CARLOS TABLANTE
Con la instalación de la falsa constituyente quieren legitimar el régimen del caos y la anarquía: devaluación, hiperinflación, asalto al Ministerio Público, violencia, corrupción y más impunidad.
Como siempre hemos dicho, la vía planteada es la electoral. Se equivocan quienes pretenden delegar la salida que el país reclama a una especie de salvador, buscando atajos. La solución es de todos, para todos y nos compromete a todos.
La “destitución” inconstitucional de la Fiscal General busca intimidar y dividir pero nuestras prioridades siguen siendo la calle y el voto. Movilizaciones para lograr la liberación de los presos políticos, la ayuda humanitaria de alimentos y medicinas, el respeto a la Asamblea Nacional, los necesarios cambios en el CNE y TSJ y la realización de unas elecciones verdaderamente democráticas.
El cambio político urgente obliga a mantener la Unidad y sumar aliados, indispensable para avanzar frente a una cleptocracia que se oculta tras una falsa confrontación ideológica.
Cualquier evento electoral dentro del cronograma previsto en la Constitución debe ser un espacio para enfrentar al autócrata fortaleciendo la Unidad y la alternativa por el cambio. Sacar a los gobernadores cómplices de Maduro en la violación de derechos humanos es fundamental.
La lucha es en todos los terrenos que puedan servir para evidenciar el carácter totalitario del régimen. Lograr una votación como la obtenida en las pasadas elecciones parlamentarias, donde ganamos en todos los barrios de Caracas y en Aragua obtuvimos 8 de los 9 diputados, sería una vez más la demostración de que el 80% de Venezuela aspira a un cambio urgente.
Imaginemos que la dictadura cubana abriera una rendija electoral con cierta pluralidad. Seguro estoy que los cubanos opositores exigirían condiciones democráticas pero participarían y no llamarían a la abstención. Una discusión similar se produjo en Chile cuando el dictador Pinochet convocó a plebiscito. Algunos dijeron que no se podía convalidar a la dictadura. La concertación chilena participó, ganó, y ese fue el inicio del cambio.
No estamos planteando abandonar la calle. Allí debemos continuar protestando y denunciando la violación de los derechos humanos, pero al mismo tiempo, tenemos que convertir las elecciones regionales en una poderosa rebelión electoral.
No se trata de una “fiesta” democrática. El compromiso es con el cambio hasta lograr un gobierno de unidad nacional. Para ello es indispensable seguir actuando apoyados en la tríada unidad, calle y voto.
Como homenaje a los caídos, la lucha debe continuar en todos los frentes.
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