Trino Márquez
El video del fiscal Franklin
Nieves en el que anuncia su deserción y su posterior comparecencia en CNN con
Fernando del Rincón han caído como un balde de agua fría en la desconcertada
humanidad de los jerarcas del régimen, quienes se esfuerzan por controlar los
daños que los resultados del 6-D pueden producirles. A pocos días de Maduro
haber anunciado el aumento, irresponsable y ventajista, de 30% del salario
mínimo y del mismo monto para los empleados públicos y los militares, siempre
favorecidos, el fiscal acusador de Leopoldo López y de los jóvenes estudiantes
que se encuentran presos, denuncia que todo no fue más que una patraña urdida por
la cúpula gobernante con la única finalidad de sacar del mundo político y de la
competencia al ascendente exalcalde de Chacao y líder de Voluntad Popular.
Al
gobierno rojo no le bastaba haber inhabilitado a Leopoldo por ocho años e
impedirle que se postulase a cualquier cargo de elección popular. Era necesario
criminalizarlo para luego condenarlo. No podían asesinarlo, como hizo Stalin
con Serguéi Kírov, o desaparecerlo en un extraño accidente de aviación, como
sucedió con Camilo Cienfuegos en Cuba, cuando el guerrillero venido de Sierra
Maestra rivalizaba en popularidad con el endiosado Fidel Castro. El método con
López tenía que ser más refinado, pero igual de cruel.
Le
tramaron un expediente con hechos inventados, pruebas falsas y testigos
impostores. Toda una farsa nula de toda nulidad. Lo que pasa es que ocurrió lo
mismo que en Fahrenheit 451: Guy
Montag, uno de los “bomberos” diseñados
para cumplir de forma implacable con la orden del gobierno de quemar cuanto
libro apareciera, descubre el placer de leer textos y se cuestiona. Se sale del
libreto. Esas escapadas de los laboratorios suelen ocurrir en los sistemas
totalitarios. En la URSS y en Europa del Este sucedía que los, en apariencia,
dóciles y complacientes diplomáticos, artistas o deportistas, huían de esas
gigantescas cárceles cuando sus cancerberos cometían el menor descuido, dentro
o fuera del territorio nacional. En Cuba las defecciones de personas
“comprometidas” con la revolución ocurren con tanta frecuencia, que ya ni
siquiera son noticias importantes.
En
Venezuela, las deserciones por diversas razones de hombres que habían sido
leales al régimen ocurren desde los inicios del “proceso”. Unos se han quedado
en el país, otros se han marchado. Jorge Olavarría en 1999, apenas cinco meses
después de haber asumido Chávez la prresidencia, le dijo al caudillo en su cara
que se parecía a Hitler. Esto ocurrió el 5 de julio en el Congreso Nacional
durante el Discurso de Orden pronunciado por el conocido periodista. Los jueces
Luis Velázquez Alvaray y Eladio Aponte Aponte, y el policía Leamsy Salazar,
brazos ejecutores de los desmanes del chavismo, huyeron.
Ahora
lo hizo Franklin Nieves. No voy a calificar la catadura ética de ese fiscal,
utilizado como peón por los amos del poder para intentar aniquilar a Leopoldo
López. Nieves, como suele suceder en las “familias” sicilianas, se escapó del
cepo cuando su vida y la de su familia no corrían riesgos. Librarse de una
pandilla de malhechores no resulta sencillo. Por esa razón, no lo condeno. Más importante que enjuiciarlo por lo que hizo
contra López, resulta lo que ha mostrado otra vez y de manera irrebatible: la
podredumbre de la camarilla gobernante y del sistema judicial montado por el
chavismo, una de cuyas banderas iniciales fue la defensa de la independencia
del Poder Judicial. Las antiguas “tribus” judiciales son jardines de infancia
frente al pozo séptico formado por los tribunales en sus distintas instancias,
la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo. Estos organismos son guillotinas donde se decapitan a los
opositores al régimen. Nieves revela que la dupla Maduro-Cabello no tiene
límites en su ambición de preservar el poder. El andamiaje fue construido por
Hugo Chávez. Los herederos solo han colocado en los cargos clave a
incondicionales que cumplen sus designios. Ortega Díaz y Tarek William son los
alfiles y las torres dentro de ese tablero.
Ya
no quedan dudas de que el Poder Judicial está arrodillado frente a Miraflores y
La Habana. El 6-D esta realidad puede
comenzar a cambiar.
@trinomarquezc
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