TRINO MARQUEZ
La
reunión de Santo Domingo representa una oportunidad extraordinaria para que
gobierno y oposición busquen una salida pacífica y civilizada a la grave
situación a la que el régimen llevó a Venezuela. Un destacado grupo de compatriotas
han sido convocados a participar como asesores. Nuestro deber es apoyarlos,
respaldar la iniciativa y contrarrestar las voces que, sin proponer opciones
válidas, cuestionan el encuentro y vaticinan su fracaso.
Ningún gobierno latinoamericano ha
logrado sobrevivir luego de desatarse la hiperinflación, el síntoma más
devastador tras aplicar políticas económicas incorrectas. La hiperinflación, acoplada
a graves problemas de legitimidad, acabó con dictaduras y gobiernos civiles en
el Cono Sur, en Brasil, Bolivia y Perú. Más hacia el norte, trituró la
experiencia sandinista en la década de los ochenta. La razón fundamental de los
colapsos es que no existe ninguna política social exitosa que pueda coexistir
con la escalada continua y acelerada de los precios. No hay salario o ingreso
que remunere el trabajo, capaz de aguantar la acción erosiva de la inflación.
Nicolás Maduro conoce esos datos. Sabe que la escalada de precios ha derrumbado
gobiernos civiles y militares, de izquierda, de derecha y de centro. Nadie ha escapado
a esa guillotina.
Para salir del foso el régimen tiene
que abandonar el modelo aplicado durante casi veinte años. Hay que lanzar al
cesto de la basura el socialismo del siglo XXI, causa fundamental de los
problemas tan serios que sufre la nación. Hay que reprivatizar las empresas estatizadas,
regresar a sus antiguos dueños las tierras confiscadas, desmontar el asedio a
la propiedad privada y garantizar los derechos de propiedad, crear una
atmósfera que propicie la inversión privada nacional y foránea, desmontar
progresivamente los controles, flexibilizar la Ley del Trabajo para que
reaparezca el mercado laboral. Pdvsa tiene que volver a convertirse en una
industria dirigida por gerentes bien formados. Hay que formar recursos humanos
de alto nivel, fomentar la investigación científica y la innovación. Ninguna de
estas medidas será adoptada por Maduro quien vive en un mundo paralelo habitado
por personajes en cuyas cabezas había un
bazar lleno de ideas confusas y erróneas: Hugo Chávez, el Che Guevara, Fidel Castro,
entre muchos otros de la gama de populistas e izquierdistas que han hipnotizado
e idiotizado a América Latina.
Maduro no cambiará. Pero, la realidad
no va a esperar que el atolondrado mandatario aprenda las lecciones que se
derivan de su fracaso. Venezuela seguirá
su marcha acelerada hacia el desastre total. Otros países han emergido de
tragedias similares luego de pasar por períodos de violencia e inestabilidad. Una
dictadura sucedía a otra. Los gobiernos civiles no podían estabilizarse. En Centroamérica
hubo guerrillas en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. En Perú, se formaron grupos guerrilleros
maoístas. En Argentina, Brasil y Uruguay aparecieron facciones paramilitares
de ultraizquierda y de ultraderecha. Colombia,
aunque no tuvo nunca hiperinflación, vivió en una guerra civil de baja
intensidad durante décadas.
Esos son los espejos en los cuales los
venezolanos tenemos que vernos para tratar de evitar repetir experiencias tan
traumáticas, que dejan a las naciones fragmentadas y empobrecidas. Ya Venezuela
alcanzó un nivel deplorable. Todos los indicadores económicos y sociales
muestran un país arruinado en el cual una sólida mayoría solo piensa en escapar,
a pesar de que el derrumbe apenas se encuentra en su fase inicial. Hasta ahora
el gobierno había sorteado las dificultades con las reservas internacionales
acumuladas durante los años de bonanza petrolera. Pero ese colchón se desinfló.
Las reservas fueron malbaratadas, los precios del crudo suben a un ritmo muy pausado y la producción retrocedió
a niveles que desde hace muchos años no se veían. Son nulas las posibilidades
de que el gobierno vuelva a disfrutar de la holgura financiera que tuvo hace
una década.
La mala noticia no es para los jerarcas
rojos. Estos ya acumularon suficiente riqueza en moneda dura, colocada a buen
resguardo. Para quien son pésimas noticias es para la gente común y corriente,
expuesta a este calvario en que el socialismo convirtió el país. Son los
ciudadanos quienes necesitan que se logren soluciones inmediatas a los
acuciantes problemas que padecen. Son los ciudadanos quienes sufren la
hiperinflación y la escasez de alimentos y medicinas, materias primas,
repuestos y maquinarias.
En Venezuela un grupo de “cabezas calientes”
se fueron a la guerrilla urbana y a la guerrilla rural hace más de sesenta años.
Ninguna sociedad puede dar por cancelada o superada totalmente una etapa
histórica. Nadie desea que se abra de nuevo una fase de violencia. Sin embargo,
si el gobierno continúa bloqueando las salidas democráticas, esa alternativa
podría surgir en el panorama. Los grupos desesperados y acorralados son fácil
presa del extremismo. Allí están los países musulmanes africanos.
Al gobierno hay que presionarlo desde
todos los frentes para que acepte dialogar y negociar. Tenemos que impedir que
la crisis siga agudizándose y que la opción que aparezca en los radares sea la
de la violencia.
@trinomarquezc