Uno ya no sabe si reir o llorar cuando escucha a algún dirigente oficialista decir que en Venezuela hay libertad de expresión.
¿Cual libertad de expresión?
Una
verdadera libertad de expresión debe permitir que Usted o yo podamos
decir lo que nos plazca sin la amenaza de ser sancionados por pensar
distinto. Eso incluye el no autocensurarnos previamente por temor a
represalias.
Este
principio aplica aún más cuando los hechos son públicos y notorios.
Cuando se refieren a personajes que ejercen el poder y cuyas
acciones son escudriñadas por la opinión pública.
En Venezuela no hay libertad de expresión. Hay libertad de presión. Esa es la naturaleza propia de corte totalitario del régimen chavista-madurista.
Libertad
de presión que se manifiesta de formas muy distintas: cierres de medios
(RCTV, múltiples emisoras de radio en todo el país), desaparición de
medios (el gobierno no vende los dólares para la compra de papel o para
reponer piezas electrónicas o de maquinarias), compras de medios
(Globovisión, Cadena Capriles, El Universal), y una callada pero
dramática autocensura de la mayoría de los existentes.
En resumen, un amplio y creativo abanico destinado exclusivamente a cercenar lo que los ciudadanos queremos expresar.
Ahora
mismo cuando escribo, me doy cuenta que ya es automático el revisar qué
es lo que escribí. No vaya a ser que toque una tecla que incomode a un
jerarca del régimen.
En
cuanto al uso de los medios públicos, allí sí hay libertad de expresión
para el gobierno. Se dice lo que se quiere y como se quiere. Sin
medida. Y favoreciendo a una sola parte del país. Al slogan de "el canal de todos los venezolanos", sólo falta agregarle "que piensan como nosotros los que gobernamos".
Este último ya sufrió consecuencias graves. Dejó de circular por falta de papel y su director, Teodoro Petkoff,
un venezolano con más galones de lucha que cualquiera de la banda de
payasos que se hacen llamar "revolucionarios", tiene prohibición de
salida del país y régimen de presentación ante tribunales.
En
los países democráticos, así como hay libertad de expresión,
también las demandas por difamación existen. Yo tengo derecho a decir lo
que quiera, pero si en ese ejercicio perjudico a alguien, ese alguien
tiene derecho a acudir a los tribunales.
El pequeño detalle es que en Venezuela no hay separación de poderes.
El Poder Judicial se somete a lo que digan los jefes chavistas. Por lo
tanto, ya sabemos cuál será el curso de la demanda del
reyecito gubernamental: tiene todas las de ganar.
El
fin no es otro que silenciar estos medios y llevarse por los cachos a
sus directivos y dueños. A la cárcel. Como si de esta manera los
problemas gravísimos de escasez, inseguridad, inflación y corrupción que
vive Venezuela, mágicamente fueran a desaparecer.
Nos
falta muy poco para caer en la última de las categorías, la de casi
cero libertad de prensa, en la cual se encuentran países como Cuba,
Irán, China y Corea del Norte. Todos ellos "panas" del régimen
chavista-madurista... ¡qué casualidad!
Queremos ver pronto desaparecer esta antidemocrática libertad de presión, típica de regímenes totalitarios, y disfrutar de nuevo de una amplia libertad de expresión, con profusión de medios independientes.
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