sábado, 31 de octubre de 2015

LAS MENTIRAS DEL CHAVISMO SOBRE EL PACTO DE PUNTO FIJO

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      PEDRO PABLO PEÑALOZA

“¿La última dictadura, cuál fue aquí en Venezuela? ¿Quién me dice allí de los estudiantes de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada (Unefa)?”, preguntó el presidente Hugo Chávez sobre una tarima dispuesta al frente del palacio de Miraflores. Pasados unos segundos de gritos y algarabía, el mandatario daba la respuesta. “Muy bien, Punto Fijo, esa fue la última dictadura. Veinte puntos sacaste, catira, veinte puntos, la del pacto de Punto Fijo”.
El examen no era tan difícil ni tomó a los alumnos por sorpresa. Minutos antes, bajo el incandescente sol de aquel domingo 23 de enero de 2011, el comandante ya había impartido su lección de historia revolucionaria a la muchedumbre que lo aclamaba. “No creo que haya que decir, como a veces decimos, que el 23 de enero cayó la última dictadura en Venezuela. ¡No! Porque la última dictadura en Venezuela no fue la de Marcos Pérez Jiménez, la última dictadura en Venezuela fue la dictadura del pacto de Punto Fijo, que cayó de manera formal aquel 6 de diciembre de 1998”, sentenció retórico Chávez.
Corrupción. Cúpulas podridas. Traición al pueblo. Violaciones a Derechos Humanos. Tiranía. Pobreza. Oligarquía. Dependencia. Rentismo. Todos los males de la República tienen su origen en el acuerdo que, el 31 de octubre de 1958, firmaron Rómulo Betancourt —Acción Democrática (AD)—, Rafael Caldera —Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei)— y Jóvito Villalba —Unión Republicana Democrática (URD)—, según la interpretación que ha machacado hasta la saciedad el chavismo. Sin embargo, a contracorriente de la propaganda oficial, políticos y académicos reivindican la importancia de este acuerdo y buscan desmontar las “mentiras” que pretenden desvirtuar uno de los episodios más relevantes de la vida democrática del país.
Solo un quinquenioEn el imaginario colectivo, el pacto de Punto Fijo se extendió por 40 años. Pero no es así. Duró los cinco años del gobierno del presidente Betancourt”, aclara Eduardo Fernández, exsecretario general de Copei. Recuerda que, tras la salida de Betancourt y la llegada del nuevo mandatario Raúl Leoni a Miraflores, “el pacto de Punto Fijo se sustituyó por un acuerdo denominado ‘ancha base’, suscrito por el propio Leoni, Villalba y Arturo Uslar Pietri en representación del Frente Nacional Democrático (FND)”, acota.

El dirigente socialcristiano niega que el pacto de Punto Fijo se haya limitado a un reparto de cuotas de poder, como permanentemente reitera el chavismo. “Incluía una agenda con asuntos de toda índole que se condensó en el llamado ‘programa mínimo común’, que recogía las propuestas de los tres grandes partidos”, subraya. No se trataba, entonces, de una mera distribución de cargos burocráticos, sino de apelar a la racionalidad para sostener el sistema que apenas estaba naciendo. “El pacto se firma por el temor de los jefes políticos de los partidos democráticos de un retroceso a la dictadura militar”, enfatiza quien fue candidato presidencial de los verdes en 1988.
¿Mejor o peor?El secretario general de AD, Henry Ramos Allup, reta a cualquiera a comparar los logros alcanzados en los denostados cuarenta años con la obra de la revolución bolivariana. Aunque rechaza la “definición histórica atrabiliaria de IV República o ‘puntofijismo’”, defiende que “el sistema de conciliación de partidos que rigió de 1958 a 1998 fue un gran acuerdo que institucionalizó la democracia en Venezuela y permitió grandes avances”. “La descentralización, el establecimiento de la pequeña y mediana industria, la nacionalización del hierro y el petróleo, la creación de las empresas básicas”, enumera Ramos Allup parte de los éxitos cosechados en esas cuatro décadas.
 
Fernández coincide con su antiguo rival. “Sostengo que ha sido el mejor período de la historia de Venezuela independiente”, asevera. “Antes de esta etapa, la historia nacional estuvo marcada por guerras y dictaduras. Nunca tuvimos tanta democracia, estabilidad política, progreso económico y mejoramiento social”.
Al igual que el líder adeco, el socialcristiano llama a contrastar el pasado con el presente. “Sufrimos una crisis económica gravísima con inflación y recesión, una corrupción sin precedentes, una polarización que conspira contra la unidad nacional y un deterioro de todas las manifestaciones de la vida nacional. El chavismo llegó con la promesa de corregir los errores y no ha resuelto ni uno de esos problemas”, suscribe.
Apertura y alternanciaEn su Agenda Alternativa Bolivariana de 1996, Chávez carga contra el pacto de Punto Fijo, acusándolo de haber instaurado el “modelo adeco-copeyano” que “devino crisis avalancha que hoy es ya una verdadera catástrofe moral, económica, política y social”. ¿El acuerdo que cumple 57 años dio como fruto la ‘guanábana’?
“El bipartidismo no fue un pacto sino el resultado de la voluntad electoral de la mayoría de los venezolanos”, contesta Fernández, quien opina que ese sistema sentó sus bases con el triunfo de Caldera en 1968, se acentuó en 1973 en la elección entre Carlos Andrés Pérez (AD) y Lorenzo Fernández (Copei) y feneció en 1988, con el proceso que llevó a Pérez por segunda vez al palacio de Miraflores. Ramos Allup señala que antes de la entronización del chavismo y su propuesta hegemónica, en el país existía un “sistema pluripartidista”. “El régimen de conciliación de partidos se distinguió por la apertura del espectro político y la alternancia en el ejercicio del Poder Ejecutivo”, agrega. Sobre ese último punto, destaca que incluso en aquellos casos en que AD repitió el triunfo en las presidenciales, “el candidato no tenía el apoyo del Presidente. Leoni no era el candidato de Betancourt ni Carlos Andrés Pérez el de Jaime Lusinchi”, ilustra.
Siempre enemigosDetrás de la condena al pacto de Punto Fijo se esconde la censura a cualquier posibilidad de diálogo o entendimiento entre las fuerzas políticas, advierte la investigadora social Margarita López Maya. “Gracias al discurso chavista se fue inculcando la idea de que un pacto político connota trampa, engaño. Dialogar o negociar intereses y llegar a acuerdos políticos entre partidos ha sido prácticamente para el chavismo un sinónimo de traición al ‘pueblo’”, observa la historiadora.
“Muchas democracias surgen de una combinación de movilizaciones populares y acuerdos políticos. Una lleva al otro. El pacto de Punto Fijo ha sido un ejemplo para otros pactos políticos como los que permitieron la emergencia de la democracia española y la chilena”, precisa López Maya, quien resalta la magnitud de este acuerdo en el marco de una Venezuela con “escasa cultura democrática y dominada desde su independencia por caudillos militaristas y autoritarios”.

Partiendo de esa realidad de 1958, el escritor Francisco Suniaga concluye que el pacto de Punto Fijo fue un acto de responsabilidad política. “Fue la piedra fundacional de una institucionalidad que duró cuarenta años y que solo ahora, en medio de este terrorífico desastre, es valorada en su dimensión real”, razona.  “En torno a ese núcleo se tejió la vasta red de instituciones democráticas necesarias para la construcción de un régimen de libertades como el que en efecto tuvimos. Gracias a Punto Fijo se pudo sobrevivir a conspiraciones y golpes militares de derecha e izquierda, incluso a un movimiento guerrillero impulsado desde la Cuba castrista”, recalca el autor de El Pasajero de Truman.
Sobre el galloSuniaga considera injusto criticar el acuerdo del 31 de octubre de 1958 por la exclusión del Partido Comunista de Venezuela (PCV).  “En 1958, la Guerra Fría estaba en su apogeo y, en ese contexto, era políticamente inconveniente incluirlo. Aunque eso no obstaba para que formara parte de él como factor de oposición democrática leal, lo que ocurrió a partir de 1968. Ese año, con el triunfo de Caldera y la derrota de AD, hasta entonces hegemón de la política criolla, se dieron dos eventos que consolidaron Punto Fijo: la alternancia democrática y la pacificación”, expone.

López Maya refuta la tesis chavista de que marginar al PCV era lo mismo que echar a un lado al “pueblo”. “Esta aseveración está ligada a la idea de que el PCV representaba los intereses del pueblo y al no invitársele a firmar el acuerdo, las mayorías populares quedaron excluidas. Pero resulta que AD tenía un caudal electoral muy superior al PCV, lo que quedó demostrado en las elecciones poco después”, expone la académica. “El discurso populista considera que el concepto ‘pueblo’ alude a un sujeto político monolítico e indivisible. No puede reconocer el pluralismo que existe en el conjunto que conforma el pueblo de una nación. En las elecciones de ese año y en las elecciones siguientes las mayorías populares demostraron con creces que apoyaban esa democracia representativa que había nacido de varios acuerdos, entre ellos el de los partidos que firmaron el de Punto Fijo”, puntualiza la doctora en Ciencias Sociales.
La izquierda radical, además, descalificaba a la democracia venezolana, tildándola de falsa y burguesa, rememora López Maya. “Esperaban hacer la revolución en Venezuela para seguir el modelo cubano. Sin embargo, el fraude del socialismo soviético y su versión tropicalizada en Cuba, evidenciaron que ese socialismo no era democrático”.
 
Releer la lecciónChávez vendió su revolución como la continuación de la gesta independentista. Al frente del bando patriota, el nuevo libertador prometía barrer con la oligarquía entreguista que había mancillado a la República. “El discurso chavista considera que en Venezuela nada cambió desde 1830 hasta que ellos llegaron, y que la democracia que surgió con los acuerdos políticos como Punto Fijo fue más de lo mismo o hasta peor que lo anterior. Todo eso es falso”, espeta López Maya. La profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV) comenta que “la hegemonía partidista que surgió en 1958 es distinta a etapas anteriores, cuando en el bloque hegemónico tenía una presencia protagónica, además de intereses comerciales o de propietarios, los intereses caudillistas y militares”.
El proyecto modernizador que se abrió con el pacto de Punto Fijo, refiere López Maya, fue encabezado por organizaciones políticas con liderazgos provenientes de capas medias y obreras de la sociedad venezolana, “que hasta entonces no habían jugado roles significativos en el bloque en el poder”. Por ese motivo, descarta que ese sistema pueda tacharse de oligárquico. “En la democracia de 1958 vimos unas nuevas élites políticas surgidas de abajo y un proyecto democrático que no había existido antes, salvo en el breve interregno de 1945-1948”.
López Maya estima que esa “simplificación del chavismo de la historia republicana de Venezuela es de las mentiras más perjudiciales que han pasado a ser historia oficial, desvalorizando las luchas democráticas de los venezolanos en el siglo XX”. Si se trata de mirar hacia atrás, Suniaga expresa que el Pacto de Punto Fijo legó al país un bien que jamás había disfrutado: la convivencia democrática. “Una nueva transición democrática, como la que ya ha comenzado, tendrá, en su momento, que derivar grandes lecciones de Punto Fijo, un experimento político Made in Venezuela, que fue extraordinariamente exitoso. Tanto que son sus pautas las que guían a los demócratas en medio de esta oscuridad roja, rojita y bolivariana. Nunca más”.

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LEONARDO PADRÓN: "Si el tsunami electoral se activa renacerá el país"


DANIEL PALACIOS

TalCual

Se le perdió un país, no el mejor, sino el suyo.
Advierte de esta manera Leonardo Padrón sobre la Venezuela en la que cree, la que todavía le molesta, pero también le sonríe y espera recuperar. Aquella donde ha atesorado sus mejores trabajos: Amores de Fin de Siglo, Cosita Rica, la saga de libros Los Imposibles y su más reciente título Se Busca un País, sobre el cual reflexiona desde la comodidad de su casa, en encuentro con
TalCual.
-¿Qué país se le perdió?
-Se nos perdió un país decente, mucho más cordial. No soy de los que esgrime que somos el mejor país del mundo. Es un engaño, porque si así fuera, no hubiéramos llegado a esto. Llegamos a este pantano oscuro donde la premisa es el trasnocho ideológico. Venezuela está signada por la tragedia del petróleo.
-¿Es necesario saber cuándo se perdió para recuperarlo?
-Es que lo hemos perdido varias veces, desde que se perdió la primera República, desde los conflictos de Miranda y Simón Bolívar. Se perdió con Gómez y Pérez Jiménez. Cuando llegó Chávez la gente decía que hacía falta otro Pérez Jiménez. En la revolución, finalmente, son brillantes para la destrucción. El apocalipsis en toda su versatilidad. Venezuela es un país anormal. Donde, por ejemplo, un desodorante es visto como un trofeo, por los niveles de escasez. ­Y eso nos lleva a envidiarles a otros países cosas absolutamente cotidianas. La prensa también está afectada. Nuestros periódicos ahora son tan esqueléticos como los anaqueles de comida y los hospitales. Es un país anémico.
-Las esdrújulas le saben a remedio y el país le parece un menjurje hirviente, dice en su libro. ¿Por qué cree que Venezuela es una gripe mal curada?
Hemos tropezado con piedras innobles, muchos errores en el forjamiento de la democracia. ¿Pero cómo es una gripe mal curada?
Es una que reincide y pega con más intensidad, donde la constipación es mayor, la fiebre te tumba y donde los remedios no fueron bien administrados. Incluso hace creer que se está curado cuando no lo está... ­Porque es una suerte de soberbia de decir "no vale, yo puedo con esto". La oposición es una gripe mal curada, porque ha tenido lamentables errores.
¿Cuáles?
No saber desterrar las rencillas internas, los egos, ni privilegiar las circunstancias que vivimos y la angustia del ciudadano de a pie. Por desechar los partidos políticos es que llegamos a Chávez, porque se creyó que llegó el Mesías. Si la oposición no capitaliza el descontento del país será su fracaso histórico más ruidoso.
¿Pero esa tragedia sería irreversible o se puede recuperar el país?
No soy fatalista, ni creo que nos perpetuaremos en una zona de desastre, pues el Gobierno también tiene enredado sus propios asuntos. Al final acá puede venir Felipe González y otros expresidentes, cuyas visitas agradecemos. Pero más importante que eso son las protestas de transportistas en Margarita, El Vigía y Maracaibo. Ahí no hay catalizadores políticos, pero he ahí el compromiso de la oposición en canalizar eso no con interés partidista sino por el país. Por eso el voto es una herramienta contundente. Si el tsunami electoral se activa de cara a las parlamentarias, comienza el nacimiento del país.
¿Conoce la canción "No es serio este cementerio" de Mecano?
Sí, claro Pues guarda mucha relación con esa paradoja de la muerte que planteó en el libro de un vendedor de cementerio que le ofreció como garantía recapitalizar su inversión en un país tan violento como este. Algo así como un bachaqueo fúnebre, pues. ­El venezolano trata de convertir la tragedia que vive en una oportunidad económica, pues además de gente y mascotas, secuestran hasta los títulos de los que se quieren ir del país. Definitivamente García Márquez se murió antes de tiempo. Realismo mágico (risas).
Son pocos los protagonistas que mueren en series, películas o incluso en sus propios dramáticos. Sin embargo, el país perdió a Mónica Spear, quien además fue Miss Venezuela. ¿Qué impacto tiene eso en un país culturalmente ganado a estos concursos, que esa corona se haya teñido de sangre?
Marcó un punto de inflexión. Recuerdo incluso al presidente Maduro que dijo que yo no debía dormir tranquilo porque soy en parte culpable de la violencia social del país por las novelas que escribo. Evidentemente, él no veía mis telenovelas, pero además ninguna telenovela es responsable de la violencia. Kassandra, de RCTV, pacificaba la guerra de Bosnia mediante el tiempo que duraba el capítulo. El homicidio de Mónica y su esposo fue el preámbulo al momento más crispado del país con las guarimbas. Digamos que es la memoria de un país que no la tiene, pues pasado un año su nombre sigue siendo trendig topic. ­El Miss Venezuela es la noche de mayor encendido de la televisión local y que esa corona se tiña de sangre tiene una carga simbólica. Ella siempre será recordada con un olor a duelo.
De sus personajes, ¿imagina a Patria Mía, Luna Camacho y La Diabla haciendo cola para comprar leche o Harina Pan?
Luna estaría en todas partes, en Carapita, Manicomio, Petare... Patria Mía estaría yendo a cuanta marcha convoquen de la oposición y La Diabla como buhonera y por necesidad extrema estaría bachaqueando, pero lo haría con rabia. No en vano yo puse todos esos personajes en la piel de Gledys Ibarra, porque ella tiene el arquetipo de la mujer humilde venezolana. Ella está multiplicada en los ojos humillados y de protesta que hay en todas partes.
Pero también Lina Ron y el presidente Chávez estuvieron representados en sus obras.
Esos fueron Carlos Cruz y Lourdes Valera como intérpretes. Olegario, que era Chávez, la gente lo quiso porque era muy carismático y al venezolano le encanta reírse. Pero con La Chata plasmé ese chavismo rabioso e irreflexivo. Pero gracias al discurso de la ficción tejí un discurso donde a ese personaje la vida le dio unas cuantas lecciones. Para ese rol elegí a Lourdes porque era muy versátil pues me podía dar la temperatura rabiosa de Lina Ron, y el humor que yo le ponía como punto de fuga a esa rabia. Ella era perfecta y Carlos Cruz también el apropiado para un personaje como Chávez. Cosita Rica fue muy importante porque había un espejo de la realidad. Incluso, Patria Mía revivió en el capítulo "La Patria en el Suelo" a la recordada Elinor Montes, esa venezolana agredida por un guardia nacional y que causó tanta conmoción.
¿Regresa a la TV?
Sí, en este momento preparo una serie para Venevisión de la que pronto se enterarán

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COLOMBIA: ¿LA PAZ A LA VUELTA DE LA ESQUINA?

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        Beatriz de Majo

Con el apoyo de las Naciones Unidas, Colombia dará inicio al cese el fuego bilateral definitivo en una fecha que aún no está fijada por las partes en conflicto, pero que parece estar a la vuelta de la esquina. Es un hecho casi seguro que ello tendría lugar en algún momento de diciembre de este año o enero próximo. Ambos actores, terroristas y gobierno, están de acuerdo en que ello se produzca el 16 de diciembre, pero aún quedan puntadas por dar para que la fecha se abotone definitivamente.
El primer hito importante es conseguir la concentración de las fuerzas guerrilleras en un solo lugar geográfico para que el desarme pueda ser verificado por órganos internacionales preseleccionados. Si algunas fuerzas insurgentes continuaran disgregas en la geografía colombiana la efectividad del cese al fuego sería menor. Y aun sobre este tema no se ha sellado un acuerdo; es decir, el “fin del conflicto” todavía se encuentra en discusión entre los negociadores en La Habana.
Recordemos que desde julio está en marcha una tregua unilateral del lado guerrillero, apoyada por las Fuerzas Armadas del gobierno de Juan Manuel Santos con una suspensión de bombardeos contra campamentos insurgentes. El resto de las operaciones antiguerrilleras se ha mantenido.
La materialización del empeño de los negociadores de que antes de la Navidad se alcance el silencio de las armas sería un gran paso de avance y sería recibido por el país con entusiasmo. El efecto psicológico sobre la ciudadanía sería muy benéfico y contribuiría a validar la vía escogida por el presidente para producir un cambio anhelado por todos. 
En el Congreso neogranadino las cosas relativas a los acuerdos paz llevan otro ritmo. Sin embargo, también en el Poder Legislativo han querido imprimirle velocidad. Un nuevo viaje de congresistas a La Habana, que incluiría al propio presidente del Parlamento, arrojaría luz sobre los próximos pasos a dar en materia de reformas legislativas y constitucionales para poder materializar los convenimientos entre gobierno y guerrilla. Al mismo tiempo se examinaría cuánto pueden acortarse estos trámites legales para hacer el proceso del retorno a la paz más expedito. Los riesgos de que la oposición quiera reabrir, desde sus curules de congresantes, los puntos de los acuerdos que se han estado negociando, son muchos, aunque a raíz de las elecciones regionales la fuerza del apoyo popular al gobierno de Santos quedó mejor asentada.
La meta del gobierno es que para junio de 2016 y después de ocho discusiones parlamentarias, el acto legislativo que le de vida a una Colombia en paz y que selle la nueva relación con los rebeldes de medio siglo, esté completamente listo. 
Una proposición que proviene del ex presidente Álvaro Uribe ha puesto sobre el tapete la vía de una constituyente, elegida popularmente, donde se discuta el nuevo ordenamiento legal que le daría vida al “acuerdo de justicia transicional” o el marco para la paz  que se convenga con los guerrilleros. Los argumentos de Uribe para que una Asamblea ad- hoc sea la que dirima la forma correcta y justa del retorno a la paz no son deleznables y por ello no pueden ser puestos a un lado fácilmente por el gobierno.
Este, en su afán por un pronto final a este capítulo de la construcción de paz del país con la guerrilla, está dispuesto a hacer muchas concesiones en el terreno del castigo a los criminales y de la participación política de la insurgencia en la nueva Colombia.
Así, pues, bastante agua aún queda por correr en el río de la construcción de un nuevo país del otro lado de la frontera. Lo que no es posible negar es la disposición que han tenido los negociadores del gobierno de avanzar y de la guerrilla de ponerle fin a cinco décadas de destrozos.  

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LAS ELECCIONES DEL 6D Y EL PESIMISMO DE ALGUNOS

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  EDDY REYES

Las elecciones legislativas del próximo 6 de diciembre están a la vuelta de la esquina. Las encuestas realizadas por tirios y troyanos, cartagineses y romanos, o gobernantes y opositores, dicen lo mismo: las simpatías por el gobierno están por el suelo y los afectos por la oposición andan por las nubes. Esto es fundamentalmente el resultado de aplicar una política económica que da de comer pescado al pueblo pero no lo enseña a pescar.
Aunque el sentido común y los dirigentes de la oposición recomiendan no dormirse en los laureles, hay razones suficientes para ser optimistas. Pero como siempre ocurre con los seres humanos, muchos compatriotas no dejan de manifestar sus dudas y escepticismos. Hay que reconocer que no les faltan razones. Hemos llevado tanto palo en estos últimos dieciséis años, que resulta poco creíble que esta vez logremos ver el nuevo amanecer. Para afianzar las dudas, ahí están, por una parte, las múltiples manifestaciones de la más ínclita figura del gobierno: “Solo con nosotros se pueden superar las dificultades”; “tengo mil celdas listas para quien se ponga cómico el 6-D”; “si la revolución perdiera las elecciones el 6 de diciembre, es muy probable que en el transcurso de los próximos meses y años la revolución tome otro carácter”; “en ninguna circunstancia entregaré los logros de la revolución”; Maduro dixit. Por otro lado, allí también están las decisiones políticas –eufemismo que empleamos para decir infundadas, ilegales o arbitrarias– de los más importantes órganos del Estado.
Lo cierto, sin embargo, es que después de la tormenta viene la calma y hacia allá nos adentramos, salgan sapos o salgan ranas. Como prueba, basta una declaración: “Estas son las elecciones más difíciles a las que nos hemos enfrentado”, dice también Maduro. Al primer mandatario no le falta razón: la gesta revolucionaria de más de tres lustros está plagada de insensateces y arbitrariedades. La más reciente fue hecha conocer al mundo por el ex fiscal 41° nacional, Franklin Nieves, quien llevó la voz cantante en representación del Ministerio Público, en el juicio que se les siguió a Leopoldo López y los jóvenes estudiantes Christian Holdack, Damián Martín y Ángel Álvarez, y que concluyó con sus respectivas condenas.
Nieves, quien huyó del país y se asiló en Estados Unidos, declaró que todo el proceso se fundamentó en pruebas falsas y que sus actuaciones se llevaron a cabo conforme a las instrucciones que recibió de sus superiores en la Fiscalía General de la República y estos, a su vez, del presidente de la República y el presidente de la Asamblea Nacional.
En condición de estropajo (funcionario de poca utilidad) y sin asomo de pudor, sale a declarar el defensor del pueblo, Tarek William Saab, que “lo que está fuera del expediente no existe”. Y para que no haya duda al respecto agrega: “Repito: lo que está fuera del expediente, no existe. El ex fiscal tuvo, en casi dos años, la oportunidad de cuestionar, evacuar pruebas, aportar información, incluso de decir todo lo que ahora, fuera del expediente, fuera del tribunal y de manera extemporánea, expresa. Imagina el precedente que se sentaría si lo que se dice fuera del juicio y en otro país comienza a tener la misma veracidad que tienen los medios de prueba”. Como consecuencia de su sabia y bien ponderada exposición, el egregio poeta, con la honorabilidad, ética y moral de la que habla el artículo 280 de la Constitución, desestimó la aplicación del artículo 25 de la carta magna que dice: “Todo acto dictado en ejercicio del poder público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo”. Tarek también puso de lado lo previsto en el artículo 49, numeral 1 de la Constitución que estatuye que “el debido proceso se aplica a todas las actuaciones judiciales y administrativas”, razón por la cual “serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso”. En otras palabras, poeta, como la Constitución no dice lo que realmente dice, a usted le importa un bledo decir que lo señalado por Nieves no figura en el expediente de López, Holdack, Martín y Álvarez. No es descabellado imaginar que al redoblar de tambores, fanfarrias alborotadas y ruidos de címbalos, flautas y trompetas, un pajarito se haya acercado al oído del honorable defensor y le haya piado: ¡Así, así, así es como se defiende a la revolución!
Esta y muchas otras acciones del pasado son las que han hecho que el proceso esté de capa caída. Las apreciaciones de un acucioso periodista norteamericano, Jon Lee Anderson, ratifican las razones de la baja popularidad del actual régimen. En reciente entrevista, al referirse a la percepción que tiene de Venezuela y el legado de Chávez, el cronista soltó esta perla negra: “Veo que está fatal, hay un rumbo de impopularidad oficial, escasez, aumento de la criminalidad, la degeneración del movimiento político y todas esas denuncias constantes de corrupción son los grandes síntomas de la degradación del proceso bolivariano… Nunca había visto a un país, sin guerra, tan destruido como Venezuela. Es una nación que se despedaza sola, es como mirar a alguien que se está serruchando el piso… En realidad las reputaciones se juzgan por los legados, entonces, de momento, Chávez lo tiene color de hormiga por todo el desastre que ha traído Maduro y las terribles condiciones económicas y sociales en las que ha quedado Venezuela. (Jon Lee Anderson: Nunca había visto a un país, sin guerra, tan destruido como Venezuela; por Albinson Linares, Prodavinci)”. 
Como Chacumbele, la revolución se está matando poco a poco con sus propios actos y perversiones. Adentrarse en el conocimiento de esos sucesos, que ponen de manifiesto que tanto Chávez como Maduro son los malos de la película, es lo que nos permite visualizar que simplemente llegamos al “llegadero”. Entonces, con el propósito de refrescar cada uno de los hechos antidemocráticos marcadores de la actual crisis, que explican perfectamente la reciente declaración del defensor de la revolución, estamos preparando una serie de cinco artículos, algo más extensos que los que escribimos regularmente, que publicaremos en esta misma columna entre el 7 de noviembre y el 5 de diciembre. Aunque parezca paradójico, en ese drama se inserta firmemente nuestro optimismo actual. Esos polvos trajeron estos lodos que ya no dan para más.

@EddyReyesT

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¿ENTREGARÁ EL PODER MADURO?

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            FAUSTO MASÓ

¿Se convertirá Venezuela en una segunda Cuba? ¿En cuál Cuba? ¿La de 2014 o la de 2000? ¿La Cuba que abre su economía? Maduro está prometiendo abiertamente una salida violenta a la pérdida de los comicios de diciembre, al menos no estar dispuesto a reconocer las decisiones de la nueva Asamblea.
Maduro está reaccionando como un verdadero marxista para el que las elecciones son un simple medio de llegar al poder. Maduro posee una formación radical y para el verdadero marxismo  lo importante es la revolución, no la voluntad popular.
Nicolás Maduro dijo este jueves que “en el escenario ‘hipotético negado’ de que la oposición llegara a ganar las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre ‘no entregaría la revolución’ y pasaría a gobernar con el ‘pueblo’ y en ‘unión cívico-militar”. Esto lo declaró  en una entrevista transmitida por el canal estatal VTV.
Es decir, si el pueblo vota contra Maduro, ya no es el pueblo y la minoría se convierte en mayoría.
El rechazo a la gestión del presidente Nicolás Maduro va en aumento en Venezuela a la misma velocidad con que la oposición capitaliza el descontento social a su favor para las parlamentarias del 6 de diciembre. 82% de los venezolanos califica de negativa la gestión del mandatario mientras que la oposición aumenta entre 9 y 20 puntos su ventaja con el chavismo, según sondeos realizados en octubre.
Datincorp aseguró que la oposición alcanzaría 56% de los votos y el chavismo, 39%, según su último estudio. 82% de los venezolanos considera que la gestión de Maduro ha sido mala y negativa. El pasado junio, el mandatario tenía 70% de rechazo, según Luis Vicente León, director de Datanálisis.
En América Latina la revolución ha estado representada por Castro, Allende, Chávez, y por fin por Nicolás Maduro. Los cuatro levantaron la bandera de “patria, socialismo o muerte”; el proceso culminó con Maduro que se siente en la gloria cuando visita a Fidel Castro, con cualquier pretexto viaja a La Habana. En los días lejanos que manejaba autobuses por Caracas nunca imaginó que su dios le contestaría al teléfono. Maduro quiere sumergirse en la aureola revolucionaria mientras los Castro viven del recuerdo de la lucha armada, se visten de militar hasta para ir al baño. Se esfumó la llamada al heroísmo, el Che se volvió un simple monumento en la isla, las cenizas de Allende las dispersó el tiempo. Ni Fidel Castro es ya Fidel Castro, y Maduro es solo Maduro: el grito heroico se transformó en murmullo.
El mito de los libertadores alimentó una historia de golpes de Estado y atraso en Venezuela. Surgió una versión fantástica de la historia nacional, Bolívar era el santo muerto en la cruz por culpa de un Judas. Aparte de contar con petróleo descendíamos de los libertadores, los creadores del militarismo.  Chávez fue producto de esa tradición, la conspiración del 4-F no era un secreto, se comentaba abiertamente la posibilidad de un golpe al final del segundo período presidencial de Carlos Andrés Pérez. Al lamentarse un banquero a fines de 1991 de la decadencia moral del país, Ramón J. Velásquez le advirtió: “Un zambo está preparándose para echar una vaina”. En Miraflores, el jefe de la inteligencia militar le comentaba a un periodista señalando a Chávez: “Ese coronel y un tal Arias Cárdenas están organizando un golpe”. Uslar Pietri, un mes antes del 4 de febrero de 1992, hablaba del peligro de golpe. En 1958 hubiera sido considerado un deber moral delatar a los conspiradores; en 1992 un obispo rechazó divulgar informaciones recibidas privadamente sobre el segundo golpe del 27-N.
No es fácil lo que nos espera. Chávez aceptó el sistema electoral porque ganaba las elecciones, en cambio Maduro sabe que las perderá.

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viernes, 30 de octubre de 2015

LA TENTACIÓN DESPÓTICA
 
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                ANA PALACIO
 
MADRID – Cuando le preguntaron por el dictador nicaragüense Anastasio Somoza, el entonces presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt supuestamente contestó: “Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Apócrifa o no, esta salida presidencial, compendia en buena medida la política exterior de EE.UU. durante la Guerra Fría y resume la visión compartida en Occidente respecto de una parte relevante del mundo durante esa época.
Hoy se dibuja una tendencia más alarmante, si cabe, por la que algunos dirigentes occidentales parecen inclinarse, no ya por (y ante) “nuestro hijo de puta”, sino por (y ante) cualquier hijo de puta capaz de imponer estabilidad a cualquier precio. Un planteamiento tan seductor como falaz, la experiencia debería llevar a nuestros líderes precisamente en sentido opuesto. Después de todo, el clientelismo ostensiblemente pragmático de la Guerra Fría se tradujo en demasiadas ocasiones –el Shá de Irán, Lon Nol en Camboya, Augusto Pinochet en Chile, o Mobutu Sese Seko en la República Democrática del Congo, por nombrar a unos pocos– en inseguridad y desorden en el mediano y largo plazo.
Pero éstos son tiempos desesperados. Incapaz de frenar la violencia, el sufrimiento y el caos que tienen sepultados a Oriente Medio y parte del Norte de África, y cuyas consecuencias se resienten cada día con más fuerza en Europa, Occidente vuelve a caer en la trampa de la Guerra Fría, y sólo busca a alguien –y ahora virtualmente a cualquiera– que ponga orden.
Frente a la anarquía es comprensible que la estabilidad resulte atractiva, sin importar de dónde brote. Esta claudicación se hace especialmente visible en Siria: tras años de proclamar que su presidente Bashar al-Asad era el problema, ahora, un buen número de políticos y estrategas europeos, desde la Canciller alemana Angela Merkel al Primer Ministro británico David Cameron, o el Secretario de Estado John Kerry insinúan que en realidad al-Asad podría ser parte de la solución –o por lo menos de la transición. El presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, ha llegado incluso más lejos al decir que el mundo deberá “contar con” al-Asad para luchar contra ISIS.
Fruto de la urgencia o la resignación, este giro de Occidente evidencia una visión puramente cortoplacista –reforzada, especialmente en Europa, por la existencia en Libia de otro vacío de gobernabilidad–. Y explica el apoyo al régimen represivo de Abdelfatah al-Sisi en Egipto, pese a las dudas sobre sus planteamientos de gobierno. Su fundamento es la falsa disyuntiva autocracia-inestabilidad, que precisamente autócratas como el presidente ruso Vladimir Putin promueven con especial interés.
“En lugar de impulsar reformas”, declaró Putin recientemente ante la Asamblea General de Naciones Unidas, “la injerencia agresiva del exterior ha derivado en… violencia, pobreza y caos social”. Según esta lógica, un gobierno fuerte liderado por al-Asad habría de tener efectos opuestos, y esto es justamente lo que Rusia intenta demostrar con su intervención en Siria.
Pese a la fatiga que atenaza a Occidente; y por atractivo que resulte y convincente que parezca este planteamiento, la Guerra Fría y sus sangrientas postrimerías revelaron con crudeza que la tiranía no aporta genuina estabilidad, y desde luego nunca en el largo plazo. No es posible reprimir la aspiración humana por la dignidad y el respeto, piedras angulares del buen gobierno, y menos aún en estos tiempos en que los individuos tienen un acceso sin precedentes a la información a través de Internet y de la tecnología móvil.
La buena gobernanza es decisiva para la estabilidad a largo plazo. Pero, al igual que ésta, no puede imponerse desde el exterior; requiere de un desarrollo orgánico. El Cuarteto para el Diálogo Nacional en Túnez –el grupo de asociaciones civiles que recibió el Premio Nobel de la Paz de 2014 por su “decisiva contribución” a la democracia tras la revolución de 2011– ha demostrado la fortaleza de la sociedad civil en la defensa de la estabilidad. Para contribuir a la labor de normalización de las regiones más turbulentas, la comunidad internacional debería erigir el caso tunecino en modelo, y no cejar en su compromiso por que siga su camino hacia la consolidación democrática. Deberíamos respaldar la fragua de este tipo de actores, en lugar de dejarnos atrapar por las fábulas admonitorias de Putin sobre Siria y Libia.
Los dirigentes occidentales han mostrado en repetidas ocasiones carecer de la paciencia y la dedicación imprescindibles para comprometerse humilde y coherentemente con estas comunidades en crisis, y evidenciado su incapacidad de aportar en el largo plazo la asistencia fiable necesaria para atajar el colapso del Estado antes de que arraiguen las disquisiciones entre autocracia y anarquía. Por el bien de todos, es hora de coherencia y compromiso.

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TORREALBA (MUD): CON LOS VOTOS DEL PUEBLO LE ARREBATAREMOS EL PODER

El secretario ejecutivo de la alianza opositora venezolana Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba, dijo hoy que serán los votos del pueblo los que le “arrebatarán” el poder al presidente, Nicolás Maduro, en respuesta a la advertencia que lanzó ayer cuando dijo que no “entregará la revolución”.
“Maduro por fin pegó una, Maduro tiene razón, primero, él no va a entregar el poder, se lo vamos a quitar con los votos del pueblo, con los mecanismos y procedimientos que establece la Constitución”, señaló Torrealba en su programa audiovisual La Fuerza es la Unión, transmitido por el espacio web Periscope.
El vocero de la MUD se refirió así a lo dicho por Maduro que señaló ayer que bajo el escenario “negado” de que la oposición llegara a ganar las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre, “no entregaría la revolución” y pasaría a gobernar con el “pueblo” y en “unión cívico militar”.
Torrealba señaló que tras los comicios, que asegura ganará la oposición, el sector político gobernante va a entrar en una nueva fase de “derrota” y, como consecuencia pasarán a ser una oposición que se verá obligada a “reinventarse” para poder decirle “algo” nuevamente al país “dentro de cinco, diez, quince años”.
El opositor también apuntó que en Venezuela “no hay independencia de poderes” pues, asegura, todos están dominados por el Gobierno y de ahí deviene el “abuso de poder” al que el oficialismo se aferra y por ello teme perder las parlamentarias.
El lunes pasado Maduro declaró “en emergencia” a la llamada revolución bolivariana que él lidera al tiempo que pidió activar un plan “antigolpe” que garantice “la victoria electoral” en las parlamentarias.
“Nosotros sabemos de antemano que ellos no van a reconocer las elecciones, que no están haciendo campaña electoral, que están buscando apoyo internacional para tratar de hacerle daño a Venezuela”, dijo entonces.
Asimismo, el pasado día 13, el gobernante afirmó que el chavismo debe ganar estos comicios “como sea” para garantizar que triunfe la “paz” y porque “el futuro está en juego”. EFE

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DENTRO Y FUERA
 
DANIEL INNERARITY
 
Cuando parece que todo el mundo se quiere ir de algún sitio, como los que acaban de presentar una propuesta para iniciar el proceso de creación de “un Estado catalán independiente en forma de república”, me atrevo a asegurar que estar dentro o fuera ya no es tan relevante, que en el fondo todos nos encontramos en una zona intermedia renegociando continuamente nuestras pertenencias. Y, además, lo interior y lo exterior son nociones relativas, aunque a veces alguien pueda forzar esta relatividad hasta lo grotesco, como aquel célebre titular de un periódico británico que informaba de una densa niebla en el Canal de la Mancha y concluía que el Continente se encontraba aislado.
Hay muchos que se quieren ir, de distintos sitios y por distintos motivos: británicos, franceses y griegos de la Unión Europea o del euro, catalanes y escoceses de sus Estados… Ahora bien, ¿qué significa irse? ¿Se va quien se va o también, paradójicamente, quien se queda? Irse no es posible, si entendemos esa operación como un corte limpio en el que uno recupera plenamente su identidad y soberanía, mientras aquello de lo que se ausenta sigue siendo lo que era. Nadie se queda completamente fuera o, al menos, esa separación no le devuelve la soberanía, ni le proporciona una inmunidad frente a todo contagio; y los que comparten espacios, proyectos y recursos, los que por así decirlo están dentro, no forman parte de eso común —a menos que hayamos renunciado completamente al ideal de autogobierno democrático— sin renegociar una y otra vez las ventajas y deberes que dicha pertenencia implica.
Digámoslo de una manera menos abstracta. ¿Qué pasa, por un lado, con los que se van? Empecemos por lo que pasó en Grecia. Pese a la retórica al uso, quien se va no recupera su soberanía; el referéndum no devuelve la voz al pueblo sino que le traspasa la responsabilidad. No es un ejercicio de soberanía sostenible sino un gesto que la teatraliza y después del cual el pueblo griego tiene todavía menos poder del que antes disponía.
Pasemos ahora a Gran Bretaña. Recuerdo haberle preguntado a Anthony Giddens, actual miembro de la Cámara de los Lores, qué pensaba del referéndum sobre la permanencia en la Unión y su irónica respuesta: ¿pero estamos dentro? Entre quienes defienden esa consulta, unos pocos lo hacen para salir; otros pocos, para quedarse, y la mayoría, para conseguir más ventajas a la hora de renegociar la permanencia. Hay quien utiliza este argumento, un tanto cínicamente, para desaconsejar la salida de Reino Unido: es mejor estar dentro de la Unión Europea e influir que estar fuera y seguir, no obstante, bajo su influencia.
Pensemos en eso que se ha dado en llamar “ampliaciones internas”, la posibilidad de que naciones sin Estado abandonen el Estado del que forman parte pero permanezcan en la Unión Europea: Escocia, Cataluña, Flandes... Los partidarios de la independencia de Escocia no cuestionaban ni la pertenencia a la monarquía británica, ni la libra como moneda común, ni la pertenencia a la UE, es decir, pretendían una situación que no es sustancialmente diferente de la actual. Además, de haber ganado el sí,se habría abierto un largo proceso de negociación del que resultaría un acomodamiento de las respectivas aspiraciones. Pero la mayor de las paradojas es que sin la participación de los escoceses, los británicos terminarían saliéndose de la Unión Europea.
Entrar y salir son operaciones que hacemos constantemente al redefinir la vida en común
¿Y qué pasa con los que se quedan, con el resto, tras un proceso de autodeterminación a nivel europeo o infraestatal? Pues fundamentalmente que ya no son exactamente lo que eran ni están donde estaban. El ejemplo británico muestra hasta qué punto podría uno sostener que los que se han ido han sido todos los demás, como con la anécdota de la niebla en el Canal: tendría más riesgos de quedarse fuera de la UE Inglaterra que Escocia. Una salida no deja intacto al resto abandonado. Buen testimonio de ello es el empeño de los países del euro por protegerse de las consecuencias que tendría un Grexit, por establecer cortafuegos y protegerse del contagio. Dicha estrategia obedece a que, tras la eventual salida de Grecia, el resto de la eurozona modificaría su situación y se haría más vulnerable. Se debilitaría el euro porque a partir de ese momento el euro sería una moneda de la que se puede salir. La lógica de los nuevos espacios políticos implica una conectividad de la es muy difícil sustraerse, tanto para quienes salen como para quienes se quedan.
En vez de pensar que las operaciones de entrar y salir son acontecimientos excepcionales, entenderíamos mejor lo que pasa si las concibiéramos como operaciones que estamos haciendo todos y continuamente en la medida en que redefinirnos las condiciones de la vida en común y la copertenencia. Hay quien desearía petrificar las actuales circunstancias (continuar con la lógica irreversible de la integración furtiva en el espacio europeo o apelar a marcos constitucionales supuestamente inapelables en el ámbito doméstico) y quien plantea abiertamente y sin demasiados matices la desintegración o la secesión, pero comprenderíamos mejor lo que pasa si nos atuviéramos al hecho de que la gran mayoría lo que pretende es mejorar su situación. No es tanto la salida lo que está en juego como las condiciones de la permanencia.
El pluralismo territorial vigente en Europa es una cristalización de ese forcejeo: tenemos el área de Schengen, la zona euro, todo el resto de la Unión, el Espacio Económico Europeo que permite a ciertos Estados que no forman parte de la Unión participar en su mercado interior, una multiplicidad de tratados bilaterales, integración diferenciada, cooperaciones reforzadas… Existen, además, las “pequeñas salidas”, los opt-outs, como por ejemplo, en relación con el Acuerdo de Schengen, roto unilateralmente por Dinamarca para reintroducir los controles fronterizos.
Si la distinción dentro/fuera, aun siendo real, no es tan tajante ni tan útil como pretenden los que lo tienen todo claro, entonces habrá que dar soluciones más sofisticadas a los problemas que nos plantea la convivencia política. Por supuesto que habrá siempre gente empeñada en exigir respuestas más nítidas que la realidad social a la que se refieren, que digas sí o no, que te vayas o te quedes, pero que si te quedas aceptes unas condiciones sobre las que ya no tienes capacidad de decisión. No son buenos tiempos para el matiz, la tan denostada ambigüedad, las terceras vías y los tonos grises, pese a que en el fondo todos sabemos que la vida política discurre siempre por esos derroteros, en la zona imprecisa entre el adentro y el afuera.
 
Daniel Innerarity es catedrático de Filosofía Política e investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco. Acaba de publicar el libro La política en tiempos de indignación (Galaxia-Gutenberg).

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LA ESTRATEGIA ELECTORAL OFICIALISTA

ISMAEL PEREZ VIGIL

No estamos frente a nada nuevo, simplemente se afina la estrategia del Gobierno de cara a las elecciones del 6D. Es la misma estrategia que desarrollaba Hugo Chávez Frías, en todas sus campañas, con una mezcla de soberbia y autosuficiencia: la intimidación del adversario. Solo que esta vez, los números y las encuestas no los favorecen, de allí que en el fondo se les nota un gran temor.
Esta estrategia es una “sabia” mezcla de los “laboratorios de guerra sucia” oficiales. El Gobierno adopta medidas de corte populista y efectista, se esparcen rumores que tenga signos de credibilidad, que se “recogen” en actos de campaña y oficiales, en los cuales se profieren todo tipo de amenazas al adversario y advertencias amedrentadoras a los seguidores dudosos o a los “indecisos”.
Veamos un desarrollo claro de esto, tomando como ejemplo lo ocurrido en los últimos días.
El Presidente de la República y algunos de los miembros de su gabinete, con posterioridad, anuncian medidas económicas. La más “efectista” de todas, el aumento del 30% del salario mínimo, a los maestros y otros empleados públicos, el incremento del “ticket de alimentación” y la regulación de los precios y ajustes en la tasa de ganancia de comercializadores e importadores. Todos sabemos, hasta el Gobierno, que la medida de incremento de sueldos es apenas un paliativo menor frente a la crisis que sufrimos los venezolanos; y la medida de ajustes de regulación de precios y regulación de los beneficios, sin otras medidas que propicien un incremento de la producción no harán más que incrementar la escasez, terminando de arruinar, de paso, a muchas pequeñas y medianas empresas que a duras penas sobreviven.
Simultáneamente se dejan correr rumores, como una pinza, para apretar por ambos lados. Por ejemplo, un supuesto “alzamiento” militar en Carabobo de algunos oficiales que desconocen una cierta “orden” de arremeter y reprimir al pueblo el 6D. Es el clásico rumor que nadie puede verificar nunca, pero que siembra temor en unos y falsas esperanzas en otros, que se desmoronan cuando se descubre la verdad –o la falsedad– del rumor. Igualmente se corre el rumor de la “grave enfermedad” de algún alto funcionario, en este caso la Presidenta del CNE, que debe ser internada en un hospital, incluso en el exterior del país. Se agudizan los temores en algunos de una posible suspensión del proceso electoral –conveniente globo de ensayo para el Gobierno– o se estimula la imaginación de otros que ya “ven” disputas internas para remplazar el cargo.
Para “recoger” los rumores, el Presidente, en una fecha que no tiene que ver con nada, aparece en una especie de desfile o acto militar “juramentando” comandos que deben proteger “aéreas de defensa integral” del país, amenazando y reafirmando así su absoluto control y dominio del tema militar. A los pocos días, en otro acto público, que luego es transmitido en cadena nacional, aparece en el CNE, con su Presidenta, muy sonreída está, dando un mensaje doble al país: que nada grave está ocurriendo con la alta funcionaria y que el CNE y el Ejecutivo siguen actuando, como siempre, al unísono.
Mientras discurren estos acontecimientos, se van desarrollando otros que no son nada simbólicos, sino muy concretos en el contenido de sus amenazas. La televisora del Estado y los programas de televisión afectos al régimen, difunden sutiles o abiertas amenazas de lo que pasaría en el país de perder el Gobierno las elecciones del 6D. Así en el canal oficial aparecen propagandas en las que se ven grupos de motorizados, en sus “caballos de hierro”, anunciando lo “bastantes” que ellos son o pueden ser y lo dispuestos que están a movilizar votantes el 6D, “como sea”. También se pueden ver en los programas afectos al Gobierno, en televisoras privadas, algunos personajes a los que tratan de revestir de autoridad académica o “científica”, explicando las estrategias de intimidación que utiliza ¡la oposición! o como en encuestas que solo ellos manejan se demuestra la inevitable derrota de la oposición y la nueva y aplastante victoria del Gobierno.
Por su parte, el Presidente emite mensajes, que son obviamente retransmitidos por cadena nacional, en supuestos “noticieros de paz” y que no son más que mensajes con violencia, insultos y amenazas a todos aquellos que difieran del pensamiento oficial. De diversas maneras se repite el mensaje de que un triunfo opositor será evitado “como sea”, porque “la derecha… –y todos los que se oponen al régimen, lo son– no se está preparando para unas elecciones sino para un golpe”, motivo suficiente para que la “revolución” se declare en emergencia anti golpista y advertía nuevamente que en el oficialismo están “resteados para garantizar la victoria como sea”. El Presidente no escatima en mensajes de intimidación, ¿Cómo puede ser interpretada sino lo de lograr una “victoria como sea”, proviniendo de tan alta figura oficial, que además dispone de las armas de la nación? Todos esos mensajes no son más que una variedad de aquellos “rodilla en tierra”, “los volveremos polvo cósmico” o “revolución pacífica, pero armada” de Hugo Chávez Frías.
En su intervención en el CNE, el Presidente deja anunciada una nueva “jugada”, un “acto de masas”: el documento firmado por el PSUV y el Gobierno, en presencia del CNE, será supuestamente expuesto en plazas públicas, para que “el pueblo también lo firme”. Ocurrirá, ya sabemos, lo mismo que ocurrió con las firmas que se recogieron contra el Presidente de los Estados Unidos: nadie las verá, nadie vera tampoco “largas colas” de firmantes en ninguna plaza –las únicas largas colas que seguiremos viendo serán las de los venezolanos en búsqueda infructuosa de comida–, pero al final, como por obra de magia, aparecerán millones de firmas “respaldando” ese documento.
Pero las medidas “económicas” adoptadas por el Gobierno, no nos engañemos, tendrán algunos efectos en la población favorables al Gobierno, porque qué duda cabe que un incremento salarial por efímero y volátil que sea y una regulación de precios que no tendrá ningún impacto real, para los venezolanos empobrecidos significara un cierto alivio ante el inmenso incremento de la inflación. De nada servirán, en el mediano y largo plazo, pues en poco tiempo serán absorbidas por la carestía de todo, pero mientras tanto van jugando su papel de sembrar dudas y una cierta esperanza.
Todas esto que está ocurriendo –las “medidas económicas”, las cadenas de rumores, las amenazas e intimidaciones, los “actos de masas” engañosos– tienen un doble fin; por una parte, huir hacia adelante y advertir a los propios, y entre ellos a los más radicales, que el Gobierno tiene el “control y dominio” de la situación, por lo que el triunfo está asegurado; por el otro lado, intimidar a los opositores e indecisos para que se desmoralicen y se “abstengan” de participar en el proceso electoral.
Como se puede ver, no es una estrategia simple, está bien armada y orquestada y ha sido eficiente en el pasado (ojalá el Gobierno fuera tan diligente y hábil para arreglar los problemas del país, pues recursos no le han faltado), ¿Qué tan eficiente vaya a ser la estrategia ahora?, está por verse y al tenor de las encuestas y la rabia popular que se manifiesta en las “sabrosas colas” de la Ministra J. Farías, parece que esta vez no será tan efectiva. Pero en mucho dependerá de lo que haga la oposición.
Esta estrategia y sus tácticas requieren de ser políticamente explicadas al pueblo por parte del sector opositor, para contrarrestar sus efectos y que sean debidamente comprendidos como actos desesperados de un régimen que, al no estar ya en capacidad de movilizar, recurre a la ficción. Contando el Gobierno con todos los medios de comunicación, unos por temor y otros porque los posee, ¿Quién, sino es la oposición, puede hacer el esfuerzo y el trabajo político de explicar y desenmascarar públicamente la estrategia oficialista?
Politólogo
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VOLVER A SOÑAR



         JEAN MANINAT

Sí... tiene usted toda la razón, el título del artículo es un poco cursilón, tirando a marshmallow frente a la chimenea en invierno -allí donde hay estaciones, chimeneas y malvaviscos-, a folleto de autoyuda firmado a cuatro manos por Paulo Coelho y Arjona, a canción de Maná, el mejor grupo de rock infantil de la región. Pero aún a sus años uno se entusiasma, se alegra de sorprenderse a sí mismo cavilando, mientras espera frente a un semáforo, acerca de la factibilidad de un cambio que regenere a Venezuela. Ya está sucediendo en otros lados.

Tras 16 años de demolición de la convivencia social, de hostigamiento verbal, sicológico, y físico de toda disidencia política; de vaporización de la riqueza petrolera y desguace de la industria nacional, de dinamitar con cartuchos ideológicos todo atisbo de prosperidad y bienestar generalizado; el proyecto del socialismo del siglo XXI -una nave para regresar al pasado- hace aguas por todos lados sin haber logrado aplastar definitivamente -como siempre ha sido su objetivo- a quienes se han opuesto a sus designios hegemónicos.

Algún día se contará la epopeya de la oposición democrática venezolana -con sus confusiones y sus logros- en medio de la hostilidad abierta de algunos gobiernos y la indiferencia cómoda de otros en la región. El relato no dejará de ser doloroso, por las víctimas que quedaron en el camino, los presos políticos y los activistas inhabilitados o defenestrados. (Tantas vidas segadas por el hampa, un daño colateral producto de la ineficacia imperante). Pero queda el tesón democrático, la capacidad para no rendirse en medio de las diferencias, la voluntad de no cederle el país a una nomenclatura aferrada al poder. Y ese empeño está dando sus frutos.

Si las encuestas tienen razón, y la rabia e indignación contenidas que se percibe por doquier se transforma en una marejada de votos opositores -chavistas y no chavistas- la Venezuela que emergerá después del 6D será una obra en construcción. A la oposición democrática le tocará blindar un discurso inclusivo, que sea convincente para todos, que acerque a quienes -todavía imbuidos del discurso oficial- desconfíen del cambio, que albergue a los descreídos de lado y lado, que los hay. Sobre todo, habrá que desarmar -con paciencia y eficacia de especialista antiexplosivos- los mecanismos de odio de clase instalados, la división artificial y violenta de los venezolanos, el a por ellos azuzado desde el vértigo del poder.

A partir del lunes 7 de diciembre -una vez asegurados los resultados- la oposición democrática estará obligada a desplegar el dibujo del país alternativo que quiere avanzar desde la Asamblea Nacional. Con propuestas concretas y verosímiles, señalando las medidas y los medios para sustentarlas en el tiempo. Hablarle a todo el país, no sólo a los convencidos, y demostrar con contundencia que sí se puede cambiar, para mejor, en paz y convivencia.

Qué duda cabe que serán tiempos difíciles y quienes ostentan hoy el poder harán lo que esté a su alcance -y es mucho lo que tienen todavía a la mano- para mantenerlo. Por eso, la oposición democrática tiene que desechar la pulsión -fatal- de buscar de nuevo salidas inmediatas, dejarse llevar por la prisa y el desespero, que es la mejor manera de facilitarle la tarea a un contendor con pocos escrúpulos para forzar su permanencia en el gobierno. La reconstrucción del país será una obra paciente, ardua, frente a quienes ya han anunciado que no aceptarán, de manera alguna, los cambios que la sociedad requiere. Una obra que logre entusiasmar de nuevo a todos, que le sustraiga la pólvora a las desavenencias y le restituya a la gente la capacidad de volver a soñar con algo mejor de lo que tienen.

@jeanmaninat


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jueves, 29 de octubre de 2015

IDEFEC: Frente al 2016
 

El Papa Francisco nos dijo recientemente a los venezolanos:

“Los aliento a reanudar un camino común por el bien del país, reabriendo los espacios de encuentro y de diálogo sincero y constructivo”.
“No hay que tener miedo a la paz. La convivencia, el diálogo, la reconciliación y la unión no son una derrota o una pérdida sino una victoria, porque quien gana es el ser humano creado por Dios para vivir en concordia y armonía”. 

Todos queremos vivir en una Venezuela mejor. 

Este documento es una convocatoria a construir juntos una visión compartida que supere la división entre los venezolanos como requisito indispensable para que vivamos en una Venezuela mejor. 

Proponemos un modelo de sociedad justo que se fundamente en la defensa de la persona humana y en el respeto a su dignidad. Un modelo en el que la economía, la política, la ecología, la tecnología, la educación y las políticas públicas estén al servicio del progreso y el bienestar de cada una de las personas. Un proyecto que erradique la pobreza, nos ponga a todos los venezolanos a participar en la producción de riqueza y en el disfrute del producto social y nos ofrezca a todos la oportunidad de progresar. 

Alcanzar este propósito enfrenta cuatro obstáculos:

1.     En lo económico-social: una crisis económica con graves consecuencias sociales y difícil de superar en el corto plazo que amenaza la gobernabilidad

2.     En lo político: una polarización extrema que impide los acuerdos necesarios para poder enfrentar los difíciles retos que tenemos

3.     En lo institucional: una debilidad institucional y una ausencia de Estado de Derecho  que le ha quitado el soporte a la democracia.

4.     En lo Ético: una corrupción que ha permeado todo el cuerpo social

 

Con estos obstáculos es imposible superar la crisis si no se construye un amplio consenso nacional apoyado por las instituciones de mayor credibilidad de la sociedad venezolana, las iglesias, los empresarios, los industriales, los trabajadores, las universidades, las academias, los movimientos sociales y la Fuerza Armada Nacional.

Muchos países han padecido crisis profundas como consecuencia de confrontaciones políticas. Todos los que lograron superarlas lo hicieron a partir de la construcción de espacios de encuentro en función de los altos intereses del país. Muchos lo hicieron después de pagar un precio muy alto. Nosotros apelamos a la inteligencia de nuestros compatriotas para hacerlo a tiempo.

El consenso que proponemos es sobre la base de una agenda compartida que tiene cuatro objetivos

1-    Fortalecer las instituciones democráticas conforme a la

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
 

2-    Reactivar la producción nacional y el empleo. 

3-    Desarrollar un amplio programa social. 

4-    Promover una política de reconciliación nacional.

 

Fortalecer las instituciones democráticas de acuerdo a la

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela 

Una democracia se soporta en instituciones. Si no hay instituciones los gobiernos se soportan en la fuerza. Fortalecer las instituciones es indispensable para la convivencia democrática, la recuperación económica y la construcción de una sociedad justa que respete la dignidad de las personas.  

El fortalecimiento de las instituciones pasa por:  

-        El respeto a la Constitución vigente.

-        La Plena vigencia del Estado de Derecho.

-    La Independencia y autonomía de las diferentes ramas del poder público.

- Un gobierno que gobierne.

- Una Asamblea Nacional que legisle y controle la marcha de la Administración Pública.

- Un Poder Judicial independiente que administre justicia y que merezca la confianza de los ciudadanos.

- Un árbitro electoral imparcial y digno de la confianza colectiva.

- Contraloría, Ministerio Público y Defensoría del Ciudadano que cumplan las obligaciones señaladas en la Constitución.
 
-     El fortalecimiento de los estados y municipios a través de la descentralización efectiva de competencias y recursos 

-     El desmontaje de la hipertrofia del Poder Presidencial. 

-     El fortalecimiento de una Fuerza Armada profesional, apolítica y no deliberante  

-     El empoderamiento de las comunidades y de los ciudadanos a través de mecanismos efectivos de participación.  

-     La elevación del nivel ético y combate a la corrupción. Aprobación de la Ley de Transparencia de la Gestión Pública.

 

Reactivar la producción nacional y el empleo
 
La medida del progreso no está en cuanto le agregamos a la abundancia de aquellos que tienen mucho, sino en si proveemos lo suficiente para aquellos que tienen muy poco”.                                  

                     Franklin Delano Roosevelt

¿Dónde estamos?

La producción nacional y el empleo se han venido destruyendo por un modelo económico que castiga  la iniciativa privada. La incertidumbre provocada por la ausencia de estado de derecho, las expropiaciones, los controles de precios por debajo de los costos de producción y un control de cambio con dólares subsidiados que estimulan la importaciones en detrimento de la producción nacional han provocado un daño enorme a la economía con consecuencias muy negativas sobre la población. 

¿Qué queremos?

Queremos desarrollo económico afincado en eficiencia y equidad. Una economía abierta que esté al servicio de las personas, que produzca riqueza y empleo y bienes y servicios suficientes para acabar con el desabastecimiento. Una economía que contribuya con el desarrollo del ser humano a través de la superación de las desigualdades sociales.

Una economía que ofrezca oportunidades para erradicar la pobreza y que dignifique a todos los seres humanos creando oportunidades de superación.

Una economía al servicio de las personas tiene que tener como prioridad derrotar la inflación, que es el castigo más despiadado en contra de la clase media y de los sectores populares y la dificultad más grande para lograr el desarrollo. 

Políticas económicas que protejan e incentiven la inversión nacional y extranjera generarán empleos de calidad y bien remunerados. Es necesario crear un entorno de seguridad económica, jurídica y personal, que posibilite la repatriación de capitales y el establecimiento de nuevas empresas e industrias que demanden mano de obra nacional. 

¿Cómo lo hacemos? 

La palabra clave es confianza. Confianza para atraer inversiones nacionales e internacionales. 

Para recuperar la confianza proponemos: 

1-    Un programa coherente de recuperación económica afincado en disciplina fiscal y monetaria que sea capaz de derrotar la inflación. El éxito de esta política pasa por el rescate de la autonomía del Banco Central de Venezuela.

2-    Fortalecimiento del Estado de Derecho en general y del derecho a la propiedad en particular.

3-    Desmontaje progresivo de los controles de precios y el establecimiento de mecanismos de control a la especulación con racionalidad económica.

4-    Eliminación progresiva del control de cambio. La progresividad dependerá de la confianza que vaya generando una economía en recuperación que se va haciendo atractiva a la inversión.

5-    Una legislación laboral que promueva inversiones que generen empleos productivos y contribuya a mejorar el ingreso real de los trabajadores.   

La experiencia demuestra en Venezuela y en el mundo entero, que el sector privado es más eficiente que el sector público para generar riqueza y producir bienes y servicios, y que una intervención inteligente del Estado puede lograr una distribución más equitativa de la riqueza sin sacrificar el crecimiento. Nuestra propuesta consiste en motivar y estimular al sector privado para que invierta y fortalecer al Estado para que cumpla su papel.  

El aumento del ingreso real de los trabajadores es una prioridad. Para asegurar ese objetivo hay que derrotar a la inflación y promover inversiones que generen empleos productivos, acompañados de una fuerte inversión social en la capacitación, educación y formación para el trabajo que permita un aumento en la productividad.  

Desarrollar un amplio programa social 

La superación de la pobreza tiene que ser la prioridad nacional por tres razones: 

1-    Porque es intolerable desde el punto de vista moral

2-    Porque es un obstáculo para el desarrollo económico

3-    Porque hace imposible la convivencia democrática. 

No es democrático un país donde hay unos niños que tienen todas las oportunidades para tener éxito mientras a otros la sociedad no les brinda la más mínima oportunidad. 

Una política social debe estar orientada a atacar las causas estructurales de la pobreza más que las consecuencias.

Proponemos:

1)    Declarar a la educación la prioridad nacional y en consecuencia:
a.     Desarrollar programas de atención a la familia, orientados a consolidar el núcleo familiar y a darle a los padres las herramientas para que puedan cumplir su labor formativa.

b.     Procurar el acceso de todos los niños al prescolar. (Todos los estudios indican que un niño que no es estimulado en sus primeros años no desarrolla destrezas vitales para su proceso de crecimiento emocional e intelectual).

c.     Elevar la calidad de la educación primaria y secundaria. Eso implica acondicionar físicamente los espacios, mejorar la capacitación, la formación y la remuneración de los maestros.

d.     Colocar la educación a tono con las exigencias de los procesos productivos, científicos y tecnológicos, asegurando la formación de un capital humano y social, capaz de impulsar el desarrollo y la competitividad.

e.     Un plan ambicioso de educación para el trabajo, en alianza con el sector productivo, que permita la incorporación de millones de jóvenes que han desertado de la educación formal y que pendulan entre el desempleo y el trabajo precario. 

2)   Empleo de calidad

La mejor política social es una política económica que genere oportunidades de empleo de calidad, que mejore el poder adquisitivo de las familias y que sea capaz de producir bienes y servicios suficientes para abastecer las necesidades de la población, pero eso no es suficiente porque el mercado por sí solo no garantiza igualdad de oportunidades. Para eso es necesaria una política social integral. 

c)   Seguridad social

La seguridad social conformada sobre base contributiva, solidaria y tripartita, tendrá por objeto asegurarle al trabajador las previsiones de cesantía, recreación, vivienda, salud,  crecimiento profesional, disfrute de una pensión digna y suficiente. Este sistema deberá incorporar a trabajadores informales y por cuenta propia desprovistos actualmente de toda cobertura.

d)   Asistencia social

Consideramos un atentado contra la dignidad de la persona humana las políticas populistas que someten a la gente a la esclavitud de tener que estar con la mano extendida dependiendo de las dádivas de un Estado sobreprotector. Nuestra política social estará dirigida a crear condiciones para que la gente, con su propio esfuerzo, pueda salir de la pobreza de forma definitiva porque solo así se logra dignificar a las personas. Sin embargo, consideramos moralmente obligatorio atender a las familias que viven en situación de pobreza con políticas asistencialistas temporales. El principio básico de igualdad de oportunidades, sobre los que debe fundarse una sociedad democrática y de justicia, no podría materializarse, si el Estado no actúa para ayudar y proteger a los sectores más desvalidos, asegurando su incorporación efectiva a la sociedad.  

La política asistencial, deberá ser ampliada y reformulada para ubicarla dentro de propósitos realmente incluyentes y redentores de una nueva visión de lo social, por lo que todas las personas que reciban ayudas o beneficios del Estado deberán en provecho de sí mismos, y en la búsqueda de su efectiva dignificación y liberación, incorporarse a las distintas opciones del proceso educativo conforme a su nivel o preferencia, como paso previo a su inclusión en el proceso productivo mediante la obtención de un empleo de calidad, bien remunerado y con seguridad social, que lo emancipe definitivamente de la dependencia del Estado
 

Propósito compartido 

Educación-Empleo-Seguridad social y Asistencia social, ubicados dentro de un gran objetivo nacional de liquidar la pobreza y garantizar la inclusión como prerrequisito para el progreso, el bienestar y la ampliación y la consolidación democrática.
 

Promover una política de reconciliación nacional.
 
“La intolerancia en si misma es una forma de violencia y
un obstáculo al crecimiento del verdadero espíritu democrático”                                  

Mahatma Gandhi

Reconciliarnos significa respetarnos y reconocernos en nuestra diversidad como sociedad y como pueblo. La dinámica democrática se cumple en un juego de coincidencias y divergencias, consensos y desacuerdos  procesadas a través del dialogo, y ejercidas en todas las instancias de la vida pública.

Los procesos traumáticos y desgarradores, que han sufrido en otras latitudes, sociedades que se han dejado ganar por la división, la confrontación y el odio entre compatriotas, deben aleccionarnos para desde todos los espacios del País, promover una cultura de paz, civilidad y entendimiento, que parta de la convicción de que solo mediante grandes acuerdos en torno a los temas que nos involucran a todos, podemos construir un país de sueños y metas compartidas, un país de progreso, bienestar, justicia, equidad, democracia, libertad y oportunidades para todos.   

 
Mensaje del Centro de Políticas Públicas, Ifedec, a la nación
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