miércoles, 7 de marzo de 2018

EL VOTO ES LA OTRA RUTA

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                      SIMON GARCIA

La suerte está echada. Se consagró formalmente la disolución de la MUD. Los partidos menores, más inclinados a un cambio con convivencia, se atrevieron a marchar solos y ofrecerse a los sectores de la población que quieren votar contra Maduro. Ahora hay tres oposiciones, aunque la coalición de los cuatro sea referencia principal.
Los que se salieron de la fila deben vencer la fuerza gravitacional de una mayoría que llama a no votar. Las dificultades son muchas, pero posibilidades existen. Tienen que remontar, quizá eludir, la sádica campaña para presentarlos como socios del régimen y separarlos de quienes quieren creer en algo y salir del infierno de las desconfianzas. El llamamiento a no votar es débil porque contraría el sentido común.
Nadie puede maquillar que no votar es darle a Maduro seis años más de poder. Tampoco que las condiciones son pretexto a la mano, una vez que los cuatro partidos no pudieron seleccionar un candidato unitario. Todos, convencidos que un gobierno autoritario es incompatible con reglas plenamente competitivas, estuvieron dispuestos a participar.
En los sectores populares, por desesperación o instinto de sobrevivencia, se pide unidad y abundan las ganas de votar para castigar al régimen. Pero esa disposición necesita adquirir el soporte de un nuevo rumbo y muestras fehacientes que se está pensando en Venezuela. El estímulo activo es sacar de Miraflores a los culpables de una crisis que no deja términos medios: es el país o ellos. La llave de una nueva época es el voto.
Afirmada una candidatura de oposición, ella tiene que dejar de lado polémicas con la MUD porque los partidos que la integran, así como las organizaciones e instituciones que condicionan o desechan la vía electoral, son indispensables para ponerle fin, democrática y pacíficamente a la pulverización del país. Para ganar en votos hay que aumentar la mayoría contra el hambre y la corrupción. Hay que conmover y convencer de que la derrota electoral de Maduro no sólo es necesaria, sino posible.
Hacer campaña es empoderar a los masacrados por la crisis. Tender puentes de emociones entre el país que no le tiene confianza a Maduro y la ha venido perdiendo respecto a la oposición. Una campaña para acordar objetivos concretos con todas las fuerzas de cambio en términos de ganar indecisos, organizar a la población en torno a los centros de votación, crear conciencia de futuro en los ciudadanos, constituir una maquinaria social de rescate y defensa de los derechos de la gente como verdadera garantía para que mismo el día de las elecciones se pueda votar libremente, reventando con votos la trampa.
El relanzamiento inclusivo y plural de la democracia debe comenzar ya. Tal vez, como lo ha imaginado mi amigo Gustavo Coronel, esté comenzando una forma inédita de abrir una transición en Venezuela, Estas elecciones pueden ser la ruta más corta para tener un gobierno de Integración Nacional y dejar a un lado el espejismo de un golpe o una invasión. Que cada quien asuma su decisión.
@garciasim
 

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