JEAN MANINAT
Como en las viejas películas sobre el oeste americano, luego de escaramuzas verbales, de miradas retadoras, de insultos y amenazas, de escupitajos en el aserrín de la cantina pendenciera, el día del encuentro decisivo -el Gunfight at the ok Corral o el 3:10 to Yuma- tendrá lugar el 6 de diciembre de 2015, en base a votos constantes y sonantes. No pudo el alto gobierno darle más largas al asunto, y muy a su pesar y arrastrando las espuelas, tendrá que confrontarse democráticamente con su propio fracaso, y con el desafecto creciente de una población inclementemente castigada por su falta de responsabilidad a la hora de gobernar.
Ahora no hay excusas: no hay extraterrestres prestos a lanzarse en sus artefactos voladores escupiendo rayos térmicos sobre Miraflores, ni conspiraciones de millonarios siderales para apropiarse de las "riquezas" del país, ni monjas ninjas aterrizando en Maiquetía preparadas para cometer un magnicidio. El 6D la gente saldrá a la calle sin más objetos contundentes que su voto para recuperar la dignidad democrática de la Asamblea Nacional y restituirle su función de contrapeso al Poder Ejecutivo. El humor nacional -bastante amargado- que reflejan las encuestas presagia la posibilidad de un triunfo contundente para la oposición democrática. Los altos mandos del PSUV lo saben y por esos hay tanto ruido de sillas moviéndose.
La MUD ha llevado con tino el esfuerzo unitario a pesar de las corrientes internas subyugadas por una visión rutilante de la política. Atrás ha quedado la falta de confianza en la posibilidad de un nuevo triunfo electoral y se ha recobrado el entusiasmo perdido por salir a votar. Al final, las aves de mal agüero no han podido desangrar la voluntad opositora -que tanto asombra internacionalmente- a pesar de su insomne prédica. Subsisten dudas honestas en mucha gente acerca de la seguridad del voto, o que se respeten los resultados -están en su derecho de recelar- pero todo indica que, aún con esas dudas a cuestas, saldrán a votar por sus candidatos en la oposición. La abstención militante ha sido derrotada.
De aquí al 6D hay un buen trecho por recorrer y el alto gobierno se encargará de minarlo con conchas de mango y provocaciones. Ya el presidente Maduro anunció que saldría a la calle ante la inminencia de un triunfo opositor. Ojalá se trate de una bravata, o de un titubeo del sistema nervioso, porque de lo contrario, sería una señal de que a la falta de pericia para gobernar habría que añadirle la de no saber perder democráticamente en paz. La comunidad internacional -atención señores embajadores en el país- debería estar atenta a estos sarpullidos de intolerancia.
Corresponde a la oposición democrática asumir -desde ya- con firmeza y responsabilidad la posibilidad de un triunfo. (La tentación de la posición adelantada para marcar un gol es una rémora para los grandes jugadores y un vicio para los secundarios). Las elecciones parlamentarias marcarán un momento determinante en la recuperación democrática del país y en la restitución de la dignidad republicana de la Asamblea Nacional. Prepararse para legislar -siendo mayoría- bajo condiciones sumamente difíciles, debe ser el foco de la acción opositora en la etapa que se abre con las elecciones parlamentarias.
Empezar, desde ya, a hacer malabarismos con las opciones constitucionales para cambiar gobierno es un acto de puerilidad política, un arranque de irresponsabilidad adolescente en plena tercera edad. La política -ya deberíamos saberlo- tiene sus tiempos y no son perfectos. Hay que saber respetarlos para que un eventual triunfo sea sostenible en el tiempo y eficaz para el cambio. Blindado a las exaltaciones artificiales de toda índole.
¿Se acuerdan que lejos estaban las parlamentarias? Pues... llegó el 6D.
@jeanmaninat
Ahora no hay excusas: no hay extraterrestres prestos a lanzarse en sus artefactos voladores escupiendo rayos térmicos sobre Miraflores, ni conspiraciones de millonarios siderales para apropiarse de las "riquezas" del país, ni monjas ninjas aterrizando en Maiquetía preparadas para cometer un magnicidio. El 6D la gente saldrá a la calle sin más objetos contundentes que su voto para recuperar la dignidad democrática de la Asamblea Nacional y restituirle su función de contrapeso al Poder Ejecutivo. El humor nacional -bastante amargado- que reflejan las encuestas presagia la posibilidad de un triunfo contundente para la oposición democrática. Los altos mandos del PSUV lo saben y por esos hay tanto ruido de sillas moviéndose.
La MUD ha llevado con tino el esfuerzo unitario a pesar de las corrientes internas subyugadas por una visión rutilante de la política. Atrás ha quedado la falta de confianza en la posibilidad de un nuevo triunfo electoral y se ha recobrado el entusiasmo perdido por salir a votar. Al final, las aves de mal agüero no han podido desangrar la voluntad opositora -que tanto asombra internacionalmente- a pesar de su insomne prédica. Subsisten dudas honestas en mucha gente acerca de la seguridad del voto, o que se respeten los resultados -están en su derecho de recelar- pero todo indica que, aún con esas dudas a cuestas, saldrán a votar por sus candidatos en la oposición. La abstención militante ha sido derrotada.
De aquí al 6D hay un buen trecho por recorrer y el alto gobierno se encargará de minarlo con conchas de mango y provocaciones. Ya el presidente Maduro anunció que saldría a la calle ante la inminencia de un triunfo opositor. Ojalá se trate de una bravata, o de un titubeo del sistema nervioso, porque de lo contrario, sería una señal de que a la falta de pericia para gobernar habría que añadirle la de no saber perder democráticamente en paz. La comunidad internacional -atención señores embajadores en el país- debería estar atenta a estos sarpullidos de intolerancia.
Corresponde a la oposición democrática asumir -desde ya- con firmeza y responsabilidad la posibilidad de un triunfo. (La tentación de la posición adelantada para marcar un gol es una rémora para los grandes jugadores y un vicio para los secundarios). Las elecciones parlamentarias marcarán un momento determinante en la recuperación democrática del país y en la restitución de la dignidad republicana de la Asamblea Nacional. Prepararse para legislar -siendo mayoría- bajo condiciones sumamente difíciles, debe ser el foco de la acción opositora en la etapa que se abre con las elecciones parlamentarias.
Empezar, desde ya, a hacer malabarismos con las opciones constitucionales para cambiar gobierno es un acto de puerilidad política, un arranque de irresponsabilidad adolescente en plena tercera edad. La política -ya deberíamos saberlo- tiene sus tiempos y no son perfectos. Hay que saber respetarlos para que un eventual triunfo sea sostenible en el tiempo y eficaz para el cambio. Blindado a las exaltaciones artificiales de toda índole.
¿Se acuerdan que lejos estaban las parlamentarias? Pues... llegó el 6D.
@jeanmaninat
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