lunes, 9 de diciembre de 2013

La hora de la autocrítica

Alexis Ortiz

La oposición democrática no puede copiar la vocación de avestruz del gobierno rojo, que se empeña en enterrar la cara para no ver sus derrotas. Los resultados de las elecciones municipales son inquietantes, la oposición obtuvo, según lo informado hasta ahora, un poco más del cincuenta por ciento en la votación global y el triunfo en varias de las alcaldías de más peso demográfico: la Mayor de Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Petare y San Cristóbal (además de Barinas, muy simbólica porque era el feudo de la familia del finado Chávez).
          El gobierno rojo ganó una enorme cantidad de alcaldías medianas y pequeñas (unas pocas grandes: Libertador de Caracas, Maracay, Barcelona y Puerto Ordaz) y obtuvo el 49 y pico de la votación global. O sea que se puede decir que se repitieron los resultados de los comicios presidenciales de Abril pasado, cuando el usurpador Nicolás Maduro jugó a los Jalisco, que cuando pierde arrebata.
          Imagino que los patrones de Maduro, los hermanos Castro de Cuba, deben estar más que preocupados. Ellos que son canallas pero no pendejos, perciben que las cosas deben andar muy mal para la revolución jurásica, si con todo el ventajismo y abuso de poder su procónsul Maduro solo logró, en el mejor de los casos, lo que el titiritero de Evo Morales, el vicepresidente García Linera, podría llamar un empate catastrófico.
          Pero para la oposición este no debe ser un tiempo de celebraciones sino de autocrítica, evaluación, juicio de residencia, introspección, examen de conciencia o como sea más propio denominar al esfuerzo de análisis sereno que el momento reclama. De acostumbrarnos al ritmo de estos resultados (con los cuales sin duda Maduro se abrocha por ahora en Miraflores), tendríamos que esperar demasiado para salir de la pesadilla chavista que Venezuela, que antes contribuyó a su independencia, les exportó además a los hermanos de Ecuador y Bolivia, entre otros.
          Por eso es procedente una tentativa de precisiones. Veamos algunas:

          Fortalezas de la oposición democrática
         
La primera es la gran hazaña de la unidad de los grupos políticos y sociales más diversos en la plataforma de la MUD; que ya la asumen como referencia los compañeros democráticos que luchan contra los autoritarismos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba e incluso Argentina.
          La MUD es un escenario de entendimiento y morigeración de las pasiones y un instrumento de competitividad política endógena y exógena.
          La segunda es la consolidación de un elenco de dirigentes de talento, coraje y prudencia: Antonio Ledezma, Eveling Trejo, Miguel Cocciola, Carlos Ocariz, Alfredo Ramos, Henrique Capriles Radonski, Ramón Guillermo Aveledo, Ramón José Medina, Henry Ramos Allup, Andrés Velázquez, María Corina Machado, Julio Borges, Gerardo Blyde, Leopoldo López…Además de la pertinencia de líderes que por su experiencia y lucidez no pueden ser desestimados: Eduardo Fernández, Teodoro Petkoff, Claudio Fermín, Arnoldo Gabaldón, Gustavo Tarre Briceño, Joaquín Pérez Rodríguez, Oswaldo Alvarez Paz, Paulina Gamus, Américo Martín, Salas Romer, Gerver Torres, Carlos Blanco, Moisés Naim, Leopoldo Martínez, Felipe Mujica, Anibal Romero, Carlos Raúl Hernández, Mechita Vivas, Luis Raúl Perichi, Gisela Parra, Horacio Medina, Pedro Mena…
          Y la tercera y más crucial es mi convicción de que, con estos resultados electorales, debe haber brotado en los responsables principales de la oposición democrática el afán de corregir errores y aliviar debilidades:

          Debilidades

          Dirigismo: La idea de que todo debe dirigirlo la MUD soslayando el necesario diálogo con los disidentes –incluidos aquellos afectos a jugar posición adelantada. En el caso de Miami, por ejemplo, la intromisión imprudente de los agentes de la MUD, perturbó el trabajo unitario de los compañeros.
          La entrega a la gerencia de una rutina que el atropello gubernamental hace agobiante, que escatima horas para la reflexión y la lectura, más la delectación de algunos con las ceremonias burocráticas y el desenfreno electoral, son materias a ser sopesadas y reajustadas.
          Movilizaciones: Es necesario interiorizar la idea de que estamos frente a un cambio de calidad en el discurrir de la política. Llegó la hora de acompañar y hasta alentar las movilizaciones populares. No podemos confundir prudencia con inmovilismo.
Nuestros alcaldes, concejales y diputados deben acompañar al pueblo en sus reclamos, escaparse del ritualismo deliberante, potenciar las protestas de unos ciudadanos maltratados por un gobierno incompetente, humillante y entregado a una potestad extranjera.
Continuismo: La no renovación periódica de la dirigencia de la MUD, nos hace descender a este vicio propio de los movimientos caudillistas. Así verbigracia, ya es hora de sustituir a un valioso compañero como Ramón Guillermo Aveledo, factor clave por sus atributos de negociador y mediador, para la consecución de la unidad, pero quien no parece ser el coordinador idóneo para la inevitable etapa de movilizaciones y confrontaciones que se nos abre.
          Nepotismo: Es bochornoso que algunos dirigentes de la oposición hayan caído en la desviación chavista de intentar implantar dinastías políticas. Traspasar los cargos de gobernadores, alcaldes y parlamentarios a sus mujeres, hijos y hasta madres.
          Lucha generacional: Otra necedad, producto sobre todo de las complacencias mediáticas, es el estereotipo de los jóvenes buenos e impolutos versus los viejos inútiles y corruptos. Esta tontería suele estar conectada con la antipolítica cuyas secuelas padecemos cotidianamente. Las generaciones deben cooperar entre sí y los más viejos estamos en la obligación de asesorar y abrirle pasó confortable a las promociones emergentes.
          Fascinación mediática: Se ha caído a menudo en la trampa de la política como show. De privilegiar a los medios de comunicación social como escenario principal de la acción política. No se puede ni se debe prescindir de los medios. Pero la política es una actividad callejera, de comunicación directa, de conversación permanente, masiva y organizada con la gente.
          Por eso los partidos son vitales para la política, vale decir la participación ciudadana. Partidos que vivan en medio de la vida de la gente de carne y hueso, sean intérpretes y baluartes de sus luchas y no se relacionen con el pueblo solo a través de las páginas, ondas y pantallas mediáticas y los aparaticos digitales.
          Diálogo: Hay compañeros que con insólita estolidez celebran los errores o fracasos de la MUD como victorias propias. Son los titanes de las soluciones fáciles, mágicas o más bien supersticiosas. Se impacientan, porque la situación es desesperante hasta para el más sereno, y no entienden que la paciencia, la no improvisación de estrategias y tácticas, la unidad, tolerancia y humildad entre nosotros, son condiciones para conseguir el rescate de la Democracia civil, un objetivo que con el neo comunismo al frente no está a la vuelta de la esquina.
          Pero esos compañeros que piensan diferente no pueden ser soslayados. Hay que dialogar con ellos. Buscar acuerdos, después de todo la política democrática consiste en buscar consensos y evitar conflictos.
          Del mismo modo hay que estimular a los líderes sociales de la oposición democrática, al diálogo con sus correspondientes del chavismo. El comandante nefasto jugó a fomentar el odio, a dividir a los venezolanos, nosotros estamos obligados a promover la reconciliación. Desterrar la rabia e implantar la alegría de la convivencia.
          Alternativa programática: Debemos ir cambiando el discurso de denuncia de la falacia y la ineficacia del chavismo, por otro propositivo. Discernir proposiciones concretas y factibles para resolver los problemas agravados por los gobiernos de Chávez y Maduro. Llevarle a la gente que sufre el fracaso y la violencia del neo comunismo, soluciones y no solo lamentos que pueden ser percibidos como iracundia, impotencia…
          Cada gobernador, alcalde, concejal, diputado (o dirigente gremial o social) oposicionista, debe procurar convertirse en un modelo de cumplimiento del compromiso con los electores. Evitar la improvisación, el clientelismo, el sectarismo y desarrollar planes de gestión con la gente. Amén de ser acicate y no freno para las justas luchas populares.
          Mimetismo: Para ser una opción confiable frente al desastre chavista, es necesario ser diferente, proyectar una imagen distinta, no copiar el estilo y sobre todo el lenguaje de Chávez y sus acólitos. Frente a la patanería del teniente coronel golpista y los suyos, debemos desplegar un modo de actuación, sobrio, doctrinario y consistente.
          Aquí debo confesar mi inquietud por el atuendo corriente del compañero Capriles Radonski y la virulencia en el discurso de algunos voceros de la oposición. No hay que disfrazarse de Chávez. Eso es inconducente.     
          Bueno, ojalá que con este modesto artículo yo pueda contribuir de algún modo al necesario debate de la oposición democrática. Solo me resta decir que una gran fortaleza de nosotros, es la debilidad que supone para el desangelado Maduro y el licantrópico Diosdado Cabello, la inviabilidad e inutilidad del neo comunismo, más la profunda división entre ellos.
             
       

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