Contaré una pequeña historia que puede aplicar al momento que vivimos en Venezuela.
“Es el caso de un Rey que ofrecía una gran cantidad de monedas de oro a cualquier persona que fuera capaz de hacer hablar a su caballo.
Quien aceptara la oferta tendría un plazo de tiempo para lograr su cometido. Si pasado ese tiempo el caballo no hablaba, la persona sería irremediablemente decapitada.
Pasaron los días y no aparecía ningún voluntario para la retadora tarea que representaba un enriquecimiento rápido, pero a la vez el gran riesgo de una muerte casi segura.
Un buen día un paisano pidió hablar con el Rey en relación a la oferta. Lo llevaron en presencia del Rey y le dijo:
- Su Excelencia, estoy aquí porque he decidido aceptar su ofrecimiento. Haré hablar a su caballo.
El Rey, sorprendido le contestó:
- ¿Estás seguro que harás hablar a mi caballo?
En el fondo, el Rey sabía de lo difícil que era poner a hablar, no sólo a su caballo, sino a cualquier caballo.
- Sí, Su Excelencia, estoy totalmente seguro, le respondió.
El Rey asintió y el trato se realizó.
El señor se llevó su bolsa de monedas de oro y se fue con el caballo del Rey con la promesa de que el animal aprendería a hablar. Antes de despedirse, fijaron un plazo:
- Te doy dos años, le dijo con solemnidad el Rey.
Al llegar a su casa y contar lo sucedido, los familiares del paisano y sus amigos estaban completamente alarmados. Le dijeron que había sido un verdadero loco, que era evidente que el caballo jamás hablaría.
- ¡Inevitablemente vas a morir decapitado!, le pronosticaron.
El paisano, muy tranquilo, les respondió:
- No se alarmen, tengo todavía dos años y no sabemos qué pueda pasar en estos dos años. Yo mientras tanto disfrutaré de mi bolsa de monedas de oro, haré inversiones, ayudaré a mi familia, nos divertiremos con todo ese dinero…
Y concluyó diciendo:
- Fíjense que durante estos dos años pueden ocurrir muchas cosas… quizá yo muera antes del plazo… quizás el que muera sea el caballo… más aún, quizás muera el Rey... como les digo, pueden pasar muchas cosas…. muchísimas… inclusive quien sabe si al final el caballo aprende a hablar…”
Cuando observo el régimen madurista que manda en Venezuela, no puedo dejar de relacionar su forma de actuación con la metáfora anterior.
Es evidente que no tienen las soluciones, ni las ideas, ni las personas para sacar adelante el país y resolver sus problemas.
Por lo tanto, van ganando tiempo. Van poniendo trabas a las iniciativas de la oposición.
Por ejemplo, disminuyen el número de sus Diputados electos, declaran nulas las Leyes que se aprueban y retrasan las propuestas de Referéndums o Enmiendas destinadas a producir el cambio de rumbo que ya todo el país pide.
Mientras tanto, siguen robando y siguen disfrutando del poder y de los bienes malhabidos.
Al igual que el paisano de la metáfora, se preguntan: “¿Y si en algún momento sucede algo inesperado? ¿Y si el caballo al final habla?”
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