domingo, 30 de noviembre de 2014

LABORATORIO SUCIO

Henry Ramos Allup

Sin sorpresa pero sí con una mezcla de asco e indignación, he leído un grueso expediente que rueda profusamente en amplios sectores del país, donde se narra detalladamente, con documentos y hechos comprobables, la existencia de un enorme y sumamente costoso laboratorio de guerra sucia que opera desde el exterior y en Venezuela contra determinados partidos y dirigentes de la oposición. El legajo, publicado ya en pequeña parte por algunos medios y en columnas de opinión, incluye los nombres de las personas que crearon el laboratorio, sus direcciones, financistas, agentes y operadores; organizaciones de fachada; periodistas palangristas tanto venezolanos como de agencias noticiosas internacionales contratados para direccionar u ocultar informaciones según la línea del laboratorio, así como también  blogueros  delincuentes prófugos de la justicia nacional e internacional por delitos de narcotráfico, atraco, violación y lesiones; los fondos con los que financian la porquería provenientes de la corrupción lavado en paraísos fiscales; las conexiones con organismos extranjeros de inteligencia de los cuales también reciben dinero e informaciones contaminadas; el parentesco consanguíneo entre agentes del laboratorio y políticos venezolanos; las conexiones entre todos estos factores, los instrumentos de que se sirven y una larga cadena de etcéteras donde se descubren hasta las relaciones homosexuales entre miembros de asqueroso parapeto. Curioso que ese enorme, costoso y sucio aparato no fue creado para combatir al gobierno del que dicen ser adversarios intransigentes y al que aseveran querer sustituir con los políticos bajo sus órdenes, sino para atacar a los opositores que nos hemos resistido a ser peleles al servicio de esa mafia que por decenios y sin sacar un solo voto saqueó impunemente a este país valiéndose del chantaje a través de los medios de comunicación que una vez poseyeron y desde los bancos que para salvación del público ya no dirigen. Digo sin sorpresas porque llevan tiempo excretando porquerías y lo que hacen y por qué lo hacen ya no es novedad. Lo del asco y la  indignación no amerita ser explicado. No tengo dudas que el ensamblaje de toda la información ha sido hecho por operarios del oficialismo valiéndose, como es su costumbre, de grabaciones telefónicas, delaciones, infiltraciones, sustracción de documentos, intercepciones de correos y demás. ¿Por qué lo hicieron? Obviamente porque al desnudar la podredumbre de supuestos opositores, se demuestra que la oposición como un todo se halla sumamente dividida y ello sirve de paso para que el gobierno disimule su propia fractura interna ya pública y notoria. Las piezas ensambladas son hechura total de un sector de la oposición contra todos los demás que son la inmensa mayoría, por lo cual  nadie podría acusar al gobierno por hacerlas del conocimiento de la opinión pública. Lo que cuenta son los hechos y quienes los perpetran, no quienes los revelan. Una información de contenido veraz no se descarta por la condición de quien la suministra ni por los intereses que tenga al difundirla. Que el laboratorio, la mafia de la que depende y sus fechorías convienen al gobierno, lo comprueba no sólo la circunstancia de que no toca al régimen ni con el pétalo de una rosa, sino que éste en contraprestación protege los lugares donde esos basureros operan, cuyas direcciones son harto conocidas y constan en el mismo legajo que el gobierno ensambló. - See more at: http://acciondemocratica.org.ve/adport/henry-ramos-allup-laboratorio-sucio/#sthash.TL6r8oPG.YEulxYSd.dpuf

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LA DESTORCIDA PETROLERA

EDITORIAL DE EL TIEMPO, BOGOTÁ

Nadie, ni siquiera los analistas más extremos, había previsto una descolgada en los precios del petróleo como la que se agudizó la semana pasada, después de que los países productores vinculados a la Opep optaron por no recortar sus volúmenes de exportación. Como consecuencia, las cotizaciones del crudo se desplomaron y tanto las variedades que predominan en el mercado –la Brent del norte de Europa y la WTI de Estados Unidos– se acercaron o traspasaron la barrera de los 70 dólares el barril. Ello significa un descenso de más del 38 por ciento frente a los niveles alcanzados a mediados de junio.

Los efectos de un cambio tan drástico en un periodo tan breve apenas comienzan a interpretarse. Por ser la principal fuente de energía del mundo, el valor del llamado oro negro tiene profundas implicaciones, que trascienden el ámbito de la economía y los negocios. Estas tienen que ver especialmente con la geopolítica, pues varios regímenes poco afectos a la democracia, los mismos que hasta hace poco habían disfrutado de una larga bonanza, se enfrentan a un futuro complejo.

Colombia, que deriva más de la mitad de sus ventas externas del renglón de hidrocarburos, tampoco está exenta del sacudón. Aunque el sector petrolero representa cerca del 5 por ciento de nuestro Producto Interno Bruto –una proporción que no es muy elevada–, influye mucho sobre la buena salud fiscal o la disponibilidad de divisas. El hecho de que el precio del dólar haya franqueado el viernes la barrera de los 2.200 pesos es una clara demostración de ello.

Pero antes de entrar en disquisiciones, vale la pena entender las causas de lo que está pasando. Para ponerlo en forma esquemática, hay un exceso de oferta, que ha alterado radicalmente el equilibrio de otros tiempos. Según la Agencia Internacional de Energía, el bombeo de crudo asciende a 94,2 millones de barriles diarios, mientras que la demanda es de 92,4 millones. Naciones como Irán no encuentran compradores suficientes, con lo cual se ven obligadas a almacenar sus excedentes en tanqueros en el Golfo Pérsico a un ritmo de 100.000 barriles diarios.

El principal responsable de los sobrantes no es otro que Estados Unidos, que ha adoptado sin timidez el uso de técnicas no convencionales para extraer hidrocarburos. La más conocida es la fracturación de lutitas, nombre genérico que reciben las rocas sedimentarias que se encuentran en el subsuelo, entre cuyos espacios quedan atrapados pequeños yacimientos de petróleo o gas natural. Cuando se aplica presión mediante la inyección de agua y químicos, se producen grietas del espesor de un cabello humano que permiten que el líquido salga a la superficie.

Sin entrar en el debate sobre los efectos ambientales de la práctica, lo cierto es que los estadounidenses pasaron en cuestión de años a tener gas en exceso –algo que ha deprimido los precios y el apetito por el carbón colombiano– y a incrementar su producción petrolera en 80 por ciento respecto al 2008, hasta 9 millones de barriles diarios.

Los pronósticos sostienen que el próximo año agregarán otro millón y que si el ritmo se mantiene podrían volverse exportadores netos antes de terminar la década. Semejante perspectiva constituye un cambio fundamental, pues el principal consumidor del planeta se volvería autosuficiente.

En otras épocas, los socios del cartel de la Opep, que contribuye con una tercera parte de lo que el mundo necesita, se habrían inclinado por recortar su cuota. El problema es que mantener los precios elevados incita a que haya más pozos perforados y a que el problema de la oferta se agrave.

Ese es el motivo por el cual Arabia Saudita convenció a sus socios de no hacer nada y dejar que las cotizaciones caigan. La lógica es que aquellas operaciones con costos elevados o poca capacidad de resistencia tendrán que cerrar la llave, hasta que el flujo se regule.

Hemos entrado, entonces, en una guerra de resistencia, en la cual abundarán los perdedores. Esa nueva realidad constituye un dolor de cabeza mayúsculo para aquellos países que se gastaron la plata de la lotería, entre los cuales se puede mencionar a Venezuela, Nigeria y Rusia. Para el gobierno de Nicolás Maduro, afectado por la escasez de bienes y la falta crónica de dólares, esta situación puede ser el puntillazo final.

¿Cuánto van a durar los precios bajos? Imposible saberlo. Los expertos sostienen que la cosa va para largo, porque el ajuste será gradual y puede llevar a cotizaciones aún más bajas que las actuales.

Por tal motivo, Colombia tiene que prepararse para lo peor. El plan de choque anunciado por el presidente Juan Manuel Santos el viernes pasado es bienvenido, pero posiblemente deberá ser complementado con decisiones adicionales, que necesitarán incluir tanto la debida austeridad como las medidas contracíclicas.

Tenemos cómo enfrentar los vientos en contra, pero para eso se requiere una buena dosis de realismo. De lo contrario, si creemos equivocadamente que esta es una crisis pasajera y no se dan las señales correctas en favor de la inversión, nos expondremos a un escenario tan oscuro como el del petróleo, que ahora nos juega una mala pasada.

EDITORIAL
editorial@eltiempo.com.co

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ENTREVISTA A BARRY EICHENGREEN

                 

“El riesgo de una tercera recesión en Europa es muy real”



Barry Eichengreen es profesor de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de Berkeley. Experto en el mercado de divisas, es el historiador económico de mayor prestigio en EE UU. Visitó recientemente España para dar una conferencia en el Instituto Figuerola de Historia y Ciencias Sociales.
Pregunta. ¿Es optimista con la situación económica mundial?
Respuesta. Es difícil ser optimista en este momento. Si exceptuamos a EE UU, que lo está haciendo relativamente bien, y Reino Unido, es complicado encontrar otra región del mundo donde la situación económica no sea decepcionante.
P. ¿Ve posible que Europa caiga en una tercera recesión?
R. Sí, ese riesgo existe. Incluso en Alemania hay una desaceleración de la actividad. La deflación en Europa no es un problema a medio plazo, sino que ya está aquí. Las medidas que se están adoptando para combatirla, con estímulos fiscales por los Gobiernos y estímulos monetarios por el Banco Central Europeo (BCE) son pocos y llegan quizás demasiado tarde. Para hacer frente a la deflación hacen falta decisiones más traumáticas, pero Europa no está organizada para ello, su estructura no permite actuar de la forma tan decidida que la situación requiere. El riesgo de una tercera recesión, acompañada de un entorno deflacionista, es muy real y preocupante.
P. ¿En qué medida el empeño de Alemania por la austeridad está detrás de esta debilidad?
R. Uno de los problemas de la crisis es que Alemania ha tenido un diagnóstico distinto de los problemas. No admitieron que se adoptase una política de doble dirección: por un lado incentivar la oferta a través de reformas estructurales; y por otro facilitar la demanda mediante más gasto público. Los alemanes no creen en una demanda mayor. Sin embargo, su posición se ha debilitado en los últimos meses, porque su economía también está más débil y porque las facciones contrarias a la austeridad en otros países se están fortaleciendo. La Comisión Europea, por ejemplo, ha permitido a Italia y Francia cierto margen con el déficit. A Alemania no le gustó esta decisión, pero no pudo hacer mucho para cambiarla.
P. Atravesamos una fase bipolar en cuento a las políticas monetarias. EE UU empieza a retirar liquidez del sistema, mientras que Europa acelera la aplicación de los estímulos. ¿Qué consecuencias puede tener esta situación?
P. ¿Qué tendría que pasar para que el BCE activase un Quantitative Easing como el de la Fed?R. En primer lugar, es lógico que las políticas de estas economías sean diferentes porque sus perspectivas de crecimiento también lo son. Dicho esto, hay que advertir que las consecuencias de este mundo bipolar son dos. En primer lugar, hay un impacto en los tipos de cambio. En los últimos meses ya hemos visto una depreciación del euro frente al dólar. Creo que la moneda europea solo caería más si no se cumplen las expectativas del mercado, es decir, si la Reserva Federal (Fed) subiese los tipos antes de tiempo o si el BCE fuese más allá en su programa de compra de activos. Me sorprendería que alguno se saliese del guión. La segunda consecuencia es que el mercado bancario mundial tiene al dólar como referencia. La retirada de estímulos de la Fed no podrá ser compensada por las inyecciones del BCE y el sistema necesitará más liquidez. Auguro más turbulencias en los mercados emergentes.
R. El principal requisito es que pase el tiempo. Ni una recesión en Alemania haría cambiar ahora de opinión a sus líderes. El BCE tiene una hoja de ruta, va a ir dando pequeños pasos en la compra de activos hasta llegar a adquirir un número muy reducido de bonos públicos en 2015. Eso debería servir para alejar de la mente de los alemanes el miedo a la hiperinflación. Pero insisto, el problema ahora no la inflación sino la deflación y para combatirla hay que tomar decisiones radicales como las del Banco de Japón. El BCE no es capaz de hacerlo porque tiene un consejo muy amplio y no quiere enfrentarse a la opinión pública alemana. Es como un gran tanque al que le cuesta horrores cambiar de dirección.
P. En el sistema todavía hay mucha liquidez. ¿Hay riesgos de que alguna burbuja estalle?
R. Algunas Bolsas, sobre todo en EE UU, ha subido mucho en un entorno donde, aunque hay crecimiento éste no es exagerado. Además, en el mercado inmobiliario de Reino Unido, China o en algunas zonas de EE UU como California, los precios están en niveles próximos al inicio de la crisis. Si los tipos suben antes de lo previsto algunas de esas burbujas pueden estallar. La buena noticia es que los reguladores están ahora despiertos y han tomado medidas. Eso quiere decir que aunque esas burbujas se desinflen y causen problemas éstos no serán tan graves como en 2007.
P. Cada cierto tiempo vuelve al mercado la posibilidad de una guerra de divisas. ¿Por qué? ¿Cree que estamos inmersos ya en una de estas guerras?
R. En las economías desarrolladas no hay una guerra de divisas. Japón, Europa y EE UU quieren que los tipos de interés sigan bajos para estimular sus economías. La inflación ahora mismo no es un problema y bajan tipos con el consiguiente debilitamiento de sus monedas. Si todos lo hacen al mismo tiempo no hay movimientos agresivos en el mercado de divisas. Creo que eso es sano y constructivo. El problema viene para otro grupo de países como los emergentes. Ellos no pueden bajar los tipos porque tienen problemas inflacionistas, sistemas financieros más débiles y unos bancos centrales con menos credibilidad que los de los países desarrollados. Eso se traduce en unas monedas demasiado fuertes para sus necesidades.
R. La situación financiera del país va a peor. Rusia está abocada a imponer controles de capitales y de tipos de cambio. La gente ha perdido la confianza en su economía y la tentación es llevarse el dinero fuera del país. Para llegar a esta situación se han sumado varios factores: las sanciones, la política errática del Gobierno y la caída de los precios energéticos.
P. ¿Dónde puede desembocar la montaña rusa en la que se ha subido el rublo ruso?
P. Usted es historiador. Con la perspectiva que dan los años, ¿fue un error lanzar el euro sin una unión política y fiscal?
R. Es fácil acertar cuando revisas el pasado. A su pregunta le diré que sí, fue un error crear una unión monetaria sin unión bancaria y política. Eso ya no se tiene remedio y de lo que se trata ahora es de que el euro funcione. Los pasos hacia la unión bancaria son positivos. Sin embargo, deben venir acompañados de una mayor integración fiscal y de cambios políticos como la elección directa del presidente de la Comisión Europea. No debe haber acuerdos entre bambalinas para elegir a los representantes.
P. ¿Cómo será el mundo posterior a la crisis?
R. Creo que debe haber un debate acerca de cuánto Gobierno necesitamos para tener una sociedad más justa y un funcionamiento económico más adecuado. En EE UU muchos pensamos que el Gobierno debería ser más fuerte, con menos limitaciones, para proporcionar un mejor sistema sanitario y educativo o una mayor inversión en infraestructuras. En el caso europeo quizás se necesite menos Gobierno, pero más eficiente. También debemos abrir un debate sobre si las reformas y la regulación financiera son suficientes para asegurar que no vamos a tener una crisis como la que acabamos de dejar atrás. Espero que las reformas en este sentido no se hayan acabado.
P. Una de las consecuencias de la crisis ha sido el aumento de la desigualdad. ¿Qué se podría hacer para reducirla?
R. Yo diría que ha sido una de las consecuencias de la crisis, pero también una de sus causas. En función del país se podrían tomar medidas diferentes para corregir la desigualdad. En EE UU habría que utilizar la política fiscal: los ricos apenas pagan impuestos. En Europa lo que se necesita es generar crecimiento económico.

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DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS


Hector E. Schamis

Fue el tema del simposio organizado por el Club de Madrid y el Centro Robert F. Kennedy para la Justicia y los Derechos Humanos. Dos días y medio de análisis y debate, basados en la premisa que existe una fuerte correlación entre la democracia y la vigencia de los derechos humanos. Al decir de los activistas: cuando los derechos humanos se respetan y se refuerzan, se construye ciudadanía democrática.
Sin duda, pero en 2014 esa correlación no es promisoria. Intelectualmente, no puede sorprender del todo si se tienen presentes los ciclos históricos en el debate y en la propia evolución de la democracia como proceso histórico de cambio social. Piénsese en la entre guerra, cuando la idea de democracia era débil frente al fascismo y el comunismo, ideologías contrarias entre sí pero igualmente anti democráticas. La posguerra, el plan Marshall y la reconstrucción de Alemania y Japón cambiaron el clima en favor de la democracia, reforzado a su vez por la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948.
En los cincuenta la Guerra Fría significó otro impasse, hasta los sesenta cuando una verdadera explosión de sociedad civil produjo una importante expansión de la esfera pública. La literatura de los setenta, en contraste, fue sobre “la crisis de la democracia”. De hecho le atribuyó a aquella explosión de sociedad civil responsabilidad por la sobrecarga del sistema político. Crisis fiscal, de legitimidad y de gobernabilidad fueron los términos en boga en Europa, Japón y Estados Unidos. Ilustraban un generalizado desencanto con la democracia.
En realidad esos términos tenían aún más sentido en América Latina, donde no había democracia alguna. El caso extremo fue el de las dictaduras del cono sur, que intentaban resolver crisis similares pero clausurando la democracia por completo, con el terrorismo de estado como instrumento. La externalidad positiva del horror fue haber motivado el surgimiento de coaliciones de derechos humanos entre grupos de la sociedad civil y organizaciones internacionales, especialmente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La jurisdicción universal y la no prescripción se hicieron norma, ambos como condición necesaria.
Ello coincidiría con la tercera ola democratizadora. Iniciada con la Revolución de los Claveles de 1974 en Portugal, la ola se expandió por Grecia y España para luego arribar a América Latina en los ochenta. Allí llegó como correlato indispensable de la agenda y el movimiento de derechos humanos. Fue la reacción de la sociedad ante la tortura, el asesinato y la desaparición, un verdadero cambio cognitivo. La democracia liberal—tantas veces denostada por la izquierda por aquello de “democracia burguesa”—habría protegido los derechos de las víctimas de las dictadura, muchos militantes de izquierda precisamente. La lección para ellos fue descubrir el socialismo reformista y democrático, como en Escandinavia.
La ola pasó por Filipinas, Corea y Taiwán a fines de los ochenta, coincidiendo luego con el fin del régimen de Pinochet y la caída del Muro de Berlín. El fin del comunismo, la reunificación alemana y la disolución de la Unión Soviética concluyeron la Guerra Fría. La agenda fue de derechos humanos en Europa también. El contrato social del comunismo—comer, pero sin hablar ni votar—había sido masivamente rechazado y la Unión Europea se extendió hacia el este. La democracia se convirtió en norma global y la paz democrática parecía haber llegado para quedarse.
El terrorismo de septiembre de 2001, sin embargo, evaporó la utopía de la paz democrática. El mundo volvió a ser un lugar ingrato, inhóspito. Estados Unidos invadió Irak con una justificación falsa, Guantánamo y Abu Ghraib fueron una bofetada en la cara de los derechos humanos. Europa entró en una desaceleración de su economía, transformada en recesión a partir de la crisis de 2008. La crisis reveló las incoherencias de un Banco Central supranacionalque emite moneda pero que no tiene control del gasto y el endeudamiento nacional. El desempleo amplificó la xenofobia y la consecuente discriminación profundizó la erosión de derechos.
El retorno de los viejos nacionalismos europeos—siendo el ruso, militarizado, el más peligroso de todos—deja sin cumplir el sueño de una Europa unida, en paz y democrática. Coincidió además con el comienzo y súbito final de la cuarta ola, el movimiento democrático en el Medio Oriente. Con la excepción de Túnez, ninguno de ellos pudo llegar a la democracia y en algunos, peor aún, la ola terminó en un despotismo más brutal que el anterior, por ejemplo en Egipto.
América Latina pasó por este periodo con los términos de intercambio más favorables de su historia. La prosperidad generó enormes recursos fiscales. Ello alimentó sueños de perpetuación, reescribiendo constituciones a la medida de ese objetivo. Inevitablemente, eso sirvió para concentrar enormes recursos de poder en el Ejecutivo, a expensas del Legislativo y de la independencia del Poder Judicial, facilitando además la colusión entre el poder político y el crimen organizado.
La consiguiente violación de derechos se ha normalizado y generalizado, sean estos de políticos de oposición, periodistas críticos o activistas de la sociedad civil. La restauración de viejas concepciones de soberanía—la retórica del nacionalismo y la no injerencia en asuntos internos—no son más que racionalizaciones discursivas para evitar la fiscalización externa. La OEA aceptó esas viejas concepciones, abdicando así de sus funciones de intervención. De esa manera es como se ignoran en la región los tratados internacionales en la materia, supuestamente de cumplimiento obligatorio.
La tercera ola comenzó cuarenta años atrás, en abril de 1974. Será cuestión de generar las condiciones para que el ciclo vuelva a cambiar. Recordar la universalidad de la jurisdicción en materia de derechos humanos, la no prescripción, la obligación de intervenir ante las violaciones y la necesidad de un orden constitucionaldemocrático (no cualquier tipo de orden constitucional) siguen siendo las prioridades intelectuales. Articular estos principios en coaliciones de la sociedad civil y las organizaciones internacionales es la estrategia a desarrollar, como entonces, como siempre.
La democracia esta erosionada y la agenda de derechos humanos, en retroceso. En más de un sentido, habrá que volver a empezar.
Twitter @hectorschamis

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EXTREMOS   (Extracto)

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Leonardo Padrón

El episodio: una movilización llamada “La marcha del millón de máscaras” tenía previsto desembocar en el borde de la Plaza Altamira, el mismo lugar donde ese día ocurría la clausura del Festival de Lectura de Chacao. Las máscaras no llegaron al centenar pero igual activaron la inmediata respuesta de la GNB. Algo previsible dado el instinto represivo del régimen. La convocatoria, además de poco exitosa, desembocó en la clausura precipitada del festival y en el unánime malestar de editores, escritores, lectores y paseantes. Un clima de autogol inundó el aire. El rechazo apareció también en formato 2.0. Entonces, furiosos tuiteros de la resistencia extrema, apostados bajo seudónimos, intentaron una masacre cibernética contra gente que, en rigor, convive con ellos en el mismo lado de la decepción que es hoy este país.
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Trate usted de no cuestionar nada que haga la oposición radical. Será radicalmente vapuleado. Con la velocidad de un chasquido de 140 caracteres pasará a ser un traidor, un colaboracionista, un patriota cooperante y, en mi caso, un pusilánime escritor que solo acecha por los portentosos dividendos que le dará la venta de sus libros en una plaza. (Por cierto, no conozco un solo autor venezolano que viva exclusivamente de sus derechos de autor). Al parecer de este grupo, solo es válida la protesta de calle, máscara o capucha mediante. Si usted no tiene el rastro de un perdigón en su rostro, si no ha caído preso en la turbamulta que confunde a estudiantes con infiltrados y mercenarios, si se atreve a ir a una obra de teatro en vez de trancar su propia calle, será síntoma evidente de que es un conformista, una escoria camuflada, un oficialista encapillado que no le importa la falta de reactivos químicos ni la violación de los derechos humanos. 
No basta todo lo que haya escrito o declarado sobre los venezolanos asesinados, los estudiantes torturados, los presos políticos o la libertad de expresión. No importan las marchas acumuladas en sus zapatos. No cuentan los ataques recibidos en cadena nacional por el propio Nicolás Maduro, su gabinete ministerial, sus hackers y anclas televisivas. No bastan las amenazas de muerte. Su verbo solo servirá escrito en una pancarta, envuelto en una capucha y al ras de una bomba molotov. El resto es basura.  
¿Saben cuántos artículos de sus viernes le ha dedicado Laureano Márquez a la lucha por la democracia? ¿Saben de las multas millonarias que ha debido pagar? ¿Imaginan la faena diaria que durante 25 años ha librado César Miguel Rondón por sumar decencia a este país desde su cabina de radio? ¿Saben de los 18 juicios que le ha montado el gobierno a Ibéyise Pacheco? ¿Sospechan a lo que se ha expuesto el periodista Chuo Torrealba desde sus programas de radio o televisión? (Por cierto, ahora, como es el secretario general de la MUD ha perdido, para los radicales, toda credibilidad y consistencia.) Según parece, solo son dignos de encomio los “guerreros” de la Plaza Altamira. Son poco menos que Los Templarios. Los únicos que realmente han dado la talla en esta larga contienda contra el autoritarismo revolucionario. 
El calibre de los insultos que se puede recibir de estos héroes de la resistencia parece un calco del usado por la “Tropa” chavista para embestir a la oposición: atacan en masa, difaman, exhiben la misma procacidad, farfullan los mismos adjetivos.
¿Será que ya el país entero se ha demonizado en un solo discurso de violencia?
Los extremos se tocan la punta de los labios.   
            
***

Uno de los mayores orgullos que ostenta el país democrático en estos tiempos turbios es el coraje demostrado por los jóvenes estudiantes. Han dejado el pellejo en la contienda. Sería inaceptable no valorar su arrojo. Pero, lo dicho, son tiempos turbios. Incluso en las entrañas de la lucha estudiantil hay serias confrontaciones. Disputas de fondo sobre la forma. Es un error empaquetar a todos bajo la misma insignia. Como me apuntó un joven y resonante líder: “El movimiento estudiantil es una figura que muchos usan para intereses particulares. Por eso en las actividades que hacemos ponemos los logos de los centros de estudiantes respectivos”. Vale la pena preguntarse si al menos una de las 40, 60, 80 personas que protestaron ese día ostentaba algún logo de la UCV, USB, Unimet o Ucab, por ejemplo. ¿Representaba ese grupo al movimiento estudiantil o quizás a un sector muy puntual con el cual los primeros –por cierto– han tenido no pocos desencuentros?

***

 Escribió Sinar Alvarado: “Altamira, en Caracas, es el inofensivo patio de juegos de ciertos “guerreros” antichavistas. Que vayan a Fuerte Tiuna si son tan guapos”. Pero tales personajes arguyen que Altamira es un símbolo. Y así escamotean riesgos más “heroicos”. Aunque pareciera que Caracas está cansada del ritornello sobre el cemento de la pobre plaza. 
En todo caso, un festival de libros es una lúcida forma de hacer contrapeso a los que monta el gobierno, donde el 80% del material bibliográfico es ideología dura. Tan claro tiene el régimen el tema que ha producido abundante material impreso para diseminar el credo bolivariano y ciertas telarañas marxistas. Cada palabra de Chávez ha sido editada y regalada en millones de ejemplares para agudizar el adoctrinamiento.
En ese festival, vacuo para cierto sector, se expusieron libros de autores que intentan combatir la mediocridad imperante, asomar un poco de sintaxis, ciudadanía y contexto histórico a este desquiciado jeroglífico que hoy somos. 
Cuando un ciudadano desprecia el rol de los libros en la construcción de la sociedad se está colocando al margen de la civilización. Así de simple. 
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LA MAYOR DE LAS POBREZAS

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   Elsa Cardozo

La corrupción se asoma en estos días en abundantes noticias. La muestra cercana más reciente de escándalos es tan diversa como las reacciones de los gobiernos, y al juntar lo uno y lo otro se revelan los trazos más y menos gruesos de una línea de pobreza que alcanza entre nosotros cotas sin precedente, mucho más altas que las del empobrecimiento material, que ya es bastante.
El caso que involucra a Petrobras en sobornos millonarios, con sus 4.000 millones de dólares, equivale a casi diez veces lo calculado para el caso del “Mensalão”, la operación de compra de votos que llevó a prisión a personas de primera fila del gobierno, el partido y la alianza de Lula da Silva. Los ilícitos del caso “Lava-jato”, que involucran a partidos políticos y empresas constructoras de grandes obras de infraestructura entre 2003 y 2012, se produjeron siendo Dilma Rousseff ministra y miembro del directorio de Petrobras y, luego, bajo su primera presidencia. La señora Rousseff ganó la reelección conociéndose ya las primeras pistas sobre el proceso judicial que hasta ahora suma dieciocho detenciones y algunas devoluciones de dinero. Si algo la ayudó y sigue ayudando es que no ha descalificado la denuncia que tan cerca la toca en un momento delicado y ha mostrado respeto por la actuación independiente de la justicia.
En México, en torno a las desapariciones, muertes y fosas de Iguala, se han revuelto graves denuncias de corrupción: desde la asociación de las autoridades civiles, policiales y militares con el crimen organizado, hasta las que han obligado al Presidente a publicar su declaración jurada y a la señora de Peña Nieto a dar explicaciones sobre sus propiedades. Oscuridades y opacidades por aclarar quedan muchas, pero lo cierto es que la presión interior y exterior han hecho costosa para el gobierno mexicano la posibilidad de colocar tales asuntos en segundo plano o disolverlos en rutinas burocráticas y promesas huecas.
Las acusaciones sobre las conexiones entre la empresa que maneja los hoteles de la familia Kirchner y las actividades de una empresa constructora lucen de escala menor a primera vista: falta de balances e información sobre los miembros de su directorio. Pero el caso apunta a lavado de dineros públicos, de modo que revuelve la cuestión del ostensible enriquecimiento familiar durante los mandatos de la señora Fernández y su marido. En lugar de propiciar la investigación y actuación judicial que aclare, su equipo ha optado por profundizar el enfrentamiento de poderes, confirmando así el empobrecimiento institucional argentino, esa terrible faceta que acompaña a las pretensiones del poder absoluto.
En esta lista de países, de malos a peores en cuanto a daños materiales e institucionales de la corrupción, noticias recientes confirman el pésimo lugar de Venezuela: desde lo de seguir necesitando e inflando el salvavidas chino, pasando por el irritante y revelador caso de la niñera, la sordera a las recomendaciones y peticiones internacionales de liberación de estudiantes, alcaldes y dirigentes políticos presos sin fundamento, los nuevos casos contra parlamentarios, la reiteración de la grave acusación contra María Corina Machado y la continuación del desastre en la cárcel de Uribana. La pobreza más grave que padecemos no es la que resulta de la dilapidación y apropiación privada de la abundancia, sino la destrucción de las instituciones de representación, contraloría y justicia.

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TIEMPOS DE POPULISMO


      Tulio Hernandez

¿Qué tienen en común la emergencia de Podemos y su líder Pablo Iglesias en España, del alcalde Petro en Bogotá y de Marine Le Penn en Francia? Primero, independientemente de sus ideologías -Iglesias ubicado en una izquierda con un presente tufo marxista, Petro en una izquierda que se asume democrática, y Marine Le Pen en los extremos de la ultraderecha- que las tres opciones significan el renacimiento, reciclado y fortalecimiento del populismo como estrategia, ideología y modo de gobierno.
Segundo, especialmente en el caso de Iglesias y Petro, que el nuevo populismo, si elige el camino iniciado por Chávez y su proyecto rojo, podría venir asociado a esos nuevos modos de ejercer el totalitarismo que provisoriamente hemos llamado neoautoritarismo.
Y tercero, que los tres son una consecuencia directa de las desigualdades sociales y, en el caso de España, de la incapacidad del actual modelo para solucionar los grandes problemas nacionales, el distanciamiento de los partidos con el ciudadano común y la evidencia generalizada de las prácticas de corrupción y esquemas de privilegios de sus élites gobernantes.
Muchos analistas y dirigentes políticos respetables han llamado la atención sobre el fenómeno. En Colombia el escritor Plinio Apuleyo Mendoza lleva largos años alertando sobre lo que considera una amenaza chavista para su país. En España, ha sido el propio Felipe González, uno de sus políticos más experimentados y mejor formados, quién ha encendido la alarma. Y en Francia voces del mundo académico alertan sobre el peligroso coctel populismo más nacionalismo que anima a la hija del otrora líder máximo de la derecha.
La presencia en Podemos de Monederos y otros asesores de los gobiernos de Hugo Chávez que todavía piensan en clave del estatismo marxista nos produce a los venezolanos demócratas un escalofrío por lo que pudiese significar de descalabro, más descalabro aún, para la economía y la convivencia pacífica en España. Propuestas como no pagar la deuda o triplicar los sueldos son muy simpáticas entre el electorado, pero si no están sustentadas en acondicionamientos estructurales de la economía, pregúntenle a los argentinos y venezolanos, terminan perpetrando más daños -inflación, pérdida de empleos, déficit fiscal- que los beneficios que pretender generar.
Igual ocurre con la estrategia de Petro. Su gobierno en la Alcaldía de Bogotá ha significado un gran retroceso en la gestión de una ciudad cuya administración durante la saga Mockus y Peñaloza, se había convertido en modelo y referencia internacional. Sin embargo, cuenta con una gran simpatía en los sectores más pobres en dónde ha concentrado su atención.
¿Qué les ofrece Petro? Pues tarifas bajísimas en los servicios públicos, rebajas en el transporte público, viviendas propias no importa su calidad ni ubicación. La ciudad está cada vez peor gestionada pero el apoyo popular no pasa por allí.
Sea cual fuere la causa, el retorno del populismo es la evidencia de que la desigualdad hace estragos, que vastos sectores de la población están profundamente descontentos y los discursos de los partidos políticos tradicionales agotados. Si no se logran construir proyectos alternativos que conecten con esos sectores descontentos y les garanticen una vida mejor, la mesa está servida para la cena triunfante de salvadores de la patria, mesías y otros santones diestros en el manejo de la esperanza populista y el resentimiento redentor.
Es más o menos lo mismo que ha ocurrido en Venezuela. Existe una actividad opositora entrada básicamente en la defensa de la democracia y el cuestionamiento del modelo económico que ha empobrecido la nación y destrozado su aparato productivo. Una oposición “anti”. Pero no se ha logrado construir un proyecto de futuro convincente, un proyecto popular potable que emocione a las mayorías excluidas demostrando que se puede construir un futuro que acabe con las profundas desigualdades sin sacrificar la democracia y las libertades, y que genere equidad sin sacrificar la propiedad, el bienestar económico y la generación de riqueza.  

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EL ENIGMA LUCENA

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Alberto Barrera tyszka

¿A veces sientes que te invade la sensación de que no entiendes bien lo que está ocurriendo a tu alrededor? ¿Te sientes de pronto desconcertado con todo lo que pasa? ¿Percibes con frecuencia que eso que llaman realidad no es más que un permanente desencuentro contigo? ¿Descubres, de repente, que ya llevas demasiado tiempo en modo de desazón, sin encontrar un rumbo, sin saber a qué atenerte, qué esperar del presente y del futuro? No te angusties. No es un problema personal. Todos estamos así. En este país, la confusión es un método.
Margarita López Maya lleva ya meses de militante apostolado recordándonos la importancia crucial que tiene la elección de un Consejo Nacional Electoral ajustado a derecho, que garantice el equilibrio y la transparencia de los procesos comiciales que están por venir. Como bien lo señala, se trata de una “prioridad absoluta”. Sin un CNE independiente, en el contexto de conflictos que vivimos, la legitimidad del Estado será cada vez más frágil, el futuro de la sociedad –más allá de los bandos y de las posturas ideológicas– estará condenado al fracaso.
Por eso mismo resulta tan peligrosa y suicida la forma en que pareciera que se está manejando todo el proceso de selección de las nuevas autoridades del árbitro electoral. Por momentos, se puede sentir que estamos ante un sistema dedicado deliberadamente a producir ambigüedades. El caso de la inclusión o no, a última hora, de Tibisay Lucena y Sandra Oblitas es un buen ejemplo.
Parece un relato de misterio. El enigma Lucena. Cualquier ciudadano común, que es en definitiva el sujeto protagónico de todo evento electoral, solo puede ejercer la perplejidad ante el desorden de informaciones que se dan sobre el tema. La falta de transparencia existe desde el instante mismo en que aparece la noticia. De pronto, en algún medio se cuela que, en la raya final, de manera inesperada, la presidenta del actual CNE inscribe su nombre en la lista de postulaciones. De inmediato, comienza a agitarse la orgía anónima de las redes sociales. Es el festival de la histeria. Se reparten insultos y acusaciones cada dos segundos. Se dice que es una noticia fabricada. Luego aparece la propia Lucena, en una supuesta cuenta de Twitter, desmintiendo la información. Después se afirma que Lucena no tiene cuenta de Twitter. Luego, algunos periódicos reseñan el hecho, confirmando de esta forma que existe cierta certidumbre. Después, Blanca Eekhout, alta funcionara de la oligarquía, asegura en un programa de radio oficial que Lucena tiene derecho de volver a aspirar a su cargo. Más tarde, la oposición hace una denuncia que el oficialismo ignora. El poder actúa como si no hubiera conflicto, como si nada estuviera pasando. El ciudadano común mira de lado y lado. Sin saber a quién creerle. Sin entender qué sucede realmente. Ya es víctima del nuevo CNE.
No se trata de un detalle menor. Es un caso particular y trascendente. Tibisay Lucena es una figura polémica. Pasó años construyendo una imagen de personaje sensato, más apegada a la lógica de los números que al fervor ideológico. Llegó incluso a manejarse con cierta sorna ante cualquier reclamo. Se presentaba como la contundencia estadística ante la eterna paranoia opositora. Sin embargo, su parcialización política a favor del partido de gobierno se fue haciendo cada vez más pública e indiscutible. Su brazalete a favor del golpe del 92 es un tatuaje en la memoria de todos los electores.
En ese sentido, Lucena no es un enigma. Todo lo contrario. Ella no representa a la totalidad de un país en crisis. Ella está en un lado del conflicto. No es ni siquiera un problema de alteración o no de resultados electorales. Es algo anterior, es una condición previa, indispensable para un país que requiere dialogar. Venezuela necesita urgentemente espacios y símbolos de imparcialidad. Esa sí es nuestra única salida. Para todos. La Constitución exige que el poder electoral garantice “igualdad” e “imparcialidad”. No hay lugar para más misterios. Tibisay Lucena solo garantiza la desconfianza.

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VOTOS, MENTIRAS Y EXCUSAS


ELIAS PINO ITURRIETA

Los resultados de las elecciones internas del PSUV, el pasado domingo, han destacado un rasgo predominante del chavismo: la necesidad de mentir, la existencia de una especie de perentoria misión de engañar a la sociedad. El chavismo lleva quince años en un reiterado ejercicio de patrañas, que sus afirmaciones sobre su fracasado evento electoral ponen de bulto.
No es fácil el ocultamiento de lo que pasa ante la vista de todos. Ni inventar lo que no pasa. No se puede cambiar una realidad que ha discurrido sin disfraz entre los hombres que caminan por las calles en un día de asueto, o tienen tiempo de sobra para escuchar los comentarios de los vecinos sobre las vicisitudes de la calle. Fue lo que ocurrió el domingo anterior ante el desarrollo del proceso anunciado por el PSUV para la escogencia de delegados. La gente salió a sus ocios, o simplemente se asomó por la ventana, para constatar el fracaso de lo que se anunció como un capítulo esencial de democracia interna. No hubo tal capítulo y, por lo tanto, tampoco se advirtió la existencia de un avance de democratización pregonado con bombos y platillos. ¿Por qué? Porque nadie lo vio, pese a que se trataba de un evento público; porque no se formaron aglomeraciones en los centros electorales, porque el anuncio no se materializó ante la vigilancia de la comunidad convertida en reportera de su cotidianidad.
Sin embargo, los voceros del gobierno y del PSUV llegaron a una conclusión distinta: la diana sonó en la madrugada para que los acólitos saltaran presurosos de la cama, como en los tiempos entusiastas del comandante eterno; las colas fueron gigantescas, como las de Mercal y Daka; la gente se peleaba por votar, como si persiguiera un frasco de detergente; reinó la alegría, en medio de un proceso festivo y prometedor. Tales fueron las afirmaciones de los voceros del oficialismo, para tapar con un dedo el Sahara de la ausencia de militantes. Más todavía: el presidente Maduro, en eufórica intervención, llegó a asegurar que acababa de ocurrir un hecho histórico que cambiaría la trayectoria de los partidos y de la política en general.
No estamos ante un asunto novedoso porque, como se afirmó al principio, la mentira y la tergiversación de la realidad son consustanciales al chavismo, pero el tamaño de la patraña pone de relieve el empeño de hacerle fraude a la opinión pública. Aun frente al desmentido abrumador de un hecho que jamás sucedió, pese a que no se puede ocultar ante nadie la descomunal ausencia de votantes, tan brutal que ni siquiera la pudo inventar un canal tan embustero como VTV, han pretendido la mutación de la ausencia en presencia, del desgano en entusiasmo y de la decadencia en apogeo. Se ha inventado un fenómeno concreto, se ha fabricado de la nada, con la ayuda de los medios de comunicación que dependen del erario o que son sus desvergonzados colaboradores.
Y no faltó la explicación risible sobre la inexistente comparsa, capaz de conceder mayor relieve a la indecente propagación de una falsedad. Hubo votantes de sobra, afirmó uno de los voceros más calificados del PSUV, tantos que no vamos a detallar el número por motivos estratégicos. No conviene que nos vean tan fuertes, quiso decir. Es preferible pasar agachados, se atrevió a sugerir. La estrategia aconseja modestia, también asomó. Una excusa tan hilarante, tan carente de asidero, no exhibe la fortaleza de una organización política sino una evidente decadencia. También patentiza la debilidad de los argumentos que fabrican en unos laboratorios lampiños de ideas.
Pero, como la realidad no admite manipulaciones tan groseras, ni explicaciones distinguidas por una flojera que no debe permitirse un gobierno que respete a la ciudadanía y se respete a sí mismo, debemos pensar en una conducta de displicencia frente al pueblo, en un desprecio del parecer ajeno, capaz de permitir la reafirmación de un divorcio frente a los asuntos relativos al bien común que se incrementa sin solución de continuidad. Gracias a pormenores como el que se ha comentado, se agiganta un rasgo de gélida indiferencia, o de descomunal prepotencia, que permanecerá mientras sigan en el gobierno quienes lo encarnan.



epinoiturrieta@el-nacional.com

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EL SILBÓN, LA LLORONA, LA EXPLOSIÓN SOCIAL 

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ
Uno de los mitos populares es la explosión social, posiblemente el más significativo de esta etapa urbana que dejó atrás la ruralidad. Tal vez por la memoria de los levantamientos de febrero de 1936, décadas posteriores se formó una nube de complejos de culpa en el subconsciente colectivo, implícita en la premonición de que un día bajarían los cerros de nuevo a cobrar tantos sufrimientos y egoísmo, y los pobres en las calles tomarían venganza. Cincuenta y tres años después, el 27 de febrero de 1989 esta superstición se consolida con los terribles sucesos de ese día y queda asociada a otra: que no se puede subir el precio de la gasolina. Los últimos gobiernos se sometieron a tan angustiosa profecía: despilfarras el combustible o te asarán con él. Hoy babalaos del análisis social, -ahora hay que ser santero por decisión de Fidel-, repiten la profecía del Baba oduduwa, el "negro hermoso", encarnación del apocalipsis yoruba. 
La tal explosión social es como el Silbón, la Llorona, la Bola de fuego, unos y otros castigos sobrenaturales a la maldad. Arvelo Torrealba tomó leyendas llaneras y las convirtió en Florentino y el Diablo tal vez lo más grande de la poesía popular culta latinoamericana, que narra el triunfo del bien sobre el mal después de una intensa noche de arpa, cuatro, maracas y ron, en la que el Príncipe de la Oscuridad varias veces reclama victoria. Levantamientos, turbas, desórdenes, tropeles que quebrantan el orden público ocurrieron en muchas naciones ricas con democracias híper avanzadas. Montreal, Los Angeles, NY, Londres, Estocolmo, París y varias más los vivieron recientemente y al estudiarlos surgen algunas conclusiones que pueden ser útiles a nuestrosorishas, a ver si dejan de anunciar catástrofes sanguinarias. 
La Comuna de Chacao

Esos levantamientos masivos no surgieron de la miseria, el autoritarismo, la escasez, ni la inseguridad, sino en las ciudades más sofisticadas del mundo actual, con mejor calidad de vida y como consecuencia de otros problemas, como el racismo: árabes atropellan blancos en París y Estocolmo, bandas de delincuentes agreden gente normal en Londres, blancos humillan negros en Los Angeles... y así. El factor esencial es que desórdenes normales se extendieron y se convirtieron en riots por inhibición de la fuerza pública, que por una u otra razón no actuó. Con una diferencia sustantiva: one day after las autoridades políticas y sociales, gobierno y oposición, seglares y religiosos calificaron los hechos de censurables y vergonzantes.

Después de la Comuna de París de 1871 la ciudadanía parisina organizó diversos actos de expiación por las atrocidades revolucionarias y hasta edificaron la Iglesia del Sagrado Corazón en Montmartre como desagravio al Altísimo y a las víctimas del aquelarre. En Venezuela, lejos de edificar siquiera un kiosko, ni prender una vela, toda la elite dirigente, el derrier de Latinoamérica de 1989, se dedicó a enaltecer los bochornosos acontecimientos y a culpar de ellos, no a los atracadores que tomaron las calles, sino al gobierno, los ricos, los políticos, "el paquete económico", el aumento de la gasolina, y a la gran convicta, la Babilonia que permitía eso: la democracia. Más de 40 parlamentarios, incontables curas, escritores, periodistas, dejaron claro que la delincuencia masiva era más bien un acto de justicia social. La desgracia de Venezuela no fueron los tristes acontecimientos, sino una elite capaz de sublimar un monstruoso crimen colectivo. 


La Declaración de Mall Aventura
Los disturbios y saqueos del 27 de febrero surgieron de la confluencia de tres elementos: la huelga de la Policía Metropolitana, el aumento de los precios de los pasajes un día antes que la gente cobrara su quincena, y el efecto demostración de lo que ocurría. Si se compara lo ocurrido en la Venezuela de 1989 con los ejemplos de las urbes citadas, coinciden en la inhibición de aparato represivo. Hoy se vive el mito que sus intelectuales inorgánicos crearon y cada vez que algún babalao quiere coger titulares o hacer una admonición solemne, desempolva el estallido social. No habrá nada de eso porque el diputado Freddy Bernal no va a poner la policía en huelga de brazos caídos y cada vez que aparece una guarimba, los grupos irregulares y la Guardia Nacional dejan muy claro que no son tímidos. 
La gente está más entretenida en buscar juguetes, electrodomésticos baratos y pinos para decorar. Pero el gobierno estimula, con el nuevo atropello contra MC Machado, el plan decembrino de los opositrolles de acosar las urbanizaciones del Este de Caracas y Baruta para amargarles la fiesta, tal cual meses anteriores. La decisión del comando revolucionario del Mall Aventura es ahogar el Niño Jesús y los demás niños en gases lacrimógenos, luego de evaluar que las navidades distraen de los problemas del país. Con eso solo ensombrecerán las posibilidades electorales opositoras (el parecido: Fidel las suspendía en Cuba porque eran "una treta del consumismo capitalista"). Les falta ordenar que 24 y 31 todos salgan a la calle vestidos de luto y a las doce de la noche, en vez de abrazos estridentes, se escuche una atronadora mentada de madre. Eso provoca hacerlo, pero en protesta porque a este país le tocan líderes tan insólitos.



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¿SE PARECERÁ 2015 AL 2014?


 MOISES NAIM

Es probable que, donde usted vive, la temperatura, la nubosidad y la precipitación de mañana sean similares a las de hoy. Esta es una antigua fórmula para pronosticar el tiempo que los meteorólogos llaman la regla de la persistencia. Obviamente, no siempre funciona.
Durante el verano, y en zonas tropicales, esta regla es más confiable que durante el invierno en los países de clima templado, por ejemplo. Y antes funcionaba mejor que ahora. La variabilidad del clima ha aumentado, creando sorprendentes cambios en los patrones históricos de temperatura y precipitación. Pero este artículo no es sobre el clima. Es sobre los eventos que han desestabilizado al mundo en 2014 y la probabilidad de que persistan y nos afecten a todos el año próximo.
Esa probabilidad es baja. Lo más factible es que 2015 nos depare sorpresas muy diferentes a las de este año, e igualmente difíciles de prever. ¿Quién pronosticó, a finales de 2013, que en 2014 el Estado Islámico (EI), súbitamente convertido en una formidable fuerza militar, invadiría Irak? ¿O que Vladímir Putin invadiría Crimea, desestabilizaría Ucrania y que Occidente impondría a Rusia duras sanciones económicas? ¿Quién anticipó que la epidemia de ébola en África desataría el pánico mundial o que los precios del petróleo entrarían en caída libre? Nadie. Ni los gobiernos, sus militares y servicios de inteligencia, ni organismos internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, ni los grandes bancos privados o empresas multinacionales, ni académicos, editorialistas o futurólogos. Nadie.
Por ello aplicar la regla de la persistencia al mundo de 2015 sería un error. Ciertamente ni el ébola, ni el EI ni la beligerancia de Putin desaparecerán en 2015. Pero no serán tan importantes como este año. Tristemente, en 2015 el ébola seguirá provocando víctimas, y si bien algunos países lograrán contener su expansión, en otros estallará con fuerza. Esto ya está pasando: mientras que en Liberia hay progresos, en Sierra Leona la epidemia se ha agudizado. Pero, afortunadamente, los peores cálculos sobre la letalidad de la crisis no fueron correctos. Los pronósticos eran de 10.000 nuevos casos cada semana, que escalarían hasta llegar, en enero de 2015, a 1,4 millones de nuevos infectados. Y cientos de miles de muertos. En realidad, hasta ahora han fallecido en todo el mundo 5.674 pacientes y el número total de casos es de 15.901. Las pérdidas económicas en África subsahariana, originalmente estimadas en 25.000 millones de dólares para 2015, ahora se calculan entre 3.000 y 4.000 millones de dólares.
Algo parecido ha pasado con el Estado Islámico. Continuará operando militarmente, a veces con éxito, en la inmensa franja de territorio que va de Siria a Irak. Individuos y células dirigidas o inspiradas en esa organización atacarán blancos en otros países. Pero el financiamiento, los líderes, la movilidad, el armamento y, en general, la capacidad militar del Estado Islámico se verán disminuidos mientras que las capacidades de sus enemigos habrán aumentado. El Estado Islámico se enfrenta a una alianza, hasta hace poco inimaginable, de más de 50 naciones que incluye a Estados Unidos y varios países europeos y de Oriente Próximo. Todo indica que el futuro del EI no será tan exitoso como su brevísimo pasado.
Otro que ha creado las condiciones para la aparición de una alianza también inimaginable es Vladímir Putin. A pesar de su reciente acercamiento a China, la realidad es que el presidente ruso se las ha arreglado para que muchos países se unan para tratar de contener sus atropellos. Así, Putin ha logrado aislar a su país y dañar gravemente su economía. La caída de los precios del petróleo, la masiva fuga de capitales y las severas sanciones económicas hacen que las bravuconadas del presidente ruso sean vistas cada vez más como gestos de histrionismo nervioso que como los actos de un líder seguro de sí mismo y de su poder. En 2015, la debilidad de Vladímir Putin dará más que hablar que su fuerza.
Pero si los principales eventos de 2014 no seguirán marcando la pauta en 2015, ¿entonces cuáles serán? No lo sé. Pero sospecho que algunos de los eventos que nos podrían sorprender el año próximo tendrán cuatro orígenes: 1) Un ciberataque de una magnitud y consecuencias sin precedentes; 2) Un accidente climático que también tendrá un alcance inédito; 3) La inestabilidad que sufrirán los países exportadores de petróleo como consecuencia de la caída de los precios del crudo, y 4) Buenas noticias: la firma de un tratado nuclear con Irán y el comienzo de la normalización de las relaciones entre ese país y EE UU.
Twitter: @moisesnaim

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