CARLOS E. CUÉ
EL PAÍS
Fue guerrillero la mitad de su vida, pasó 15 años en la cárcel, vivió
en el monte, en la clandestinidad, y ahora dice que está viejo y no
sabe cómo estará dentro de cinco años para volver a presentarse a presidente de Uruguay. Pero nadie diría escuchando a José Mujica
que está en el final de su carrera. Pletórico, influyente como pocos en
la región, pendiente de todo y de todos, Mujica viajó a Buenos Aires a
presentar el libro sobre su presidencia, Una oveja negra al poder, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, que en breve saldrá en España (Random House Mondadori).
Pregunta. Viaja ahora a España, a reencontrarse con sus orígenes vascos ¿Cierra el círculo?
Respuesta. Sí, voy a Muxica, por un recuerdo a la familia de mi padre. Y después a un pueblito de Italia, cerca de Génova, donde está la familia de mi madre. Voy porque estoy entrando en una edad que si no voy ahora no voy más.
P. Dicen que usted va a volver a ser presidente de Uruguay, que sigue siendo el referente.
R. Sigo siendo referente pero ¡yo que sé cómo voy a estar dentro de cinco años! Tengo 80, pensar en los 85 es bravo, ¿no?
P. Usted se interesa por España. Podemos reivindica su inspiración en la izquierda latinoamericana. ¿Ve similitudes?
R. Me parece que cuando los pueblos tienen una crisis honda como España lo mejor es que las tensiones se puedan encauzar políticamente. Que la crisis española haya producido una cosa como Podemos me parece de lo más saludable. Es un fenómeno más maduro. Y como tal manejable. Imaginemos una Francia que se cierra, que no quiere saber nada con la Unión Europea, con los negros. ¿Adónde vamos? Por eso apuesto siempre a la política.
P. ¿Está volviendo la política?
Pregunta. Viaja ahora a España, a reencontrarse con sus orígenes vascos ¿Cierra el círculo?
Respuesta. Sí, voy a Muxica, por un recuerdo a la familia de mi padre. Y después a un pueblito de Italia, cerca de Génova, donde está la familia de mi madre. Voy porque estoy entrando en una edad que si no voy ahora no voy más.
P. Dicen que usted va a volver a ser presidente de Uruguay, que sigue siendo el referente.
R. Sigo siendo referente pero ¡yo que sé cómo voy a estar dentro de cinco años! Tengo 80, pensar en los 85 es bravo, ¿no?
P. Usted se interesa por España. Podemos reivindica su inspiración en la izquierda latinoamericana. ¿Ve similitudes?
R. Me parece que cuando los pueblos tienen una crisis honda como España lo mejor es que las tensiones se puedan encauzar políticamente. Que la crisis española haya producido una cosa como Podemos me parece de lo más saludable. Es un fenómeno más maduro. Y como tal manejable. Imaginemos una Francia que se cierra, que no quiere saber nada con la Unión Europea, con los negros. ¿Adónde vamos? Por eso apuesto siempre a la política.
P. ¿Está volviendo la política?
R. La crisis de la política solo acentúa el
individualismo. Prefiero que la gente no esté con la izquierda pero que
esté con la política. Pagaría ese precio. Lo antipolítico es
aventurerismo o fascismo. Prefiero la política conservadora, pero
política.
P. ¿Le da miedo el populismo?
R. Me da miedo los sin partido, los que no responden
a ninguna disciplina. Los partidos son el primer elemento de control
que tienen los individuos. Se llame PP, socialismo, Podemos. Pero es
algo colectivo. Pero ojo, si populismo es la lucha por elevar el nivel
de vida de la gente o las políticas de igualdad, ese pecado lo pueden
tener muchos. La frontera de eso es cuando las medidas que se toman
paralizan a la economía, porque querés repartir tanto que al final
quebrás el interés en el trabajo y la inversión. Si matás eso no tenés
para repartir. Yo llamaría populismo a eso.
P. ¿Está pensando en Venezuela?
R. Venezuela tiene la desgracia del petróleo. El
país más robado de América Latina. ¿Cómo va a andar una sociedad en la
que cuesta más una botella de agua que un litro de nafta [carburante]?
P. ¿Recomendó a Maduro que no detenga a opositores?
R. Creo que hay un interés en ir preso en Venezuela.
Es una técnica, es la forma de luchar de la oposición. Inducen al
Gobierno a pasarse de la raya. Le crean una contradicción internacional
notable y estos bobos entran. Se lo he dicho a ellos. Es un error.
P. La gente protesta y se aleja de la política en Brasil, en Chile, por la corrupción. ¿Las nuevas generaciones son más exigentes?
R. Tenemos un flagelo adentro de carácter ético.
Cuando el afán de hacer plata se mete adentro de la política nos mata a
la izquierda. ¿Por qué prolifera tanto la corrupción? ¿Parece sensato
que gente de 60, 70 años se emporque en unos pesos inmundos? ¡Si sabe
que tiene poca vida por delante! El tema de tener plata para ser alguien
puede ser una herramienta de progreso en el mundo del comercio, donde
se corren riesgos empresariales, pero cuando se mete en la política
estamos fritos. Pasó en Italia, en parte en España. Es inexplicable lo
de Brasil. Y aquí en Argentina el vicepresidente está procesado.
P. En el libro dice que en Brasil parece imposible hacer política sin ceder a la corrupción.
R. La democracia moderna es muy cara. Brasil es muy
grande, tiene Estados que son como países. Allí hay partidos locales, y
el que gana el Gobierno nacional tiene que transar con ellos. Ahí
empieza todo.
P. ¿Viene una época difícil para la izquierda latinoamericana?
R. No sabemos. La derecha tampoco está dando muchas
respuestas, no creo que pueda hacer maravillas. Yo creo que estamos en
un momento de retroceso de la izquierda en Europa y cierto grado de
estancamiento en América Latina.
P. ¿Cómo vive alguien que fue guerrillero el acercamiento de EE UU y Cuba?
R. Era un remanente de la guerra fría, hay que
terminar con eso. En EE UU mucha gente cree que esto va a llevar a
cambios en la sociedad cubana y los cubanos piensan que van a resistir.
La historia va a decidir. Los cubanos tienen un punto fuerte: mandan
miles de médicos afuera y el grado de deserción es mínimo. ¿Lo podrán
resistir? No lo sé, porque habrá que ver el efecto de la entrada en Cuba
de “la magia de la mercadería”, en palabras de Trotsky.
P. ¿Está mediando en el conflicto de Colombia?
R. No estoy mediando nada. Pero tengo que tener una
conversación con la gente de las FARC por dificultades de la
negociación. No le puedo decir nada porque si no estoy quemando todo.
Pero tengo que hablar.
P. ¿Es optimista?
R. Nunca se ha estado tan cerca. Vale la pena
pelearla. Mantener un conflicto in eternum no es estrategia de nada. La
geografía colombiana es de terror. Perseguir a las FARC en esas montañas
es infinito. La guerrilla podrá no triunfar pero terminar con ellos es
imposible. Es la guerra ucrónica, permanente. El presidente Santos tiene
buena fe pero tiene resistencia dentro y quisiera ver si lo que está
representando a las FARC en Cuba en las negociaciones es obedecido en
todo el campo de las FARC. Cuando uno está con las armas en la mano la
política pasa por la mira. Es un problema que tenemos siempre los
hombres armados. Tendemos a ver la estrategia política a través de las
armas, desconfiamos de lo demás.
P. Usted es la prueba de que se puede llegar al poder después de dejar las armas.
R. Yo sí, pero conozco las enfermedades. A las
organizaciones armadas les cuesta mucho tener capacidad política para
negociar. Pero hemos entrado en otra época. Con el adelanto tecnológico,
la guerra es una ilusión óptica que dirime la tecnología. Nada tiene
que ver con el heroísmo. Someterse a que te maten por control remoto…
Hoy es posible hacérselas pasar bastante mal a los Gobiernos sin tirar
un tiro. No hay que irse a la sierra.
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