ELIAS PINO ITURRIETA
EL NACIONAL
No se trata ahora de dudar de las
encuestas, especialmente de las que pasan por serias, sino de sentir
cómo contrastan con la realidad que uno palpa en las calles. Las
averiguaciones de opinión, hechas supuestamente con metodologías
adecuadas, transmiten la idea de que sobra la gente de oposición con
ánimo de votar, pero el ciudadano común no solo manifiesta alejamiento,
sino también contundente rechazo del acto electoral que se avecina. La
mezcla de frialdad y repudio que se observa a simple vista, partiendo de
contactos esporádicos, contrasta con los anuncios de las compañías
encuestadoras y sugiere incógnitas que merecen el comentario que aquí se
intentará.
Todo depende, desde luego, de la
manera de dirigir el cuestionario. El examen de la realidad obedece a
cómo se escarba en sus entrañas. Hay maneras de encontrar respuestas
ante el acto electoral, especialmente si existen clientes interesados en
participar en la contienda. Lo cierto del caso radica en cómo se
concluye que no solo hay expectativas reales sobre las presidenciales,
sino también posibilidades de que gane el candidato de oposición. Si
sabemos que las elecciones fueron propuestas desde las alturas del poder
con el objetivo de mantener al dictador en su lugar, no deja de ser
sorprendente que lo que parecía un paseo feliz para los planes
continuistas se vuelva cuesta arriba debido al parecer de los
encuestados. Experta en manipulaciones y en anuncios triunfales
fraguados en la víspera, no hay manera de comprender que la dictadura
proponga una carrera ahora llena de espinas porque un conjunto de
consultados descubrió las ventajas de salir en paz a votar para oponerse
al orden de las cosas.
A la contundencia de los números, al
sorprendente entusiasmo de los encuestados y a la supuesta aparición de
banderas electorales en la calle se opone la decisión de los partidos
principales de la MUD, que se negaron a participar en el acto comicial.
Debemos suponer que tales partidos representan a la mayoría de los
ciudadanos, pese a que ha disminuido el entusiasmo de sus seguidores y
el magnetismo de sus líderes, pero no tanto como para que descubramos
que de todos los rincones sale el avasallante entusiasmo de quienes se
mueren por hacer fila en las presidenciales. Parece adecuado pensar que
la MUD no las tiene hoy todas consigo, pero mantiene una influencia en
amplios sectores y una presencia en el territorio político que siembran
de dudas y de escollos la autopista de sufragios opositores anunciada
por las empresas encuestadoras. Si se agrega la negativa contundente de
la comunidad internacional sobre el reconocimiento de un proceso al cual
se considera viciado e ilegal, y la reciente creación de un Frente
Amplio que algo habrá llevado a cabo en las regiones para animar la
abstención, aumenta la perplejidad acerca de los futuros votantes de
oposición que ponen de relieve los especialistas en preguntar y en
procurarse respuestas.
Las mismas casas encuestadores
anuncian la aparición de nuevos liderazgos, sobre cuya existencia sobran
los enigmas. ¿Por qué? Los nuevos liderazgos no salen de la nada. Son
obra de un trabajo paciente y evidente. Se fraguan en el seno de las
sociedades mediante una actividad de contactos públicos que los van
sembrando poco a poco y los llevan al florecimiento. Son el resultado de
un pugilato con los liderazgos establecidos, tanto de la dictadura como
de la oposición, que va despuntando ante la vista de todos hasta
convertirse en planta arraigada y llena de ramazones. La miopía del
escribidor no advierte fenómenos de tal tipo en la actualidad, a menos
que se detenga en algún acto en el salón de un hotel, con trovas y
músicas remuneradas, o en diálogos intrascendentes en programas de
televisión y radio, pero la visión zahorí de los profesionales de las
encuestas demuestra lo contrario.
Puede ser que los líderes flamantes
no se formen como se formaban los del pasado democrático, o que se
valgan de unas artes portentosas que solo advierten los iniciados; puede
ser que la apatía sea ahora entusiasmo y que de los escombros de la
sociedad broten fuerzas nuevas e incontenibles en el teatro del civismo,
pero son asuntos que merecen mayor investigación antes de que todo se
vaya de bruces al precipicio con el auxilio de unos curiosos augures que
compiten con Colón en el ramo de los descubrimientos.
epinoiturrieta@el-nacional.com
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