EDDY REYES
Las elecciones legislativas del próximo 6 de diciembre están a la vuelta de la esquina. Las encuestas realizadas por tirios y troyanos, cartagineses y romanos, o gobernantes y opositores, dicen lo mismo: las simpatías por el gobierno están por el suelo y los afectos por la oposición andan por las nubes. Esto es fundamentalmente el resultado de aplicar una política económica que da de comer pescado al pueblo pero no lo enseña a pescar.
Aunque el sentido común y los dirigentes de la oposición recomiendan no dormirse en los laureles, hay razones suficientes para ser optimistas. Pero como siempre ocurre con los seres humanos, muchos compatriotas no dejan de manifestar sus dudas y escepticismos. Hay que reconocer que no les faltan razones. Hemos llevado tanto palo en estos últimos dieciséis años, que resulta poco creíble que esta vez logremos ver el nuevo amanecer. Para afianzar las dudas, ahí están, por una parte, las múltiples manifestaciones de la más ínclita figura del gobierno: “Solo con nosotros se pueden superar las dificultades”; “tengo mil celdas listas para quien se ponga cómico el 6-D”; “si la revolución perdiera las elecciones el 6 de diciembre, es muy probable que en el transcurso de los próximos meses y años la revolución tome otro carácter”; “en ninguna circunstancia entregaré los logros de la revolución”; Maduro dixit. Por otro lado, allí también están las decisiones políticas –eufemismo que empleamos para decir infundadas, ilegales o arbitrarias– de los más importantes órganos del Estado.
Lo cierto, sin embargo, es que después de la tormenta viene la calma y hacia allá nos adentramos, salgan sapos o salgan ranas. Como prueba, basta una declaración: “Estas son las elecciones más difíciles a las que nos hemos enfrentado”, dice también Maduro. Al primer mandatario no le falta razón: la gesta revolucionaria de más de tres lustros está plagada de insensateces y arbitrariedades. La más reciente fue hecha conocer al mundo por el ex fiscal 41° nacional, Franklin Nieves, quien llevó la voz cantante en representación del Ministerio Público, en el juicio que se les siguió a Leopoldo López y los jóvenes estudiantes Christian Holdack, Damián Martín y Ángel Álvarez, y que concluyó con sus respectivas condenas.
Nieves, quien huyó del país y se asiló en Estados Unidos, declaró que todo el proceso se fundamentó en pruebas falsas y que sus actuaciones se llevaron a cabo conforme a las instrucciones que recibió de sus superiores en la Fiscalía General de la República y estos, a su vez, del presidente de la República y el presidente de la Asamblea Nacional.
En condición de estropajo (funcionario de poca utilidad) y sin asomo de pudor, sale a declarar el defensor del pueblo, Tarek William Saab, que “lo que está fuera del expediente no existe”. Y para que no haya duda al respecto agrega: “Repito: lo que está fuera del expediente, no existe. El ex fiscal tuvo, en casi dos años, la oportunidad de cuestionar, evacuar pruebas, aportar información, incluso de decir todo lo que ahora, fuera del expediente, fuera del tribunal y de manera extemporánea, expresa. Imagina el precedente que se sentaría si lo que se dice fuera del juicio y en otro país comienza a tener la misma veracidad que tienen los medios de prueba”. Como consecuencia de su sabia y bien ponderada exposición, el egregio poeta, con la honorabilidad, ética y moral de la que habla el artículo 280 de la Constitución, desestimó la aplicación del artículo 25 de la carta magna que dice: “Todo acto dictado en ejercicio del poder público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo”. Tarek también puso de lado lo previsto en el artículo 49, numeral 1 de la Constitución que estatuye que “el debido proceso se aplica a todas las actuaciones judiciales y administrativas”, razón por la cual “serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso”. En otras palabras, poeta, como la Constitución no dice lo que realmente dice, a usted le importa un bledo decir que lo señalado por Nieves no figura en el expediente de López, Holdack, Martín y Álvarez. No es descabellado imaginar que al redoblar de tambores, fanfarrias alborotadas y ruidos de címbalos, flautas y trompetas, un pajarito se haya acercado al oído del honorable defensor y le haya piado: ¡Así, así, así es como se defiende a la revolución!
Esta y muchas otras acciones del pasado son las que han hecho que el proceso esté de capa caída. Las apreciaciones de un acucioso periodista norteamericano, Jon Lee Anderson, ratifican las razones de la baja popularidad del actual régimen. En reciente entrevista, al referirse a la percepción que tiene de Venezuela y el legado de Chávez, el cronista soltó esta perla negra: “Veo que está fatal, hay un rumbo de impopularidad oficial, escasez, aumento de la criminalidad, la degeneración del movimiento político y todas esas denuncias constantes de corrupción son los grandes síntomas de la degradación del proceso bolivariano… Nunca había visto a un país, sin guerra, tan destruido como Venezuela. Es una nación que se despedaza sola, es como mirar a alguien que se está serruchando el piso… En realidad las reputaciones se juzgan por los legados, entonces, de momento, Chávez lo tiene color de hormiga por todo el desastre que ha traído Maduro y las terribles condiciones económicas y sociales en las que ha quedado Venezuela. (Jon Lee Anderson: Nunca había visto a un país, sin guerra, tan destruido como Venezuela; por Albinson Linares, Prodavinci)”.
Como Chacumbele, la revolución se está matando poco a poco con sus propios actos y perversiones. Adentrarse en el conocimiento de esos sucesos, que ponen de manifiesto que tanto Chávez como Maduro son los malos de la película, es lo que nos permite visualizar que simplemente llegamos al “llegadero”. Entonces, con el propósito de refrescar cada uno de los hechos antidemocráticos marcadores de la actual crisis, que explican perfectamente la reciente declaración del defensor de la revolución, estamos preparando una serie de cinco artículos, algo más extensos que los que escribimos regularmente, que publicaremos en esta misma columna entre el 7 de noviembre y el 5 de diciembre. Aunque parezca paradójico, en ese drama se inserta firmemente nuestro optimismo actual. Esos polvos trajeron estos lodos que ya no dan para más.
@EddyReyesT
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