Brasil: La crisis brinda un banquete para la sátira política del Carnaval
JUAN ARIAS
A pesar de la crisis, o quizás a causa de ella, se espera que los carnavales de este año, aún con menos recursos económicos, despierten un especial interés entre el gran público.
Se aprovecharía esa semana de despelote festivo, en el que no existe el día separado de la noche, y donde corren sueltos los ríos de la sensualidad, como una forma de someter las angustias, temores e iras de la crisis política y económica, a un rito de exorcismo laico.
La crisis política y económica que azotó a Brasil en el 2015 encontrará este año, afirman los expertos, una válvula de escape en la sátira de los compositores de las letras de las representaciones de las Escuelas de samba, cantores y humoristas de las fechorías de los políticos.
Estos poetas encontraron siempre un campo fértil en el humor político que no deja títere con cabeza, ya que golpea tanto al poder de turno como a la oposición. Su lema es la irreverencia.
El arma de la sátira les será más difícil este año, porque tendrán que tener en cuenta que han sido justamente esos personajes de la política y de la empresa, muchos de ellos ya en prisión, los que han acabado dividiendo a la sociedad en güelfos y gibelinos, como en las antiguas contiendas medievales.
Material no les va a faltar a esos compositores. Ya empiezan a aparecer las primeras letras de algunas marchas inspiradas en personajes concretos, que han protagonizado durante el año que acabó los titulares de los medios informativos para bien o para mal.
De las 611 músicas inscritas para concursar a los carnavales de Río, por ejemplo, 120 son de críticas a la Presidenta Dilma y al odiado Eduardo Cunha, Presidente del Congreso, y citan la Operación Lava Jato, que conduce la cruzada contra la corrupción política y empresarial.
Según ha explicado al diario O Globo, el abogado y compositor Thiago de Souza, que para este año ya compuso 14 marchas de cuño político, el escenario esta vez presenta una trama escénica completa y de humor con varias tonalidades, dada la riqueza de los personajes creados por la crónica política, policial y judicial de la Operación Lava Jato.
Es una trama, en efecto, que reúne con gran riqueza y variedad de personajes todas las artes escénicas como el drama, la comedia y la opereta.
Se trata de un verdadero banquete para los artistas de la sátira que podrán usar sus armas con total libertad, ya que si existe un momento en Brasil en que todo está permitido y no existen personajes tabú o intocables es el de las marchas de carnaval.
A los políticos de turno de este país se les acusa en este momento de no haber sabido gestionar la crisis que ha afectado al país y que se arrastrará aún sin saber hasta cuándo. Por ello, sería importante recordarles que esa falta de habilidad y creatividad para hacer funcionar la maltrecha economía contrasta, como siempre advirtieron varios antropólogos de este país como Roberto Damatta, con la eficiencia de los organizadores de las representaciones escénicas de las famosas e históricas Escuelas de Samba, un verdadero ejemplo de creatividad, funcionalidad, puntualidad y vistosidad al mismo tiempo.
Siempre se dijo que si Brasil fuera gestionado con la misma eficiencia ejercida por los especialistas del carnaval, superaría a los países mejor organizados del Planeta.
Quién sabe si esta vez la lección de sátira política que ofrecerán los artistas del carnaval no servirá para aflojar el corsé de la crisis que tiene aprisionado al país y le ayude a respirar con mayor esperanza.
Los poetas suelen decir que nada es más libertador que la sátira y la metáfora. Ojalá que los políticos que serán fustigados y exhibidos con humor en músicas y máscaras aprendan de la fuerza creativa y festiva de los carnavales, que este país es mayor y más importante que todas sus tejemanejes de corrupción, incapaces de devolverle el prestigio que se merece y que ya tuvo en el mundo.
Duele hasta a quien no es brasileño pero ama a este país la nota publicada, por ejemplo, por Lauro Jardim, en la que se informa que un importante banquero de inversiones brasileño, tras una serie de conversaciones con inversores extranjeros concluyó: “Brasil salió del mapa”.
Que los carnavales, cuya fuerza casi cósmica impresionaron un año al Nobel de Literatura Vargas Llosa, al participar en Río a un bloque callejero, sirvan, por lo menos, para que el mundo sepa que Brasil sigue firme en el mapa, como una pieza clave del continente.
Los políticos y gobiernos pasan, y Brasil seguirá aquí, creando arte y momentos festivos de renovación humana y espiritual como pocos sabrían hacerlo mejor.
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