El Miedo y la Duda
Tras 117 días de “resistencia” a la dictadura que nos agobia y el hastío que nos imponen dos días de paro general, sin duda hay muchos temas sobre los cuales reflexionar y comentar; decidi hacerlo sobre el miedo y la duda pues el peor enemigo que enfrentamos no es solo la dictadura, no son sus personajes y voceros, somos nosotros mismos, nuestros miedos y nuestras dudas.
A la espera de lo que ocurra el 30J, cuando la dictadura y el CNE desplegarán todos los trucos para hacernos creer que multitudes que nadie verá elegirán una ANC, estamos encerrados en nuestras casas o tras barricadas, semi incomunicados, consumidos por rumores, exageraciones, noticias semi falsas y todos los “fantasmas” de la política y las relaciones humana, por eso reflexionar sobre el miedo y la duda, quizás nos ayude a encarar mejor el futuro incierto que afrontaremos a partir del 31 de julio.
Comencemos por el miedo. No es que los GNB/PNB y FANB hacen lo que hacen por mero sadismo, no. Es una orden: ¡Repriman, repriman para que tengan miedo! Y les dan las armas y orden de reprimir y lo demás lo dejan a la “iniciativa” e “imaginación” de cada individuo. Con la represión nos siembran miedo, que se nos mete hasta los huesos. Miedo a que nos hieran o nos maten -que sabemos y hemos visto que puede ocurrir- a que se metan en los lugares donde vivimos, en nuestras casas. Infunden miedo en nuestros familiares, padres, hermanos, hijos, amigos a que nos pase algo.
Por el tiempo, por cansancio, por agotamiento de la eficacia del recurso, las marchas, manifestaciones y hasta las “trancas” y el “paro”, pueden ir perdiendo potencia. Y también por temor a la brutal represión. Seguimos yendo a las marchas, pero hay temor y las desbandadas que se producen ante la arremetida de la PNB/GNB/FANB son cada vez más peligrosas y más difíciles de contener. Por eso tenemos que hablar abiertamente de este tema.
En las marchas y barricadas hemos visto una “rutina” de represión que debemos concientizar. Cuando las marchas y manifestaciones inevitablemente pierden algo de intensidad la GNB arremete con el sadismo que los caracteriza e inician una batalla campal, obligando a replegarse a los manifestantes hacia determinados sectores de la ciudad –Las Mercedes, Chacaíto, El Rosal, Plaza Altamira– en donde la acción puede concluir con algún asesinato, heridos y varios detenidos.
Contra las pacíficas manifestaciones ciudadanas los represores del régimen no escatiman en recursos: sus “animales” –y no me refiero a los individuos, sino a las “ballenas”, “rinocerontes” y “murciélagos”–, escopetas que disparan perdigones, metras o tuercas, bombas lacrimógenas y de pimienta y armas de fuego. Además cuentan: con policías y guardias motorizados que de a dos por moto, hacen razias de terror, persiguiendo manifestantes y tirándoles bombas por la retaguardia o robándoles las pertenencias; con “paramilitares” armados, en motos, vestidos con chaquetas negras y en algunos casos uniformes militares, mercenarios que sacan en determinados momentos y lugares en los que han perdido el control; con los llamados “colectivos armados” o violentos, que en ciertas zonas populares agreden a los manifestante; con “patriotas cooperantes”, que sapean a sus vecinos y entregan a los muchachos a la policía; con “infiltrados” en las marchas, barricadas y manifestaciones, que toman fotos o incendias vehículos que aparecen en la escena misteriosamente; con los CLAP, que reparten bolsas de comida y amenazan en los barrios con dejar sin ellas a los que caceroleen o manifiesten; con “francotiradores”, que coloca en los techos y cercados de edificios públicos para amenazar y contener manifestantes; con arremetidas nocturnas con tanquetas contra zonas populares, urbanizaciones y viviendas, destruyendo y robando propiedades o desapareciendo y apresando sus habitantes.
A muchos de esos “personajes” los hemos visto actuar todos estos años, pero especialmente en estos casi cuatro meses; con el tiempo los hemos visto mutando de apariencia y nombre, pero con la única y misma misión de controlar, atemorizar e intimidar a la población, para que se paralice por el miedo e impedir que actúe. La eficacia en esa tarea ha sido relativa, a juzgar por la intensidad con que se mantiene la “resistencia” en la calle, pero no debemos menospreciar su acción y hay que desenmascarar permanentemente su intención y actividades. Sobre todo, hay que evitar caer en su provocación de violencia, no solo porque no tenemos forma de ganarles en esa ruindad, sino porque seriamos iguales a ellos, a lo que queremos evitar para construir el mejor país que nos merecemos.
Otra estrategia, como la represión brutal a la que nos someten, es la de sembrar la duda y la desconfianza en todo lo que hagamos, para que no creamos en nada y en nadie y nos paralicemos, pensando que todo puede ser una trampa.
Sembrar desconfianza, ponernos a dudar es una estrategia en la que el régimen ha sido parcialmente exitoso. La dictadura tiene “laboratorios de guerra sucia” o “salas situacionales” que monitorean constantemente lo que está ocurriendo y hacen seguimiento a los voceros de la oposición, líderes estudiantiles o de la sociedad civil, e incluso a sus propios seguidores y aliados. Producen información, que inventan, tergiversan o mienten y cuenta con televisoras, radios y periódicos diseminados por todo el país –y, en buena medida, con los medios privados que le hacen el juego cuando callan lo que ocurre– para difundir todas sus “noticias” o la información que les conviene o que hace daño a sus opositores.
Arremeten además en las redes sociales. Enviando información falsa, torcida, simulando que proviene de fuerzas opositoras, contrarias o criticas del régimen. Facebook, Instagram, Periscope, Youtube y Tuiter son monitoreados permanentemente. Y posiblemente nuestros grupos de WhatsApp o correo electrónico son vigilados también y puede que en algunos de ellos haya infiltrados que obtienen o nos “pasan” información, falsa, exagerada o confusa, que busca asustarnos o hacernos cometer errores. Se trata de información creada por ellos, por un mítico o real G2 cubano.
Diariamente todos los que nos conectamos a redes sociales recibimos un texto “extraño”, con alguna información “rara” o que nos pone a dudar de algo o de alguien; de alguna actividad que se esté planificando en la MUD o de algún líder, al que se le levanta una calumnia. O recibimos algún mensaje de voz, de algún personaje, con voz tranquila que hasta se adivina “risueña”, perfectamente articulado, que nunca se identifica y que comienza su discurso con un “familia…”, “mi gente…” e intercala frases como “sé que no me van a creer”, “esto no me lo contaron, me paso a mi” y nos suelta una parrafada con algo que deseamos oír o con una noticia exagerada o falsa, que nos crea angustia, sobre algún acontecimiento actual o algo que paso en algún lugar remoto que “…no ha sido reportado en las noticias”, o nos habla de supuestos “movimientos militares” o en “los cuarteles”, a favor o en contra del régimen, pero que “…mantienen callado por razones obvias”; o se refieren a supuestas acciones del gobierno en contra de determinadas grandes empresas que han sido cercadas, tomadas o expropiadas, o información sobre trasnacionales que están dejando el país o cesando sus operaciones; o información tremendista de cosas que ocurren en supuestas “alcabalas” en las calles o en las aduanas y aeropuertos; o información falsa sobre negociación de bonos, divisas o petróleo. En fin, una gama infinita de descripciones, situaciones y circunstancias cuya única finalidad es crear “ruido”, angustiarnos, desinformarnos, sembrarnos dudas y atemorizarnos.
En esa “jungla” informativa, que se exacerba en el hastío de los días de paro, también participan supuestos opositores al régimen; y digo supuestos, porque en definitiva a lo que contribuyen es a hacerle el juego a la dictadura. Critican, o simplemente despotrican o siembran cizaña sobre los líderes opositores o los partidos políticos de la MUD; siempre con ese lenguaje ambiguo de “indignados” o anti políticos y anti partidos, en el que son todos “corruptos”, menos ellos. Al igual que algunos “bien intencionados” que inventan o difunden algún escrito, que no firman con su propio nombre y se lo atribuyen a algún personaje famoso o conocido, porque quieren que se lea y difunda para “motivar” a familiares y amigos. Están también los que circulan y recirculan información, sin criterio, sin filtrar por razonamiento o sentido común, “… tal como me llegó se las reenvío”, creyendo que con eso le hacen algún favor a alguien, sin reparar o tomar conciencia de que lo que en realidad hacen es seguirle el juego a los grupos especializados de contra información que tiene la dictadura.
Sea por temor, sea por confusión, ya hay personas que dudan sistemáticamente de todo y eso es muy peligroso, pues nos condena a la inacción, a la desconfianza, al aislamiento. Es difícil desentrañar toda esta maraña de información, rumores y chismes y en buena medida caemos en la trampa del régimen, pero se impone un esfuerzo consciente de razonamiento, verificación de información, chequeo de fuentes; porque si no, estamos contribuyendo a sembrar temor, dudas y desconfianza que limitan la eficacia de la lucha contra la dictadura, que es tarea de todos.
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