miércoles, 11 de febrero de 2015

EN CARNAVAL LA DEVALUACIÓN HAY QUE DISFRAZARLA

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Trino Marquez C. 

La rueda de prensa de Nelson Merentes, presidente del Banco Central, y Rodolfo Marco Torres, ministro de Economía y Finanzas, en la que anunciaron el nuevo esquema cambiario estuvo adornada con la monserga propia de los discursos demagógicos. Ninguno de los dos funcionarios se atrevió a decir que el gobierno necesita muchos miles de millones de bolívares para cumplir sus compromisos y que debe convertir cada dólar, de los escasos que ahora recibe, en la mayor cantidad de moneda nacional que sea posible.
        Esta verdad pura y simple trataron de ocultarla con un lenguaje vaporoso. El “gobierno sigue comprometido con el pueblo”, “no se ha olvidado de los más necesitados”. El dólar a Bs. 6.30 “se mantendrá” porque con él se realizan “70% de las operaciones en divisas”.  El resultado de este esquema complicado y absurdo, que no existe en ninguna de las economías más prósperas del continente, se traduce en que se mantiene el dólar barato para que la boliburguesía y la red de corrupción que existe alrededor del Cencoex, antiguo Cadivi, pueda seguir lucrándose con los mermados ingresos petroleros. En otro plano, las subastas que se realicen a través del Sicad irán moviendo la divisa norteamericana hacia arriba. La deducción es lógica: durante 2014 –cuando el precio del barril se situó por encima de $90 durante el primer semestre- el Banco Central realizó muy pocas convocatorias; podía suponerse que el Ejecutivo contaba con suficientes dólares para subastarlos; ahora la situación varió: ¿de dónde saldrán los billetes verdes para satisfacer la demanda?
El mismo razonamiento opera para prever el comportamiento del dólar en el Sistema Marginal de Divisas (¡Simadi!). El principal oferente de moneda extranjera es el gobierno. El sector privado ha sido tan atacado durante los últimos años, que su capacidad de participar en la venta de dólares es muy reducida. Habrá que esperar que la economía se reanime para que el volumen de la oferta crezca. Por ahora, el bolívar seguirá rodando por la pendiente adonde lo llevaron los rojos.
Las dos maneras de evitar que el bolívar siga depreciándose frente a la divisa norteamericana son: que los precios del crudo se disparen hacia las nubes, cosa que parece improbable; o que la economía detenga su caída y comience a mostrar signos de  dinamismo. Pero, ¿cómo alcanzar esta meta si Nicolás Maduro y Diosdado Cabello optaron por criminalizar la actividad empresarial y continuar con la política del acoso a la iniciativa privada, las expropiaciones y confiscaciones, algunas abiertas y otras veladas?
Por la ruta de las amenazas y el cerco a los empresarios particulares, la economía continuará hundiéndose en el charco donde se encuentra. Los inversionistas carecen de incentivos para invertir en Venezuela. A lo mejor el gobierno está pensando en relanzar el aparato productivo a partir de las Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable (Zedes), aprobadas en 2001, pero que nunca han funcionado. El mantenimiento del dólar a Bs. 6.30 podría formar parte de un proyecto orientado a conceder divisas para las inversiones en esas ZEDES, de modo que los empresarios obtengan ese beneficio y luego puedan vender los dólares obtenidos en el Simadi. Negocio redondo.
La traba se encuentra en que en Venezuela no existe seguridad jurídica. El Estado de derecho desapareció. Reina el abuso. Farmatodo y Día Día simbolizan la arbitrariedad imperante. En una atmósfera como esta luce remoto que empresarios que pueden invertir en Perú o Chile -por ejemplo- opten por Venezuela. La caridad y la misericordia con países arruinados por sus dirigentes, no son valores que los inversionistas practiquen. En la mayoría de las naciones de Latinoamérica, con las cuales Venezuela compite, el marco jurídico y los derechos de propiedad se respetan con devoción. En este lote entran también los países del ALBA. La devaluación frente a la moneda norteamericana no se registra. Al contrario, Perú, Chile, Bolivia, han fortalecido su cotización ante el dólar.
Venezuela es una pieza rara que habría que exhibir en un museo arqueológico. La inflación y la devaluación continua ya no se ven. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello deberían solicitar los consejos de sus amigos Daniel Ortega, Rafael Correa y Evo Morales, para que les digan cómo –con el mismo discurso redentor- lograron que sus respectivos países crecieran, que las economías se modernizaran y  que fuesen abatidas la inflación y la devaluación.
@trinomarquezc 

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