FERNANDO RODRIGUEZ
Sólo la más sólida idea de Hugo Chávez, la unión cívico-militar, puede explicar que un gobierno tan grotescamente desastroso como el de Maduro pueda mantenerse en el poder en América latina, sin tentar a las armas. Habiendo tantos incentivos, no ha habido un gorila ansioso de poder que haya pretendido su 4F o algún pronunciamiento "institucional", salvacionista de las fuerzas armadas. Esa funcional unión se construyó después de que se limpiaron las fuerzas armadas de sus sectores democráticos (también dictatorialistas), como consecuencia del golpe de abril y sus secuelas, y luego de una sistemática eliminación de todo oficial que pusiera alguna distancia con la Causa, con el gran jefe; asunto éste llevado a cabo con admirable tenacidad por los servicios secretos locales y cubanos. En positivo las armas más efectivas fueron las recurrentes prebendas, la militarización de la alta burocracia y la impunidad ante la corrupción y otros graves delitos, grillo éste que enriquece y apresa a muchos. Creo que nadie se come el cuento de oficiales pasando sus noches descifrando El Capital o integrándose a la convivencia ideológica y vital con los desposeídos. Los afortunados resultados, ahora más parcos y algo enigmáticos ciertamente, fueron hasta la violación sistemática, alevosa y exhibicionista de los preceptos constitucionales que consagran la apoliticidad de los ciudadanos que manejan armas letales, justo por manejarlas. Pero dejemos aquí esta caja negra.
Lo que desconcierta son los niveles de ruindad a que ha llegado el gobierno después de la derrota del 6-D. No es que no tengan antecedentes pero es que se han agolpado en un tiempo muy breve y son de una desmesura que asombra. Basta pensar en la forma en que se nombró, y además quiénes son, los magistrados del Tribunal Supremo y la obscena, inimaginable, encomienda electoral que se le hizo perpetrar para tratar de burlar la derrota parlamentaria. Con una acusación de una mínima prueba, ilegal además, y que de tener algo de cierto sería un átomo al lado de decenios del más brutal y descarado ventajismo no solo electoral sino político, la unificación del partido y el Estado.
Agreguemos ese esperpento despótico, olvidado y maloliente que es la Asamblea Comunal, resucitada a la carrera para disminuir la instancia constitucional. O un caso más casero, más ratero, el desmantelamiento y robo de la planta televisora de la Asamblea. sin razonamiento alguno y violando todas las normas para regalar un bien público.
Como marco internacional navideño se puede agregar los sobrinitos presidenciales y lo que ello pudiese arrastrar. Y el comienzo muy concreto y aterrante, el prólogo, de la inmensa culebra que parece será el caso de Pdvsa.
Y si quieren salir del tono sombrío no olvidar el discurso del decano Agüero en la apertura de la Asamblea.
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