OSCRA HERNANDEZ BERNALETTE
La cátedra libre Democracia y Elecciones de la UCV, que dirige Eglée
González Lobato, preparó un cuadro analítico sobre el acuerdo
CNE-Falcón, propuestas del acuerdo de los cancilleres en RD, propuesta
de acuerdo RD por el gobierno y la propuesta de acuerdo por la
oposición. Compara varios asuntos, cronogramas, observación
internacional, equidad en el acceso a los medios, centros de votación,
auditoría y miembros de mesas, control de puntos de apoyo, apertura del
registro en el exterior y reconocimiento de los resultados. Sin duda, es
un esfuerzo académico importante, una herramienta útil que, entre otras
cosas, genera una gran angustia al comprobar efectivamente que lo que
deberían ser derechos y obligaciones del ente electoral, no del
gobierno, han sido rebanados en el tiempo para que precisamente quienes
representan hoy a la mayoría de electores del país se sometan a negociar
las condiciones que ya la Constitución y las leyes nos brinda. El
gobierno necesita competir deslealmente. Como bien afirma la profesora
Lobato, “hay que diferenciar entre participación para competir o para
ganar”. Lamentablemente, el equivalente a una instancia para la defensa y
promoción de la competencia electoral, que sería el CNE, ya sabemos en
qué anda.
La teoría de la rebanada es la que ha aplicado el gobierno, como
autocracia al fin, para minimizar a la oposición con la única finalidad
de reducirla, hacerla a su medida, no desaparecerla, porque con la
realidad de estos tiempos globales las dictaduras necesitan mantener
ciertas formas. ¿Es esta irracionalidad política novedosa en Venezuela?
No. Precisamente, Jesús Sanoja Hernandez, en su obra Entre golpes y revoluciones, cuenta
cómo la junta militar en 1950 actuó con la táctica del salami rebanado,
la tesis que aplicó Mátyás Rákosi en la Hungría comunista, que
consistió en ir eliminado, con la fuerza del Estado, paso a paso, a la
oposición. La eliminación sectorial y en el tiempo, esa es la táctica.
Si comparamos la estrategia de la JM y la actual, es casi calcada:
eliminación de partidos y líderes, minimización de la Iglesia y
depuración de las Fuerzas Armadas. Una sola variante, no hay Guerra
Fría, sí hay una celosa comunidad internacional, y la fuerza de las
redes sociales que todo lo ven y todo lo dicen.
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