Sin lucha unitaria interna, el apoyo y cerco internacional terminará en un pueblo sometido y aislado como el cubano. *
Por Alfredo Michelena
Al
principio, el finado Chávez era, para el mundo, un “enfant terrible”,
el “buen revolucionario”, o el Robin Hood que había llegado a Venezuela
para rescatar al pueblo oprimido por los adecos y los copeyanos que se
habían robado todo y empobrecido a los venezolanos, negándoles la
educación y la salud y entregado el petróleo a los extranjeros. Gracias a
la lucha de muchos esta posición ha cambiado.
Antes
de 2014, apenas la Comisión de Derechos Humanos denunciaba violaciones
puntuales a esos derechos en Venezuela. Para los gobiernos no era gran
cosa. La sangre no llegaba al río. Solo los EE.UU., desde el principio,
en sus informes sobre derechos humanos, fue muy claro sobre lo que
pasaba. Hicieron más que nuestros hermanos latinoamericanos, pero nada
que cambiara el juego. Obama se dedicó a apaciguar pero no actuó.
Fue
la caída de los precios del petróleo que mostró el rostro tenebroso de
un régimen convertido en pranato. El marrullero triunfo de Maduro, las
violaciones masivas de derechos humanos, frente a las protestas de 2014 y
la conquista de la Asamblea dieron un tono diferente de la lucha
interna e internacional. La AN se convertía en un interlocutor válido
internacionalmente. En la OEA y la ONU se discute nuestro caso. Luego,
cuando el TSJ quitó competencias a la AN, se demuestra al mundo que ya
no estábamos en democracia. El régimen tomaba la vía represiva, no solo
en número de muertos, heridos y presos sino en el bloqueo de la salida
electoral, evitando el referéndum revocatorio y lanzando la Asamblea
Constituyente cubana. Todo esto rechazado por la comunidad
internacional, en especial por el Grupo de Lima, EE.UU., Canadá y
Europa.
Esto,
conjuntamente a la salida del lulismo y de kirchnerismo del poder, ha
provocado una nueva realidad internacional. Ya no está un
condescendiente Obama sino un Trump que no solo ronca sino que lanza
zarpazos con sus sanciones individuales y financieras. A lo que se unen
Canadá y luego Europa. El Grupo de Lima lleva la batuta para denunciar
la ANC y rechazar el adelanto electoral, pero les falta garra para
sancionar.
¿Ha
servido esto para algo? Claro. Esto facilita nuestra lucha en lo
internacional y el régimen ha tenido que negociar para intentar palear
la crisis económica que los está destruyendo sin salida aparente. En
República Dominicana trata de que le levanten las sanciones y que las
elecciones, que tiene que ganar a todo evento, sean consideradas
legítimas. También se moviliza el apoyo internacional para los migrantes
venezolanos. Y lo más claro: se construye ese “cordón sanitario”
internacional del que hablaba Rómulo Betancourt.
La
Comunidad Internacional podrá y deberá ir más allá sancionando a más
funcionarios e imponiendo más sanciones económicas, pero no creo que
estén dispuestos a inmolar a su juventud en una invasión por nuestra
libertad a menos que el pranato se convierta en un “real and present
danger”. Entrenados por los cubanos, el pranato sabe hasta dónde estirar
la cabuya.
Sin
una organización interna que empuje desde diferentes frentes, ese apoyo
y ese cerco internacional no tendrá sino el destino de un pueblo
sometido y aislado como el cubano. Por eso la política del pranato de
dividirnos. Sin unidad nos será muy difícil de salir de esto
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