Lo que aprendemos en la calle
“Porque
a veces es demasiado increíble, la verdad deja
a menudo de ser conocida”Heráclito.
El país asiste al degradante espectáculo de la sumisión y
capitulación de la “nomenklatura” gobernante ante un país extranjero. Asimismo,
presencia atónito y con asco, el grado de envilecimiento que existe al
interior del régimen y el nivel de
deterioro al que lo han llevado los auténticos apátridas. Experimenta en carne
propia la cruel represión y vesania a la que es sometido por defender sus
derechos. Comienza a conocer las corruptelas, traiciones, conspiraciones y
delitos de personeros de la entente gubernamental y de la existencia de un poder, no el nominal que
aparenta detentar quien usurpa la presidencia, sino del poder real, que ejercen
en la sombra individuos e instituciones, íntimamente vinculados con el
nauseabundo “proceso”, y que otrora se presentaban, bajo juramento
constitucional, como los soldados de la patria.
Lo que el común de la
gente intuía, desde hace mucho tiempo, su
presencia en la calle se lo ha venido revelando clara y
desgarradoramente y un abismo de desconfianza se ha abierto entre todos: los
que creen en la perversa utopía del Siglo XXI y quiénes somos disidentes. La
masiva presencia en la calle de los que estamos “arrechos” ha contribuido a
abrir conciencias y ha logrado que el tiempo de los secretos del régimen llegue
a su fin. Aparecen muchas y nuevas revelaciones que hacen saltar por los aires
las tapas de la gran cloaca en que las bandas de burócratas facinerosos, han
convertido al poder en Venezuela. La sospecha se ha instalado entre nosotros y
nadie es capaz de poner las manos en el fuego por ningún miembro del
funcionariado gobernante. Es el signo de estos tiempos en los que el ciudadano
se siente indignado ante tantas mentiras y engaños urdidos por los segundones
del que se fue. El país, volcado a la calle, sabe que lo que se ha develado no
es más que el introito del desmoronamiento de un tinglado construido con las
endebles bases de grandes patrañas, embustes y falsedades. Sabe que los
asesinos de la historia, no sólo patrocinaron y cimentaron una falsa
democracia, sino que, además crearon mecanismos arbitrarios e ilegales de
censura a gran escala, destinados a controlar, silenciar y destruir cualquier
indicio que pudiera llevar la verdad a
los millones de hombres y mujeres que aquí habitamos.
Desde las sombras, la
cárcel, la tortura, exilio político, persecuciones y diversas otras formas de
opresión y represión han tratado de encerrarnos en un asfixiante círculo de
silencio. La verdad, hasta hace poco ignorada
por la ceguera ideológica de adentro y de afuera, estimuladas ambas por el
dinero fácil y el verbo encendido y falaz, ahora se hace presente y grandes
masas la comprenden, la asimilan y las
induce a luchar y perseverar en el empeño de no permitir que el país continúe
transitando por los utópicos, falsos, alucinantes y totalitarios caminos
impuestos por el régimen y que irremisiblemente lo llevan a
su propia destrucción.
Lo que acontece en Venezuela no son situaciones esotéricas;
se trata de hechos conocidos pero que no había sido posible difundirlos con el
ropaje de la verosimilitud que ahora tienen. Ahora tenemos la certeza que el
régimen siempre ha fundamentado su
funcionamiento en el fraude, la mentira y la intriga.
Finalmente, sólo queda a modo de conclusión reproducir una
frase del Evangelio: “Los pongo en guardia contra los falsos profetas que
vendrán a ustedes vestidos de oveja, mientras por dentro serán como lobos
rapaces. Por sus obras los conoceréis”
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