El imperio chavista se tambalea
La RazónHugo Chávez volvió a salir en antena para hacer balance y repasar los retos de 2010. «No será fácil», dijo tras enfatizar que se eternizará en el poder. «Los escuálidos nunca volverán», afirmó. El mandatario venezolano además, se burló de las más prestigiosas empresas demoscópicas del país, que señalan que su popularidad va en caída y que desde febrero ha perdido alrededor de 10 puntos porcentuales.
Pero lo cierto es que los venezolanos parecen estar despertando de una pesadilla navideña y se dan cuenta de que la inseguridad desbordada, el alto costo de la vida, el desempleo galopante, la falta de viviendas, los hospitales bajo mínimos, los cortes permanentes de luz eléctrica, de agua potable y la crisis general de los servicios públicos tienen al líder caribeño como responsable.
Comienza el año y es hora de echar cuentas. La oposición al Gobierno ha contabilizado 117 apagones en todo el país desde principios del año pasado que, según sus cálculos, han generado una caída de 10% en la producción industrial.
Los fallos en los servicios y, en general, en el funcionamiento de la Administración pública comienzan a mermar la popularidad del presidente Hugo Chávez, que hasta febrero pasado se había mantenido cercana al 50%.
Según un estudio realizado por la consultora venezolana Datanálisis entre el 23 de septiembre y el 8 de octubre de 2009, el 66% de los venezolanos afirmaba estar totalmente insatisfecho con la gestión del comandante Chávez para resolver la crisis de la electricidad; el 70% criticaba sus políticas para crear empleo, y el 87% sostenía que el Gobierno ha hecho poco para dar seguridad personal a sus ciudadanos.
Al baño con linterna
Cada vez es más frecuente que el servicio se suspenda hasta cuatro horas durante la noche. Por eso Chávez ha recomendado que quienes acostumbran ir al baño de madrugada se alumbren con una linterna, además de darse «duchas comunistas» de tres minutos como máximo.
En Caracas el racionamiento de agua se administra por zonas y de acuerdo con un calendario: cada barrio de la ciudad se queda sin agua al menos dos días a la semana. Algunas escuelas y hospitales suspenden su actividad el día que les toca.
Por su parte, el presidente de Venezuela intenta echar «una cortina de humo» con su última ocurrencia: pedir al Ejército y a la población que se prepare para la guerra contra Colombia y las tropas estadounidenses allí acantonadas. Pero según las mismas encuestas, ocho de cada diez venezolanos no aprobarían un conflicto armado con sus vecinos colombianos.
«Se está cayendo ya, y el último empujoncito se lo dará el pueblo venezolano en septiembre –fecha prevista para las elecciones parlamentarias–, en que lo harán aterrizar estrepitosamente, después de darle una patada en las cuatro letras», comenta una señora sonriente del barrio de San Agustín del Sur –una de las poblaciones más humildes de Caracas–.
«Lo que necesitamos son más tanques de agua y menos de guerra», añade en tono jocoso.
La fuerte contracción de 4,5% que sufrió la economía en el tercer trimestre hundió a Venezuela en un proceso recesivo que frenó en seco el avance del proyecto socialista del presidente Hugo Chávez.
La recesión ocurre en medio de un proceso de lento crecimiento de los precios petroleros, que son la principal fuente de ingresos del país y que alejan las posibilidades de una pronta recuperación.
El analista venezolano Juan Carlos Sosa Aizpurúa dijo a LA RAZÓN que independientemente del nivel que alcancen los precios del crudo, la industria petrolera local no podrá recuperar la producción en breve, debido a que la estatal Petróleo de Venezuela (Pdvsa) enfrenta «un problema estructural que tiene que ver con la parte de inversiones y operaciones».
Sosa Aizpurúa sostuvo que la difícil situación de Pdvsa se evidencia en los endeudamientos que ha tenido que asumir la corporación este año que han llevado su deuda total a 25.000 millones de dólares.
Con la máquina que sostiene el engranaje bolivariano mostrando síntomas de debilidad, el Imperio de Hugo Chávez tiene las horas contadas.
martes, 5 de enero de 2010
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