El odio intransigente al enemigo era el mantra de Ernesto «Che» Guevara.
Comandante, revolucionario y guerrillero, cualquiera de ellas define la
personalidad del hombre que se convirtió con el tiempo en una fría
máquina de matar. Ernesto Guevara nace en el seno de una familia de la clase media alta de
Argentina. El mayor de cinco hijos se decanta por estudiar medicina en
la Universidad de Buenos Aires, después de haber sido declarado no apto
para realizar el servicio militar debido a su afección asmática.
En
1952, un año antes de graduarse, Guevara emprende un viaje por América
Latina junto a su compañero Alberto Granado. Durante siete meses
recorrieron Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela donde
comienza a forjar sus ideas sobre las desigualdades sociales y el
capitalismo en el continente. Regresa a Buenos Aires para finalizar sus
estudios de medicina e inmediatamente inicia su segundo viaje al
extranjero. Mientras está en Guayaquil (Ecuador) se interesa por la
revolución que lidera el coronel Jacobo Arbenz en Guatemala y comienza a
profundizar su formación marxista. En 1954 llega a Guatemala, seis
meses antes del golpe de Estado e intenta trabajar como médico pero se
le niega el permiso.
Durante su estancia conoce a Hilda Gadea,
una exiliada peruana que colaboraba con Arbenz y que más tarde se
convertiría en su esposa y madre de su primera hija. El «Che» consigue
un salvoconducto para viajar a México donde se encuentra con Fidel
Castro e ingresa en el Movimiento que dirige. Juntos comandan la lucha
por la independencia de Cuba en la llamada «revolución cubana» de 1959 y ponen fin a la dictadura de Fulgencio Batista.
El
nuevo régimen concedió a Guevara la nacionalidad y varios altos cargos
sobre todo en el área económica. Su ímpetu por extender la lucha armada
lo termina obsesionando. Comienza a tener diferencias con Fidel Castro y
renuncia al partido, a los cargos y a su nacionalidad cubana para
marcharse al Congo. En abril de 1967, después de que la CIA le dio por muerto en
África se confirma que el «Che» se encontraba en Bolivia tratando de
extender la revolución. Se fue a la nación suramericana a liderar un
movimiento que eliminaría el capitalismo e instauraría el comunismo. El 8
de octubre un campesino lo descubre en la selva, avisa a la policía y
es capturado por el Ejército boliviano, que lo retiene en una escuela
del poblado La Higuera. La CIA envía agentes para confirmar que se trata
del comandante e intenta mantenerlo con vida. Sin
embargo, al día siguiente, el Ejército da la orden de ejecutarlo. Ocho
balas entraron en su cuerpo porque debían simular que había muerto en
batalla.
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