Aunque Ud. no lo crea
Luis Vicente León
Del derrumbe petrolero parece haber salido ileso en términos de popularidad&
El periodista preguntó: "muchos habían dicho que una caída en el precio del petróleo destruiría la conexión popular de Chávez y haría insostenible su gobierno. Vimos durante los últimos meses los precios en caída libre hasta niveles de 30 dólares. ¿Por qué no pasó lo que esperaban?"
Hay muchas razones, pero me concentraré en dos. La primera es que aunque el gasto es relevante en la conexión líder-masa, la popularidad es un fenómeno multifactorial. La gente se conecta con ese líder porque es carismático; porque no encuentra una alternativa para sustituirlo; porque controla lo que ellos necesitan: recursos (aun mermados), poder, empleos, contratos y los usa para coquetear con ellos; porque tiene un mensaje simple y repetitivo; porque les ofrece inclusión social a quienes siempre se han sentido excluidos. Obviamente que hay muchos factores que le cuestan popularidad: su incapacidad evidente para resolver los problemas cotidianos más sensibles (inseguridad, inflación, etc.); sus acciones radicales y estrambóticas contra los adversarios o los empresarios, que ponen de manifiesto el autoritarismo y la arbitrariedad; las amenazas contra la propiedad o la libre expresión, siempre que la gente no se deje manipular por el mensaje del "reparto de cosas al pueblo y la ruptura de monopolios perversos". Finalmente, la pérdida de capacidad de consumo, la máxima paradoja de la propuesta socialista, en un país que se muere por comprar y comprar, como si el mundo se va a acabar y los "socialistas" se hacen populares por haber estimulado el consumo, mientras hacen discursos en el otro sentido.
Lo relevante en todo esto es el NETO ENTRE ASPECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS y no el movimiento individual de una variable, que siempre parece cautivar a los analistas y opinadores emocionales, como si las otras variables se mantuvieran CETERIS PARIBUS, es decir, constantes y sin impactos compensadores. Nada es estático, por lo que incorporar ese supuesto simplista invalida el análisis emocional que empieza con un "ahora sí esta j.. porque cayó..".
El segundo aspecto es el hecho de que esa caída del precio del petróleo fue de corto plazo y no permanente. Ya supera los 60 dólares por barril y con proyecciones positivas. Por otra parte, el gobierno cuenta con algunos instrumentos adicionales que le permiten capear el temporal por un tiempo. La caída de precios afectó dramáticamente el flujo de caja, pero el gobierno tenía margen de maniobra: reservas internacionales, fondos, capacidad de endeudamiento, manejo de tesorería con proveedores, impuestos y control de la asignación de divisas para importaciones, que el año pasado habían alcanzado cifras superiores a los 55 millardos de dólares a un tipo de cambio ridículamente barato.
Es obvio que la economía se resintió ante la crisis de ingresos, pero menos de lo esperado. Ahora la realidad comienza a cambiar. Los precios suben y el flujo de recupera. En un país serio, este es el momento perfecto para abrir grifos y reconstruir la relación gobierno - sector privado, para consolidar una estrategia de recuperación económica, pero lamentablemente la palabra serio no es la que caracteriza ni al país ni al gobierno, por lo que me atrevería a decir que lo que veremos por ahora es un nuevo maquillaje con recursos públicos, sin profundidad ni desarrollo, aunque probablemente suficiente para evitar los costos de la crisis macroeconómica y reducir el impacto sobre la popularidad del presidente. Obviamente que no queda inmune a las otras variables negativas, incluyendo potenciales impactos sobre la producción privada y el consumo, afectados de fondo por el primitivismo del modelo. Pero por ahora, del derrumbe petrolero parece haber salido ileso en términos de popularidad aunque Ud. no lo crea.
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