domingo, 11 de diciembre de 2016

LA CRIMINAL ESTRATEGIA DE MADURO

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         FERNANDO OCHOA ANTICH

EL NACIONAL

Al definir una estrategia política como criminal, es obligante señalar las causas por las cuales se caracteriza de esa manera. Un presidente de la Republica que prefiere sacrificar a su pueblo, sometiéndolo a todo tipo de penurias, con el fin de preservar el poder, sosteniendo que lo hace para defender una supuesta revolución que ha sido la causante de la tragedia nacional, merece el rechazo de la sociedad, la exigencia perentoria de la cesación de su mandato y un severo juicio de la historia. El mantenerse en la Presidencia de la República mediante una nefasta política económica que ha reducido hasta niveles inaceptables la posibilidad de supervivencia de los venezolanos con una mentira como la guerra económica, impedir la posibilidad de que sea abierto un canal humanitario que contribuya a paliar las ingentes necesidades de los ciudadanos como la reciente oferta de la Iglesia Católica a través de Cáritas, el sometimiento a sus adversarios políticos al encarcelamiento, el vejamen y la tortura, el haber provocado la partida de tantos connacionales a través del exilio político y de la necesidad de lograr mejores condiciones de vida y la terrible cifra de muertes ocasionadas, tanto por la delincuencia como por las instituciones de seguridad del Estado, sin que se tome medida alguna para evitarlo y contrariamente se incremente cada día y otras razones que por el limitado espacio no desarrollo, es un deber moral calificar esa estrategia de criminal.
Esa estrategia es de por sí criminal porque busca preservar el poder, conociendo de antemano que ha perdido su legitimidad de ejercicio al no aceptar rectificar su estrategia económica, creando para justificarse una supuesta guerra económica. También lo es su decisión de rechazar un canal humanitario ofrecido, desde hace varios meses, por la Iglesia Católica, a través de “Cáritas”, conociendo que el pueblo venezolano se muere de hambre y de enfermedades para evitar el desprestigio internacional de su gobierno. Ocurre lo mismo cuando se somete a sus adversarios políticos a la cárcel, a la tortura y al vejamen, de manera injusta, solo por pensar de manera diferente. Casos emblemáticos son las injustificadas prisiones de Antonio Ledezma, de Leopoldo López y los más de cien presos políticos. De igual manera, no es posible olvidar los cientos de exiliados políticos y los millones de venezolanos que han tenido que abandonar nuestro país. No enumero otros hechos porque la lista es infinita. La estrategia de Nicolás Maduro para mantenerse en el poder, es definitivamente criminal.
El objetivo fundamental de la estrategia de Maduro es ganar tiempo para evitar, de cualquier manera, que se realicen elecciones en estos próximos meses. Conoce de antemano que de convocarse a cualquier acto electoral por el CNE, en el tiempo que corresponde, la derrota sería tan aplastante que tendría que entregar el poder. Ese temor fue lo que lo obligó a tomar el atajo inconstitucional de utilizar unos tribunales penales para evitar la recolección del 20 % de las firmas para convocar el referendo revocatorio, ya que de haberse realizado se habrían obtenido más de 12 millones de firmas, lo que hubiese significado en la práctica un referendo revocatorio. Ese fue también el objetivo que se buscó alcanzar al convocar a la elección de alcaldes y gobernadores para el mes de julio de 2017, y no en diciembre de 2016 como correspondía. Al darse cuenta del impacto que habían tenido dichas medidas en la opinión pública y la decisión tomada por la MUD de organizar acciones de protestas que, sin lugar a dudas, podían comprometer la estabilidad del régimen, decidió viajar, casi de incógnito, al Vaticano a convencer al papa Francisco de que era urgente enviar su representante a Venezuela, ya que la oposición había aceptado dialogar con el gobierno si eso ocurría.
La estrategia de Maduro estaba diseñada para mantener largas conversaciones en la Mesa de Diálogo, sin ceder en ninguno de los objetivos exigidos por la MUD: establecer un cronograma electoral para consultarle al pueblo venezolano la solución de la crisis nacional, liberar a todos los presos políticos, reconocer la legitimidad de la Asamblea Nacional  y establecer un canal humanitario para resolver la escasez de alimentos, de medicinas y de otros insumos médicos. Este objetivo se confirmó en una de las tantas y ligeras declaraciones de Maduro: “Los resultados posiblemente surgirán, si es que los hay, alrededor de los meses de marzo y abril”. De ser así, pensaban los asesores de Maduro, se dividiría a la MUD y al mismo tiempo provocaría tal desesperanza en los venezolanos que produciría una importante abstención en las elecciones para gobernadores y alcaldes permitiendo de esta manera que el PSUV pudiera triunfar en un número relativamente importante de gobernaciones, evitando de esta manera una trágica derrota al oficialismo. La primera demostración de que los hechos se iban a realizar de una manera diferente fue la decisión de la MUD de no asistir a la reunión de la Mesa de Diálogo con el gobierno el 6 de diciembre, solo aceptando conversar con monseñor Claudio María Celli. De todas maneras, Nicolás Maduro consideró que la decisión de la oposición no iba a comprometer totalmente su estrategia. Lo inesperado fue la dura carta del secretario de Estado, monseñor Pietro Parolin. Sus firmes argumentos dejaron en el aire las ilusiones continuistas de Nicolás Maduro. Veamos…
Definitivamente, la carta que dirigió monseñor Parolin a Nicolás Maduro produjo una gran molestia en su gobierno y en los sectores más radicales del chavismo. La mejor demostración de esa realidad fueron la declaración del propio Maduro, en la cual mantuvo que “la oposición está tratando de implosionar la Mesa de Diálogo a través de uno de los mediadores” y la de Diosdado Cabello, que solo buscó ofender a la Santa Sede y a los católicos venezolanos, sin ninguna razón, al afirmar que esa carta no representa la opinión del papa Francisco y dedicarse a desvalorizar el significado moral que tiene la presencia del representante del Vaticano en la Mesa de Diálogo, señalando problemas internos de la Iglesia Católica. La causa de la molestia está a la vista. En ella se solicita, con gran fuerza, que se cumplan los acuerdos alcanzados en la reunión del 11 de noviembre y en las mesas técnicas, es decir que se establezca el cronograma electoral discutido para resolver la crisis venezolana; que se restituya a la Asamblea Nacional sus competencias constitucionales; que se libere a todos los presos políticos; y que se establezca de manera inmediata y permanente el canal humanitario para enfrentar la crisis de alimentos y de medicinas. Si estos firmes planteamientos no se realizan a la brevedad, la MUD podrá, como ya lo ha hecho, retirarse de la Mesa de Diálogo conservando una gran autoridad moral. El inmenso costo político lo pagará exclusivamente Nicolás Maduro. En definitiva, la criminal estrategia del régimen fue derrotada, sin mayor esfuerzo, por la hábil diplomacia vaticana y por la constancia y seriedad de la oposición venezolana.

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