiento que plantea sería viable con el actual gobierno?
-- Ese condicionamiento debería ser
viable con el actual Grupo de Lima y con los actuales gobiernos
estadounidense, canadiense y de los países europeos.
-- ¿Y las autoridades de Venezuela?
-- Tendrán que ver qué hacen. Se les va a hacer el mundo muy chiquito.
La diáspora tiene mucho que aportar
-- Su planteamiento en este evento y
usted lo ha venido señalando también en otros foros, es que Colombia ha
sido un país muy cerrado a la inmigración y que esto ha sido un
obstáculo muy importante para su crecimiento y desarrollo.
-- En este Congreso Mundial mi
presentación versó en general sobre el rol de los clusters en el
desarrollo de los países. En este contexto, me opuse a una tesis que
está muy de moda que defiende que las regiones tienen que decantarse por
la especialización inteligente. Yo argumento que no hay especialización
inteligente. Lo único que hay es diversificación inteligente.
Entonces, típicamente, la diversificación
de una economía viene muy de la mano de la inmigración. Porque con la
inmigración llega gente que viene de un país donde sí se hacían cosas
que no se hacen aquí, las aprendió allá y, al mudarse, el conocimiento
se viene en la cabeza de la persona. Por lo tanto, la inmigración tiene
unos efectos gigantescos en la diversificación. Uno de los problemas de
Colombia es que ha habido poquísima diversificación y mi argumento es
que eso se debe a que ha habido poquísima inmigración. Los números de
Colombia son realmente ridículos. No tengo los más recientes porque no
los han publicado, pero en las últimas cifras del Banco Mundial
correspondientes a 2010, Colombia tenía 0,25 por ciento de su población
nacida en el exterior. Eso se compara con algo así como el 4 por ciento
de la población en Venezuela, 14 por ciento en Estados Unidos, 24 por
ciento de la población en Canadá, 27 por ciento de la población en
Australia y 42 por ciento en Singapur. En Estados Unidos, de cada 7
personas que te encuentras en la calle una es extranjera y, en Colombia,
esa relación es de un extranjero por cada 400 personas.
De las pocas empresas exitosas que hay en
Colombia la mayoría tiene extranjeros no muy lejos, empezando por el
Grupo Manuelita de Cali, Avianca y las empresas de Barranquilla que son
propiedad de judíos, palestinos y libaneses. De modo que hasta en las
excepciones se nota la ausencia. Yo creo que este es un problema
importante para Colombia. Y no es porque la gente no quiera venir a
Colombia. Quizás mucha gente no quiere venir, en parte, por la actitud
hacia los que no son de aquí, pero hay historias tras historias de lo
difícil que es quedarse a trabajar en Colombia y de las restricciones
que hay al empleado extranjero en las empresas.
-- ¿Cuál podría ser el aporte a Colombia de los venezolanos que están actualmente emigrando?
-- En el Centro de Desarrollo Internacional
de la Universidad de Harvard hicimos un estudio donde demostramos que
en Panamá -donde alrededor del 5 por ciento de la población es
extranjera, es decir, proporcionalmente 20 veces más extranjeros que en
Colombia, por cierto más del 20 por ciento de ellos colombianos- que en
las empresas, en los sectores, en las industrias, en las geografías que
más extranjeros emplean, más dinero ganan los panameños. La idea es que
los extranjeros no son sustitutos de los locales, son complemento de los
locales. Sustitutos son cosas como el café y el té. Complementos son
cosas como el café y el azúcar. Si tienes más café tienes menos té. Pero
si tienes más café quieres más azúcar.
Colombia ha perdido una oportunidad
gigantesca en mejorar su sistema de salud, cosa que los chilenos están
aprovechando, pues Chile abrió sus servicios médicos mediante unos
exámenes estandarizados y ahora están yendo allí centenares de médicos
venezolanos. Aquí no hay ese camino. Aquí se quejan de que no tienen
suficiente calidad educativa y universitaria y se hubiesen podido llenar
de talento venezolano y no lo hicieron.
Nuestra propia experiencia en Venezuela es
que los migrantes que vinieron de Italia, España y Portugal no tenían
grandes títulos académicos, pero tenemos panaderías porque los
portugueses las desarrollaron, tenemos excelente restauración italiana y
española porque llegaron de esos países y así tuvimos herreros y
carpinteros. Mucho del progreso que hubo en Venezuela fue gracias a la
inmigración que el país dejó entrar. Creo que los colombianos no tienen
la menor idea de los billetes de 100 dólares que están dejando en el
piso por su terquedad.
-- ¿La diáspora venezolana, que los
estudiosos del tema calculan en 2 millones de personas, tendría un
papel que cumplir si regresan a Venezuela en un escenario político
diferente?
-- He trabajado mucho en investigaciones
sobre el tema de las diásporas y éstas son potencialmente útiles a sus
países de origen de muchas maneras distintas. Una es regresando.
Regresan reencauchados, regresan con nuevas experiencias, con nuevas
habilidades, con nuevas capacidades, pues han tenido una experiencia
enriquecedora. Pero aun si no regresan también aportan. Italia, por
ejemplo, se benefició mucho de la comunidad italiana en Venezuela porque
importamos más maquinaria italiana, más tecnología italiana, compramos
más productos italianos, pues había un vínculo profundo entre Italia y
su diáspora. De modo que en materia de inversión, de comercialización,
de vínculos profesionales, las diásporas tienen mucho que aportarle al
país de origen. Hay países que tienen ministerios de la diáspora. En el
caso de Albania, país con el que estamos trabajando, estamos
desarrollando una estrategia para su población que vive en el exterior,
lo mismo que en Sri Lanka.
Para empezar, a la diáspora venezolana hay
que devolverle sus derechos ciudadanos. ¿Cómo es eso de que cerraron el
consulado en Miami y que ahora no se puede votar allí sino en Nueva
Orleans o que hay que ir a Boston a renovar el pasaporte? Esa es una
agresión a los derechos ciudadanos de los venezolanos en el exterior.
Pero más allá de devolverles sus derechos ciudadanos, creo que hay que
generar el vínculo de afecto y de hermandad que une a las diásporas con
su país de origen. Y para el país de origen eso puede ser extremadamente
valioso.
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