Trino Márquez
La cúpula madurista, con las
muletas que le prestan las Sala Constitucional del TSJ, las rectoras del CNE y
parte de la cúpula militar, la acaudillada por Vladimir Padrino López, parece
haberse decantado por bloquear la posibilidad de que el referendo revocatorio
se realice este año. No van a impedirlo. Sería grotesco. Buscan algo peor: diferirlo
para que se realice el año que viene cuando la oposición perdería. En ese escenario
lo más racional sería desmontarlo y denunciar ante el mundo el fraude que habría
cometido el régimen contra la voluntad popular.
Con
el aplazamiento de la consulta el gobierno busca varios objetivos. Uno: desmovilizar
y desmoralizar la oposición mostrando una fuerza fundada en la coerción, no en
el respaldo popular. Este fue el camino seguido por Fidel Castro hace casi
sesenta años, luego de los primeros tiempos de fervor revolucionario; aunque debe
admitirse que en los inicios de los
sesenta, Castro gozaba de un enorme prestigio y reconocimiento popular. Un
sector importante de los cubanos estaba dispuesto a inmolarse en nombre de la
Revolución. El mandatario criollo jamás
ha navegado en el mar de la popularidad.
Otro objetivo
apunta a erosionar e incluso destruir el
liderazgo de la MUD, especialmente el de Henrique Capriles, quien desde hace
meses planteó la revocación del mandato de Nicolás Maduro como la principal
estrategia para salir de su gobierno por la vía constitucional. Si el
revocatorio no se lleva a cabo en 2016, la MUD sufriría una derrota
significativa, y el madurismo, en contrapartida, se fortalecería.
El madurismo, versión
bastarda del chavismo, ha demostrado que
lo único que le interesa es mantenerse abrochado al poder, sin importarle el
costo de esta operación. Para continuar aferrado a Miraflores la opción que le
queda es excluir y reprimir en varios círculos concéntricos.
El primero, ignorar
y agredir la mayoría parlamentaria. Desconocer su autoridad. Encerrar la
Asamblea Nacional en sus cuatro paredes. El Parlamento debe quedar relegado de
cualquier decisión importante. La gente tiene que sentir que perdió su voto el
6-D y que, por lo tanto, carece de sentido acudir a cualquier otro proceso
electoral. El otro, mantener bajo amenaza permanente a los líderes
opositores o a las personas de su
entorno. A Henry Ramos Allup no lo han metido preso, pero encerraron a su jefe
de seguridad, Coromoto Rodríguez. El mensaje resulta claro: vamos por ti. En
tercer lugar, las manifestaciones convocadas por la MUD y las expresiones de
malestar popular serán reprimidas a discreción. No habrá misericordia. La
Guardia Nacional, la Policía y el Sebin deben convertirse en la Seguridad
Nacional que sostuvo a Pérez Jiménez.
Maduro y su
camarilla emprendió el camino del desconocimiento de la Constitución y la
represión desembozada. Así actúan las dictaduras, aunque conserven los retoques
con que los maquilla el Poder Judicial. El destino de estos regímenes
autoritarios siempre es el mismo: se desmoronan porque el descontento y la
movilización ciudadana, las fisuras internas y las
contradicciones entre los oficiales del alto mando irrumpen con tal fuerza, que
la pandilla gobernante no puede
contenerlos.
Nicolás Maduro
tendrá que convocar este año el revocatorio. Su nombre está asociado de forma
indisoluble con el hambre, la inflación, la escasez de comida y medicamentos,
el deterioro de los servicios públicos, el auge de la delincuencia y la
inseguridad personal. Ya no se trata solo de que tenga una mentalidad formada
en el comunismo más ortodoxo y antidemocrático, sino que su permanencia en la
presidencia de la Republica exacerbará la miseria y la ruina total del país.
Con él, la crisis no se detendrá.
Si Maduro
sobrevive a 2016 se fortalecerá y, seguramente, comenzará a mover las piezas
con el fin de evitar que las elecciones presidenciales previstas para 2018 no
se realicen. De este expediente se valió Pérez Jiménez en 1957. Los comicios de
gobernadores contemplados en la Constitución para este año, no se efectuarán.
Esto nos da una muestra de hasta dónde está dispuesto a llegar para preservar
el poder para él y sus secuaces.
El hambre revocará
a Maduro. Tratará de seguir refugiándose en la “guerra económica”, pero ya
nadie le cree. Hay que convertirla en la
consigna principal: ¡Maduro es hambre!
@trinomarquezc
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