En los países democráticos, el resguardo de los bienes y la integridad personal de los ciudadanos por parte de los cuerpos de seguridad del Estado no puede convertirse en excusa para violar los derechos humanos (DDHH). Existen suficientes convenios, tratados, sentencias de la Corte Interamericana de DDHH que establecen claramente los límites y estándares que se deben respetar para controlar el orden público. Uno de ellos consagra que, "de ser necesario emplear medios físicos para enfrentar las situaciones de perturbación del orden público, los miembros de los cuerpos armados utilizarán únicamente los que sean indispensables para controlar esas situaciones de manera racional y proporcionada, con respeto al derecho a la vida y a la integridad personal". En este sentido, activistas de derechos humanos y expertos en seguridad consultados manifestaron su preocupación por la actuación de la fuerza pública en las últimas manifestaciones estudiantiles registradas en el país. Liliana Ortega, directora de Cofavic, y Rocío San Miguel, directora de la Asociación Civil Control Ciudadano para la Seguridad y Defensa, hicieron énfasis en el uso de recursos no autorizados para disuadir a los manifestantes. "Periódicamente nos encontramos con nuevos métodos y medios para controlar las protestas que riñen con los principios básicos de los DDHH. Primero vimos el uso de perdigones, luego bombas ilegales lanzadas con una virulencia inusitada, ahora cadenas. Están utilizando a los estudiantes como conejillos de Indias para perfeccionar métodos y medios de combate", aseguró San Miguel. Ortega también cuestionó el uso de perdigones y la criminalización de la protesta. "Es muy grave que en Venezuela regresemos a situaciones en las cuales la represión de la protesta sea mediante violaciones a DDHH. Controlar el orden público no es sacrificar los DDHH". Recordó que en una manifestación la policía hace presencia para resguardar el orden público y la integridad de las personas, "no para ir en contra de los manifestantes". "No estamos en una guerra en la que hay amigos y enemigos. En democracia, la gente tiene derecho a disentir, a expresar su opinión y en ese marco los organismos de seguridad deben proteger la vida de todos, sin distinción". El uso progresivo de la fuerza es el parámetro que se debe imponer en estos casos. "Los cuerpos de seguridad no pueden utilizar todos los mecanismos de disuasión en todas las situaciones. Deben actuar con proporcionalidad a la cantidad y la reacción de los manifestantes", explicó San Miguel.
Según Carlos Correa, coordinador de Espacio Público, organización no gubernamental que ha hecho seguimiento a las protestas en el país, "las manifestaciones empiezan pacíficas y luego derivan en violentas a partir de la utilización de gases lacrimógenos por parte de la policía o la Guardia Nacional". Para los violentos, Ortega no duda en pedir una "investigación imparcial y castigo si son responsables. Lo que no se puede admitir es que se someta a un tribunal a cualquiera que esté protestando".
Normativa en proceso El próximo mes, el ministro del Interior, Tarek El Aissami, tiene previsto aprobar una resolución, vinculante para todos los cuerpos de seguridad del país, sobre el uso progresivo y diferenciado de la fuerza. En el portal del Consejo General de Policía, instancia que preside, está disponible un proyecto de normas y procedimientos sobre el tema, en el cual consideran la "preocupación social" que existe por la "cantidad y magnitud de los encuentros donde se usa la violencia innecesaria o excesiva por parte de funcionarios policiales hacia ciudadanos o grupos". La propuesta contempla que "los agentes químicos no serán utilizados hasta que todos los recursos de negociación para resolver la situación de manera pacífica se hubiesen agotado" y no podrán emplearse en "lugares cerrados, cerca de centros educativos u hospitalarios". Asimismo, prohíbe a los funcionarios "disparar directamente con armas, lanzagases o con escopetas a los ciudadanos o grupos de éstos".
Proponen la eliminación de Cadivi
Víctor Álvarez, quien participó, junto a los economistas Pedro Palma, José Guerra y Domingo Maza Zavala, en un foro organizado por la Academia de Ciencias Económicas para explorar los efectos de la devaluación, señala que a través de la sobrevaluación de la moneda "subsidiábamos al dólar y las importaciones que estaban arruinando el sector productivo nacional". Desde su punto de vista "la devaluación es un respiro para el sector productivo nacional que ahora no tendrá que competir con importaciones tan baratas, pero debe ser complementada con políticas fiscales, monetarias, el perfeccionamiento de la política cambiaria y el diseño de políticas agrícolas, industriales y tecnológicas para fortalecer al aparato productivo". Ante la pregunta de si después de once años el Gobierno aún no cuenta con estas políticas, indica que "son las tareas que han quedado pospuestas". No duda en señalar que el crecimiento que tuvo la economía entre 2004 y 2008 "fue de mala calidad, no se sustentó en la agricultura y la industria. En Venezuela hay 0,3 establecimientos industriales por cada mil habitantes, Colombia tiene 1,2 , México 1,7. La agricultura solo representa 5% del PIB y debería incrementarse hasta 12%". Entre las medidas que deberían complementar la devaluación menciona la necesidad de racionalizar el gasto público para evitar un mayor impacto inflacionario y acciones para evitar un alza desmedida de las tasas de interés. Como estímulo a las exportaciones propone lo que denomina el "tipo de cambio ALBA para que los exportadores puedan colocar el ingreso en divisas, equivalente al valor agregado que generen en el mercado paralelo".
Crisis estructural Domingo Maza Zavala, ex directivo del Banco Central, considera que a la crisis estructural que sufre el país por el fracaso histórico en el intento de superar el rentismo petrolero se ha añadido "la falta de consenso, la falta de una consulta efectiva a la población". Añade que "no se le ha consultado al país si quiere una economía socialista o una de mercado con proyección social. A pesar de no haberse producido esta consulta el Gobierno avanza en su proyecto a través de una serie de decretos y leyes". Explica que "el modelo de una economía supuestamente socialista del siglo XXI no ha sido bien definido pero la consecuencia es destrucción del sector privado para lograr el predominio del sector público". No duda en señalar que "la devaluación agravará las tendencias negativas, Venezuela tiene una capacidad productiva declinante, el peso de la devaluación se traducirá en alza de precios y mayores costos para la actualización tecnológica".
Maza Zavala indica que el gran beneficiado será el Gobierno, porque "aumentará sus ingresos a través de este impuesto indirecto". Pedro Palma, presidente de la Academia de Ciencias Económicas, estima que la devaluación tendrá un efecto contractivo e inflacionario. De acuerdo a sus estimaciones el país sufrirá una caída de la economía en torno a 2% porque el aumento del gasto público no podrá compensar el efecto contractivo de la devaluación y la crisis eléctrica. José Guerra, director de la Escuela de Economía de la UCV, estima que la economía sufrirá una disminución de 3% en el año e inflación por debajo de 40% gracias a la caída del ingreso real y los subsidios.
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