lunes, 4 de agosto de 2014

MUD: ¿Timonel de Esperanzas?

Pedro Luis Echeverria

Desde hace bastante tiempo, la disidencia del país ha venido exigiendo a la dirigencia política, entre otros aspectos, un proceso de renovación de la visión opositora, de la estrategia y tácticas a seguir para confrontar al gobierno, mayor inclusión y participación de organizaciones civiles en la definición y toma de decisiones, remozamiento del liderazgo, mejor capacidad de respuesta ante la dinámica política del país, claridad en los objetivos y certeras orientaciones sobre las formas de lucha que hay que asumir.
La muy lamentable y voluntaria separación de la Secretaria Ejecutiva de la Mesa de la Unidad de Ramón Guillermo Aveledo, crea la posibilidad de abrir un debate al interior de la oposición sobre los aspectos arriba citados y muchos otros que contribuyan a fortalecer el sentimiento unitario y a estructurar sólidas y oportunas líneas de acción frente a las circunstancias que impone la errática conducción del país por parte del régimen. En tal sentido, discutir sobre la reestructuración de la MUD, debe convertirse en el primer objetivo a considerar en esta etapa de reflexión y análisis sobre el devenir político opositor. Al respecto, algunos pasos se han venido dando, el llamado al retorno y  participación activa a las fuerzas políticas y sociales que hacen vida en la MUD, la puesta en escena del denominado informe Hospedales, la apertura del debate sobre nombres de candidatos a relevar la ausencia de RAG, son prueba de ello.
No obstante, no es suficiente. La operatividad y eficiencia de la estructura organizativa, cualesquiera que sea la que adopte la Unidad, siempre será el reflejo de lo que sus integrantes quieran que sea. El grupo de partidos y organizaciones políticas que conforman y conformarán la unidad opositora saben que su rol fundamental no es solamente sentarse alrededor de una mesa a discutir posiciones. Su principal razón de ser y de actuar es la de encontrarse directamente con la gente, oír de sus necesidades, conocer sus frustraciones, expectativas y esperanzas frente a los problemas mayores que a diario confrontan, para poder articular movimientos populares genuinos, cuya legitimidad sea dada por la integración dirigencia- sentimiento popular y , en consecuencia, hacerse merecedores de la representatividad que  confiere la cabal interpretación del sentir ciudadano, para conducir y liderar honesta y legítimamente la oposición al régimen.
Las acciones de calle que realizan, a diario y en todo el territorio nacional, las víctimas de las inconsistencias gubernamentales, carecen de un hilo conductor que las libere del anonimato y la fragmentación individual. Necesitan de una visión que las haga expresión de la acción colectiva contra un sistema corrupto que no ha resuelto los grandes problemas nacionales y que debe ser cambiado. Allí, a mi juicio, está el papel fundamental que han de jugar la MUD y quiénes la integran en favor del hombre de a pie; es así como la MUD puede hacer carne en la percepción de la gente en un momento clave de inevitable transformación política, y  convertirse en fuerza creadora de nuevos tiempos y opciones de poder real.
Hay nuevas guerras que librar que, en realidad, son las viejas guerras en donde no hemos logrado el éxito esperado y deseado, porque combatimos en condiciones desiguales de organización, entorno e inadecuada comprensión de lo que debíamos hacer. El compromiso renovado para la MUD y sus integrantes pasa por constituirse en el instrumento organizativo y de dirección colectiva, indispensable como movilizador político con identidad ciudadana.
 En este contexto de crecientes desequilibrios, ocultados por el discurso superficial y engañoso del régimen continúan apareciendo conflictos cada vez más complejos  que comprometen la posibilidad de crear un estado democrático, laico, secular, constitucional y multipartidista y  que además crea  perversamente  un país sin oportunidades económicas y expansión de la educación científica-tecnológica en una sociedad abierta de cara al futuro. Entonces si la oposición no hace la introspección de lo que ha hecho y cómo lo ha hecho y no adopta los correctivos necesarios, difícilmente podrá convertirse en el eje creíble de cambio que le ponga fin a la pesadilla nacional. ¿Hacia allá iremos?


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