FREDDY NÚÑEZ
Para los
venezolanos cada día que pasa, es peor que el anterior. Esa es nuestra realidad
concreta. Este descuartizamiento del país, era absolutamente previsible. ¿Se
podía, ateniéndonos a un mínimo de sindéresis, esperar algo distinto? Hoy el
país está pagando las consecuencias de haber elegido a una cáfila de
aventureros e irresponsables, con el Gran Destructor a la cabeza, para dirigir
su destino. El único proyecto político que tenían en mente y que hoy, muy
escorado, se hunde progresivamente, era la toma del poder para no entregarlo
jamás. A eso fines fue destinado el petróleo, a desarrollar un populismo activo
que convirtiera al ciudadano en un menesteroso del estado. Adiestrarlo cual perro
de Pavlov, para que aprendiera a identificar al régimen como el gran dador de
cosas, y que fuera un receptáculo seguro del discurso de odio y violencia que
convierte a quienes dentro y fuera del país critican al gobierno, en enemigos
merecedores de castigo. Creyeron que ellos fijarían el precio del petróleo, que
no pararía de aumentar, y esta explosiva mezcla de ignorancia, corrupción e
ineficacia, produjeron estas consecuencias. Escasez de absolutamente todo lo
que un ciudadano moderno pueda imaginarse, inflación que hace imposible pagar
lo poco que se encuentre, crisis en todos los servicios públicos, y esto
mezclado con un sórdido y peligroso entorno de violencia traducido en
asesinatos, secuestros y atracos, que
nos colocan como uno de los países más peligros del planeta. Esta es la cosecha
de 16 años de mesianismo, de delirios siquiátricos, de “revolución bonita”. Destruyeron
las empresas privadas y las públicas, hasta lograr la “hazaña” de endeudar al país–con los precios del
petróleo más altos de la historia- en más de 300 mil millones de dólares.
Abundan libros, investigaciones periodísticas incontrovertibles, testimonios
de muy altos jerarcas del régimen, que delatan con nombres y apellidos
el sustratum de la podredumbre gobernante. Pero como dice la canción “todo
tiene su final”. Este régimen está acabado, solo le queda la violencia
institucional para sembrar terror y aferrarse al poder. Harán lo posible por
suspender las elecciones, pero ya la desesperación y la indignación del pueblo
no pueden ser contenidas. El miedo del
gobierno ante la aplastante derrota que le espera, lo ha llevado a entrar en el
previsible ciclo de sumar errores nuevos a los viejos. Este es el caso del
conflicto con Colombia, un bumerang que ha concitado un repudio mundial a la
decisión de Maduro. Los estados de excepción son un intento claro de boicotear las
elecciones, así como la negativa -muy ilustrativa de sus intenciones- de
impedir la presencia de observadores internacionales calificados. El próximo
intento será la sentencia a Leopoldo López a prisión, en un juicio, que salvo
las torturas físicas pavorosas que las acompañaban, recuerda el tenor de los
procesos de Moscú ejecutados por los obedientes jueces de Stalin. El mensaje
que quieren transmitir con una sentencia condenatoria es muy claro: Somos el
poder, hacemos lo que nos da la gana, y seguiremos metiendo preso a quien nos
enfrente. Nuestra respuesta es clara, no caeremos en la irracionalidad de la
violencia que les favorece y desean, les daremos una paliza aplastante en las
elecciones del domingo 6 de diciembre, y para ello cada día que pasa debemos
afianzar la unidad de la alternativa democrática, de todos los venezolanos que
saben que tienen el derecho a vivir y a ser tratados como personas y no como
animales en interminables y humillantes colas.
El monumental esfuerzo que representa la Mesa de la Unidad Democrática,
debe estar por encima de los errores que sin duda puedan haberse cometido, por
lo demás inevitables en un proceso que implica concertar la voluntad de tanta
gente, partidos y agrupaciones. Hay que estar alerta para no caer en la trampa
de tipejos pagados por el régimen para inventar partidos, o para secuestrar
tarjetas de algunas organizaciones prácticamente inexistentes, solo con el propósito de quitar votos a la
unidad. Estemos claros también, en que, candidato a diputado fuera de la unidad
democrática le hace un favor al gobierno, ojalá haya suficiente sensatez para
entender esta obviedad. No es tiempo de egos, un voto fuera de la unidad es un
voto que se le da al gobierno. Todo indica que se ganará la asamblea nacional
por mayoría aplastante, que no quede fuera de esta fiesta democrática nadie por
complejos o apetencias personales. El
régimen esta en caída libre.
Freddy
Núñez.
Agrego que han sido exitosos en mantenernos aturdidos, al punto de no dejarnos ver las obviedades.
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