Lo
que nos dejo la salida
JEAN MANINAT
Uno quisiera mojarse
el dedo índice distraídamente, aplicar con delicadeza la saliva a una
esquina de la hoja y pasar la página con gesto elegante dejando atrás para
siempre el desaguisado monumental que fue La Salida como propuesta política
para superar la calamitosa situación que vive el país. Es lo que recomienda el
psicoanálisis homeopático, los manuales de autoayuda que venden lo buhoneros,
el espíritu de contrición que nos embarga después de haber puesto soberana
torta la noche anterior.
“Al fin y al
cabo, mañana será otro día” se consuela Scarlet O’Hara en Lo
que el viento se llevó ante
la desolación que dejó en su vida la decisión de unos sureños arrogantes de
provocar una guerra de secesión en los EE.UU. “Como vaya viniendo le vamos
dando” sería la versión criolla de la superstición que supone que mañana
siempre será un buen día para esconderse de ayer.
Cerramos los ojos y
repetimos “ya pasó, ya pasó” pero las ascuas de La Salida siguen ardiendo simplemente
porque sus cultores no las dejan extinguirse en paz. A cada rato se nos indica
que entre sus logros estaría “haber mostrado ante el mundo la cara represiva
del régimen” y que gracias a sus denuedos ahora es “inminente el colapso del
gobierno”. O nos aseguran que el “pueblo está arrecho y no se la cala más” como
si tuvieran un cordón umbilical que los conecta con lo más recóndito de las
aspiraciones populares. Mientras… el gobierno sigue allí, reconocido
internacionalmente, y las colas en los mercados populares se apiñan diariamente
con paciencia franciscana.
Cuando ya
estábamos seguros de que el voluntarismo habría quedado atrás nos alertan
que hay quienes “no quieren hacer nada hasta al 2019” y que van a proponer una
Constituyente para continuar la pelea, todo sin tener un lápiz al cual sacarle
punta. Pero en realidad poco importa: la política es arrojo, testosterona,
gestos heroicos, banderas tricolores como fulares, banderas tricolores como
chales, banderas tricolores como antorchas que indican el camino que sólo las
miradas arrobadas de unas cuantas personas pueden vislumbrar. Ah… las
fastidiosas labores cotidianas de los alcaldes, de los gobernadores, de los
concejales y los legisladores regionales. El enojoso trabajo cotidiano de
convencer, de construir con hechos una mayoría, de contrastar una gestión local
al desastre impuesto por el gobierno central. Recorrer pueblos y ciudades
cumpliendo lo que se prometió en la campaña electoral. ¿Cuál es el sentido
glorioso de ese hormigueo político? La Historia, marcada a fuego con mayúscula,
no se construye con tan insignificante materia.
Ya a punto de
entregarnos al espíritu ecuménico que nos asegura que habríamos renacido
renovados y con más fuerza de las cenizas guarimberas, que todos provenimos de
una misma fe opositora, que todos somos uno y uno somos todos, convocan a las
catacumbas de una “encerrona” expiatoria, hacen dibujos unitarios con sus dagas
en el aire, le echan la culpa de sus propios desvaríos a quien liderizó el
mayor avance concreto de la oposición en 15 años, y se retiran de nuevo a sus
predios para seguir en sus empeños particulares y de paso celebrar al rato la
renuncia del Secretario Ejecutivo de la MUD que tanto habían codiciado.
Si queremos hablar
de una “nueva etapa en la lucha” si deseamos “aprender de la experiencia
acumulada” no queda más remedio que ver de nuevo a la cara lo que La
Salida nos dejó: muertos, estudiantes presos y vejados, el desafuero de una
valiente diputada, la entrega e injusta prisión de un joven dirigente y la
defenestración de varios alcaldes. Se nos dirá que toda lucha implica riesgos,
que esos son los sacrificios necesarios para posteriormente triunfar, que al
fin y al cabo marchamos por el lado correcto de la vereda. Pero el inhóspito
oficio de la política exige logros concretos, avances en la correlación de
fuerzas, ocupar y mantener los espacios conquistados en el ánimo popular,
convencer, convencer y convencer a quienes todavía no confían en la opción
opositora. Y ahora habrá que añadir la tarea de batallar contra el abatimiento
que siguió a la euforia inducida por quienes terminaron por confundir la
escenografía épica que construyeron con la realidad política del país.
A la vuelta de la
esquina esperan las elecciones parlamentarias, desprovistas de pompa y
circunstancia, pero vitales para seguir avanzando en la acumulación de una
fuerza democrática para el cambio. La historia, con hache cotidiana, es muy
fastidiosa y recela de los pedestales.
@jeanmaninat
Brillante, este señor siempre se luce señalandonos nuestras bobadas sin ofendernos .ni decir yo se los dije , ya que muchos lo advirtieron a tiempo ,que este es un gobierno totalitario y esa no es la manera Gracias
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