FRANCISCO MONALDI
En las elecciones legislativas de 2010 el oficialismo (alianza PSUV)
obtuvo 48% de los votos y consiguió 59% de los diputados. La MUD sacó
47% de los votos y 40% de los diputados, en tanto que el PPT sacó 3% de
los votos y 1% de los diputados. Dado que el PPT había pasado a la
oposición (Falcón y Guarulla), otra manera de verlo es que la oposición
sacó 50% de los votos y solo el 41% de los diputados.
En su momento comúnmente se le atribuyó la discordancia entre votos y
puestos a la manipulación de los circuitos electorales (el famoso gerrymandering)
ejecutada por el CNE de mayoría oficialista. No hay duda de que este
factor afectó a la oposición. En un trabajo que realicé con mis colegas
Richard Obuchi y Alfredo Guerra estimamos que esta manipulación le restó
unos 5 diputados a la oposición, si se compara con los que se hubiese
obtenido usando los circuitos de 2005. Sin embargo, el resto de la
diferencia – unos 9 diputados-comparando con los que hubiese obtenido la
oposición en un sistema proporcional como el que prevalecía en el
pasado, fue atribuible a otros dos factores: 1) La sobrerrepresentación
de los estados menos poblados del país, originada en una norma
Constitucional, favoreció al chavismo porque en general tiene más apoyo
en las zonas rurales. Un voto en Delta Amacuro vale casi seis veces más
que un voto en Zulia o Miranda. 2) El sistema electoral se hizo
abiertamente mayoritario con el incremento del número de diputados
nominales (electos por mayoría simple) y la eliminación de la
proporcionalidad del sistema mixto, es decir la compensación con
diputados electos por lista del “exceso” obtenido en diputados nominales (la legalización de las “morochas”).
En su época de mayorías amplias, el oficialismo había estructurado el
sistema para sobre-representar al partido mayoritario. Como la alianza
del PSUV sacó más votos que la opositora MUD, y la oposición fue
dividida (el PPT no se alió con la MUD), eso también les favoreció.
Las encuestas en 2010 mostraban una realidad muy diferente a la de hoy.
En ese entonces indicaban que la oposición tenía una leve mayoría. Eso
permitía predecir que la combinación de sobrerrepresentación de las
zonas rurales, con la manipulación de circuitos y el hecho de que
Guarulla y Falcón no hubieran entrado dentro de la coalición de la MUD,
hacían probable un escenario en que la oposición obtuviera la mayoría de
los votos, pero el oficialismo la mayoría de los diputados, como
efectivamente ocurrió. Para que la oposición hubiera tomado control de
la Asamblea se habría requerido unidad perfecta y obtener
aproximadamente 52% de los votos (5 puntos más de lo que sacó la MUD).
Lo que muestran hoy las mismas encuestas es que el oficialismo está en franca minoría.
La intención de voto de sus candidatos ronda 30%-33% de apoyo (un poco
por encima de la aprobación presidencial). Estos son niveles como los
que tenía la oposición en 2005-2006 en la cúspide del auge económico y
de la popularidad de Chávez. Los candidatos de la MUD tienen un apoyo
que ronda el 55-59% y el resto manifiesta que votaría por candidatos
no-alineados. Es decir que la oposición casi dobla en apoyo al chavismo.
Si hay unidad en la oposición y esta obtiene más de 53% de los
votos, eso se traduciría en una mayoría de diputados (aun asumiendo que
el chavismo saca bastante más que lo que tiene hoy en las encuestas). Si
la ventaja fuese más amplia, con 58%-60% de los votos, la oposición
obtendría una mayoría calificada. Usando los resultados de la
última encuesta Datanálisis, Francisco Rodríguez en su reciente reporte
de Merrill Lynch proyecta 120 diputados opositores del total de 167 (72%
de los diputados con 59% de los votos).Cabe resaltar, que esta
proyección toma en cuenta los recientes anuncios de cambios en la
elección de diputados por nuevos estimados poblacionales, que agrega dos
diputados a la AN. Estos cambios claramente están diseñados para
restarle diputados a la oposición como ha demostrado Eugenio Martínez en
su excelente trabajo periodístico. Por ejemplo, eliminaron uno de los
dos diputados electos en el Este de Caracas y lo agregaron a los Valles
del Tuy. Pero esta maniobra que hay que condenar enérgicamente,
probablemente le restaría -a lo sumo- 1 o 2 diputados a la oposición. Un
descarado abuso, pero no suficiente para alterar la correlación de
fuerzas. Si la oposición va unida y los votantes opositores no se
abstienen desproporcionadamente más que los chavistas, los votos serían
claramente suficientes para cambiar el control de la Asamblea, incluso
con una relevante probabilidad de obtener la mayoría calificada. El
sistema mayoritario, ahora que el chavismo es minoría, se devuelve
contra ellos, el gerrymandering no basta. Es bueno aclarar que
no es posible predecir con precisión como se traducirán los votos en
diputados porque esto depende crucialmente de la distribución de los
votos por circuitos. Sin embargo las proyecciones, como la de Merrill
Lynch, que asumen que la oposición crece uniformemente, dan una idea
aproximada que no está lejos de los posibles escenarios reales.
Por supuesto que falta mucho para las elecciones, que insólitamente
aún no tienen fecha, y el oficialismo tiene varios trucos bajo la manga
para tratar de evitar su descalabro electoral. Ya vemos que están
volviendo a manipular los circuitos, pero por allí, como mencionamos no
van a poder obtener demasiado. ¿Qué otros trucos les quedan? Los
más predecibles son los que ya han utilizados en el pasado: 1) promover
la división de la oposición, estimulando que haya alguna lista
disidente; 2) promover la abstención de los opositores generando
desconfianza en el CNE y un ambiente de desesperanza en los opositores;
3) incrementar su apoyo con alguna jugada populista como el “Dakazo”; y
4) las prácticas fraudulentas en el día de la elección, como los votos
“fantasmas” de los que no fueron a votar, que agregan al final del
proceso en los centros sin presencia de testigos opositores. Pero este
tipo de estrategias, si la oposición las contrarresta, difícilmente
evitarían la derrota del oficialismo. A lo sumo, podrían evitar
que la oposición logre la mayoría calificada. Por otra parte, la
debacle económica incluso pudiera implicar peores resultados para el
gobierno de los que reflejan hoy las encuestas, esa sería de hecho la
presunción lógica en cualquier país “normal”.
La contundencia de este escenario base hace plausible que
haya elementos radicales en el gobierno que se planteen la peligrosa
opción de posponer indefinidamente las elecciones o descaradamente hacer
fraude electrónico masivo. Los costos de hacer algo así serían
gigantescos para el gobierno, perderían toda la legitimidad interna y
externa. La abrumadora mayoría de los venezolanos, así como de
los observadores y gobiernos internacionales, piensan que ganará la
oposición, porque saben perfectamente que hoy el gobierno está en clara
minoría. Si ocurre un fraude masivo, colapsaría el apoyo que le
queda al gobierno y lo haría insostenible. Sin embargo, la oposición se
debe preparar para estos escenarios, porque no puede contar con que una
mínima racionalidad vaya a prevalecer y por tanto tiene que hacer lo
posible para incrementar los costos internos y externos si el gobierno
decidiera traspasar la última barrera hacia la dictadura abierta.
Ahora bien, muchos se preguntarán: ¿para qué sirve tener mayoría en la AN si el gobierno le va a quitar todo el poder?
En Venezuela, todo es posible, pero esa es harina de otro costal y como
diría el amigo Ibsen Martínez, recordando a Jack el destripador: “vamos por partes”.
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