martes, 5 de septiembre de 2017

PESIMISMO ETICO: LA PATRIA COMO BOTIN

MARTA DE LA VEGA

El pesimismo ético del cual Sigmund Freud hizo una de sus tesis ha quedado de relieve en el texto de Gioconda San Blas en Tal Cual  (31-8-2017) sobre “La psicología de la tortura”. Aunque es una terrible comprobación, cuyos ejemplos históricos remotos y recientes abundan, no significa que todo está perdido y que nos encontramos, como dijo Hobbes, en un estado natural de “guerra de todos contra todos” pues “el hombre es un lobo para el hombre” (Homo homini lupus). Para contrarrestar esta realidad, la ordenación y regulación de la convivencia solo es posible mediante un Contrato Social.
Al igual que Freud, el filósofo político inglés del siglo XVII, en su tratado De HomineAcerca del Hombre, lo describe como un ser fundamentalmente pasional: no es la razón, el logos, lo que define esencialmente  la naturaleza humana, siguiendo a Aristóteles. Para Hobbes hay un doble principio que mueve a los hombres  en su vida personal y colectiva: el apetito natural y el impulso a la autoconservación de la vida, que es el bien más primordial. Y el más grande, la felicidad, como afirma Hobbes en el Leviatán. Esta, a diferencia de las necesidades, finitas, una vez que son satisfechas, es la búsqueda insaciable de plenitud; es un perseguir progresivo de deseos, infinitos. Entre ellos, el  mayor deseo es el de poder, por el cual el hombre es capaz de arriesgar hasta su propia vida.
Como el hombre por naturaleza tiene lenguaje, que es la posibilidad de articular la realidad mediante símbolos,  por la cual ve más allá de su inmediatez, la razón, que es una de sus consecuencias, toma relevancia. Gracias a esta facultad humana es construida una barrera de contención a los impulsos originarios de los hombres, mediante un acuerdo racionalmente motivado, en lo cual consiste un Contrato Social.
Es un pacto de todos, es la Carta de principios, valores y normas que rigen nuestra vida social, es la Carta Magna, lo que denominamos Constitución. Sin esta condición básica para asegurar nuestra vida, esta se vuelve corta, brutal y trágica. Y el lugar donde la arraigamos, la patria en la cual todos desplegamos nuestra existencia, se vuelve un botín de guerra.
¿Cuál es la situación en la que estamos en Venezuela hoy? Invito a los lectores a que cada uno dibuje los rasgos de la sociedad en la que vivimos, la desestructuración y baja cohesión que hoy sufrimos, la ausencia de instituciones que impiden garantías elementales y un Estado de derecho, las carencias y contradicciones que nos sumergen en una pesadilla continuada en lugar de  gozar de  una existencia digna y decente,  en la que la cooperación entre ciudadanos y gobernantes fortalezca el espacio común de realizaciones personales y colectivas con el cumplimiento cabal de nuestros derechos y deberes.
Invito a mis lectores a dibujar la sociedad que deseamos, a buscar cerrar las brechas entre lo que tenemos y lo que merecemos y que esbocen las opciones para superar la grave crisis de nuestra dura realidad actual. Solo así, lograremos el país, la mentalidad, la cultura, la política y la economía desde las cuales podamos realizar nuestros sueños y alcanzar la plenitud de nuestras potencialidades. Para que cese la guerra de todos contra todos y la patria deje de ser botín de depredadores.

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