sábado, 5 de junio de 2010

La cuentica de Rodolfo Sanz

El ex ministro de Industrias Básicas salió del Gabinete con una tarea pendiente: explicar qué pasó con el dinero de una cuenta, que hubiera podido llenar 625 maletas como la de Antonini. Por Joseph Poliszuk

DENUNCIA

¿Por qué el ex ministro Rodolfo Sanz manejaba una cuenta de la Corporación Venezolana de Guayana en un banco de Líbano? Esa incógnita y el poco flujo de caja que hay en las industrias básicas motivaron al dirigente sindical Manuel Díaz a pedir una investigación sobre los 500 millones de dólares que el año pasado entraron precisamente en esa cuenta.

"¿Dónde fueron a parar estos fondos?". La pregunta reposa desde hace un mes en la Fiscalía Superior del Estado Bolívar. Seguro de que tanto dinero no puede olvidarse como quien pierde una llave, el presidente del Sindicato Único de Trabajadores Profesionales Universitarios de la Industria Venezolana del Aluminio (Venalum) denunció el caso en el Ministerio Público. "Esta cuenta no tenía ningún control previo, firmaba el ex ministro así como su asesor", sostiene en el documento que el pasado 29 de abril consignó en Fiscalía.

En Guayana circula la especie de que las industrias básicas están empeñadas; dirigentes sindicales y hasta directivos de la CVG coinciden en que las ventas a futuro no dejarán nada bueno. Como el petróleo, la producción de aluminio venezolano está comprometida hasta el año 2015: el ex ministro de Industrias Básicas y Minería, Rodolfo Sanz, firmó unos contratos que reservan la producción de la CVG a empresas transnacionales comprometidas a dar un adelanto, en la misma cuenta bancaria sobre la que se tejen tantas preguntas.

"Los compradores a futuro transfirieron por instrucciones del ex ministro, Rodolfo Sanz, los fondos a la cuenta bancaria establecida previa orden enviada por un fax", manifiesta la denuncia. "Es así como se apertura en Líbano la cuenta (... ), que era manejada por el ex ministro Rodolfo Sanz, un pariente de este, Jorge Rojas Montero, y un operador financiero, Alejandro Ceballos".

Extraño

No se trata de la primera cuenta corriente que la CVG tiene en el exterior; tampoco la primera oportunidad en que un ministro maneja tantos millones de dólares. Pero a Díaz le parece -al menos- extraño que el dinero de las ventas a futuro haya entrado en la sucursal que el poderoso banco ruso, Gazprombank Invest, tiene en Beirut. Peor aún, en una cuenta cifrada que sustituye la identidad del titular, por un código que solo conocen él y el ejecutivo de la entidad financiera.
"Los contratos firmados tenían como objetivo invertir tecnológicamente en las plantas, así como en el pago de pasivos laborales aunado al pago de proveedores". Nada de eso sucedió. Por el contrario, en las empresas básicas falta dinero y, para compensar, sobran deudas.
Esta semana se volvió a hablar de "Hora cero". Aunque los trabajadores dieron un compás de espera, en Puerto Ordaz no han parado las quejas: desde el mes pasado empleados y obreros de todo el sector aluminio han salido a la calle, suspendido actividades y declarado asambleas permanentes, para exigir aumentos salariales correspondientes a los años 2008 y 2009, pago de las deudas con las clínicas y farmacias de sus seguros médicos y garantías para mantener sus puestos de trabajo.

Las vacas flacas también llegaron a la CVG y por si fuera poco los proveedores suman facturas pendientes. "Nos quedan menos de 20 días de coque", alerta el asesor técnico de Venalum y ex presidente de Alcasa, Ramón Betancourt. La mediación del canciller Nicolás Maduro permitió que la empresa Rain siga despachando el material, a pesar de los 39 millones de dólares que el Estado debe solo a esa firma de India. Pero convencido de que nadie hace mercado con sonrisas y buenas intenciones, Betancourt deja claro que hay que encontrar 160 millones de dólares antes de fin de año.

Rumores

Alcasa no tiene planta de carbón desde hace dos años; la materia necesaria para producir aluminio ahora es una responsabilidad exclusiva de Carbonorca. Es un ejemplo que advierte sobre la decadencia de la Corporación Venezolana de Guayana. Tanto así, que Venalum tiene un déficit de 3.400 repuestos necesarios para reparar desperfectos de sus líneas de producción.

Los pasivos laborales, por su parte, suman todavía más aprietos. Además de las convenciones colectivas, los sindicatos enumeran subsidios y beneficios pendientes. "No tenemos dinero para la gasolina de los vehículos a nuestro cargo y no se están cumpliendo cláusulas como la del bono para los uniformes", lamenta el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Corporación Venezolana de Guayana, Juan Gómez. "Si no se toman medidas adecuadas, creo que de aquí a diciembre se acabará este emporio industrial", agrega Emilio Campos desde el sindicato de Carbonorca.

Son muchas las versiones que aventuran el destino de los famosos 500 millones de dólares. En los sindicatos temen que hayan sido utilizados para otros compromisos. Que si financiaron las plantas termoeléctricas, el reactor nuclear recién adquirido por Carbonorca o las nóminas de los contratos externos. Que si subsidiaron la reconversión de los mineros ilegales del estado Bolívar, e incluso que a lo mejor sirvieron para terminar de cancelar la última estatización de la CVG.

Rumores. En realidad no hay quien precise lo que pasó. "El nuevo ministro (José Khan) me dijo: 'Mira, José Luis, es que no consigo ese dinero", confiesa desde Puerto Ordaz, y al otro lado del teléfono, el dirigente sindical de Bauxilum, José Luis Morocoima.

Mutis

Tras toda esta retahíla de denuncias descansa el fantasma de la ruina. Las industrias básicas son el sostén de Guayana y a diferencia de la minería, fortalecen los puestos de trabajo formal, no generan consecuencias ambientales ni epidemias sanitarias. Por eso los 500 millones de dólares desaparecidos, escondidos o -en todo caso- evaporados son punto de honor en esta historia. ¿Cómo es que nadie responde por el dinero de una cuenta que hubiera podido llenar 625 maletines como el de Guido Antonini Wilson?

Rodolfo Sanz no ha dicho nada. Guarda silencio desde el día en que salió del Ministerio; no hay forma de que tan siquiera atienda el teléfono. Su nombre sonaba como precandidato del circuito Guarenas-Guatire a la campaña electoral del Partido Socialista Unido de Venezuela, pero no fue posible contactarlo a través de esa organización política ni de las alcaldías de esos municipios.

En el Ministerio de Industrias Básicas y Minería tampoco dan luces de él. Aun así, los datos de la cuenta a su cargo fueron filtrados desde el propio Gobierno. Es lo que dicen en los sindicatos de la CVG, y no es difícil de creerlo cuando la denuncia anexa una copia de un fax enviado el 4 de septiembre del año pasado desde el número telefónico 0212-977.73.99, en el que se giran instrucciones para depositar en la misma cuenta de Líbano, que ha dado tanto de qué hablar.

El nuevo ministro tampoco se ha referido al tema. Hasta ahora no hay quien precise el rumbo del barco, pero una cosa está clara: será muy difícil cumplir los contratos que Sanz firmó con transnacionales como Glencore, Noble y Sumtex.

Sobran declaraciones que ponen en tela de juicio esos acuerdos. "Hipotecaron la industria", asegura el dirigente sindical y candidato por la Oposición a la Asamblea Nacional, Henry Arias. "Nos preocupa el monopolio y los sobreprecios que pueda haber en estos negociados", añade Morocoima. "Se están privilegiando a empresas sin ningún tipo de licitación", concluye la diputada, por el estado Bolívar, Pastora Medina. Y no se trata de juicios aislados: el propio presidente de la República, Hugo Chávez, oyó gritos en contra de los contratos de Glencore, en medio de la cadena nacional que ofreció el pasado 16 de mayo desde el estado Bolívar.

Vetado

Ninguno de los contratos de venta a futuro pasó por el filtro de la Procuraduría General de la República, tampoco por los canales de la Asamblea Nacional. Ni siquiera hubo una convocatoria pública. Betancourt recuerda que hasta no hace mucho el nombre de Glencore estaba vetado en las industrias básicas.

"Cuando fui presidente de Alcasa, recibí una orden -en una reunión del directorio de la CVG- de ni siquiera aceptar en mi oficina a Roberto Wellisch ni a ningún otro directivo de la empresa Glencore", asegura. "Yo no creo que el ministro Rodolfo Sanz haya pensado en el país y en la Revolución; no entiendo qué pasó pero presumo un guiso, una olla grande. Nadie lo ha dicho pero todo el mundo lo siente".

A contracorriente de otros gobiernos amigos, las autoridades nacionales garantizaron a Glencore una buena tajada del aluminio venezolano. "Evo Morales se convierte en el azote de la compañía suiza Glencore", tituló una nota en la última edición de la revista América Economía, para ilustrar las expropiaciones y medidas que ha sufrido esa empresa en Bolivia. Al menos en esta historia, Caracas y La Paz no bailan el mismo ritmo.

Preguntas

Glencore se llevó un buen contrato justo en momentos en que la prensa argentina señala al representante de esa empresa en Venezuela, Roberto Wellisch, como la cabeza de otra empresa en tela de juicio: Palmat, investigada por un tribunal argentino, por cobrar porcentajes de hasta 20% a empresarios de ese país, que ofrecieron productos y servicios al Gobierno nacional.

"La información que tenemos es que Wellisch es amigo del Gobierno y tiene que ser así porque de otra forma no se explica que se lleve los mejores contratos del aluminio", afirma la diputada Pastora Medina. "El asunto es que no se puede comprometer de esa manera el futuro de una industria del Estado y menos con una estadística muy baja del precio del aluminio".
No fue posible contactar a Wellisch pero del otro lado de la moneda, quienes denuncian el contrato de Glencore a viva voz o protegidos bajo el anonimato, reconocen que lo importante es que el dinero aparezca. Mientras eso ocurre, ya se anuncian salvavidas: el presidente de la República adelantó el pasado 16 de este mes un plan para reflotar las empresas.
En cadena nacional, anunció el desembolso de recursos y pidió al ministro para la Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, colaborar en todo este proceso. Exigió, además, eliminar cualquier vestigio de ineficiencia y corrupción en las industrias básicas y advirtió, por su parte, que la CVG y sus 17 compañías no pueden continuar existiendo a costa del Estado.
"Tenemos que acabar con el despilfarro, estas empresas tienen que darle ganancias al Estado", dijo. "¿Cómo se puede justificar que tenemos minerales, oro, tamañas empresas y al final del proceso hay pérdidas?", preguntó. Y no es el único acertijo que queda en el aire. Bien sea a gritos o en susurros, todo el que atiende un teléfono en la CVG, repite y repite la pregunta que reposa en la Fiscalía Superior de Bolívar: "¿Dónde fueron a parar estos fondos?".



FUENTE: El Universal

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