ERRORES DE CÁLCULO
LUIS MANUEL ESCULPI
Confieso que en el reciente debate en el campo de la oposición, me propuse conscientemente evitar confrontar de manera beligerante con quienes diferían de nuestra visión sobre ese proceso. El comportamiento se fundamentó en que en mi opinión la polémica adquirió ribetes de excesivo apasionamiento – con pocas y honrosas excepciones- donde privó el defender a como diera lugar las posiciones que cada quien defendía, desoyendo las razones y argumentos de quienes opinaban distinto.
Amigos de mi más alta estima y consideración incurrieron en lo que considero una conducta errónea, sobre todo quienes siempre favorecieron la unidad como un requisito estratégico, luego se involucraron en la polémica olvidando la necesidad del reencuentro imprescindible para continuar la lucha por el cambio.Tal situación se continuó planteado posteriormente, al responsabilizar a quienes optaron por no participar en el proceso de la derrota. El argumento que se esgrime para sustentar esa visión no se ajusta a la realidad, por el contrario denota una gran separación del contexto sobre el cual nos corresponde actuar. La simple suma aritmética de la cifra de los no participantes con la votación del principal candidato opositor, no revela la situación existente en el entorno social y político en el cual se desenvolvía el proceso convocado por la constituyente.
Constituye un error de cálculo suponer que la no concurrencia de cerca del setenta por ciento de electores ( cifra del equipo técnico de la MUD) obedeció exclusivamente al llamado de las principales organizaciones políticas integrantes de la Mesa de la Unidad, ignora un hecho sumamente importante y preocupante a la vez, un significativo sector de la sociedad no tiene hoy la convicción del poder del voto como instrumento de cambio.
Si se pretende analizar concienzudamente esa situación, además hay que contemplar la migración de electores por la diáspora, la abstención crónica o recurrente y los que si atendieron el llamado de los partidos de oposición. De tal manera que también constituyó un error de cálculo imaginar que una presunta avalancha de votantes podría derrotar a Maduro; si a las anteriores consideraciones añadimos -una sumamente importante- la candidatura que lo enfrentaba no era la resultante de una selección unitaria.Resulta sorprendente que a la hora de balancear los resultados, los representantes del comando de la candidatura de Falcón ignoren datos de la realidad, y sea quien quizás posea menor experiencia política, el economista Francisco Rodríguez quien sostenga la posición más equilibrada al afirmar en su cuenta de tuiter: “Aquellos que apoyamos la candidatura presidencial de Henry Falcón debemos asumir ante el país la responsabilidad por no haber logrado nuestro objetivo. No debemos buscar otros culpables de nuestra derrota, ni entre los que nos adversaron ni entre los que nos acompañaron”.
Lamentablemente esa justa apreciación pareciera no ser compartida por otros dirigentes que ahora emplazan a quienes optaron por no participar a que definan la estrategia a seguir, cuando ella debiera ser una tarea de todo el campo opositor. El eventual triunfo de esa candidatura no tenía la primera opción, frente a un resultado que no abrigaba sorpresa alguna, más allá del valor que reconocemos en el discurso del candidato la noche del domingo veinte, también tenía planteado el diseño de una ruta posterior a ese día.
Pregonar la existencia de una nueva oposición no resuelve el problema, como en muchas otras situaciones no basta con desearlo, más cuando nos necesitamos todo para enfrentar la lucha social y política en las condiciones actuales, el discurso de Falcón en lo esencial propició un espacio para el reencuentro y la recomposición unitaria. Se cometería otro grave error si se desperdicia esa posibilidad.
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