TRINO MARQUEZ
La pregunta surge con cada vez
más frecuencia en distintos ambientes políticos y sociales: ¿la destrucción
global y permanente que estamos viendo en todos los órdenes, es resultado de un diseño planificado por el eje
La Habana-Caracas, orientado a sojuzgar a los venezolanos y estimular la
diáspora; o se trata de la evolución natural del socialismo, sistema
intrínsecamente ineficaz, corrupto y destructor? La respuesta correcta debe
incluir ambos componentes de la ecuación: la ruina nacional ha sido provocada
de forma deliberada por el régimen socialista, con el fin de eternizarse en el
poder sobre los escombros de una
sociedad empobrecida; y, a la vez, la ineptitud y la corrupción siempre van
asociadas al comunismo, sistema que elimina los incentivos, sustituyéndolos por
el chantaje y la cooptación.
En
Venezuela no pasa nada distinto a lo ocurrido en todas las demás naciones con
economías altamente intervenidas. Siempre el socialismo, en su versión soviética,
china o cubana, pulverizó la base económica de las sociedades donde se instaló.
En Venezuela, la mezcla se ha hecho más explosiva porque la injerencia del
Estado en todos los aspectos de la vida colectiva, se ha combinado con el
populismo y sus primos hermanos: el paternalismo, la demagogia y el
clientelismo.
La
destrucción de Pdvsa fue el resultado de la operación de exterminio de la
meritocracia petrolera puesta en práctica por Hugo Chávez. En la actualidad la
empresa cuenta con una nómina tres o cuatro veces superior a la de hace quince
años, cuando contaba con 40.000 trabajadores. La inmensa mayoría de los
gerentes y personal con responsabilidad directiva carece de la formación
adecuada y, además, está muy mal remunerada. Consecuencia: Pdvsa produce un
tercio del petróleo que en 2003. Corpoelec, antigua Electricidad de Caracas,
ejemplo de eficiencia en el plano mundial, fue desmantelada. Su personal
técnico y directivo fue sustituido por forasteros sin experiencia, ni conocimiento,
aunque leales al Psuv. Resultado: el país aumentó la demanda eléctrica durante
los último veinte años en al menos 30%, pero la capacidad instalada de la red
se mantuvo igual que a comienzo de la era chavista, o empeoró por falta de
mantenimiento y corrupción. Los recursos previstos para ampliar la capacidad del
tendido se perdieron debido a la voracidad de los bolichicos y sus cómplices en
el gobierno. Secuela: todo el país se encuentra a oscuras. El servicio de agua
potable, área en la cual los gobiernos democráticos realizaron gigantescas
inversiones, se entregó a otros improvisados. Secuela: enormes zonas carecen
durante semanas y meses del vital líquido. Puertos, aeropuertos, hospitales,
carreteras, autopistas, planteles educativos, muchos de los cuales les fueron tranferidos a los gobiernos regionales durante el auge de
la descentralización, ahora, cuando fueron recentralizados, se encuentran en un
estado de deterioro impactante. Lo mismo ocurre con el Metro de Caracas y el
transporte público.
Donde
el régimen ha alcanzado un alto grado de eficacia es en la concentración del
poder en manos del Ejecutivo. Venezuela regreso a una forma de personalismo y
presidencialismo que nunca se había visto. La omnipresencia de Maduro es total.
Representa la encarnación del big brother
orwelliano. En esta esfera no se ha dejado nada al azar, ni a la espontaneidad.
Maduro ha ido eclipsando poco a poco a Hugo Chávez en la iconografía revolucionaria. Ya se colocó
al lado del Gigante. Pronto lo
desplazará. Su conquista de la nominación presidencial, la cual pasó por
derrotar a Diosdado Cabello y por marginar a los integrantes del chavismo puro,
representa una muestra de su decisión de convertirse en el epicentro del proceso
bolivariano. El encarcelamiento de Rodríguez Torres, epresión del chavismo
originario, indica hasta dónde está dispuesto a llegar en su carrera por ser el amo indiscutible del
poder.
La
planificación se mezcla con la improvisación para dar como resultado el cuadro
patético que se ve en la actualidad. La variable interviniente que cataliza el
deterioro generalizado es la corrupción. Alevosía, ineptitud de los
funcionarios y podredumbre moral constituyen las tres piezas claves del modelo
madurista.
El
problema para el gobierno es que la descomposición del país marcha a un ritmo
de vértigo. La asesoría cubana le ha permitido sortear las dificultades
asumiendo un costo político muy bajo. La creación del Frente Nacional abre la
posibilidad de que a partir de ahora la confrontación no se libre sólo con la
élite política, la MUD, sino con todos los sectores nacionales que han sido
arruinados por acción oficial. Si el Frente logra articularse con la MUD, es
decir, si se ensamblan la lucha social con la política, este régimen, mezcla de
piratería y maldad, no podrá contener el descontento popular.
@trinomarquezc
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