Bye bye, Bolívar: ¡hello, Lenin!
Argelia Ríos
Por allá en noviembre de 2004, en la siempre memorable reunión de Fuerte Tiuna, el presidente Chávez descartó que aquél fuera el momento adecuado para hacerlo. Apelando a esa exitosa metodología -que ha consistido en anidar dudas sobre su propósito, mediante el empleo de la ambigüedad- sugirió entonces que el recorrido conduciría, sin titubeos, hacia "el mar de la felicidad", aunque las resistencias del país aconsejaran "todavía" la simulación de una atmósfera de consumismo compulsivo. El comandante respondía a la pregunta que él mismo se formulaba: "¿comunismo?, ¡claro que sí!, pero no por ahora. No están locos quienes lo proponen; es que no es el momento". El "por ahora" al que se refirió entonces el jefe del Estado vino acompañado de una meticulosa programación gradualista, anunciada en ese mismo evento, y cuyo desarrollo se ha venido consumando detrás de una fachada preñada de falsificaciones y pantomimas.
Todo el andamiaje de esa escenografía de opereta, ayudó a Chávez a burlar el rechazo de los venezolanos frente a sus desvaríos ideológicos, a través de políticas deliberadamente contradictorias, diseñadas para engañar a la nación. El prolongado simulacro que ha tenido lugar en el país involucró la excitación de los desafueros de la bonanza de la Gran Venezuela de los ´70, y le ha permitido al "proceso" lidiar con muchas de sus dificultades. La "viveza criolla", pariente directo del clientelismo, ha sido la materia prima de este "mareo" continuo, recreado con menciones a Bolívar y a Zamora, poco a poco sustituidas -cada vez con menos rubor- por las explícitas alusiones a Marx y a Lenin. Cierto es que en el trayecto han abundado los "contrabandos" en torno a Mao y al Che: a ellos se les refiere a menudo en el plan de acostumbrarnos a nuestra "inexorable" realidad, solapada con el anzuelo de los fuegos artificiales del capitalismo salvaje.
No es casual que la última insinuación hecha al respecto haya sido esta misma semana, justo en la antesala del estreno de la Ley de Educación, cuyas reglamentaciones incorporarán a los niños y adolescentes en la división político-ideológica que desgarra a la sociedad venezolana. Recogiendo sus palabras de 2004 -y en el inicio oficial del derrumbe de la fachada-, el comandante acaba de señalar, en cadena nacional, como correspondía al "quiebre", que "¡hoy sí podemos decirlo!; ¡es totalmente viable el pensamiento de Marx!, la transición al socialismo". Así, ya no hay imprecisiones ni ambigüedades. El "proceso" se despide de Bolívar y le da la bienvenida a Marx y a Lenin... Junto a Chávez, a la vuelta de su importante viaje por el "eje vitalicio", arribaron también los cartabones y consejos de sus malas juntas. En esas maletas llegaron los signos del nuevo momento. El mismo lo dijo: "¡ ahora sí!" ¿Necesitará alguien una explicación adicional?
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