martes, 6 de octubre de 2015

CONTRA EL CAOS ¡VOTA!

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Freddy Nuñez
Los venezolanos que no están vinculados al criminal proceso de destrucción nacional y raspada de olla que ejecuta el régimen, padecen el empeoramiento diario de su situación familiar. Venezuela está definida hoy por una expresión breve y cruel: No hay. ¿Cómo se llego a este estado de calamidad, si tuvieron en sus manos más de un millón de millones de dólares?  ¿Cómo lograron aumentar  los niveles de pobreza, a lo largo de estos 16 años, por encima de los existentes cuando el gran destructor, tomo el poder? ¿Cómo lograron multiplicar la deuda de Venezuela, que estaba en 28 mil millones de dólares en 1998, y llevarla hasta 330 mil millones? ¿Cómo permitieron que la delincuencia gobierne las calles del país, y que la tasa de homicidios sea de 82 por cada 100 mil habitantes, ubicando a Venezuela como uno de los dos países más peligroso del mundo? ¿Cómo destrozaron  empresas privadas y públicas, convirtiéndolas en costosas chatarras que nada producen? Esa política de destrucción nacional no ha dejado hueso sano en la república, de allí que en el país no se produzca nada y los dólares petroleros que ingresan, cada vez menos, se destinen a importar alimentos y otros bienes que como se ha demostrado terminan produciendo casos de corrupción que se denuncian pero no se investigan. Esas importaciones que el régimen compra a empresas privadas de países que chulean a Venezuela, podrían ser fabricadas, producidas en el país, con una política sensata que incremente el desarrollo industrial y genere puestos de trabajo estables y bien remunerados. La escasez de absolutamente  todo, alimentos, medicinas, partes y piezas para vehículos, de línea blanca, etc, al igual que todos los problemas señalados, expresan el drama cotidiano que viven los venezolanos obligados a hacer humillantes colas y  a poner la huella digital, recibiendo el tratamiento de un delincuente. A la escases terrible que se padece en toda Venezuela, se agrega la crisis producida por los altos costos de lo poco que se consigue, consecuencia  de una inflación sin freno, que no cesa de crecer, y que se estima puede llegar este año al 300%. A este cuadro dramático de escasez y carestía, se agrega el deterioro de todos los servicios públicos, electricidad, transporte, hospitales, y un crecimiento del desempleo que el gobierno quisiera ocultar, pero que es evidente en la medida en que muchas pequeñas y medianas empresas  agobiadas  por un gobierno expoliador, incapaz y corrupto, han tenido que bajar la Santamaría. El régimen ha degradado la vida civil venezolana, y envilecido las instituciones. Fomenta el caos, la violencia interna y externa, miente y engaña como política de estado, y siembra el terror persiguiendo a quien se oponga a la barbarie y el atraso. Pretende salvar del gallo pataruco aunque sea el ojo, y trabajan para vulnerar el proceso electoral. Los ciudadanos entretanto, dando una sorprendente lección de madurez, no caen en provocaciones, no pisan peines, y marchan con una tenacidad admirable hacia el domingo 6 de diciembre, sabiendo que es derrotando de manera aplastante al atajo de malandros responsables de su desgracia, como la familia venezolana podrá aspirar a un cambio real y profundo. Necesitamos obtener los 2/3 de los diputados de la Asamblea Nacional, para que ese mandato impida que el régimen pueda intentar cualquier trapisonda a través de las secuestradas instituciones, y se puedan tomar las decisiones más convenientes al interés del país. No será un triunfo para la venganza, será un triunfo para la reconciliación del país, sin que los culpables de empobrecer a los venezolanos, los corruptos, los vinculados al narcotráfico, los violadores de la constitución y las leyes, de los derechos humanos, queden impunes. Hay que restablecer la justicia en Venezuela, fomentar la inversión para estimular la industria, la agricultura, repatriar los capitales que mantienen los corruptos en el exterior, crear en fin, las condiciones para sentirnos orgullosos de vivir en un gran país y no en esta pocilga que han creado. Esa Venezuela es posible, pero tenemos que salir a votar en avalancha, sin miedo, está a nuestro alcance, como nunca antes, terminar esta desgracia.  El domingo 6 de diciembre será una fecha que habrán de recordar nuestros nietos como el inicio de una nueva Venezuela, próspera, sana, solidaria, orgullosa.

Freddy Núñez.

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