EN CARNAVAL LA DEVALUACIÓN HAY QUE DISFRAZARLA
Trino Marquez C.
La rueda de prensa de
Nelson Merentes, presidente del Banco Central, y Rodolfo Marco Torres, ministro
de Economía y Finanzas, en la que anunciaron el nuevo esquema cambiario estuvo
adornada con la monserga propia de los discursos demagógicos. Ninguno de los
dos funcionarios se atrevió a decir que el gobierno necesita muchos miles de
millones de bolívares para cumplir sus compromisos y que debe convertir cada
dólar, de los escasos que ahora recibe, en la mayor cantidad de moneda nacional
que sea posible.
Esta verdad pura y simple trataron de ocultarla con un
lenguaje vaporoso. El “gobierno sigue comprometido con el pueblo”, “no se ha
olvidado de los más necesitados”. El dólar a Bs. 6.30 “se mantendrá” porque con
él se realizan “70% de las operaciones en divisas”. El resultado de este esquema complicado y
absurdo, que no existe en ninguna de las economías más prósperas del
continente, se traduce en que se mantiene el dólar barato para que la
boliburguesía y la red de corrupción que existe alrededor del Cencoex, antiguo
Cadivi, pueda seguir lucrándose con los mermados ingresos petroleros. En otro
plano, las subastas que se realicen a través del Sicad irán moviendo la divisa
norteamericana hacia arriba. La deducción es lógica: durante 2014 –cuando el
precio del barril se situó por encima de $90 durante el primer semestre- el
Banco Central realizó muy pocas convocatorias; podía suponerse que el Ejecutivo
contaba con suficientes dólares para subastarlos; ahora la situación varió: ¿de
dónde saldrán los billetes verdes para satisfacer la demanda?
El
mismo razonamiento opera para prever el comportamiento del dólar en el Sistema Marginal
de Divisas (¡Simadi!). El principal oferente de moneda extranjera es el
gobierno. El sector privado ha sido tan atacado durante los últimos años, que
su capacidad de participar en la venta de dólares es muy reducida. Habrá que
esperar que la economía se reanime para que el volumen de la oferta crezca. Por
ahora, el bolívar seguirá rodando por la pendiente adonde lo llevaron los
rojos.
Las
dos maneras de evitar que el bolívar siga depreciándose frente a la divisa
norteamericana son: que los precios del crudo se disparen hacia las nubes, cosa
que parece improbable; o que la economía detenga su caída y comience a mostrar signos
de dinamismo. Pero, ¿cómo alcanzar esta
meta si Nicolás Maduro y Diosdado Cabello optaron por criminalizar la actividad
empresarial y continuar con la política del acoso a la iniciativa privada, las
expropiaciones y confiscaciones, algunas abiertas y otras veladas?
Por
la ruta de las amenazas y el cerco a los empresarios particulares, la economía
continuará hundiéndose en el charco donde se encuentra. Los inversionistas
carecen de incentivos para invertir en Venezuela. A lo mejor el gobierno está
pensando en relanzar el aparato productivo a partir de las Zonas Especiales de
Desarrollo Sustentable (Zedes), aprobadas en 2001, pero
que nunca han funcionado. El mantenimiento del dólar a Bs. 6.30 podría formar
parte de un proyecto orientado a conceder divisas para las inversiones en esas ZEDES,
de modo que los empresarios obtengan ese beneficio y luego puedan vender los
dólares obtenidos en el Simadi. Negocio redondo.
La
traba se encuentra en que en Venezuela no existe seguridad jurídica. El Estado
de derecho desapareció. Reina el abuso. Farmatodo y Día Día simbolizan la
arbitrariedad imperante. En una atmósfera como esta luce remoto que empresarios
que pueden invertir en Perú o Chile -por ejemplo- opten por Venezuela. La
caridad y la misericordia con países arruinados por sus dirigentes, no son
valores que los inversionistas practiquen. En la mayoría de las naciones de
Latinoamérica, con las cuales Venezuela compite, el marco jurídico y los
derechos de propiedad se respetan con devoción. En este lote entran también los
países del ALBA. La devaluación frente a la moneda norteamericana no se
registra. Al contrario, Perú, Chile, Bolivia, han fortalecido su cotización ante
el dólar.
Venezuela
es una pieza rara que habría que exhibir en un museo arqueológico. La inflación
y la devaluación continua ya no se ven. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello
deberían solicitar los consejos de sus amigos Daniel Ortega, Rafael Correa y
Evo Morales, para que les digan cómo –con el mismo discurso redentor- lograron
que sus respectivos países crecieran, que las economías se modernizaran y que fuesen abatidas la inflación y la
devaluación.
@trinomarquezc
No hay comentarios:
Publicar un comentario