Pedro Pablo Fernandez
Imposible no sentir admiración por un
país que parió a gigantes del tamaño de Thomas Jefferson, Abraham Lincoln,
Franklin Roosevelt, John Kennedy y Martin Luther King, así como a la historia
que acompaña a cada uno de ellos. Al mismo tiempo es imposible no condenar lo
que ha sido su política internacional en América Latina, el apoyo a dictaduras
abominables o al régimen racista del apartheid en Suráfrica, entre muchos
otros.
A Obama lo incluyo entre los líderes
por los cuales profeso admiración. Sus triunfos y su presidencia los he seguido
muy de cerca porque para mí representan el triunfo de la democracia en el mundo
y la derrota definitiva de la discriminación racial, que en Estados Unidos ha
sido particularmente aborrecible.
El presidente Obama inició un proceso
para poner fin a 50 años de sanciones a Cuba con el argumento incontrastable de
que esa política demostró ser contraproducente. El cambio fue aplaudido por
toda la comunidad internacional. No entiendo por qué se cometen errores
similares con Venezuela.
El Wilson Center ha manifestado que
“…la administración Obama se equivocó totalmente en el mensaje y en la
comunicación por la forma y el lenguaje que impuso al usar una retórica
anticuada y decir que Venezuela constituye una amenaza para la seguridad
nacional”.
Me sumo a la opinión del Wilson
Center. Venezuela nunca ha sido amenaza para ningún país extranjero. El único
caso que registra la historia universal de un ejército que invade otro país, no
para dominarlo, sino para libertarlo, es el de nuestro ejército libertador, y
desde la independencia de América hasta nuestros días jamás nuestras Fuerzas
Armadas han salido fuera del territorio.
La comunidad internacional está en la
obligación de velar por el respeto de los derechos humanos sin distingo de
fronteras, pero ningún país puede abrogarse la condición de juez. La Cumbre de
las Américas podría ser un escenario propicio para discutir sobre la democracia
en Venezuela y el respeto a los derechos humanos. El decreto de Obama le ha
metido un ruido inconveniente colocando ese tema en un segundo plano.
La política internacional de los
Estados debe procurar siempre relaciones de amistad con todos los países
basadas en el respeto a la soberanía de cada uno. En estos momentos ni Estados
Unidos ni Venezuela son el mejor ejemplo de esa política.
Pedro
Pablo Fernández
@pedropabloFR
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