martes, 5 de mayo de 2015

PEPE MUJICA: LA CORRUPCIÓN MATA LA IZQUIERDA

CARLOS E. CUÉ

EL PAÍS

Fue guerrillero la mitad de su vida, pasó 15 años en la cárcel, vivió en el monte, en la clandestinidad, y ahora dice que está viejo y no sabe cómo estará dentro de cinco años para volver a presentarse a presidente de Uruguay. Pero nadie diría escuchando a José Mujica que está en el final de su carrera. Pletórico, influyente como pocos en la región, pendiente de todo y de todos, Mujica viajó a Buenos Aires a presentar el libro sobre su presidencia, Una oveja negra al poder, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, que en breve saldrá en España (Random House Mondadori).
Pregunta. Viaja ahora a España, a reencontrarse con sus orígenes vascos ¿Cierra el círculo?
Respuesta. Sí, voy a Muxica, por un recuerdo a la familia de mi padre. Y después a un pueblito de Italia, cerca de Génova, donde está la familia de mi madre. Voy porque estoy entrando en una edad que si no voy ahora no voy más.
P. Dicen que usted va a volver a ser presidente de Uruguay, que sigue siendo el referente.
R. Sigo siendo referente pero ¡yo que sé cómo voy a estar dentro de cinco años! Tengo 80, pensar en los 85 es bravo, ¿no?
P. Usted se interesa por España. Podemos reivindica su inspiración en la izquierda latinoamericana. ¿Ve similitudes?
R. Me parece que cuando los pueblos tienen una crisis honda como España lo mejor es que las tensiones se puedan encauzar políticamente. Que la crisis española haya producido una cosa como Podemos me parece de lo más saludable. Es un fenómeno más maduro. Y como tal manejable. Imaginemos una Francia que se cierra, que no quiere saber nada con la Unión Europea, con los negros. ¿Adónde vamos? Por eso apuesto siempre a la política.
P. ¿Está volviendo la política?
R. La crisis de la política solo acentúa el individualismo. Prefiero que la gente no esté con la izquierda pero que esté con la política. Pagaría ese precio. Lo antipolítico es aventurerismo o fascismo. Prefiero la política conservadora, pero política.
P. ¿Le da miedo el populismo?
R. Me da miedo los sin partido, los que no responden a ninguna disciplina. Los partidos son el primer elemento de control que tienen los individuos. Se llame PP, socialismo, Podemos. Pero es algo colectivo. Pero ojo, si populismo es la lucha por elevar el nivel de vida de la gente o las políticas de igualdad, ese pecado lo pueden tener muchos. La frontera de eso es cuando las medidas que se toman paralizan a la economía, porque querés repartir tanto que al final quebrás el interés en el trabajo y la inversión. Si matás eso no tenés para repartir. Yo llamaría populismo a eso.
P. ¿Está pensando en Venezuela?
R. Venezuela tiene la desgracia del petróleo. El país más robado de América Latina. ¿Cómo va a andar una sociedad en la que cuesta más una botella de agua que un litro de nafta [carburante]?
P. ¿Recomendó a Maduro que no detenga a opositores?
R. Creo que hay un interés en ir preso en Venezuela. Es una técnica, es la forma de luchar de la oposición. Inducen al Gobierno a pasarse de la raya. Le crean una contradicción internacional notable y estos bobos entran. Se lo he dicho a ellos. Es un error.
La oposición venezolana induce al Gobierno a pasarse de la raya y estos bobos entran
P. La gente protesta y se aleja de la política en Brasil, en Chile, por la corrupción. ¿Las nuevas generaciones son más exigentes?
R. Tenemos un flagelo adentro de carácter ético. Cuando el afán de hacer plata se mete adentro de la política nos mata a la izquierda. ¿Por qué prolifera tanto la corrupción? ¿Parece sensato que gente de 60, 70 años se emporque en unos pesos inmundos? ¡Si sabe que tiene poca vida por delante! El tema de tener plata para ser alguien puede ser una herramienta de progreso en el mundo del comercio, donde se corren riesgos empresariales, pero cuando se mete en la política estamos fritos. Pasó en Italia, en parte en España. Es inexplicable lo de Brasil. Y aquí en Argentina el vicepresidente está procesado.
P. En el libro dice que en Brasil parece imposible hacer política sin ceder a la corrupción.
R. La democracia moderna es muy cara. Brasil es muy grande, tiene Estados que son como países. Allí hay partidos locales, y el que gana el Gobierno nacional tiene que transar con ellos. Ahí empieza todo.
P. ¿Viene una época difícil para la izquierda latinoamericana?
R. No sabemos. La derecha tampoco está dando muchas respuestas, no creo que pueda hacer maravillas. Yo creo que estamos en un momento de retroceso de la izquierda en Europa y cierto grado de estancamiento en América Latina.
P. ¿Cómo vive alguien que fue guerrillero el acercamiento de EE UU y Cuba?
R. Era un remanente de la guerra fría, hay que terminar con eso. En EE UU mucha gente cree que esto va a llevar a cambios en la sociedad cubana y los cubanos piensan que van a resistir. La historia va a decidir. Los cubanos tienen un punto fuerte: mandan miles de médicos afuera y el grado de deserción es mínimo. ¿Lo podrán resistir? No lo sé, porque habrá que ver el efecto de la entrada en Cuba de “la magia de la mercadería”, en palabras de Trotsky.
P. ¿Está mediando en el conflicto de Colombia?
R. No estoy mediando nada. Pero tengo que tener una conversación con la gente de las FARC por dificultades de la negociación. No le puedo decir nada porque si no estoy quemando todo. Pero tengo que hablar.
P. ¿Es optimista?
R. Nunca se ha estado tan cerca. Vale la pena pelearla. Mantener un conflicto in eternum no es estrategia de nada. La geografía colombiana es de terror. Perseguir a las FARC en esas montañas es infinito. La guerrilla podrá no triunfar pero terminar con ellos es imposible. Es la guerra ucrónica, permanente. El presidente Santos tiene buena fe pero tiene resistencia dentro y quisiera ver si lo que está representando a las FARC en Cuba en las negociaciones es obedecido en todo el campo de las FARC. Cuando uno está con las armas en la mano la política pasa por la mira. Es un problema que tenemos siempre los hombres armados. Tendemos a ver la estrategia política a través de las armas, desconfiamos de lo demás.
P. Usted es la prueba de que se puede llegar al poder después de dejar las armas.
R. Yo sí, pero conozco las enfermedades. A las organizaciones armadas les cuesta mucho tener capacidad política para negociar. Pero hemos entrado en otra época. Con el adelanto tecnológico, la guerra es una ilusión óptica que dirime la tecnología. Nada tiene que ver con el heroísmo. Someterse a que te maten por control remoto… Hoy es posible hacérselas pasar bastante mal a los Gobiernos sin tirar un tiro. No hay que irse a la sierra.

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