Realismo Político
Gonzalo González
A la dirigencia opositora, a unos más que a otros, les hace
falta una cierta dosis de realismo
político; me refiero a entender que en Venezuela no hay democracia. Que con la
cancelación sine die de cualquier proceso electoral se han terminado de
dinamitar los restos de institucionalidad y vigencia de la Constitución que permitían
expresarse al pueblo mediante el voto. Sus más importantes voceros se ocupan de
puntualizar: mientras haya emergencia económica no habrá elecciones.
El chavismo decidió,
fiel a su ADN dictatorial, instaurar la dictadura, su última carta y recurso
para conservar el poder. El objetivo es el control total de la sociedad y por
eso insisten en la misma política económica sin importarles sus consecuencias
negativas para la sociedad. Además se sienten con fuerza para llevar adelante
sus propósitos.
Esta nueva realidad obliga a las fuerzas democráticas a
actuar con realismo: a leer correctamente la realidad y apartarse del
voluntarismo, el simplismo, el apresuramiento y la división. Desafortunadamente
eso no es lo que ha ocurrido desde finales del año pasado: la declaratoria de
Abandono del cargo, la convocatoria a marchar el 23 de enero y la ausencia de
una discusión sería sobre lo ocurrido en el 2016 son ejemplos de lo que afirmo.
La oposición democrática tiene que
superar la falsa dicotomía entre calle y diálogo. Ni una ni la otra son
excluyentes y por si solas no garantizan nada. Sin presión popular no habrá posibilidad de doblarle la mano al
oficialismo e ir con fuerza a un eventual proceso de diálogo. El cual debe ser
asumido unitariamente, con otro formato, con una integración más equitativa de
los facilitadores y con una agenda centrada en recuperar la vigencia de la
Constitución. Presión y diálogo mientras sea posible.
La MUD debe ser reconstruida en dos sentidos: convertirse en
una auténtica Dirección Política como lo demanda la nueva situación e
integrarse de manera más plural y representativa sin desmedro de la eficacia
necesaria.
Actuar con realismo es desechar la idea de que el Gobierno
solo necesita un empujoncito para caerse, de que
sin unidad es posible derrotar al
régimen y asumir con seriedad y responsabilidad que la lucha será más difícil
porque es contra una tiranía.
Caracas, 7 de febrero de 2017
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