El racionamiento eléctrico provoca protestas y saqueos en Venezuela
Alfredo Meza
el País
Saqueo. Esa palabra está proscrita del léxico del Gobierno de Venezuela, pero se ha hecho realidad en siete Estados del país —Zulia, Miranda, Bolívar, Trujillo, Lara, Vargas y Carabobo— como consecuencia de las penurias ocasionadas por el severo racionamiento de energía eléctrica. El régimen no ha reconocido oficialmente los disturbios.
Maracaibo, capital del Estado petrolero de Zulia, en el oeste de Venezuela sintió el martes, por segundo día consecutivo, la furia de una colectividad que debe soportar sin fluido eléctrico las crueles temperaturas del húmedo calor caribeño.
Según el diario Versión Final, los zulianos pasaron desde la madrugada del lunes, cuando entró en vigencia un severo cronograma de cortes de electricidad, 30 horas sin energía. Ese mismo medio ha documentado el saqueo de al menos 12 establecimientos entre panaderías, electrodomésticos, supermercados e instituciones del Gobierno.
El gobernador chavista Francisco Arias Cárdenas hizo un balance más preciso ayer. Más de 70 locales comerciales destruidos o saqueados en siete parroquias de Maracaibo, así como en la ciudad de Machiques y en la costa oriental del lago de Maracaibo, y 103 detenidos. El funcionario calificó los actos “como una acción de desestabilización que cabalga sobre la crisis eléctrica, y que no ayudan en la búsqueda de una solución”. Arias reconoció que algunas de las protestas tienen su origen en el descontento. Sin embargo, matizó sus declaraciones: “Algunos sectores de la extrema derecha pretenden echarle mano al poder”.
Colapso
En Valencia, Estado de Carabobo, en el centro de Venezuela, hubo cierre de vías y neumáticos quemados por el mismo motivo. Ayer, en la capital del Estado de Miranda, Los Teques, intentaron asaltar algunos comercios y los dueños cerraron apresuradamente sus puertas. Protestas similares, aunque de menor intensidad, se reportaron en la ciudad andina de Valera y en Puerto Ordaz, la más importante del Estado de Bolívar.
Venezuela se encuentra al borde del colapso por una suma de factores: la prolongada sequía ocasionada por el fenómeno climatológico conocido como El Niño, la falta de inversión en el sector eléctrico (que controla el Estado desde 2007) y el fracaso que ha significado la dotación de plantas termoeléctricas que ayuden a minimizar la dependencia de la generación de energía hidroeléctrica que proviene del sur del país, en el marco de la emergencia del sector decretada en 2010 por el entonces presidente, Hugo Chávez. Parte de los equipos comprados no funcionan. Pero además, hay sospechas de que el dinero aportado por el Estado para la adquisición de estos equipos ha sido desviado.
Tampoco se han culminado obras de gran envergadura como la represa de Tocoma, también ubicada en el sur del país, que aliviaría la demanda porque generaría la mitad de la energía que hoy produce la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar.
El ministro de Energía Eléctrica Luis Motta Domínguez ha confesado que la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, que genera el 70% de la energía que recibe el país, está a 1,60 metros sobre el nivel del punto de colapso.
La confesión demuestra que las medidas tomadas por el Gobierno no han surtido el efecto esperado. A principios de año se redujo la jornada laboral en dos horas, luego se decretó como festivo el viernes, se declararon no laborables todos los días de la Semana Santa y finalmente la Administración pública, durante al menos 15 días, trabajará solo lunes y martes hasta la una de la tarde. Nada ha podido detener el paulatino descenso de las aguas de la presa.
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