EL VOTO ES LA OTRA RUTA
SIMON GARCIA
La suerte está echada. Se consagró formalmente la disolución de
la MUD. Los partidos menores, más inclinados a un cambio con
convivencia, se atrevieron a marchar solos y ofrecerse a los
sectores de la población que quieren votar contra Maduro. Ahora
hay tres oposiciones, aunque la coalición de los cuatro sea
referencia principal.
Los que se salieron de la fila deben vencer la fuerza
gravitacional de una mayoría que llama a no votar. Las
dificultades son muchas, pero posibilidades existen. Tienen que
remontar, quizá eludir, la sádica campaña para presentarlos como
socios del régimen y separarlos de quienes quieren creer en algo
y salir del infierno de las desconfianzas. El llamamiento a no
votar es débil porque contraría el sentido común.
Nadie puede maquillar que no votar es darle a Maduro seis años
más de poder. Tampoco que las condiciones son pretexto a la mano,
una vez que los cuatro partidos no pudieron seleccionar un
candidato unitario. Todos, convencidos que un gobierno
autoritario es incompatible con reglas plenamente competitivas,
estuvieron dispuestos a participar.
En los sectores populares, por desesperación o instinto de
sobrevivencia, se pide unidad y abundan las ganas de votar para
castigar al régimen. Pero esa disposición necesita adquirir el
soporte de un nuevo rumbo y muestras fehacientes que se está
pensando en Venezuela. El estímulo activo es sacar de Miraflores
a los culpables de una crisis que no deja términos medios: es el
país o ellos. La llave de una nueva época es el voto.
Afirmada una candidatura de oposición, ella tiene que dejar de
lado polémicas con la MUD porque los partidos que la integran,
así como las organizaciones e instituciones que condicionan o
desechan la vía electoral, son indispensables para ponerle fin,
democrática y pacíficamente a la pulverización del país. Para
ganar en votos hay que aumentar la mayoría contra el hambre y la
corrupción. Hay que conmover y convencer de que la derrota
electoral de Maduro no sólo es necesaria, sino posible.
Hacer campaña es empoderar a los masacrados por la crisis. Tender
puentes de emociones entre el país que no le tiene confianza a
Maduro y la ha venido perdiendo respecto a la oposición. Una
campaña para acordar objetivos concretos con todas las fuerzas de
cambio en términos de ganar indecisos, organizar a la población
en torno a los centros de votación, crear conciencia de futuro en
los ciudadanos, constituir una maquinaria social de rescate y
defensa de los derechos de la gente como verdadera garantía para
que mismo el día de las elecciones se pueda votar libremente,
reventando con votos la trampa.
El relanzamiento inclusivo y plural de la democracia debe
comenzar ya. Tal vez, como lo ha imaginado mi amigo Gustavo
Coronel, esté comenzando una forma inédita de abrir una
transición en Venezuela, Estas elecciones pueden ser la ruta más
corta para tener un gobierno de Integración Nacional y dejar a un
lado el espejismo de un golpe o una invasión. Que cada quien
asuma su decisión.
@garciasim
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